La soledad del corredor de fondo

Al principio parece una película sin ningún tipo de aliciente, pero bueno, luego te van mostrando la historia de antes y ya te vas introduciendo en el mundo del personaje. Al final llegó a gustarme un poco, sobre todo por el transfondo social que tiene y por los significados de los sentimientos (algo herméticos) del mismo.

El protagonista es algo Mick Jagger, pero bueno, es aceptable. Su amigo era más mono y quizás más propicio para el papel, no sé porque... pero es que tira un poco para atrás.

La imagen es quizás lo más destacable, muy bien ilustrado.

Revulsiva, agresiva, violenta, desencantada. Todo un derroche de rebeldía contra un sistema, contra el sistema estudiantil inglés de la época y los correcionales. Una historia de delincuentes asqueados, forzados por la sociedad a colaborar con ella y que finalmente se introducen en sus entrañas para asestarle la más brutal puñalada nunca imaginada. Genial Tom Courtenay, genial ambiente, genial trama de Richardson y genial economía de medios para una de las películas imprescindibles de la historia del cine inglés. Obra maestra.

Interesante película más que por lo que cuenta, por cómo lo cuenta.
La historia de un joven delincuente, de familia desestructurada que canaliza su rebeldía hacia la delincuencia resulta a día de hoy muy vista, más que nada porque se ha contado hasta la saciedad, no porque el tema no siga teniendo vigencia.
El ser una historia que resulte tan familiar, permite apreciar de manera más clara las cualidades de la película, de impecable factura, donde el director se vale de cuantos elementos expresivos tiene a su alcance para manejar el tono de la historia, como el flash back en las partes más dramáticas o la cámara rápida, para añadir un punto de comedia en los escarceos criminales del protagonista, y una música de jazz de aire alegre y despreocupado en las carreras en solitario del protagonista, que hace un trabajo interpretativo insuperable.

Esta es una de esas películas que nos recuerdan el gran potencial expresivo de la fotografía en blanco y negro y cómo es posible crear una atmósfera solamente jugando con ella. Mucha gente la compara con los 400 golpes y yo estoy de acuerdo, pues subyace el mismo interés por desenmascarar y despreciar un modo de vida con la segunda guerra mundial ya en el horizonte y la contracultura apunto de estallar. El gran acierto del guión es combinar un retrato certero del british way of life (bastante gris, por cierto) y las penurias de un adolescente completamente perdido, que no sabe de donde viene ni le gusta demasiado adonde va, o más concretamente donde quiere llevarle la sociedad. Tom Courtneay está inolvidable en su papel de Collin Smith, dotándolo de una mezcla perfecta de rebeldía y desamparo. En resumen, película del Free cinema absolutamente hija de su tiempo, reflejo de las tribulaciones de toda una generación y con un gran final.

PD: la única pega, en mi opinión, es una banda sonora ciertamente cool en lo musical pero que en demasiados pasajes no casa bien con el dramatismo que transmite la historia. En este aspecto la de Truffaut es mucho más hábil.

Truffaut es a la novelle vague lo que Tony Richardson enmarcó para el cine británico de los 60, un movimiento anglosajón llamado “free cinema” que retrataba los conflictos sociales de una desigual estructura inglesa. Nuestro protagonista – encarnado por un brillante Tom Courtenay -, muestra el orgullo de los barrios obreros de Notingham frente al poderoso institucionalismo de la clase dominante, así como los filtros y conductos que éstos empleaban para los más desfavorecidos.

Colin Smith es ese referente adolescente en rebeldía que sabe que sus oportunidades en una sociedad infecta están tan limitadas como injustos son los devenires impuestos a los de su estrato y condición. El film, genialmente rodado con una fotografía acertada para las manifiestas calles inglesas, muestra los entresijos de un sistema que requiere de más héroes anónimos capaces de hacer frente a la realidad que les ha tocado vivir de cuna, aguantando cada golpe una y otra vez, sin venderse nunca al poder del látigo. Solamente los niños y los locos dicen la verdad, pero a unos se les educa…y a otros se les encierra.