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Johnny Guitar

Western. Drama La relación sentimental entre Vienna, la propietaria de un salón situado en las afueras de una ciudad del Oeste, y Johnny Guitar, un pistolero con el que se vuelve a encontrar en un difícil momento, constituye todo un clásico que alcanzó un gran éxito de taquilla. (FILMAFFINITY)
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Críticas 74
Críticas ordenadas por utilidad
1 de julio de 2012
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pedazo de Western, no puedo escribir más, el resto en spoiler...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Luisito
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15 de septiembre de 2012
14 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
El aprecio casi unánime del que goza Johnny Guitar es para mí uno de los grandes misterios de la historia del cine. El halo en torno a este western supongo que ha adormecido las facultades críticas de muchos espectadores. En mi opinión, se trata de una tontería bastante aburrida, con una interpretación de Joan Crawford que durante la mayor parte del tiempo traspasa las fronteras del rídículo, y una Mercedes McCambridge que da la sensación de haber ingerido gran cantidad de psicotrópicos. En fin, una peli sumamente evitable.
Elicio12
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1 de diciembre de 2012
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hombre, tanto, tanto, tanto pues no. «Johnny Guitar» es una película simplemente entretenida con unos actores a mi parecer desaprovechados y una historia que no pierde de vista lo ridículo. ¿Obra maestra? ¿Por qué? ¿Cómo? ¿En qué?

Me he quedado un poco sorprendida con lo de la homosexualidad que se dice que la película contiene, pero en serio que yo no he visto nada, y eso que soy muy dada a la fantasía y a lo retorcido. La Vienna de Joan Crawfard no me parece ni siquiera masculina; ellos, acostumbrados vete tú a saber a qué clase de mujer, creen que porque una mujer sea fuerte y sea valiente es ya un hombre. Vienna es fuerte, es valiente, es dura, y además es tierna, solidaria, sensible al dolor ajeno y capaz de llorar en brazos de su amado. Bueno, sí, también lleva pantalones, cosa que debió de servir para mitificar al personaje y clasificarlo como lesbiana sin ningún miramiento. Lo de su antagónica, Emma, es quizá algo más discutible, porque yo no entiendo ese odio tan desmedido, sin que haya explicación lógica. ¿No será que de quien está realmente enamorada es de Vienna? A saber.

Lo mejor es la banda sonora de Victor Young, que hace que me quede muda cada vez que suena, y cuya melodía principal convierte cualquier declaración de amor en pura poesía. Sin quitar mérito a la preciosa escena de la película entre nuestros dos amantes, la música es la verdadera declaración de amor y, con ella, la voz de Peggy Lee cantando a la pasión eterna. No me resisto a poner la letra de esa balada perfecta y hermosísima que es absolutamente grandiosa:

Play the guitar, play it again, my Johnny
Maybe you're cold, but you're so warm inside
I was always a fool for my Johnny
For the one they call Johnny Guitar

Play it again, Johnny Guitar

Whether you go, whether you stay, I love you
What if you're cruel, you can be kind, I know
There was never a man like my Johnny
Like the one they call Johnny Guitar


A todo esto, ¿qué pinta Johnny Guitar? Pobre, se le ve tan poco.
Kaori
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16 de noviembre de 2009
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Joan Crawford y Mercedes McCambridge colman esta película con sus feromonas. Ray realiza con éxito un experimento que transgrede todo intento canónico de categorización: un western permeado de romanticismo y simbolismo, oscilando en perfecto equilibrio entre el aforismo tipo John Wayne y la cursilería naif. Sin embargo, debido a la pericia del director, la solidez de las actuaciones y un guión sólido que, si bien cede, no cae, el resultado de este pot pourri es asombroso.
Lo primero que me llamó la atención fue la aparente inutilidad de la testosterona. Las dos rivales son los polos de interés y generan toda la trama. Los hombres, sean amantes, empleados o asociados, son simples marionetas a merced de las voluntades de estas dos mujeres. Sin embargo, esta derrota a lo macho puede ser puesta en duda. Son hembras opuestas e iguales: pese al simbolismo directo de sus colores característicos (blanco y rojo versus negro), pese a la aparente diferencia radical entre los principios de "la buena" y de "la mala" (la una, asociada al progreso, al futuro; la otra, reaccionaria); ambas comparten una característica fundamental: parecen guiadas por su razón, pero en realidad huyen de la emoción. El hombre desaparece como personaje, pero permea la historia como génesis.
El conflicto urbano rural sigue el cauce clásico de los narradores urbanos. El progreso es visto con inquietud por latifundistas ganaderos y se oponen a su llegada. La espera de la llegada del ferrocarril se convierte en el fondo de la película. La tierra está siendo dinamitada, la geografía cambia mientras se desarrolla el film, insinuando una actividad volcánica, paralela a las escenas de bandolerismo que la acompañan. El viejo y el nuevo mundo hacen ruido simultáneamente, compitiendo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
temulentia
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16 de noviembre de 2010
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se necesitaba a Ray para una obra de estas características: un western, ¿como decirlo? ¿Progresivo? o ¿dado vuelta? Un western estructurado de tal forma que se ganó el amor y el odio de tantos.

Ya no bastan las balas que salen desde los hombres, ahora hace falta el permiso de una mujer para que todo lo anterior ocurra. El poder radica en dos mujeres: Vienna y Emma, juntas construyen una red de rencores, envidias y despechos que se impregnan en los hombres que las rodean. Hombres que, incluído el prota, en realidad nunca dejan de ser tan solo un complemento para esta rivalidad mutua que consume a la atmósfera hodtil de la peli y que consume al espectador dentro de un clima de incomodidad que otorga volumen a Johnny Guitar.

Alejado, y en cierta forma dilapidando, los convencionalismos del western tradicional, Ray elabora una trama en donde el poder se halla desfazado de sus núcleos habituales, en donde la emoción puede tornarse melodramática y afectada si el director así lo cree y que como producto final solo puede dejar como saldo esta obra: esta Johnny Guitar tan distinta al resto. Estamos agradecidos por ello.
Juan Rúas
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