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Juegos de verano

Drama. Romance Una bailarina vive una existencia atormentada a causa de su inestabilidad afectiva, dividida entre su actual amor y el recuerdo de su primer novio, fallecido en un accidente. Juegos de verano trata del amor adolescente en el esplendor del verano. (FILMAFFINITY)
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Críticas 15
Críticas ordenadas por utilidad
23 de mayo de 2010
23 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Marie, una bailarina de ballet de veintiocho años, se enfunda su vaporoso vestido de gasas en su grácil silueta, y se aplica una espesa capa de maquillaje sobre su terso cutis cada vez que tiene que salir al escenario a bailar. Detrás de tanto maquillaje, se agazapa una joven dubitativa, infeliz y temerosa, anclada en una adolescencia floreciente, que fue tan feliz como desgraciada.
Marie recibe un paquete que la catapulta al pasado. El diario de Henrik, su amado Henrik, la devuelve a un verano insustituible a orillas de un lago que podría ser la puerta del Edén. Jovencísima estudiante de ballet, siguiendo los pasos de su madre muerta, Marie compartía la gran propiedad de sus tíos junto al lago. Durante unas vacaciones, conoció a Henrik y los fuegos artificiales del amor recién descubierto…
Después nada volvió a ser igual.
Ella baila como una linda muñeca pintada, un títere que se castiga hasta la extenuación en su dura profesión, rota por dentro, temiendo a su juventud en fuga…
Este Bergman mucho más asequible y menos insondable ofrece un aliento cálido, incluso distendido en ese verano pletórico de la parejita de amantes disfrutando del hecho de estar juntos. Maj-Britt Nilsson destila un recital de espontaneidad que atrapa y enternece. Su bonita faz, tanto limpia como maquillada, es muy expresiva y elocuente. Pasado y presente se funden en ella con doloroso y veraz contraste.
Bergman siempre es Bergman y en sus dramas no hay dolor que no esté al acecho detrás de la felicidad. La alegría de Marie y Henrik no podía durar, la juventud no puede detenerse en los quince o dieciséis años. El tiempo no tiene piedad.
Y eso vemos, el transcurrir despiadado de las eras en una mujer que busca la vía para salir de su atasco afectivo mientras los espectáculos de ballet continúan sobre los escenarios. El tiempo sólo se frena mientras ella nos convence de que los cuerpos vuelan y burlan la gravedad en virtud de esos pies que apenas tocan el suelo, disfrazando el tremendo esfuerzo que hay detrás, siguiendo los compases inmortales de Tchaikovsky o de cualquier mago de la batuta.
Vivoleyendo
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16 de octubre de 2011
19 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnánima película que, incomprensiblemente, ha pasado desapercibida entre los grandes títulos del Séptimo Arte. Historia realmente romántica, (no sólo por la historia de amor), que trasciende del primer amor a cotas inesperadas de superación personal y apología de la vida. Los personajes son maravillosos y creíbles (Marie debería ser más reconocida que la frívola Escarlata O'hara), la fotografía es una auténtica preciosidad en momentos felices y tenebrosa y angustiosa cuando nos adentramos en la fúnebre nostalgia de la protagonista; el paisaje es un personaje más. La cámara rueda con precisión cada plano, guiada por la narración, (en numerosas ocasiones esta ley se trastoca). El diálogo es preciosista y existencial, propio del director, pero sin desentonar en el fotograma, respetando siempre lo que se está contando, y, ¡por supuesto!, haciéndonos reflexionar más que cualquier librillo de autoayuda que ofertan en el "Vips".

Se nos muetra un amor auténtico y realista, desde la empatía, complicidad y admiración mutua de la pareja protagonista; no en la búsqueda del ser perfecto ni con "momentos especiales".

Pero esta obra maestra no se reduce a una novela de amor; ése es sólo el vehículo que nos transporta a comprender la existencia, el sentido y finalidad de la vida. Bergman contrapone dos de los grandes paradigmas del ser humano en clave de paradoja: la felicidad, (en la plenitud del amor, "la vida"), y el dolor, (el olvido voluntario, "la muerte"), presentándolos como el pez que se muerde la cola: la existencia. Viviremos y moriremos mil veces; incluso tras la muerte, en los recuerdos palpitantes de quienes nos amaron. Ese es el único sentido de vivir y morir: enriquecernos de los hallazgos, que, por otro lado, no dependen del egocentrismo humano. Forman parte de la cadena universal, donde nada permanece y todo se regenera, (visionado en el ballet y otros planos).

La majestuosidad del film eclosiona en el momento cumbre; todos sabemos qué ha ocurrido y aún así... ¡nos sorprende! Nos conmociona, supone un duro golpe. Bergman se ha encargado, maravillosamente, de que vivamos al momento, con los protagonistas. Porque en la vida sólo existe el presente, cargado de pasado o futuro.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Laura
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5 de mayo de 2006
15 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buena historia de amor mostrada desde la perspectiva de la graciosa Maj-Britt Nilsson. El encuentro, climax y desenlace del que sería su primer amor está magistralmente expuesto en la primera parte de la obra. Tiempo después, encontrará otra persona más brusca e independiente que conseguirá con su temperamento que no logre olvidar al que fuera el primero de todos. Escrito así, reconozco que parece un episodio de Pasión de Gavilanes, pero es lo que el sueco nos cuenta. Y lo hace bien.

Maj-Britt Nilsson interpreta a una mujer que por su forma de ser a muchos hombres nos volvería locos. Su desparpajo y alegría contagian al vago de su novio, quien vive de la caridad de su tía abuela. Y a ella todas estas circunstancias no le importan.
La considero una de las obras más light de Bergman y sin las pajas mentales que nos deparará en el futuro. Habiendo tocado ya el amor en sus dos anteriores obras, aquí se abre una brecha que será definitoria en su filmografía: la angustia que producen la soledad y la muerte.

Siempre he sostenido sobre el director sueco que sus películas más redondas son las que enfocan la vida de una manera optimista aún viniendo de la fatalidad. Juegos de verano es una de ellas, como lo son también Ciudad portuaria, Fresas salvajes o Esas mujeres. Aquí siempre muestra una iluminación distinta, más clara, nítida, sin clarooscuros ni sombras ni silencios que tanto abundan en otras famosas obras de su filmografía y que a mí personalmente consiguen sacarme de quicio. Afortunadamente, los momentos íntimistas de Juegos de verano me parecen sublimes y la historia de amor de una candidez maravillosa. Buena.
Txarly
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7 de marzo de 2023
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Permitirse vivir no excluye altares pasados. Traumas de verano. Martirio con tempo cardiaco. Motivos de futuro. Caminatas insanas en un limbo de almas rotas. Inocencia en sock. Compañía del recuerdo. Mochilas de tristeza. Chubasquero de amor para lágrimas aislantes.

La ingenua juventud de un amor adolescente. Lados oscuros. Bergman recurre a maravillosos planos introspectivos. Juega con realidades y estilos. Equilibra silencios y representa melodías. Su montaje no lineal favorece por contraste.

Debates sentidos, cine que siente. Una bonita historia de una lágrima rebelde.
La puerta de Tannhäuser
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13 de diciembre de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
A Ingmar Bergman le gustaba el verano: Juegos de verano, Un verano con Monika, Sonrisas de una noche de verano... Décima película del genio sueco, deparará más de una sorpresa al aficionado. Todos los temas ´del autor están ahí, como un compendio: el despertar del amor, el poder del deseo, la muerte, el silencio de Dios, la nostalgia. Una bailarina en crisis recuerda su primer amor, que duró lo que dura el verano y acabó trágicamente. Sorprende la naturalidad con que se enfoca el hecho de acostarse con la persona a la que quieres (o no). En 1950, en este país llamado España del sexo ni se hablaba, salvo quizá entre susurros. Aquí se presenta como la cosa más lógica del mundo (como debe ser). La hermosa fotografía en B/N de Gunnar Fischer contribuye a la sensación de melancolía que planea durante todo el metraje: el paso del tiempo que va dejando atrás la juventud, el recuerdo de un amor truncado con brutalidad, el amor al arte que poco a poco se va convirtiendo en un medio de vida y perdiendo su magia. Es lo que podríamos llamar una película muy hermosa, que te deposita cierto poso de amargura a pesar de que no deja de ser un canto a la vida... todavía. No me canso de re-descubrir al maestro. Pensar que estos DVD se pueden comprar por 3 euros, y de primera mano (cuando se sabe dónde) me hace confiar en la humanidad... a ratos.
Eduardo
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