Haz click aquí para copiar la URL

To the Wonder

Romance. Drama Neil (Ben Affleck), un norteamericano aspirante a escritor, y Marina (Olga Kurylenko), una madre soltera europea, se conocen en París y disfrutan de un momento de idilio en la isla francesa de St Michel, revitalizados por las sensaciones de estar de nuevo enamorados. Neil ha dejado su país buscando una vida mejor, dejando atrás una serie de hechos dolorosos. Mirando a Marina a los ojos, Neil cree estar seguro de que ha encontrado a la ... [+]
1 2 3 4 5 10 19 >>
Críticas 93
Críticas ordenadas por utilidad
27 de marzo de 2013
131 de 179 usuarios han encontrado esta crítica útil
Asústense: He visto "El árbol de la vida", hasta el momento, cinco veces. La valoré con un 10. Creo que es una película sobrecogedoramente bella, que puede alimentar una docena de tesis doctorales, y que refleja la infancia universal del ser humano como nunca jamás se había hecho en el cine hasta ahora. Lo quiera o no, la película siempre me hace llorar. Me seduce su simbolismo, su unidad fílmica, su ritmo.

Asústense más (si no les gustó "El árbol de la vida", agárrense el marcapasos): le he puesto un 3 a "To the wonder", y creo que mi admiración hacia este gran director me ha hecho ser incluso demasiado benévolo.

"To the wonder" es ligeramente superior (en duración: no sabría decir si en calidad) a un anuncio preciosista de perfumes o de compresas.
Mantiene, e incluso mejora, la exuberancia estética de "El árbol de la vida". Tanto, que uno se pregunta si acaso no se están alcanzando en ella los límites de la belleza fotográfica. Aquí concluye el inventario de sus virtudes.

Empleando el montaje como quien sostiene una metralleta, Malick consigue destrozar la película en prácticamente todos sus niveles.

Nos regala fallos de raccord que desafían las leyes de la materia (espejos que se rompen de un golpe en un plano y, en el plano siguiente, en la misma escena, en lo inmediato en el tiempo, ¡están reconstruidos!), o diálogos que contradicen su propia información en apenas dos líneas. Magistral.

Cuando ya nos ha puesto alerta, descompone a los personajes. Ninguno parece tener un carácter razonable, y los actores, en multitud de escenas, pasean como muertos vivientes ante la cámara sin tener ni idea de qué hacer o de qué decir, en su desesperada lucha por improvisar con algún sentido. Por si fuera poco, y para estar seguro de que la película se desploma, quizá porque teme que algún actor consiga salvar algo de este horror, escribe escenas atroces que bordean la vergüenza ajena exhibible en un cine (ver spoiler).

Pero, previendo que tal vez la trama pudiera resultar interesante, también introduce Malick personajes que no pintan en la película nada de nada. Bardem y sus dudas teologales y sociales, ¿a cuénto de qué están ahí? No creo que pueda explicarse jamás qué hace ahí, más allá de darle a ella una buena hostia (consagrada) o de soltarle un sermón tonto a Ben Affleck. Y la niña de ella, ¿qué aporta a todo esto? La trama, ya de por sí lánguida e imprecisa (mi enhorabuena al que adivinó que Ben Affleck era aquí un escritor fracasado, tal y como reza la sinopsis), se diluye en el tedio hasta convertirse en una bruma

Para asestarle la puntilla, el último golpe de pala sobre el ataúd, repite las mismas escenas, como en una danza cansina, una y otra vez. Amantes que se besan junto a río; junto a una cama; junto a unas briznas de hierba; junto a unos caballos; junto a unos bisontes. Luego se pelean en un prado; o en una piscina; o en una casa. Sólo es comparable tanta repetición a la repetición en las butacas de los constantes bostezos.

En definitiva: una película pésima, hueca como un sonajero sin arenilla dentro, manierista, autocomplaciente, que parece preocuparse más por tener imágenes bellas que por su propia coherencia interna. El peor Malick de toda su filmografía, con salvaje diferencia. Una película sin unidad. Sin sentido.

Lo mejor (y lo que yo les recomiendo) es ver el tráiler, que es magistral, y olvidarse de esta película para siempre; se ahorra uno 110 minutos de sopor y absurdo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Javicaysa
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
13 de mayo de 2013
77 de 96 usuarios han encontrado esta crítica útil
A pesar de su mala acogida crítica y la indiferencia generalizada, debí haber supuesto que si prefiero “El Dorado” a “Río Bravo” o “Casino” a “Uno de los nuestros” era factible, como así ha ocurrido, que “To the Wonder” me acabara gustando más que “El árbol de la vida”.

Probablemente las razones se deban a un mayor grado de íntima identificación. “El árbol de la vida” es más ambiciosa, compacta, filosófica, conceptual, más “pensada” en definitiva; “To the Wonder”, en cambio, se revela más intuitiva, frágil, imperfecta, visceral, sensitiva. Si la anterior llega al hombre descendiendo de lo cósmico y del origen de la vida, aquí desde una escala humana se asciende a ras de tierra —más adecuadas que nunca las figuras en contrapicado— hacia los interrogantes sin respuesta del amor. O, si la metafísica de “El árbol de la vida” se emparenta con la racionalidad de “2001”, diría que la de “To the Wonder” la siento más próxima al lirismo a flor de piel de “Melancolía”.

Desde luego que no me importa en absoluto que la forma de encuadrar y montar ya haya sido explorada por su director en obras anteriores, de la misma manera que nunca dejaré de considerar excepcionales las películas de Ozu por más que siempre cuente lo mismo y de la misma manera (en todo caso, ello podría dar pie a una reflexión de más amplio espectro sobre lo que bien pudiera ser un cambio de paradigma crítico respecto a la autoría, reflejo quizás de nuestros tiempos impacientes: el mantenimiento de unos signos estéticos identificativos, que en los antiguos se valora en términos positivos, parece que en los cineastas en activo tiende a denunciarse rápidamente como estancamiento creativo y autocomplacencia).

Lo que me importa, decía, es que dicho estilo sea pertinente respecto a lo que se cuenta y, en este sentido, a mi juicio estamos ante uno de esos casos cada vez más —lastimosamente— infrecuentes en las pantallas, de forma indisociable del fondo. El impresionismo de la película, resuelta elípticamente a base de fogonazos, de instantes no lineales, de frases entrecortadas y silencios, fluye como solo fluyen las emociones —las de los personajes y las nuestras en nuestra propia vida—, deviniendo bellísima indagación, no intelectiva sino sensorial, estrictamente vivencial, sobre el amor y su búsqueda, la felicidad y su fugacidad.

Un rápido plano se fija en una lámpara encendida y la sombra que proyecta sobre el techo. Luz y oscuridad, anverso y reverso simultáneos, metáfora de un film que muestra presencias para delatar ausencias, como la huella de unos pasos que una vez avanzaron juntos. Francamente, declaro mi incapacidad para captar cursilería en una obra que, al igual que hiciera “La rosa púrpura de El Cairo”, nos sumerge en la ensoñación para despertarnos y constatar con nostalgia la infranqueable frontera entre la realidad y el deseo.

Un apunte acerca de la discutida vertiente religiosa del relato. Opino que siempre habría que tener una cierta prevención a la hora de asimilar el pensamiento de un personaje de ficción con su autor (so pena de convertir a Scorsese y Schrader en fascistas, por ejemplo); pero da igual, incluso dando por bueno que las cavilaciones del personaje de Bardem sean las del propio Malick, ya solo nos faltaría que un artista tuviera que autocensurar en su obra la expresión de sus creencias por no molestar a quienes no las comparten o a quienes consideran que la pieza de arte debe abstenerse de mostrarlas.

Sin embargo, todas las palabras anteriores pueden no ser suficientes ya que, en su radicalidad expresiva despojada de lo anecdótico para dejarnos con la desnudez del sentimiento puro, es evidente que estamos ante una de aquellas películas que solo pueden ser disfrutables, e incluso admisibles, desde una complicidad, una determinada actitud receptiva, por parte del espectador. Iba a escribir predisposición, pero no es la palabra correcta porqué no es una decisión que se tome previamente. Sencillamente, “sucede” —o no— que durante la proyección uno nota, y consiente, que “se deja llevar”, “se abandona” ante las imágenes.

El problema inherente a este “cine de la experiencia” es la dificultad, o acaso imposibilidad, de comunicar y compartir mediante el lenguaje el pinchazo que a nivel prácticamente fisiológico se llega a sentir en las fibras. El cine llamémosle más “convencional”, regido por unos códigos tácitamente aceptados, sí permite un diálogo sobre aspectos de guión, interpretación, fotografía, etc., hasta cierto punto “objetivables”, y uno ofrece sus opiniones (puede que equivocadas, aunque tengo por costumbre estar de acuerdo con ellas) con la esperanza de “convencer” al hipotético lector. Sin embargo, si ahora digo que en la escena de los bisontes se me erizó el vello y contuve la respiración, experimentando la plenitud mística de un instante de tiempo detenido en el infinito, me expongo drásticamente al ridículo. No obstante, así lo dejo escrito, puesto que si Malick arriesga hasta el límite con su obra jugándose la burla, en justa correspondencia y como espectador agradecido por su regalo maravilloso, asumo también mi propio riesgo.
Quim Casals
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
12 de abril de 2013
51 de 77 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los ires y devenires del amor llevados a su máximo exponente. Eso es lo que nos ofrece Terrence Malick en “To the wonder”, una cinta cuyo resultado, fuera del convencionalismo, es ofrecernos el concepto del amor desde un punto de vista particular. Ese particularismo es el que puede echar para atrás a muchos espectadores, ya que guarda con su anterior film, “El árbol de la vida” (2011), muchas similitudes. Nos encontramos ante una cinta que vuelve a profundizar sobre los diálogos en off, en lo visual con planos maravillosos y con un planteamiento atípico, en la que el espectador vuelve a jugar un papel importante, ya que ha de dejarse llevar por lo que ve y no por lo que dicen sus personajes, que es muy poco.

Creo que la grandeza de esta película rebosa en su facilidad para plasmar en la gran pantalla un tema tan complejo y abstracto como el amor. Uno puede sentirse fácilmente identificado con la historia que se observa, en la que no todo es un camino de rosas y que como en cualquier romance, hay altibajos que hacen que una relación puede irse al garate, o triunfe. Y todo ello sin apenas diálogos.

Porque el amor que se nos ofrece, es auténtico y palpable. En el que se evocan momentos felices y amargos. En el que a veces han de anteponerse otras prioridades por el bien común y aguantar. Que mediante situaciones al límite es donde se ve si una persona ama realmente a alguien, llegando a ser entonces descubierta, la definición aproximada de lo que es amar a una persona. Por lo menos así lo he llegado a ver, algo verdaderamente sorprendente y real como la vida misma.

La escasez de los diálogos no es sinónimo de inexistencia argumental, ya que el poder visual y lo representado en la película nos da de sobra para entender lo que estamos viendo. La historia comienza relatando el inicio del romance, en París, de Neil (Ben Affleck) con Marina (Olga Kurylenko), una mujer divorciada con una hija. Durante el transcurso, y a medida que la relación va avanzando, deciden trasladarse a Oklahoma, donde empezarán a surgir los problemas.

Creo que con todo lo que he visto de Ben Affleck (“The Company Men“, 2010) como actor, puedo decir que sin duda aquí hace una interpretación magistral en la que, para dato curioso, apenas habla. Su magnificencia esta en su expresión corporal, haciendo un gran trabajo, no echando de menos diálogo alguno para saber qué piensa o siente. Tú ves a Ben Affleck en la pantalla y sabes lo que está rondando por su cabeza y lo que siente en todo momento. Se nota la gran libertad interpretativa que el director ha dado a los actores, ofreciéndonos éstos lo máximo de sí mismos. Creo que para películas así, no sirve cualquier actor, siendo en este tipo de trabajos donde más se demuestra la valía de los intérpretes.

Son igualmente remarcables las interpretaciones de Olga Kurylenko (“Hitman“, 2007) y Rachel McAdams (sensual y magnífica pese a que su aparición es breve), pero quiero destacar la de Javier Bardem (“No es país para viejos” 2007), dedicándole un par de lineas. El español interpreta al Padre Quintana, un hombre enturbiado por sus pensamientos, preocupado con lo que ve y cuestionándose la fe que a la que está sirviendo. Intentando comprenderse a sí mismo, preguntándose cosas que no tienen respuesta alguna. Otra de las grandezas de la cinta es la de poder conocer esos profundos diálogos en español del padre Quintana, es decir, no han optado por traducir los diálogos en off. No obstante, esto es algo de lo que sólo nos podemos dar cuenta, si la vemos en VOS.

Respecto a la banda sonora, Hanan Townshend toma las riendas con efectividad, realizando con hincapié unos temas profundos, llamativos, que no pasan inadvertidos, siendo en fusión con las imágenes que iremos viendo, una delicia.

Me he fijado o he podido comprobar una cierta obsesión que tiene Terrence Malick por el agua. No es nada desvelador comentar que la última escena acaba mostrándonos una playa, en la que las olas rebosan, llenas de vida. No es casualidad encontrar algunos paralelismos entre dicho elemento y los personajes, como la pureza, la vida, lo sagrado, la tranquilidad, la fluidez, etc.

Malick, al igual que a las imágenes, da gran importancia a la fe, siendo entonces aquí cuando entra en juego el papel del Padre Quintana, quien a modo de paralelismo con los protagonistas, cuestiona su amor por lo espiritual. Su importancia en la historia es fundamental para comprender “esa presencia divina” que quizás andaba dormida o desaparecida. “To the wonder” es una mágica exploración del amor y sus distintas fases, desde un punto de vista personal que no tiene por qué ser único.

—Amar, es correr el riesgo del fracaso. El riesgo de la traición.
SCuenca
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
16 de abril de 2013
44 de 64 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las Malick Protegeslip tanto en su versión Maxi Kurylenko como en las Normal McAdams, protegen y absorben más que cualquier otro protegeslip, evitan la sensación de humedad y actúan contra los olores. Siéntete muy mujer, danza por el campo, brinca entre las flores o pasea entre los arroyos sin ninguna incomodidad, las Malick Protegeslip se mantienen en su sitio sin moverse.

Las Malick Protegeslip están especialmente diseñadas para ti, para que tus días especiales sean siempre igual de especiales. Con o sin alas, para la mañana, la tarde o la noche, las Malick Protegeslip se adaptan a cualquier momento del día porque están testadas clínicamente para tus largas y duraderas tus caminatas hacia la nada, o simplemente mientras giras sobre ti misma delirando sobre lo trascendental de la vida en francés.

No dejes de aprovechar esta oportunidad, 4 de cada 15 amigas las recomiendan.
Arakiri
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
28 de marzo de 2015
26 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Malick filma aquí una segunda versión o segunda cara de su anterior película «El árbol de la vida», y también esta nueva recreación la impregna de religiosidad, de la religiosa condición humana (que es condición «sine qua non»). Malick expone de manera muy sensible y con una fotografía de espléndida belleza, que tanto enamorados como desenamorados somos espirituales, que tanto en una gran urbe como en medio del páramo somos seres trascendentes que buscan conexión y sentido con lo Trascendente, que tanto secular como clericalmente seguimos siendo sagrados, que tanto en los momentos de felicidad como en los de tristeza nuestra esencia es divina, que tanto desplegando consciencia o idiotez, razón de existir o sinrazón de existir, nuestro espíritu seguirá proviniendo de Dios y tendiendo a Dios.

Para mí que últimamente Terrence Malick ha dado en pensar algo que ya otros muchos pensadores han dejado de manifiesto de muy distintas formas: que la característica antropológica por excelencia es metafísica por más que estemos sumidos en la materia, porque nuestra idiosincracia es espiritual-antropo-religiosa; de ahí tanta muestra y necesidad en los cerebros de homo sapiens más primitivos o más evolucionados de hablar de Dios, de esperar en Dios, de orar a Dios, de relacionarnos con Dios. Para ejemplo, una larga, sensible y clamorosa escena donde se le dirige al Inefable estas humanísimas palabras:

«Inunda nuestras almas con tu Espíritu y Vida.
Enséñanos cómo buscarte.
Estamos hechos para verte.»

"To the wonder" es una película de eminente y sutil impronta religiosa; no una maravilla en la historia del cine, pero sí una obra digna que mira y nos invita a mirar «hacia la maravilla».

Fej Delvahe
Fej Delvahe
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
1 2 3 4 5 10 19 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow