El emperador del norte

En su libro, “Memorias de Lenin”, Nadezhda Krúpskaya (esposa del líder revolucionario), cuenta que, pocos días antes de su fallecimiento, ella le estuvo leyendo un cuento de Jack London titulado “Love of Life”, y a él le gustó tanto aquella lucha entre el hombre y el lobo en un desierto de hielo, que, a continuación, tuvo que disponerse a leerle otro cuento de este autor quien fue un severo inconforme con las desigualdades e injusticias de su tiempo, las cuales lucen plasmadas en muchas de sus obras… aunque también hay que decir que, en otras, mostró algunas incoherencias.

En 1907, Jack London publicó su libro autobiográfico “The Road”, en el cual nos cuenta la manera como recorrió los Estados Unidos, con 18 años de edad y haciendo las veces de vagabundo colándose en los trenes. Ésta, se afirma -aunque en el filme no se le da el crédito-, fue la fuente que inspiró al guionista, Christopher Knopf, para su guion de “EL EMPERADOR DEL NORTE”, el cual Robert Aldrich convirtiera en otra de sus brillantes películas, la cual siento que funciona en dos niveles muy particulares: El primero, explícito, la lucha de un vagabundo -en tiempos de La Gran Depresión estadounidense-, contra el déspota y bárbaro guardia del tren número 19 de la Pacific Railways, al cual reta afirmando que viajará como polizonte hasta la ciudad de Portland.

Pero, a nivel implícito, la trama es una efectiva metáfora de la lucha de clases y nos pone ante las fuerzas represivas del Estado (Shack) impidiendo el acceso de los desempleados a los medios de transporte y a las fuentes de trabajo que buscan desesperadamente. Pero, los vagabundos (el pueblo), encuentran un líder rebelde y capaz (A- Nro 1), y aliado éste con la juventud inconforme (Cigaret, personaje que curiosamente jamás se fuma un cigarrillo), deciden enfrentar al despotismo de Estado.

El título original de la película, “The Emperor of North Pole”, alude a una broma que usaban los vagabundos, quienes daban tal “rango” al más valiente entre ellos, con la clara idea de que, ser emperador del polo norte equivale a ser gobernante de nadie y de nada... y con esto daban cuenta de la miseria que padecían.

Con un brillante duelo interpretativo entre Lee Marvin y Ernest Borgnine, y con un joven Keith Carradine haciendo una divertida labor de conjunto, Aldrich consigue un efectivo drama que se desarrolla con un gran vigor narrativo, y no obstante la aparente simpleza de la historia, la contrastante personalidad de sus protagonistas y la recursividad que afloran a cada momento, la llena de vigor y de muy sólidas ideas.

La ambientación es impecable, el ritmo se mantiene en alto, las actuaciones te envuelven… y si se deja de lado (o no se captan) ciertos anacronismos y errores de continuidad que se le filtraron a todo el equipo, la película nos deja una sensación de enorme complacencia.

Robert Aldrich, nos ofrece aquí el último punto alto de su carrera.

Título para Latinoamérica: EL EMPERADOR DEL POLO NORTE

Es una película que llama la atención, dos individuos tan brutales como obstinados, de similar extracción social, uno un "hobo" que se traslada en tren en esa América vasta y que tienta al vagabundeo, la época "la gran depresión", el guardián del tren un excelente Borgnine, el vagabundo un Marvin que compone un duro que a su vez es bestial como este individuo solía hacerlo. La anécdota es mínima, la critica social corre por cuenta del espectador. El enfrentamiento no es necesariamente gratuito sino que forma parte de ese cine que genera este director y que mostró con mayor o menor suerte.La docena sucia me parece hoy envejecida y menos trepidante. En fin son opiniones.

Bonita y dura cinta del maestro Aldrich. Muy bien ambientada, contiene un guión sólido. Las interpretaciones (sobre todo de Marvin y Borgnine) son sublimes. Film fuerte, viril, violento, y con escenas emocionantes e incluso algunas casi insorpotables, como todas aquellas donde el martillo del vigilante del tren "habla".
La ambientación está perfectamente conseguida, mostrando sin rubor y con toda la aspereza posible la situación de miles de ciudadanos que habían perdido todo tras el "crack" de 1929. Se subían a los vagones de los trenes (si podían y no les veían los crueles y despiados vigilantes) y trataban de encontrar trabajo en otro Estado. Estamos hablando de la Depresión, época de lucha por la subsistencia diaria, teniendo que sortear los vagabundos no sólo la pobreza sino a seres humanos brutales, como el encarnado con maestría por Ernest Borgnine.
Se consiguió un gran realismo, en parte por haberse rodado en líneas férreas verdaderas.

http://filmsencajatonta.blogspot.com.es/2016/09/robert-aldrich-1918-1983.html

Película que se convierte en una crítica social, un canto a la libertad, como debes luchar por dificil que se pongan las cosas, si crees en algo que no es justo. Lucha.
Duelo de titanes con un Shack (enorme Ernest Borgnine). Que da miedo, con pocos escrúpulos, es despiadado, es cruel. Con esa primera secuencia en la que sube al tren el polizón y lo que hace, y lo poco que le importa las consecuencias, terrible. Y como se mueve por las vías. Puro espectáculo. Gran actor.
Por el otro lado, el que le reta el n 1, un Lee Marvin magnífico, que es el único capaz de sacarle de sus casillas, que lucha a su manera contra la injusticia y la pobreza, desafiando al sistema. Película con la cual se disfruta, sufre y emociona. La recomiendo, un placer.

Interesante adaptación de la novela de Jack London basada en los años 30 en la gran depresión de los EEUU en donde todo estaba sumido en una terrible pobreza. Dentro de ese contexto un vagabundo que es considerado el número uno intentará viajar de polizón en el tren 19 que esta a cargo de un guardia sádico, cruel y que odia a todos los que no tienen pasaje. El film esta muy bien dirigido, ambientado y se apoya en trabajos excelentes de sus dos figuras principales, el recio Lee Marvin y el implacable villano Ernest Borgnine. Así en un juego del gato y el ratón se ira desarrollando en film hasta su clímax final muy bien realizado. Para ver.