Impacto súbito

Cuarta entrega de la serie policíaca protagonizada por el inspector de homicidios de San Francisco Harry Callahan, sombra que llevaba durante más de una década Clint Eastwood gracias a que Don Siegel confiara en él para “Harry el Sucio” (Dirty Harry, 1971) sublime ejercicio de “ne-noir” americano que se fue agotando al paso del tiempo con las secuelas posteriores dirigidas por Ted Post y James Fargo. Ahora es Clint quien toma las riendas en el rodaje dirigiéndose a sí mismo y a la entonces su actriz fetiche, y por aquel entonces compañera sentimental Sondra Locke, que interpreta a una pintora con ansias de tomarse la justicia por su mano vengándose de sus violadores.

Eastwood pule perfectamente dentro de lo rudo, duro y frío de su personaje, una de las mejores películas de la saga. Se constata la madurez profesional de un actor y director que no quiere naufragar su carrera como otrora ocurriera con Charles Bronson en los años setenta. Y “Sudden Impact” es una buena muestra de ese conflicto que puede tener un buen profesional al meterse de lleno en un personaje sin llegar a ser encasillado. Prueba de ello se demostraría en ese juicio paralelo a un personaje más oscuro que interpretaría, eso sí bajo su supervisión, en la muy estimable “En la Cuerda Floja” (Tightrope, 1984) o la infravalorada “Deuda de Sangre” (Blood Work, 2002).

“Impacto Súbito” homenajea en su primera media hora aquellos tiempos en que los planos aéreos de Harry paseándose en el lugar del crimen entre los coches de policía y bajo los acordes de Lalo Schifrin cuando el inspector más impopular de la Historia del Cine resuelve ciertos conflictos extrajudiciales relacionados con su ego. El resto, una concesión al thriller puramente policial en que Harry encuentra un rival comprensible y a su nivel: una vengativa pintora que para llamar la atención deja sus rastros criminales desde San Francisco a un apacible pueblo turístico donde se esconden los más terribles secretos y personajes (entre ellos una aguerrida i bruta lesbiana interpretada por Audrie Neenan).

Esta vez el propio Clint Eastwood se pone también detrás de las cámaras para dirigir la cuarta entrega de Harry el sucio, con un título bastante desafortunado, que no solo es bastante feo tanto en inglés como en castellano, sino que ni siquiera creo que sea representativo del film.
Para mí está clarísimo que es la menos buena de las cinco. El caso principal no tiene demasiada enjundia, y le da mucho protagonismo a Sondra Locke en detrimento de Harry. Esto sin duda se debe a que en ese momento ambos actores eran pareja.
Su personaje es el eje central de todo, aunque no me gusta nada que podamos descubrir su cara al principio. Mantener en secreto su identidad hasta más adelante, habría mejorado mucho el suspense de su trama.
Supone esta historia el típico dilema moral entre legalidad y verdadera justicia, pero en realidad no ahonda demasiado en la cuestión.
Respecto a Harry, esta vez tiene a sus jefes más hartos que nunca, por una serie de actuaciones en las misiones secundarias que suele haber en sus películas. De hecho, esta vez son más interesantes los momentos del atraco (“Alégrame el día”) y la persecución tenaz de la que es objeto, que la propia investigación principal de asesinatos en serie.
Algunas perlas de Harry en esta parte son:
- “Anda, alégrame el día” (Brutal)
- “Eres una cagada de perro, y con las cagadas de perro solo pasan tres cosas”.
- “Exígeme que te lea tus derechos”.
- “¿Me invitas a un trago?” “No es mi santo”.
Tiene menos fuerza y es un poco menos entretenida que las demás, pero sigue siendo muy aceptable como parte de esta clásica saga policíaca.

La única de la saga dirigida por Eastwood, que tiene una intensión clara: aprovecharla para el lucimiento de quien fuera su pareja Sondra Locke, pero sabe que antes les tiene que dar a los fanáticos de Harry lo que buscan, después de todo pagaron la entrada para verlo a él, por lo que les dedica la primera hora, donde el detective hace lo que todos esperan, se enfrenta a criminales de todo tipo, desde la basura blanca a mafiosos con conexiones. Sufre persecuciones, tiroteos, golpes y de alguna forma siempre logra salir indemne, un poco peor le va en su lucha con los burócratas. La segunda parte si está centrada en la trama de Sondra Locke, la típica de violación y venganza (tape & revenge) desarrollada de la forma más genérica y predecible posible, no hay nada interesante en ella, sacando la grotesca villana interpretada por Audrie Neenan.
En cuanto a la dirección Eastswood intenta darle un toque noir, sobre todo a las escenas donde sale Locke.
También hay un abuso del plano cenital.

Han pasado siete años desde la última vez que vimos al inspector Callahan en pantalla y lo cierto es que no han cambiado mucho las cosas.

Ha perdido algo de pelo y se le notan las arrugas en la cara. Pero sigue manteniendo esa mala leche como carácter singular de su personalidad y sobretodo esa alergia a llevarse bien con todo aquel que ostenta un cargo superior al suyo y le impide llevar a cabo su trabajo.

Por supuesto que continúa siendo un imán para los sitios donde siempre hay jaleo y donde está Callahan hay un muerto seguro. ¿Qué tenemos entonces como novedad en esta cuarta entrega?

Pues lo cierto es que lo primero que hay que resaltar, es que es Clint Eastwood quien ejerce de director de su personaje. Y que tira de cosas nuevas para no perder el interés en dicho personaje. Seguimos viendo que no está hecho para tener un compañero a su lado. Y que conociendo cada rincón de la ciudad de San Francisco, cambian la localización y así por lo menos disfrutamos de otra ciudad, otras posibilidades y otra clase de malhechores a los que estábamos acostumbrados. Y se le suma la intriga de una serie de asesinatos, que son cometidos bajo el mismo patrón. Me hubiese gustado más que el responsable de dichos asesinatos hubiese mantenido su anonimato durante más tiempo, pero entonces habría hecho falta cambiar el guión y quizás no sería igual de interesante.

Me ha llenado bastante el trabajo de Sondra Locke, compañera artística y sentimental durante años del director. Siempre he sido de esos que piensan que si el antagonista tiene calidad, la película es mucho más interesante. Y nada mejor que contar para ello con Paul Drake, quien jamás ganará un concurso de belleza, pero para hacer de loco psicópata, no tiene rival.

Algo que me ha sorprendido mucho es que Callahan siempre usa métodos muy rudos y al borde entre el bien y el mal, sin embargo en esta ocasión actúa muy diferente con la resolución de este caso. Véanlo ustedes mismos.

La única película de la saga de Harry Callahan que está a la altura de la primera, dirigida por Don Siegel. En esta película Harry vuelve a ser Harry, con sus métodos totalmente fuera de la ley pero dentro de la justicia.

Película mítica que permite ver a Harry cambiando su revólver del 44 por una semi-automática, y que además contiene la escena por la que Harry se hizo famoso: la del "Make my day" o "Alégrame el día", que se ha convertido en un idiom en inglés, queriendo decir algo así como "atrévete".