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Odio en las entrañas

Drama En 1876, en Pennsylvania, un grupo de mineros decide crear una sociedad secreta, "The Molly Maguires", que comete sabotajes para presionar a los patronos y conseguir así mejorar sus condiciones laborales; pero los propietarios contratan a un detective para que se haga pasar por minero, se infiltre en la sociedad y la destruya. (FILMAFFINITY)
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Críticas 22
Críticas ordenadas por utilidad
6 de septiembre de 2014
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
El comprometido Martin Ritt firma otra notable producción que denuncia las penosas condiciones laborales de los inmigrantes irlandeses que trabajaron en las minas de Pensilvania hacia finales del siglo XIX. Narra también la existencia de sociedades secretas de carácter violento que trataban de sabotear las minas para forzar a los patronos a conseguir beneficios laborales. Sean Connery, en uno de sus mejores trabajos después de la etapa Bond, interpreta al líder de una banda en la que se infiltra un detective que se hace pasar por minero, Richard Harris, para desmantelarla.

El guión es del proscrito Walter Bernstein y además de invitar a la reflexión con el planteamiento de temas como la delación, la traición o la lucha de clases, también incluye una bonita historia de amor entre sus protagonistas Harris y la atractiva pelirroja Samantha Eggar. Todo ello regado por la emotiva banda sonora obra del maestro Henry Mancini y una excelente fotografía. Como el film dispuso de un holgado presupuesto la recreación de la época está muy lograda con abundancia de decorados muy realistas, de ahí que el diseño de producción fuese nominado al Oscar.

Lamentablemente la película no obtuvo el éxito esperado y fracasó en taquilla pero merece la pena porque es una obra muy interesante e instructiva.
Harold Angel
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29 de mayo de 2016
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante la segunda mitad del siglo XIX (y como aún sigue ocurriendo en numerosos terruños) los trabajadores de las minas de carbón de Pennsylvania llevaban una vida bastante difícil con los miserables salarios que les pagaban, las inseguras condiciones en que trabajaban, y el exceso de trabajo que, con frecuencia, les causaba enfermedades, accidentes y hasta la muerte. Entre tanto y en forma bastante visible, los directivos andaban en autos de lujo, lucían ropas de suma elegancia, hacían fiestas con todo derroche y realizaban banquetes donde comían hasta abotagarse.

Por estos mismos años, en Irlanda y entre los mineros, existía una organización conocida como los Molly Maguires nombre que, al parecer, se tomó de una viuda irlandesa, Molly Maguire, quien supo mostrarse bastante firme contra los galeses, escoceses y todos aquellos que intentaron expulsarla por practicar la religión católica. Según se cuenta, cuando, en los EEUU, ciertos mineros irlandeses iban a golpear a alguien con autoridad en represalia por sus ofensas, solían primero decir: “¡Toma esto de un hijo de Molly Maguire!” y así, la que sería el ala extrema de otra gran organización conocida como A.O.H. (The Ancient Order of the Hibernians), sería también conocida como Los Molly Maguires, Este grupo, hacía sabotajes, enjuiciaba a los abusadores… y cuando le tocaba, asesinaba a quienes les hacían la vida difícil a los inmigrantes.

No obstante que, la A.O.H. estaba brillantemente conformada y se subdividía en forma altamente estratégica, en el año 1876, el jefe de policía, Alan Pinkerton contrata a un detective irlandés, James McParlan, al cual consigue infiltrar en las filas de los mineros donde se hace llamar James McKenna, con el propósito de identificar y ayudarle a desmantelar a los Molly Maguires

Lo que sucede desde ese momento, es lo que, con un excelentemente estructurado guion de Walter Bernstein, una impecable fotografía de James Wong Howe y una memorable partitura de Henry Mancini, va a contarnos el director Martin Ritt, en otro de esos filmes que ya tienen un lugar en los anales cinematográficos.

Los eternos abusos de la sociedad capitalista… La indeclinable lucha por las reivindicaciones sociales de los trabajadores con conciencia de clase… Y las situaciones extremas a que, esto, muchas veces conduce, está fidedignamente retratado en un contexto que mucho tiene que ver con lo alguna vez acontecido.

Sean Connery y Richard Harris, tienen aquí uno de los mejores momentos de sus carreras, recreando a dos antagonistas que quizás comprendan que no están tan lejos el uno del otro. Jack Kehoe, el líder de los Molly Maguires, desea justicia para los trabajadores, abomina de la represión y el abuso y no tiene reparo en asumir las medidas que sean necesarias para combatir estos flagelos. James McParlan pretende que los mineros se sirvan de las leyes para buscar justicia y va a sentirse en una seria disyuntiva antes de tomar definitivas decisiones.

El desenlace del filme resulta harto positivo, porque, puestos los hechos sobre la balanza, el director siente que, nosotros mismos podemos determinar que queremos que siga para sus protagonistas.

“ODIO EN LAS ENTRAÑAS” es una gran película.
Luis Guillermo Cardona
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15 de agosto de 2021
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque habrá muchos que adoren esta película aceptándola inconscientemente, como un mero libelo comunista y una apología de la delación del cineasta siempre “progresista” Martin Ritt, creo que sería un gran error descalificarla por su mensaje a favor de los parias, sería una injusticia reduccionista, el ignorar sus virtudes, incluyendo dudas morales y logros que paso a enumerar. Ritt, que figuró en las listas negras de McCarthy, cuando trabajaba en la televisión por su simpatía con el comunismo, se muestra más moderado y ecléctico, quizás por la veterana experiencia, renunciando al maniqueísmo entre malos y buenos, explotadores y explotados, con el visto bueno de la Ley y la Iglesia, siempre con los poderosos. Prefiere exponer unos hechos y reflexionar sobre la legitimidad de la violencia. Son las paradojas, debilidades y contradicciones de los seres humanos.

Los inmigrantes irlandeses que llegaron a América desde finales del siglo XIX formaron grandes comunidades y asentamientos sociales, huyendo de la miseria buscaban una vida mejor y un futuro para sus hijos, perseguidos por la pobreza y la opresión del terrateniente inglés que se había adueñado de la isla del trébol verde. Eran católicos creyentes, amantes de sus valores, costumbres y su ración de alcohol que no podía faltar. Siendo la mayoría de poca cualificación profesional, la mina de carbón era una buena salida para sobrevivir. La clandestina banda “The Molly Maguires” se crea para combatir los salarios injustos y condiciones de trabajo inhumanas, que al no ser escuchadas sus reivindicaciones, deciden que el sabotaje y la violencia es la única salida que les queda.

El detective James Mac Parlan (R. Harris), es un arribista que no quiere luchar contra un sistema injusto, él se limita a “subir peldaños” sirviéndose de ese sistema: “Estoy harto de mirar hacia abajo…”. Mientras que el personaje principal de la trama, Jack Kehoe (un magistral Sean Connery), es un paria de mirada limpia y triste, pero con valores y principios insobornables, la escena del anciano muerto es un claro ejemplo de su compromiso con los desfavorecidos. Las secuencias en el interior de la mina, mostrando su peligrosa y ardua labor son excelentes. Gracias a una lograda fotografía que realza la indigencia, la conducta moral de sus moradores y las dudas que se plantean ante el conflicto social. Otro valor positivo en la excelente música del gran Henry Mancini.

Me parece una película interesante, atractiva y conmovedora, donde las miradas y gestos lo dicen todo, parca en palabras, las conversaciones no tienen desperdicio. Otro tema a favor son el comportamiento femenino, mujeres sacrificadas, pero dignas y humildes que no se aferran a promesas fáciles e inmorales. Film de clara reivindicación social (su argumento está basado en una novela), pero debemos recordar que estamos en un presente bien distinto, han pasado 150 años y las reivindicaciones tienen cauces más serenos y legales. Creo que la violencia nunca puede justificar un derecho, las leyes se pueden cambiar si no son justas, merece la pena luchar pacíficamente por ello, pero siempre desde el respeto al orden y la legalidad, porque lo contrario nos conduce a la radical anarquía o barra libre para el poderoso.
EL ALBATROS
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1 de abril de 2014
18 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mi abuelo fue picador allá en la mina... Lo único con solvencia en estas entrañas es la pareja de protagonistas, lo demás, más que flojo. Lo que pasa es vemos las reivindicaciones obreras y se nos enciende la sangre: pésimo salario, jornadas abusivas, falta de seguridad en el trabajo..., en fin que nos confundimos; que una cosa es la película y otra la gaceta del minero. Creo que ningún pavo saca reivindicaciones a relucir para hoy cuando ve una película de egipcios con esclavos trabajando en las pirámides. Pues lo mismo, también es triste y también están basadas en hechos reales. Para indignarte ponte a ver el telediario que el cine es película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
floïd blue
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16 de mayo de 2010
11 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sean Connery en una correcta película sobre la violencia entre mineros irlandeses del carbón en la Pensilvania de 1870. El filme es claramente una labor de amor para el director, Martin Ritt. La fotografía de James Wong, que aporta tensiones abstractas y avalores geométricos, y que esta perfectamente integrada en los estilizados planos, proporciona a la película una solidez imponente.
En cuanto a la historia, nunca conseguimos encontrar una explicación a la estrategia de los mineros cuando dinamitan los trenes que ellos acaban de cargar. ¿Como conseguirán con estos sabotajes ganar el salario que les es imprescindible? Después de ello les vemos martirizados en su oculta organización a causa de un espía infiltrado en ella. Haciendo de ese taimado hombre débil y sabio está Richard Harris, quien tiene una nerviosidad tan volátil que nos aporta un carácter muy divertido y complicado a su papel de espía, contribuyendo a lograr un suspenso aún mayor.
Connery aporta un trabajo seguro e inteligente como líder de los saboteadores, aunque su personaje no esta perfectamente dibujado por el guionista y nos es difícil descubrir qué es lo que tiene en su cabeza o como él piensa que con sus explosiones alimentará a su familia.
Samantha Eggar es sorprendentemente enérgica como la chica que se enamora del líder.
El director Ritt se toma su tiempo para construir la atmósfera e introducir poco a poco a los personajes, y nos da tiempo suficiente para que analicemos todo. La película es buena, aunque posee escenas muy malas como cuando Frank Finley, sádico guardián, habla con Harris, el “Judas” de la película.
RAMON ROCEL
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