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El sirviente

Drama. Intriga Un intrigante y manipulador mayordomo consigue, gradualmente, dominar la vida del señor al que sirve, aprovechándose de sus debilidades sexuales. Un tenso y adulto drama psicológico que obtuvo excelentes críticas. (FILMAFFINITY)
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Críticas 52
Críticas ordenadas por utilidad
3 de noviembre de 2011
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
El británico Joseph Losey, nos ilustra en este film la peculiar relación que se establece entre Tony (James Fox), un joven perteneciente a la clase británica acomodada y Barrett (Dick Bogarde), su criado.

Incluso desde los primeros títulos de crédito del film, Losey ya nos advierte que no vamos a ver un film “normal”. El primer plano en el que captura a la vez a señor y criado no puede ser más equívoco: Losey deja bien a las claras la superioridad del sirviente sobre el señor. A medida que avance el metraje, esto se irá haciendo cada vez más evidente, ya que de hecho, el film lo que viene a retratar es el progresivo dominio (y prácticamente vampirización) que va ejerciendo el sirviente sobre un cada vez más indolente señor, al que al principio del film vemos lleno de energía, para ir perdiéndola progresivamente.

El campo de batalla, será la casa (deliberadamente laberíntica, llena de puertas a modo de subterfugios, y con un ambiente cada vez más opresivo y asfixiante), el lugar donde ambos comparten un espacio que cada vez más pertenece al criado y cada vez menos a su señor. Barrett irá imponiendo sus gustos, pero no conforme con ello, se irá adueñando de la vida de su señor. Para ello, el astuto Barrett, se hará valer de un elemento femenino (interpretada por una sensual Vera Miles), con el que no sólo conseguirá vencer la voluntad de su señor, sino también liberar en el espectador la incertidumbre de un posible deseo homosexual nunca resuelto explícitamente.

De hecho, el film de Losey, apoyado en un sólido guión, una excelente puesta en escena y unas magníficas interpretaciones (de entre las que sobresale por méritos propios la de Dick Bogarde), es rico en matices. Junto a la trama principial, corren de forma sutil e insinuante varias ideas en paralelo. Como el retrato del deterioro (moral e incluso físico) de una clase social acomodada, acuartelada en arcaicas relaciones y rígida etiqueta, poco acostumbrados además a mancharse las manos, lo que les acaba haciendo débiles y dependientes. Pero esta mirada también es crítica con la clase más humilde, representada por Barrett, un grupo de advenedizos que anhelan vivir con el mismo lujo que sus señores.

La gran virtud de Losey es la de fabricar un film de apariencia sencilla, pero con una riqueza interior sólida que permite verlo desde diversos prismas sin que en ningún momento pierda su significado. Pero, para un espectador excesivamente acostumbrado a films facilones, puede resultarle algo tedioso, hasta aburrido si no llega a rascar la superficie del mismo y atisba a contemplar sus mecanismos internos y sumergirse en el insinuante universo que retrata de forma magistral el director.
manulynk
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4 de agosto de 2013
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
En los últimos años del franquismo, la censura tuvo que abrir un poco la mano para que se pudiesen estrenar películas de directores de gran prestigio internacional cuyas temáticas rebasaban los límites impuestos por el código censor. Para ello se crearon las salas de "Arte y ensayo", que exhibían estas películas en versión original subtitulada, para disuadir a los públicos mayoritarios, pero que gozaron de un gran éxito por sus inéditas audacias. En la calificación moral que acompañaba a las películas en la cartelera de los periódicos, siempre se las clasificaba con 3R (mayores de 18 años con reparos) o 4 (calificación moral negativa). Fueron pasto de sala de "Arte y ensayo" los directores de la nouvelle vague, Antonioni, Polanski, Bergman o Losey
Siendo yo un crío, cayó en mis manos un programa de uno de estos cines en el que aparecían comentarios críticos de "El sirviente". Le pregunté a mi madre por la película y me dijo que no la había entendido, pero que le pareció muy "desagradable". Esto despertó en mí una curiosidad que no se aplacó hasta que conseguí ver por fin la peli, en televisión, con unos veinte años. Y me pareció la repera, con su aura de perversidad. Con las sucesivas revisiones, esta calificación ha ido perdiendo fuelle.
Lo que queda al final es una amarga parábola sobre la lucha de clases en la clasista sociedad británica. Un indolente joven gentleman acaba atrapado en las redes de su arribista criado. Sin embargo, no se nos proporcionan unas causas concretas que desencadenen el proceso. Sólo una atmósfera cada vez más opresiva y envilecida. El retrato que nos dan Pinter y Losey de la aristocracia británica es demasiado caricaturesco y el personaje de Tony, el joven gentleman, está modelado con plastilina. Sólo eso puede explicar su maleabilidad.
La puesta en escena de Losey es notable. Quiero decir que se hace notar mucho, demasiado. Esto permite al iluminador y al operador hacer auténticas virguerías. La película se desmanda en su último tercio, tras la readmisión de Barret, y asistimos a disputas domésticas tan grotescas como las peleas de maricas que protagonizaron Rex Harrison y Richard Burton en "La escalera" de mí, en otras ocasiones, admirado Donen. Dirk Bogarde está inmenso y James Fox, al igual que su intercambiable hermano, da muy bien el tipo con su porte inequivocamente british.
Veo que esta película está calificada como "drama psicológico". En los 60 y los 70 se produjo mucho cine "psicológico" (así, a secas, todo un género). "El sirviente" fue un film seminal de esta corriente, que el propio Losey siguió practicando, y que inundó de plastas la cartelera de aquellos años. Las salas de "Arte y ensayo" vivieron su esplendor y muerte durante la Transición, cuando se estrenaron un montón de películas prohibidas por la censura, que convivieron en las carteleras con la avalancha de películas de destape clasificadas "S". La primera sala de "Arte y ensayo" de mi pueblo, antes de su cierre, proyectaba títulos como "El fontanero, su mujer y otras cosas de meter". Mis salas favoritas acabaron convertidas en sendos Sex-shops. En cuanto se pudieron ver en el cine tetas y culos sin la coartada del arte, las salas de "Arte y ensayo" perdieron su función social de "enseñar al que no sabe (o no había visto)". Y la fortuna crítica de Losey, en declive. Son modas.
iñaki
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24 de agosto de 2011
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con guión del Premio Nobel de Literatura, Harold Pinter, que adapta la novela de Robin Maugham, El sirviente, es una intrigante historia que habla del poder de la influencia cuando se va imponiendo de abajo hacia arriba. Es, en este caso, un simple criado el que descubriendo los puntos débiles del joven aristócrata al que sirve, aspira a ocupar el trono que da el dominio psicológico sobre el acomodado y confiado oponente.

Las estupendas interpretaciones hacen más que creíble, a veces con desasosiego, la ficción, y tus simpatías escapan de los personajes a medida que vas conociendo su interior, siendo ocupadas sus intestinas oscuridades por el temor, la misericordia, la avaricia, el desvarío y otros estados del alma poco edificantes y muy destructivos.

Joseph Losey, que nunca decepciona, pone en pie una profunda reflexión sobre lo corrosivo de las obsesiones y las adicciones y lo hace en clave de teatro, con cuatro escenarios, porque lo que importa no es lo que circunda a sus piezas, ni siquiera el tablero, lo que hay que ver, palpar, oler y catar son las tripas de reyes, reinas, peones, alfiles y caballos.... Los que miramos lo hacemos subidos en las cuatro torres.
Sinhué
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12 de octubre de 2020
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
*El olvidado

Joseph Losey fue un cineasta marginado, perseguido por el anticomunismo del senador McCarthy y exiliado hasta la muerte. Sus relaciones con simpatizantes de la izquierda como Dalton Trumbo, Ring Lardner o el compositor Hanns Eisler, lo llevaron ante el Comité en los años 50. Él nunca desmintió su condición de comunista.

Pese a estas dificultades, la producción del director norteamericano cuenta con algunas obras maestras del séptimo arte como “El mensajero” (1971), “El otro señor Klein” (1976) y El sirviente (1963).

*La lucha de clases

Tony Mountset, un joven rico que vive en una mansión de Londres, contrata a Hugo Barrett como su sirviente. La trayectoria de Hugo es impecable, un hombre astuto que se vuelve indispensable para el señor Mountset, aunque para su novia sea un tipo desagradable y antipático.

El sirviente consigue, en cierto modo, seducir a su dueño y crear un vínculo magnético -casi enfermizo- hacia sí mismo. Una relación de dependencia del señor hacia el siervo; el dominante ahora es el dominado. Las similitudes con la aclamada “Parásitos” (2019) de Bong Joon-ho son evidentes, igual que con “La ceremonia” (1995) de Claude Chabrol, donde destaca una magnífica Isabelle Huppert. Un ensayo espléndido sobre las relaciones entre clases sociales diferentes.

*La contención

Losey era conocido por su atención obsesiva con el aspecto escenográfico, los objetos y su disposición en el marco. De ahí que El sirviente sea un producto perfecto a todos los niveles. Estéticamente funciona porque las tomas están muy cuidadas, por el intrigante juego de luces y el hábil uso de los espejos. Una copa de brandy superpuesta a la imagen de Barrett o la esfera de cristal a través de la cual Tony observa la fiesta final son otros ejemplos brillantes de la perfección del filme.

Además, la dinámica de la película es lenta, pero letal. Acelera progresivamente hasta culminar en un clímax ejemplar, que parece no solo lógico sino inevitable.

*Conclusión

El sirviente se configura como una fría lección sobre el alma humana dentro de las relaciones interpersonales, bajo la apariencia de una venganza de clases y de una inversión catártica entre Tony y Barrett, el siervo y su amo. Losey creo un dispositivo narrativo perfecto con una historia que se transforma ante los ojos del espectador, quien no podrá evitar sufrir con el protagonista mientras se va hundiendo en la trampa narrativa preparada por el autor.

¿Parásitos o héroes de su propia clase? Un filme perturbador.

Escrito por Soraya Unión Álvarez
Cinemagavia
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29 de septiembre de 2010
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Oscuro drama psicológico donde se nos narra la relación entre un joven y estirado niño bien de la alta sociedad londinense y un misterioso mayordomo que bajo sus impolutos modales ingleses parece ocultar algún oscuro propósito.
Ante la desaprobadora mirada de la prometida del joven señor, el sirviente comienza a actuar de un modo poco convencional, convirtiéndose como ella misma afirma, en un fantasma que siempre aparece cuando abres una puerta.
Tras un comienzo más bien clásico, poco a poco todo se va volviendo más barroco y claustrofóbico, con una iluminación más expresionista y unos juegos de sombras y reflejos geniales, acorde con el desconcierto que se va creando en el espectador.
En este claustrofóbico y psicológico juego, la casa comienza a cobrar vida de una forma siniestra, y hasta el goteo de un grifo o una sombra sobre la cortina de la ducha sirven para crear suspense y sensaciones.
Película muy criticada en su época pero que ha ido ganando aceptación con el paso de los años, se ha querido ver una lucha de clases e incluso una crítica sobre la decadente clase acomodada inglesa, hoy en día con el paso de los años, te das cuenta de que esta obra encierra mucho más, quizás cosas demasiado retorcidas y oscuras enterradas en el fondo de la psique de los protagonistas como para hablar de ellas a la ligera, mejor que cada uno saque sus propias conclusiones.
Por mi parte me parece una obra descomunal, a la altura del mejor Bergman, con un uso del blanco y negro y la iluminación portentosos. A todo esto se une la ambigua y retorcida interpretación de Dirk Bogarde.
Ezequiel 25 17
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