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La doncella (The Handmaiden)

Thriller. Drama. Romance Corea, década de 1930, durante la colonización japonesa. La resuelta joven Sookee es contratada como criada de una rica mujer japonesa, Hideko, que vive recluida en una gran mansión bajo la influencia de su dominante tío. Pero Sookee está allí con un propósito secreto: ayudar a un estafador que se hace pasar por un conde japonés para seducir a Hideko y heredar después la fortuna de su tío. (FILMAFFINITY)
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Críticas 108
Críticas ordenadas por utilidad
12 de octubre de 2021
16 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Así que un director hombre hace una película con escenas de sexo lésbico explícito y regodeo sádico para denunciar las perversiones masculinas y el maltrato a las mujeres... ¿En serio? Me parto de risa.

Debo decir que los primero cinco minutos de «La doncella» me encantaron: años treinta, mundo oriental, chica joven, una mansión, un señor misterioso aficionado a la lectura... Qué ilusa soy, por favor. En cuanto se desvela el argumento, lo que sería el primer giro de guion de los muchos que hay, sospeché que la película iría de mal en peor. Luego hay un segundo giro que me sorprendió totalmente y que podría haber convertido la película en algo de verdad escandaloso y provocativo, pero para nada, la historia se sabe cuál va a ser y de ahí no sale por muchas vueltas que quiera dar y engaños que quiera hacer. Hablando de engaños, hay algunos que no se pueden permitir en un guion bien escrito, sin trampas.

A pesar de casi dos horas y media que dura no me ha resultado especialmente tediosa, aunque la última parte sin duda se hace más pesada porque ya está todo contado en realidad y sabes lo que va a pasar desde una hora antes mínimo. El director Park Chan-wook imprime desde el principio un tono de humor negro, casi de chiste, al que no le encuentro razón de ser y que diría que es muy del estilo del cine surcoreano. Los aspectos técnicos se han alabado mucho y sí, están bien, pero vamos a la historia, al meollo de todo esto, al ¿pozo de jade? No, no, es broma.

Bien, «La doncella» tiene una parte erótica que, claro, es que es fundamental para la denuncia del patriarcado heterosexual, en este caso no blanco sino amarillo, en el que viven estas dos mujeres, la señorita Hideko y la doncella Sookee. Me remito a mi primer párrafo. ¿Park Chan-wook se burla de nosotros? No es que me molesten estas escenas, es que me parecen producto de la mente calenturienta del director, muy comprometido con la liberación y el empoderamiento femenino… para luego poner a dos mujeres desnudas en la cama a fo…, perdón, a hacer el amor. Además, a mí estas señoritas me parecen unas hipócritas: tanto condenar la biblioteca del señor Kouzuki y van ellas ¡y hacen lo que han aprendido de esos libros!

Luego volvemos a lo habitual: para justificar que dos mujeres sean lesbianas tienen que poner unos hombres asquerosos, todos viejos, sádicos, estafadores que piensan que «una mujer disfruta más si se la fuerza» y pervertidos de todo tipo; siempre que veo estas cosas me pregunto en qué categoría se incluye el creador, en este caso Park Chan-wook, ¿o es que él está a salvo del pecado de ser hombre? Si el macho es tan, tan, tan malo, la única solución es la hembra, pero esto no es amor, es desesperación, huida, supervivencia. Es más, puede pensarse que ninguna de estas chicas ha tenido un desarrollo sexual sano y por lo tanto su homosexualidad sería una desviación, una perversión de tantas. Creo que esta no era la intención del autor, pero es que a veces se quiere quedar tan bien, ser tan progre, que al final ya no sabes ni lo que estás haciendo.

A estas alturas, una historia de mujeres que se liberan del hombre patriarcal no escandaliza a nada ni a nadie. Seamos más originales.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Kaori
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11 de diciembre de 2016
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una intensa temporada cinematográfica, Cannes se volvió a ver anegada por una vasta y muy buena cosecha, que se trasladó intacta con un puñado de sus más relevantes títulos a Sitges, cómo es el caso de la última película del maestro coreano Park Chan-Wook, retornando a tierras natales tras el estimulante experimento norteamericano que fue Stoker para filmar una perversa y erótica adaptación de Fingersmith, obra literaria de Sarah Waters. Una película de aromas clásicos y formas del thriller orbitando sobre el engaño, la identidad ubicua y la perversión sexual. Una obra sobria y elegante aunque intensa en su gélida intriga y manejo del misterio, acompañada de la excelencia formal propia del cine de este país. Al igual que El gemido, afronta tabúes en un metraje extenso, y al igual que El demonio de neón, ha ido ganando una creciente comunidad de fans tras una acogida inicial tibia. Y según descubrí, una película fiel al estilo de su realizador pero bien distinta a nivel temático. Las expectativas estaban de nuevo por las nubes, y la visita a la sala de cine era cita obligada y ansiada. Y no podía ser de otra manera. Pues aunque inicie con un primer tercio timorato y aqueje cierto insípidez en su contexto argumental y excesivo regocijo en su vertiente sexual, sus giros argumentales, su ritmo, iconografía, y la excelencia visual con la que está acometida hacen de ella una de las grandes películas de este 2016.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Néstor Juez
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12 de diciembre de 2016
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un ambiente pobre y degradado, se ve a una familia renunciar a su hija entre lágrimas y lamentos.
Sook-Hee va a ser llevada a la casa de una poderosa señora, Hideko, con el objetivo de ser su principal criada, y para ello debe despojarse de todo: familia, nombre y posesiones. Vivirá para ser el complemento de alguien, la posesión de alguien, y eso no admite vivencias ni afectos anteriores.

'The Handmaiden' se abre con esa decisión injusta, perfectamente racional en el fondo, completamente aceptable en su período histórico de los años 30.
No será hasta un poco después que descubriremos como la casual adquisición de Sook-Hee no tiene nada de casualidad, ni los lamentos de su hermana son de afecto, sino más bien de reproche y odio. El amor no es una emoción en según qué sitios, sino tan sólo una moneda de cambio.
La recién nombrada criada, sabiendo esto, acepta servir a la señora, y lo hace bajo la promesa de que podrá irse lejos, a otro sitio donde quizá la quieran de verdad. Parece un pensamiento inocente, pero es que ella también lo es.

Esa inocencia será lo que guíe sus primeros pasos en la villa de Hideko, con el ambiente de una especie de cuento de hadas, donde casi se podría decir que ella empieza a entender como funciona la esquiva emoción llamada amor, sumada a la inevitable atracción que surge entre señora y criada.
Es sorprendente que el cuento de hadas que estaba siendo se transforme en un romance callado entre ambas, bajo la excusa de no saber de besos o sexo con hombres, pero aún más sorprendente es ver como Park Chan-Wook convierte cada gesto y cada caricia desinteresada en una insoportable muestra de lujuria: Sook-Hee y Hideko se desean hasta lo más profundo, a un nivel de atracción salvaje que calienta hasta un sencillo acto servil en una bañera (jamás un dedo y una boca provocaron tanto).
La razón por la que la han metido en esa casa, para tender una trampa a la en el fondo atrapada Lady Hideko, empieza a perder foco para Sook-Hee, sumidas ambas como están en el disfrute de sus sexualidades reprimidas, en intensas escenas eróticas con las que Chan-Wook tiene el buen gusto de no dejar fuera de foco sus rostros: el sexo podrá ser increíble, pero lo que importa es la expresión de las dos mujeres, sabiendo que por primera vez se sienten satisfechas, libres y completas.

No tienen nada que ver esas muestras de sentimiento a flor de piel con las desnaturalizadas lecturas sobre erotismo de Hideko: muestrarios de patetismo humano entre hombres mayores que han perdido la capacidad de sentir ningún tipo de deseo sexual, y creen que sus reuniones son algo refinado, cuando cualquier cosa que no implique piel con piel parece una triste parodia después de lo que hemos visto.
Las dos maneras de concebir el deseo se contraponen y se analizan, se sienten y se observan, hasta que acabamos enfermos de lecturas vacías, que sólo cobran sentido cuando Hideko traslada a sus palabras la pasión compartida con Sook-Hee.

Sin embargo, Chan-Wook no sólo se queda en el lado menos malo del deseo, sino que desarrolla todo lo que surge de él: celos, provocación y vouyerismo cruzan la línea que separa el amor de la posesión, como emociones difusas que no pueden existir las unas sin las otras. Para mostrar esto, la historia primero cuenta lo imprescindible, y después da una segunda pasada sobre lo ya visto, desterrando lo idílico y sacando a la luz las fealdades que rodean a las dos mujeres, que amenazan por cambiar su pasión por triste ansia económica si ambas se dejan llevar por lo que inicialmente planeaban.
En principio, solo tendría que haber sido un preparado baile, algo donde "todo el mundo cumpliría su papel", eso pensaban las dos. Pero el deseo es impredecible, y difícil de fingir cuando se experimenta.

Hideko y Sook-Hee dan rienda suelta sin medida a su lujuria viciosa, imparable, inevitablemente envenenada por una época y un lugar que no la admite. A pesar de todo, eligen entregarse a ella, aunque eso pueda condenarlas.
Será poco después, cuando puedan realizar lo que antes Hideko solo leía, cuando se dan cuenta de que no había cadena alguna: lo que existe entre las dos la rompió hace tiempo.
Charles
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29 de diciembre de 2016
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una producción dividida en tres partes, que solo encontrarán sentido cuando se visualicen en su totalidad. Un ingenioso y perverso juego de muñecas rusas, donde nada es lo que parece y las verdaderas intenciones van saliendo a la superficie poco a poco. Así es La doncella, del coreano Park Chan-Wook, quien invita al espectador al mismo turbio y sexual engaño que se despliega en la pantalla.

La inglaterra victoriana de la novela Fingersmith de Sarah Waters se traslada aquí a la era colonial de 1930 en Corea. En el interior de una peculiar mansión se encierran los 4 personajes principales: un sádico y despreciable adicto (Kouzuki, interpretado por Cho Jin-Woong), un sinvergüenza (Ha Jung-Woo) que se hace pasar por Conde para hacerse con las riquezas de una joven (Hideko, interpretada por Kim Min-Hee), con la ayuda de una ladrona que se hará pasar por su doncella (la debutante Kim Tae-Ri como Sookee).

Como si de un laberinto se tratase, el Conde, Hideko y Sookee van desplegando sus estratagemas en un astuto y taimado tablero con una meta incierta, mientras la pasión y el deseo devoran a sus personajes en una carnalidad explícita.

El hambre se apoderá así de los cuerpos, en una maraña de sensualidad, deseo y dominación. El sexo no es solo pasión sino libertad, dentro de un puzzle de erotismo, choque de voluntades y ambición. Porque así es la esencia del cine de Park Chan-Wook, un mago que solo muestra sus cartas cuando ya has caído sin remedio en su ardid final.

Hay que destacar las generosas interpretaciones de sus protagonistas femeninas, así como una maravillosa fotografía, en una cinta donde la dirección de producción y artística se han mimado especialmente.

Sin duda las propuestas del realizador coreano no son para todos los públicos, pero el mundo del arte, del cinematográfico en especial, sería mucho más gris y sinsentido sin creaciones como Oldboy, Stoker o esta singular La doncella.

Lo mejor: la capacidad de Park Chan-Wook de absorbernos a su propio universo.

Lo peor: la larga duración de la cinta (144 minutos) puede lastrar un poco la parte final.

http://www.bollacos.com/la-doncella-munecas-rusas/
Beatriz Jimenez
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7 de diciembre de 2016
11 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Park Chan-wook lo ha vuelto a hacer, otra patada donde más duele al cine norteamericano.
Es agradable disfrutar de un cine hecho para adultos, sin los filtros Disney, ni lo políticamente correcto.
La película me ha parecido "fascinante", el guión no es nada nuevo pero suficiente paraque las dos horas y media de metraje pasaran volando.

El cine coreano está conquistando mi ajado corazón.

Un saludo
berserkos
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