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To the Wonder

Romance. Drama Neil (Ben Affleck), un norteamericano aspirante a escritor, y Marina (Olga Kurylenko), una madre soltera europea, se conocen en París y disfrutan de un momento de idilio en la isla francesa de St Michel, revitalizados por las sensaciones de estar de nuevo enamorados. Neil ha dejado su país buscando una vida mejor, dejando atrás una serie de hechos dolorosos. Mirando a Marina a los ojos, Neil cree estar seguro de que ha encontrado a la ... [+]
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Críticas 93
Críticas ordenadas por utilidad
5 de mayo de 2013
16 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé qué es más ñoña, si la película o la protagonista.

Es de sobra conocida la obsesión de Hollywood por París, la ciudad del amor. Así que en este caso, no iban a ser menos. Podemos ver a una estereotipada parisina, tan guapa como idiota, que enamora al siempre inexpresivo Ben Affleck. El resto es un puro anuncio de compresas de dos horas. Tal cual. ¿A qué huelen las nubes?.

La protagonista trae envoltorio de lujo, pero está hueca por dentro, y tiene las mismas aspiraciones que mi perro: que le mimen, le acaricien y le saquen a correr por la pradera para oler las flores.

Ni por la fotografía, que podrá ser fantástica, se salva esta película, porque es un tostón. La historia se va desinflando poco a poco y al final queda en un documental de búfalos y paisajes.

Varias personas abandonaron la sala de cine. Y con razón.
Meryl
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7 de marzo de 2013
15 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
La crítica, sin contener ningún spoiler, la entenderán más quienes hayan visto el film. El que no lo haya hecho puede leerla sin miedo, aunque no entenderá algo de lo expuesto.
Iré al grano:
Lo único destacable del film es su apartado técnico; sus imágenes, planos, paisajes, ángulos y movimientos de cámara. Ninguna novedad a añadir que no viéramos ya en el anterior trabajo del director.
Si eso hubiera sido todo, aún me lo hubiera tomado como un pase de millones de diapositivas artísticas con una hermosa banda sonora de acompañamiento de todo lo sobrante y descartado en la realización de The Tree of Life.
El problema surge cuando uno no es capaz de ignorar los factores enojantes ni bochornosos*.
Todo empieza cuando, a media película, uno se da cuenta del tiempo invertido en contemplar a un estereotipo francés corriendo con los brazos en alto, saltando en la cama con los brazos en alto, riendo y retozando sin motivo en cada plano.
Intuimos a Ben Affleck, digo intuimos porque en las casi dos horas de película tiene 4 líneas de diálogo y, pese a aparecer durante casi todo el metraje, pocas veces le vemos la cara. O solo aparece su espalda, o su silueta a contraluz, o trasfocado en segundo plano y siempre sin decir nada, como si del rol de representar al espectador se tratase, que se mantiene todo el metraje ahí, mudo, moviendo el culo en la butaca y sin atreverse a decir nada porque, claro, es Malick.
Curiosamente y pese a todo, el rol de Affleck funciona, y uno acaba "empatizando" con el personaje y comprendiendo por que hace lo que hace (o más bien, por que no hace nada) y por que se mantiene en esa postura, impasible. Y es que debe ser difícil, por mucha belleza que halla de por medio, entregar tu vida a una persona cuya hija de 10 años da señales más evidentes de madurez.

A todo esto, en algún momento se nos cuela (ya que no se nos introduce) el personaje de Bardem. Éste en su momento me da esperanza de hayar algún elemento que realmente me importe en el film, algo que me entretenga más allá de la mera contemplación fotográfica. Sin embargo y pese a ser el personaje más interesante, el director no cree oportuno dedicarle más de 10 minutos (juntando escenas en las que aparece o interviene en off).

Todo ello para dedicarle la mayor parte de la película a uno de los personajes mas irritantes que recuerdo en el cine, la francesa de, se supone, 27 años de edad y que da la sensación de haberse quedado "pillada" en algún experimento con drogas en la preadolescencia. Y por mucho que haya quien la defienda y diga que representa la inocencia y vitalidad de un joven ser que no ha sido contaminado por la mediocridad de la sociedad y bla bla bla... lo cierto es que no justifica el prolongado sometimiento de sus caprichos, rabietas y tonterías al espectador.

Para acabar, diré que la puntuación probablemente hubiera sido distinta de haberse estrenado este film antes que The Tree of life. Insisto en que su apartado técnico sigue siendo impecable, que, como sucedía en la anterior, cada fotograma podría enmarcarse y exponerse en una galería de arte. Pero lo que aquí se critica es cine.
Pese a todo lo dicho, uno no puede evitar salir del edificio de proyecciones al exterior y contemplar asombrado la belleza del paisaje. Un paisaje ya visto en muchas ocasiones, pero contemplado en pocas o ninguna.

Recomendada para los incondicionales de Malick, o más bien para aquellos que se enamoraron de The Tree of Life y deseen probar suerte con un sucedáneo de forma similar pero sin grandeza ni contenido, y sin aquellos maravillosos viajes internos ni la experiencias extracorpóreas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Weylandcorp
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15 de abril de 2013
13 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hay un director en la actualidad que genere discordia entre crítica, público e incluso entre colegas de trabajo, ese es Terrence Malick. Con El Árbol de la Vida (The Tree of Life, 2012) algunos lo encumbraron al olimpo de los directores, tildaron la película de obra maestra, mientras otros no daban crédito a lo que consideraban un insulto al espectador. Pues bien, el bueno de Malick lo ha vuelto a hacer con su nueva película.

To The Wonder supone una continuidad con su predecesora, aunque en términos más mundanos. Si en El Arbol de la Vida se abordaba la idea de la creación del universo (de la vida), un concepto colosal que lleva abordando y preocupando a Malick los últimos años y que se ha convertido en el epicentro de todos sus proyectos, en su último filme se centra más en la relación de las personas con su entorno, conceptos que abarcan desde la religión, la naturaleza, los seres queridos o los desconocidos.

Las películas de Malick suelen suponer un esfuerzo para el espectador, que se ve obligado a reflexionar sobre temas existencialistas mientras en la pantalla se muestra la interacción de varios personajes sin un guión fijo y que deben servir como mero apoyo, como un simple balcón en el que apoyarse para poder mirar al horizonte de una manera más cómoda.

No obstante, en esta entrega el discurso global pierde fuerza, baja intensidad en lo trascendental y muestra una visión en la parte espiritual demasiado adoctrinadora. Sin embargo, en lo que a relaciones personales se refiere, Malick acierta plenamente. Muestra unos personajes que nos resultan ajenos a nuestro entorno pero que, casi sin hablar (no recuerdo que Ben Affleck diga más de dos líneas en todo el filme), y sólo con gestos y miradas entendemos a la perfección, sabemos por lo que están pasando y no podemos juzgarlos por lo que hacen porque conocemos (o creemos conocer) todas los pensamientos y acciones que les han llevado a actuar de cierta manera.

La ausencia de un guión narrativo obliga al espectador a crear su propia historia, las imágenes ayudan simplemente a imaginar lo que se nos está proponiendo. Quien asiste a una película de Malick esperando una historia cerrada sobre un tema en concreto, aunque sea más o menos coherente, se equivoca por completo. Malick invita a pensar, a dejarte llevar entre sus imágenes oníricas, a razonar los comportamientos de sus personajes o incluso a identificarte con ciertos recuerdos y llevar a cabo un proceso nostálgico que se puede distanciar totalmente de lo que está ofreciendo el filme. La película no se proyecta en las salas de cine, se proyecta directamente en tu mente, en tus recuerdos y vivencias.

En el plano técnico Malick vuelve a sorprender, aunque reutiliza muchos de los conceptos que nos fascinaron a unos e irritaron a otros en su película anterior. Juega con la cámara, con el espectador, con lo que ve, abordando todos los temas de la manera más objetiva posible, ofreciendo todos los detalles, los necesarios y los no necesarios pero que ayudan a situar a cada cosa en su sitio. Planos cortos, a veces simplemente fotografías en movimiento, que se intercalan a modo de recuerdos, sentimientos o que fuerzan al espectador a rebuscar en la mente situaciones similares. Cosas tan simples como acariciar un campo de trigo o seguir a una persona que de vez en cuando se gira para incitarte a acompañarla, son extraordinarias y generan multitud de sensaciones diferentes en cada espectador.

La edición es milimétrica -no en vano se trata de un trabajo de dos años y medio-, mezclando voces en off con voces "en directo", intercalando planos de lo que se podría denominar la "historia principal" con planos fotográficos de recuerdos o postales oníricas de la naturaleza viva. Y para potenciar esto, Malick usa una fotografía, natural...la luz del sol como protagonista absoluto, sólo hay luz cuando el sol ilumina sumiendo todo lo demás en una oscurridad irrelevante. Todo ello da como resultado un cocktail de sensaciones que estimulan la imaginación del espectador, llevándole por los rincones de aspectos de su propia vida.

Pero para eso el espectador debe querer experimentar esa sensación, si no las casi dos horas que dura la película se le harán eternas e infumables. Como bien dijo una mujer a su marido a la salida del cine: - "Menudo coñazo, no me vuelvas a traer a un bodrio de estos, me he quedado dormida". Y es que el cartel engaña y la historia es lo de menos.

http://momentovosp.blogspot.com.es

Nota VOSP: 7,9 / 10
Daniel Reigosa
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13 de abril de 2013
11 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras su excelente “El árbol de la vida” Malick nos presenta sorpresivamente uno de los puntos más bajos de su filmografía con “To The Wonder”, fallida por varios motivos: por contar con un casting erróneo, por tener una dirección más estética y antojadiza que rigurosa con la historia a tratar, como era habitual en Malick hasta ahora, y sobre todo por tener un guión de estructura y aires más literario que cinematográfico. Todo ello bañado por una estética similar a su anterior película pero esta vez de forma gratuita, como si se tratara de un nuevo estilo que ha tenido continuación aquí. Y es que “El árbol de la vida” era una película, pero no una nueva vía de creación. El haber contado esta historia de amores frustrados dentro de un esquema que parece sacado de una de las primeras películas de la Nouvelle Vague, envuelto con una hermosa fotografía pero de tonos insistentemente mortecinos termina hastiando, no había justificación dramatúrgica para ello porque además, la espiritualidad que posee “To The Wonder” huele a impostada y está metida con calzador.
Cierto es que hay momentos esporádicos de enorme plasticidad, buena elección de temas musicales e incluso un montaje que suaviza ciertos baches. Pero sabe a poco. Y eso sin que se nos intente atragantar demasiado el personaje protagonista, Marina, que aunque bastante avanzada la proyección y gracias a un plano fugaz, por medio de una usada zapatilla de ballet, intuimos que se ha dedicado a la danza. Y menos mal, porque ya habíamos llegado a la conclusión que por culpa de un mal “tripi” la tal Marina se había quedado colgada, con sus constantes bailecitos y movimientos de brazos, como si se tratara de una japonesa drogada, que aprendiendo flamenco se le escapan sus nociones de Tai Chi y acaba convirtiéndose en un cruce entre la Björk de “Bailando en la oscuridad” y la Jodie Foster de “Nell”, coreografiado por Esperanza Gracia a la hora de dar sus horóscopos. Y si además la inexpresividad de Kurylenko hubiera sido sustituida por un rostro más inquietante ya nos hubiéramos muerto de miedo.
Por último decir que me duele en el alma que “To the Wonder” me haya resultado mediocre. Esperemos que una vez se hayan repasado los errores no se vuelva a caer más en ellos ya que hasta los más grandes se han llegado a equivocar alguna vez. Y es que es normal, somos humanos, por mucho que toquemos temas divinos.
Maggie Smee
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25 de mayo de 2013
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hoy he visto "To the wonder", y he pensado que era una película bella pero vacía... Creo que cuando la vemos, somos capaces de poner mucho de nosotros mismos, pero la película, por sí misma, transmite muy poco. Mucha forma y muy poca materia. Creo que nos muestra una galería de imagenes vacías que nosotros rellenamos en función de nuestras propias experiencias pero ahí queda todo....Es una pena, porque hablar del amor en un presente como el actual -en el que el mundo se derrumba- es una gran oportunidad para hacer un cine de calidad, pero no se consigue en esta pelicula, por desgracia. Para mí, se necesita algo más que una bella estética. El vacío no me sacia, aunque venga adornado de belleza.
Violeta
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