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To the Wonder

Romance. Drama Neil (Ben Affleck), un norteamericano aspirante a escritor, y Marina (Olga Kurylenko), una madre soltera europea, se conocen en París y disfrutan de un momento de idilio en la isla francesa de St Michel, revitalizados por las sensaciones de estar de nuevo enamorados. Neil ha dejado su país buscando una vida mejor, dejando atrás una serie de hechos dolorosos. Mirando a Marina a los ojos, Neil cree estar seguro de que ha encontrado a la ... [+]
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Críticas 93
Críticas ordenadas por utilidad
20 de abril de 2013
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Crítica? No, lo siento. No tengo palabras de crítica para ésta, y por supuesto, ninguna obra de Malick. Lo único que he hecho es reflexionar. Ver mi camino hacia la maravilla del Universo. Comprobar una y otra vez que ese camino que he recorrido es una milmillonésima parte del camino real. Hacia la maravilla, hacia la reflexión, hacia el asombro, hacia el AMOR,... y muchas más formas de describir cómo el mono desnudo se mueve por el cosmos, creando a su vez cada individuo un cosmos interior, casi tan grande como el exterior, con el cuál se comunica constantemente durante el largo camino de la vida, e incluso, me atrevería a decir más allá de la muerte biológica.
¿Guión?¿Personajes? Todo esto es ruido para una Historia mucho más inmensa, importante y maravillosa. El mundo es dinámico y mucho más antiguo que la Vida. Pero el AMOR es incluso más antiguo que el Universo. Mallick desarrolla la argumentación de la película mediante imágenes y emociones, que crean en nuestro interior más imágenes y emociones, rompiendo así la barrera del cine y del tiempo. Malick nos da la fórmula para poder extrapolarla en cada uno de nosotros y en diferentes niveles de complejidad -individuo, humanidad, biosfera, El Cosmos, El Multiverso,...- para así detectar la constante que está siempre presente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
cerebroterminal
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13 de noviembre de 2013
20 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
To the Wonder es "El árbol de la vida II".

La primera vez no debió enterarse que nos pareció una mierda, que sufrimos viéndola y que deseábamos que todo hubiese sido un mal entendido.
¡Y no va el muy gracioso y vuelve a hacer lo mismo y encima con Ben Affleck! ¡Bien! No sé quién es más patético, si él por seguir haciendo el mismo cine tedioso o yo por no fijarme en quién era el director antes de verla.

Qué pesado con lo mismo todo el rato. Planos de una chica preciosa dando saltitos delante de la cámara, sonriendo y con actitud de niña.
Qué pesado con que no hable nadie, con que no pase nada.
Qué pesado con la maldita voz en off. Ridículo, que eres un ridículo, que ya me tienes harta.


[Cristo, acompáñame.
Cristo ante mí.
Cristo detrás de mí.
Cristo en mi.
Cristo sobre mí.
Cristo debajo de mí.
Cristo a mi derecha.
Cristo a mi izquierda.
Cristo en mi corazón.
Sedientos.
Tenemos sed.]

Cristo mis cojones, hombre ya.

Seguro que cuando entra en un bar y le preguntan qué va a tomar saca una grabadora del bolsillo y le da al play...entonces suena su voz en off diciendo alguna gilipollez "tierra, vida, todo nace de la tierra, calor, somos miserables, tengo sueño, descafeinado, manos suaves, no me dejes otra vez..."
Bélica
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4 de junio de 2013
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hacía tiempo que no veía algo tan malo. Cada uno tiene sus gustos y tal, pero francamente, todos los que la estáis poniendo por las nubes creo que os habéis dejado llevar por el envoltorio, porque la fotografía, eso sí, es bellísima: dos horas de chicas monas corriendo por el campo con la melena al viento mientras el sol se pone en una esquina, casas medio vacías hermosísimas (¿en qué trabajan los personajes para pagar las facturas? Porque sólo se les ve correr por los campos, bailar sensualmente y mirar al horizonte con cara de profundidad). En una nota de prensa leo que a los actores sólo se le dieron unas vagas indicaciones para que "profundizaran" en sus personajes, y ellos al parecer estaban encantados. No me extraña: apenas tenían que aprenderse ningún diálogo y sólo debían limitarse a poner caritas dulces o graves mientras corrían por los campos, el supermercado, el mont Sant Michel...

Para acabar: Javier Bardem y Rachel McAdams pasaban por ahí casualmente, Ben Affleck en su línea carente de expresividad (qué diferencia con su faceta de director), y Olga Kurylenko haciendo monerías y poniendo caritas tristes. Esto en un videoclip o un anuncio de colonia de medio minuto cuela. En una peli de dos horas, no.
Hugo
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20 de abril de 2013
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Filmo material de archivo y luego lo edito. Al editarlo, ante mis ojos las cosas cambian y veo qué cosas se pueden hacer y cuáles no. Mi actitud (a la hora de hacer una película) es seguir rodando". -Terrence Malick-

Y, en fin, eso es básicamente lo que el genio tejano ha vuelto a hacer. Grabar dos horas y media de planos enrevesados sin guión, adornarlos con la música que le ha salido del cipote y montar una película alrededor de una trama improvisada y que no lleva a ninguna parte. Ojo, y no es que tenga nada en contra de esta manera de hacer cine. Wong Kar Wai hace exactamente lo mismo y le sale de putísima madre, tron. Pero es que el hongkonés es divertido y Malick simplemente es un petardo.

Y eso que, de todas formas, Malick como persona me cae bastante bien. Es un tipo introvertido al que le gusta la naturaleza y que saca una película una vez cada milenio (gracias a Dios). Un buen hombre, joder. Pero es que sus películas no hay quien las aguante. En esta ocasión la historia gira alrededor de un ¿escritor fracasado? y de su relación con dos mujeres diferentes. En principio la trama aborda el desgaste de las relaciones humanas con el paso del tiempo y de cómo, quizás, algunas emociones pueden volver a brotar cuando ya parecían olvidadas. O por lo menos así me lo pintaban en la sinopsis, el resultado final es muy diferente: la verdad es que la historia podría significar cualquier otra gilipollez. La crítica especializada ve lo que quiere ver: Un Malick conocedor de la naturaleza psicológica del hombre y un cineasta de culto. Yo, en realidad, lo que veo es un hombre que hace películas con toda su ilusión sin saber muy bien lo que está grabando. Menos mal que las actuaciones de Ben Affleck, Bardem y, especialmente, Olga Kurylenko salvan la papeleta y al final el resultado es medianamente fumable.

En fin, To the Wonder es como un cuadro de arte moderno en el que uno realmente ve lo que quiere ver. Ese es el juego de Malick: hacer películas tan ambiguas que no signifiquen nada en sí mismas y que dependan absolutamente de la colaboración del espectador, eso sí, con una estética tan cuidada que den para cien trailers distintos y espectaculares. Vamos, un coñazo muy bonito de ver pero muy aburrido al mismo tiempo. Regular de cojones.
VirtualBoy
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27 de agosto de 2014
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Puedo comprender que a pocas personas les haya gustado este ejercicio de cine contemplativo, carente de diálogos; lo puedo entender porque a casi la mayoría de las personas los detalles que Malick capta con su cámara, les pasan inadvertidos. Y ellos tienen razón, sin dudas. ¿En que cabeza cabe, me pregunto, que una persona se fije en los raros y movedizos dibujos que proyectan las sombras de las ramas de un árbol contra una pared; o las manchas, retazos de sol, esos rombos, o trapecios, o defectuosos círculos de luz sobre el cesped, a través de las hojas de los árboles; o la del color intenso de una flor, o el movimiento leve, delicado de la hierba, de sus delgados tallos; o de la agonizante luminosidad de un crepúsculo, de esos colores moribundos que entristecen, que causan un dolor inexplicable, que producen suspiros de resignación; esa mezcla de azul, gris, dorado desvaído; a quién, me pregunto sino a los imbéciles, como yo, por ejemplo?. Si hubiera algo de orgullo en esto, sacaría al menos un provecho, por más minúsculo que este fuera. Pero no. Yo no. Malick, en cambio, es cineasta. Él puede sacarse todo ese spleen de encima; puede hace catarsis filmando, expresando lo que vio, lo que vio seguramente de niño (esas imágenes del sol entre las hojas es una clara imagen de la infancia) y lo que recuerda de aquellas visiones, algo alteradas por el paso irremediable del tiempo.

Por eso me gusta Malick; porque lo entiendo. Porque infinidad de veces me he quedado como algún idiota excepcional observando, sentado en el arenoso suelo semi-tibio de alguna playa, solo, las caprichosas arrugas de la arena mojada (otra imagen recurrente en sus films) cuando se retiran las espumosas olas; porque siempre sentí miedo al frío, al invierno; y Malick lo retrata de manera perfecta. Cada estación, con cada color. Albas pálidas y heladas de invierno; fuegos azules, púrpuras, rosados y rojos, en los crepúsculos de verano; nubes encarnadas, casi rosadas, sobre un fondo azul-celeste en los atardeceres otoñales; lluvias, cielos brumosos, nieblas, y todos los encantos reales de la naturaleza que ejercen un gran influjo en nuestro ánimo. Todo esto, magistralmente fotografiado por Emmanuel Lubezki, ideado y sentido por Terrence Malick.

Con esto me alcanza. Es algo diferente, y me siento acompañado en mi idiotez contemplativa; en mi lamentable inacción.
Malick y Linklater. Dos opuestos que han sido llamados pretenciosos. Dos artistas distintos, entre tanto ruido y explosiones (que también pueden y hasta deben gustar, a su debido tiempo) y disparos. Malick promueve un cine distinto, hipersensible, lírico, escrupuloso, detallista, colorido, lento. Requiere paciencia y comprensión. Requiere empatía. Empatía con la naturaleza viva, latente. Me recuerda parcialmente a la prosa de Woolf en "Las olas". Imágenes. Cuadros. Estáticos o de leves y rítmicos movimientos. El cine de este director se siente más que se entiende, así como la poesía. No se puede explicar medio minuto de un plano a un arbusto suavemente mecido por la brisa. Se siente esa brisa, fresca como el agua de un aljibe, impalpable o inasible pero presente, real, concreta. Hay que disfrutar de las ondulaciones, producidas por los insectos o el blando soplo del viento, en un lago que refleja el follaje ribereño. Sonidos (de insectos, pájaros, animales, del viento) y formas, y colores, y texturas. No se explica, se vive.

Con él, me siento menos miserable, y en su vasta calidez observadora, me adormezco plácidamente, dulcemente, como Baudelaire apoyando la cabeza, cansada, hastiada ya de todo, en las rodillas de su amada; esperando y soñando un verano caliente, mientras pasa el tiempo de las hojas amarillas...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Black Floyd
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