Juego de ladrones. El atraco perfecto

Es una película sobre todo entretenida a pesar de su larga duración y que puede lograr no bajar la expectativa del espectador durante todo ese tiempo (quizás con 20 minutos menos hubiera sido lo mismo). Pero bueno aquí lo que importa es que merece ser visionada y nos muestra como un grupo de ladrones planea robar dinero de la Reserva Federal (toda la planificación esta bien desarrollada) pero son seguidos muy de cerca por una brigada policial, que actúa casi al límite de la ley, y que es comandada por un Gerard Butler muy acertado. También se destaca Pablo Schreiber como el líder de la banda criminal que juega un duelo aparte con Butler. Hay mucha acción, persecuciones, muertes y mucha adrenalina. A pesar de que es por momentos pochoclera merece verse y pasar un rato divertido.

Esta claro que no es Heat y que su director Christian Gudegast ha querido que se parezca lo mayor posible sin complejos y tal vez ese haya sido su mayor acierto, además no quita que haya hecho un gran trabajo. Siempre hay una primera vez.
Christian Gudegast aunque es su primer trabajo detrás de las cámaras, el thriller no le es ajeno pues ya fue co-guionista en Diablo de F. Gary Gray con Vin Diesel y en Objetivo Londres en la que también contaba en el reparto con Gerard Butler.
Para el reparto de Den of Thieves ha contado con Gerard Butler, Pablo Schreiber, 50 Cent y O´Shea Jackson Jr. como actores principales.
Dejando aparte que Gerard Butler se ha acostumbrado a está clase de papeles y ya no nos pilla de nuevo, pues en éste el de policía chulo, bravucón y cierra bares es más que evidente y lo estira hasta límites insospechados.
Cuando una banda comandada por Ray Merrimen (Pablo Schreiber) siembra el caos en Los Ángeles con una serie de atracos a furgones blindados, el grupo de agentes de policía liderado por el Gran Nick (Gerard Butler) toma cartas en el asunto para atrapar a la banda al precio que sea.
Sin embargo, en el último golpe donde se han llevado un furgón vacío crea la confusión en Nick y sus agentes.
La banda de Merrimen realmente tiene como plan estrella robar el Banco de la Reserva Federal y sacar un montante de 120 millones.
En la película nos encontraremos en varias ocasiones el enfrentamiento cara a cara de Nick y Merrimen que fueron uno de los puntos fuertes del clásico de Michael Mann, que sin desmerecer el oficio de Gerard Butler y Pablo Schreiber, no son Al Pacino y Robert de Niro.
Hay un tercer personaje que será clave en la trama que es Donnie Wilson (O´Shea Jackson Jr.) que será el conductor de la banda de atracadores. Y que Gudegast se lo guarda como un as en la manga.
Hay que valorar el trabajo de Gudegast en las secuencias de acción en las que a cuidado enormemente los detalles. Y se ha reservado lo mejor para el último tercio de cinta donde la película ha ganado muchos enteros. Todo un festival de pura adrenalina y tiros con un suspense mantenido que hará las delicias de los espectadores más acérrimos. Para mi el debut de Christian Gudegast ha sido un gran avance y espero que en sus próximos proyectos nos brinde algo más personal donde no tengamos que estar haciendo las consabidas comparaciones con otros grandes del cine.

Un thriller sin notables notas argumentales, pero sabiendo lidiar perfectamente con ello, transportándote por toda su historia sin un esfuerzo mas que el disfrutar de una película entretenida. Paul Scheuring le gusta la inolvidable y fascinante Heat (Michael Mann, 1995).La tiene como modelo y inspiración, se nota toda la película sin llegar ni asomarse a esa obra maestra. Como en Heat, dos personajes masculinos, situados en mundos opuestos pero no muy diferentes, la ley contra el crimen, sin llegar a crear empatía por los personajes principales y pecando de poca reflexión sobre cuestiones morales. Destacar la cuidada calidad visual y sobretodo los últimos 30 minutos que sin caer en comparaciones que claramente perdería,justifican que la veas.

Empieza siendo una agradable sorpresa, con Gerald Butler haciendo un papel medio decente en lo que parece una película seria, alejada de los trabajos a cambio de comida que venía haciendo el que parecía llamado a grandes cosas en el género de acción. Luego empieza un runrún mental de que algo no encaja que cristaliza en un «ostras, no puede ser» y termina con una notable decepción.

Pero vayamos por partes. Gerald Butler. Me cae bien, la clase de tío que sabes que es buena gente, que ha hecho notables interpretaciones como la de “300” y del que los listos de la industria se aprovechan para exprimir su físico y luego tirarlo en la cuneta cuando el público se cansa de él, en el clásico ciclo de pasar de estrella de acción a guapo de comedias románticas, luego a cachitas lerdo en comedias gamberras y, finalmente, de relleno en pelis de aventuras o reclamo de serie B. El pobre ya estaba en el penúltimo peldaño, rebañando el caldero en segundas y terceras partes de algunos de sus éxitos, cuando le ofrecen un papel hecho a su medida: líder duro con licencia para el sarcasmo, todo un caramelito en el que él se siente en su salsa y hace subir varios puntos a la película. Hace de bueno y enfrente tiene a una banda de malotes supercarismática, con un tal Pablo Schreiber, todo un descubrimiento para mí, hermanastro del más conocido Liev Schreiber, a la cabeza, de esos delincuentes que estás desenado que salgan con la suya porque molan. Entre buenos y malos se organizan varios tomas y dacas muy bien rodados, espectáculo puro del que te tiene agarrado al sillón disfrutando mientras la película va cogiendo ritmo en forma de grandioso atraco perfecto.

Hasta aquí nada que objetar, salvo la introducción de ciertos elementos secundarios con manifiestas intenciones cómicas que la película no necesita. También es cierto que el runrún del que hablaba antes va creciendo en intensidad a medida que el argumento nos quiere sonar a algo, nos va sonando a algo, claramente se va pareciendo a algo ya visto… y, coño, es que cambias cuatro detalles superficiales y lo que tienes es el argumento de “Heat” de Anthony Mann. ¿Casualidad? ¿Coincidencia? Cualquier sospecha se disipa cuando llegando al final vemos la icónica escena del tiroteo en el atasco, no fusilada plano a plano, pero casi, no hay la más mínima concesión a la duda: es “Heat”. Nos hemos comido, hasta ese momento, dos horas de plagio encubierto. Pero lo peor está por llegar. “Heat” tenía ese final agridulce, que no a todos gusta, como uno de los momentos estelares, de esos que suben una buena película a la categoría de Película con mayúscula. Pues “Juego de Ladrones” toma lo peor de ese final, el sabor, y lo empeora con un nuevo añadido final por su cuenta y riesgo totalmente frívolo y superficial que, aparte de ser bastante anticlimático, suena a burla. No sé, es como arriesgarse a copiar todo el examen de Historia al empollón de la clase y terminar añadiendo innecesariamente alguna patochada como que Los Reyes Catódicos eran Belén Esteban y Kiko Matamoros, que algo de humor nunca falla.

“Juego de Ladrones” no está mal. La acción es de calidad, la trama es enrevesada pero comprensible y la narración ágil y divertida, de esos montaje con fuerza y potencia en los que pasan todo el rato muchas cosas a la vez y van dando pistas para que las recogas y las juntes más adelante. De hecho, entretiene, especialmente mientras no notas el ‘homenaje’ a “Heat”. Otra cosa es que podría haber quedado mejor limitándose a ser una copia o, mejor aún, haciendo una película con identidad propia (que recursos no faltaban).

Casablanca.
Está claro que todas las películas de cacos y policías están pensadas para alentar el mal, para exaltar al criminal y denigrar a la policía (dejarla por los suelos, tirarla al barro), sea, están hechas por el ¿enemigo?, con/por el único motivo u objetivo de que cada día haya más ladrones y menos guardianes de la ley (para que las nuevas generaciones tomen nota y se vuelvan de los malos), vamos, que quieren un mundo en el que robar sea lo normal y bueno y tratar de impedirlo lo malo o raro, cierto, lo que pasa todos los días, la moneda corriente, así son las cosas, por lo tanto, esta película no sería un deseo o una propuesta, sino solo más bien la pura constatación del brutal presente, los hechos tal cual, donde manda o mola el que atenta contra la ley, no el que la protege (un pringado desagradable al que su mujer lo deja por inútil y tarado, incapaz, tirado como a una colilla, como máximo representante, incluso héroe, del cuerpo de policía).
Desde el mismo principio enseña sus cartas (marcadas) de manera obscena esta obra, descubren o detectan a los ladrones antes casi de que empiecen a robar siquiera, Minority Report, o llegar a casa tras una dura jornada de trabajo, y mira que en Los Ángeles, según indican o aseguran las primeras letras de la película, debe haber más atracadores de bancos que personas censadas y distinguir a unos de otros debería ser peor que encontrar una aguja en un pajar, pues nada, a las primeras de cambio ya los tienen, ya saben todo de ellos, claro, todo lo demás ya no se puede tomar mínimamente en serio, increíble como muy poco, pitorrero, recochineo, fraude, chiste, de acuerdo, de cuento, Pinocho, Pedro, pero como espectáculo protuberante es decente, pintón, suficiente, eficaz, entretiene, Butler lo borda tan pasado de vueltas como mamarracho primero y su némesis es Matthew MacConaughey más o menos y todo mazo mola, lo macarras y machos que son, los golpes y los planes, la lobotomía y la oligofrenia, ferpecta.
Quizás se echó de menos algo de sexo, pero eso, esto no es el cielo, es un puto infierno, seguro.