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Odio en las entrañas

Drama En 1876, en Pennsylvania, un grupo de mineros decide crear una sociedad secreta, "The Molly Maguires", que comete sabotajes para presionar a los patronos y conseguir así mejorar sus condiciones laborales; pero los propietarios contratan a un detective para que se haga pasar por minero, se infiltre en la sociedad y la destruya. (FILMAFFINITY)
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Críticas 22
Críticas ordenadas por utilidad
17 de abril de 2021
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película perfecta para ponerte del lado de los terroristas, aunque no se explique como merecía la ocasión que para llegar a serlo no han hecho falta adoctrinamientos insanos sino más bien condiciones de vida insanas, para lo cual es fácil llegar a la conclusión que la lucha armada ya queda más que justificada. Y eso pese a las palabras del cura que, no nos ha de extrañar, más bien se sitúa del lado del opresor, del lado del empresario, del lado de la ley y de lo que dicta la justicia. Dan ganas de ser un Molly Maguire y jugarte la vida en su lucha, Martin Ritt sabía que podía llegar a hacer sentir eso al espectador, algo que aplaudo y que yo elogio desde aquí. Todos somos parias, todos somos explotados del sistema, ahora y hace siglo y medio.

Las primeras escenas de "Odio en las entrañas" están realizadas con tal maestría que te clavan al sofá. Son de un nivel tan elevado que dan miedo, con un nivel que hace pensar que la película por lógica ha de decaer. No es así sin embargo, su nivel es el mismo e incluso la aparente historia de amor que podría ser un elemento insustancial se vuelve al final en un puntal que ayuda a perfeccionar más la película. El personaje más agradecido es el de Connery, pero ojo con Richard Harris, puro espectáculo, es la bisagra que hace que todo funcione. Porque no es sólo acción, es incluso más importante la reflexión.

Así pues su parcialidad desacomplejada es una de sus mejores virtudes, con unos mineros explotados cuyas existencias están más próximas a una triste condena. Y así seguiríamos si nadie hubiese luchado por mejorar, incluso usando la fuerza, incluso siendo un terrorista.
Luisito
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27 de mayo de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vista dos veces en mi vida, la primera de ellas, hace ya muchos años, pensé esto de ella:

"Interesantísimo film, que sin embargo no es del agrado de todos los críticos.
Es una buena película, bien interpretada, bien dirigida, con brillante fotografía y bonitos paisajes.
El argumento es claro, conciso, redondo, entendiéndose todo a la perfección, y sobre todo entreteniendo en su exposición. Esto no es sencillo cuando se trata de cine social, pues a veces se habla demasiado para explicar algo y lo que se logra es aburrir al respetable. En este film esto no ocurre, llegando a apasionar en muchos momentos".

Bueno, vista de nuevo en septiembre de 2020, en una cadena privada de televisión, he de confirmar mi primera impresión en el sentido de que me ha gustado bastante de nuevo (creo que no tanto como la primera vez).
Me reafirmo en cuanto a la preciosa fotografía del extraordinario James Wong Howe y también admiro su dirección artística.
Y como quiera que ahora la tengo más presente, no deja de ser curioso para mi que la primera palabra que se oye en la película sea hacia en minuto 20 y que el co-protagonista, Sean Connery hable por primera vez prácticamente a la hora de comenzada. Al menos en la versión que he vuelto a ver.
Cine de clara denuncia social por la exposición de la explotación de los mineros por parte de las grandes empresas con la inestimable ayuda de una brutal policía, pero también unido a elementos de intriga y thriller que hacen que la cinta se desguste con facilidad.
Muy buenas interpretaciones.
El volverla a ver ha sido una buena idea.

https://filmsencajatonta.blogspot.com/
Baraka1958
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25 de octubre de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película con pretendido contenido social, pero su mal guión y dirección sin fuerza, hacen que al final se quede a medio camino. Me explico, intenta ser un filme social, pero no hay diálogos con carga social amplia, solo intentos. La violencia, de unos y otros, se muestra de forma aislada, inconexa, cuanto tiene en ambos casos un sentido y orígenes más que evidentes. La historia de amor, parece impuesta, solo en su final parece tener algún sentido en el desenlace, pero es muy previsible desde el principio.
En definitiva película que con un guión más sólido hubiese sido otra cosa, pero al final solo queda la excelente banda sonora, eso si magnifica, y la ambientación también más que buena, amén de alguna historia pero suelta como hemos dicho e inconexa.
Argumento que daba para muchísimo más, por eso no me extraña su fracaso en taquilla, que no fue por como se ha dicho por algún comentario anterior fruto de "la incultura" del público norteamericano, eso es una simpleza, simple y llanamente fracasó porque es una película normalita y sin fuerza, previsible desde casi el principio y con un guión y dirección endebles. Una pena.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Arafunche
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23 de noviembre de 2014
11 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Supongo que por estar en ese periodo histórico de efervescencia izquierdista, finales de los 60 y principios de los 70, aparece una de las escasas producciones norteamericanas que tiene más o menos como protagonista una especie de movimiento sindical. Hablo con muchas precauciones porque los Molly Maguire estaban más cerca de los movimientos agrarios ancestrales que de un sindicato moderno-revolucionario. "Odio en las entrañas" es la adaptación de la novela de Arthur H. Lewis sobre dicha organización de origen irlandés pero que operó en Pennsilvania de 1862 a 1878 principalmente, basada en hechos reales, aunque tomados bastante a la ligera. De hecho, el que espere, como lo hice yo, una reconstrucción histórica de las actividades, juicios y posterior condena de los jefes de esta sociedad secreta, lo tiene claro.

En cambio tenemos un relato muy aguado en el que la subtrama romántica tiene tanto o más peso que la social. De este modo pero también por la excesiva timidez con la que se abordan las cuestiones políticas en el cine norteamericano que no sea del presente, que es más audaz aunque bastante simplista, el espectador termina sin entender un ápice qué es lo que sucede en estas minas. Sí, existe cierta explotación sobre la que pasa de puntillas como también que hay una "lucha". Pero nada más. No hay apenas diálogos sobre la cuestión laboral, económica o política, y cuando los hay son de una imprecisión que no hay por donde agarrarlos, ni tampoco explicación de las estrategias, ni los objetivos, ni siquiera una organización que no sean cuatro amiguetes. Toda la carga política se esfuma. Con razón fue un fracaso comercial gordo.
Reaccionario
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10 de julio de 2022
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El héroe y el traidor, el hombre íntegro y el esbirro del sistema, pueden no sólo estar representados en dos figuras distintas, en el minero Kehoe (Sean Connery) y el detective, de la agencia Pinkerton, infiltrado entre los mineros bajo el nombre de McKenna, McParlan (Richard Harris), sino forcejear en un mismo personaje, y es lo que data de singular distinción al desarrollo dramático de Odio en las entrañas (The Molly Maguires, 1970), una de las grandes obras de Martin Ritt, junto a El espía que surgió del frío (1965) y Hombre (1967), cuya acción dramática transcurre en el entorno minero de Pensilvania, en 1876. McParlan es un complejo personaje, rebosante de contradicciones. Tomó la decisión de convertirse en esbirro del sistema, lo que es decir de quien domina el escenario social, laboral y económico, porque estaba harto de no tener nada en sus bolsillos, como de sentirse el último en la fila o de siempre mirar hacia arriba. Por eso, no cree que sea posible que Kehoe, y sus tres amigos, que conforman el grupo clandestino The Molly Maguires, bajo la apariencia legal de la organización fraternal católico irlandesa Antigua Orden de los Hiberniananos, logren sus propósitos de conseguir, con sus sabotajes y acciones violentas, unas mejores condiciones laborales para los mineros. Y no lo cree factible simplemente porque piensa que la dignidad no es algo al alcance de los pobres. La dignidad sólo se consigue pagándose. No cree que haya posibilidad de que fructifique la lucha contra las injusticias de un sistema que les oprime, sumiéndolos en la mirada encorvada y el silencio resignado del entumecimiento. Pero James no podrá evitar sentir simpatía por el último bastión de la integridad, encarnado en Kehoe, un hombre al que aún hierve la sangre ante la opresión, como tampoco podrá evitar enamorarse de Mary (Samantha Eggar), quien aún cree en los actos justos. Por eso, en ocasiones, tras que Kehoe y sus amigos superen sus dudas y le acepten como integrante de los Molly Maguires, intenta convencerles de que desistan en sus propósitos, o arriesga su vida para salvar la uno de ellos, Frazier (Art Lund), o participa con entusiasmo en la irrupción de Kehoe en el almacén para conseguir un digno atuendo para el fallecido padre de Mary, e, incluso,es quien inicia el proceso de destrucción del establecimiento. Gestos que delatan su simpatías. Durante la narración, repetidamente, bascula, por lo que suscita la duda sobre qué actitud se decantará ya que resulta manifiesto, por un lado, cómo se siente atraído por esa necesidad de un gesto disidente frente a un sistema que considera injusto aunque la derrota esté anunciada y, por otro, resulta patente su convicción con respecto a acomodarse a la pragmática de la supervivencia.

La magnífica Odio en las entrañas se basa en el libro Lament for the Molly Maguires, de Arthur H. Lewis, publicado en 1965. Tanto Ritt como el guionista, Walter Bernstein, fueron incluídos, en los primeros años de los cincuenta, en las listas negras que les impedían trabajar en Hollywood, en el caso de Bernstein, o en la televisión, en el caso de Ritt, por sus filiaciones o simpatías comunistas. Durante ocho años Bernstein tuvo que trabajar con seudónimo o usar a otro guionista como tapadera, experiencia que serviría de base para La tapadera (The front, 1976), de Ritt, quien durante cinco años no pudo conseguir trabajo en la televisión. Ya cuando comenzó a remitir la persecución inquisitorial pudo realizar su primera película como director, Donde la ciudad termina (Edge of the city, 1957), en la que reflejaba su experiencia a través de los conflictos laborales entre los trabajadores en los muelles. Ritt propuso a Connery que fuera el protagonista de Odio en las entrañas durante el rodaje, cuatro años antes, de Hombre, aprovechando que el actor visitaba a su esposa, Diane Cilento. Odio en las entrañas se estrenó el mismo año que la excepcional La hija de Ryan, de David lean, o que La vida privada de Sherlock Holmes, una de las mejores obras de Billy Wilder, y ninguna fue un éxito. Quizá obras fuera de su época por su sereno clasicismo que ponían en cuestión desde el interior de unas formas poco heterodoxas la posibilidad de la rebelión o de la materialización de los sueños por las miserias o incapacidades humanas. Y es que la heterodoxia más rigurosa no es la que hace alarde de ello. Ritt reconoció que su fracaso, tanto en taquilla como crítico, marcó de modo negativo el resto de su carrera.

Odio en las entrañas se inicia con un dilatado movimiento de cámara en el exterior de la mina, y prosigue con una larga secuencia centrada en las actividades en el interior, y las maniobras de preparación de un sabotaje que culminará, cuando posteriormente, ya fuera de la mina, Kehoe salga también de plano, con una explosión. Casi un cuarto de hora de narración hasta que se escucha una línea de diálogo. Kehoe y sus amigos representan esa silenciosa actividad saboteadora e insurgente en un fuera de campo que el sistema pretende extirpar, ya que necesita una callada, por amordazada, sumisión, como bien refleja la primera ocasión en la que McParlan/McKenna hace cola para recibir su primer salario semanal, y es testigo impotente de cómo cualquier excusa, en relación a gastos de equipo, es válida para reducir su salario casi a la nada. Su contención, su silencio, es elocuente, porque, pese a que sea un infiltrado cuya misión es descubrir quiénes componen The molly maguires, la sensibilidad ética aún pervive en él. Esa expresión ya apuntala que no es solo un hombre cínico que va a cumplir un cometido asignado, y anticipa esas contradicciones que definirán sus acciones a medida que se vaya involucrando en ese entorno, afianzando su amistad con Kehoe y enamorándose de Mary.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
cinedesolaris
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