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La soledad del corredor de fondo

Drama Colin Smith es un joven de clase obrera que vive en los alrededores de Nottingham. Un día comete un robo en una panadería y es enviado a un reformatorio. Una vez allí empieza a correr, y gracias a sus cualidades como corredor de fondo va ganando puestos en la institución penitenciaria. Durante sus entrenamientos reflexiona sobre su vida anterior y empieza a comprender que se encuentra en una situación privilegiada. (FILMAFFINITY)
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Críticas 50
Críticas ordenadas por utilidad
28 de abril de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Por su propia naturaleza –escribía Lindsay Anderson- el artista estará siempre en contradicción con el hipócrita, el mezquino, el reaccionario… y siempre habrá alguien que no comprenda la importancia de lo que él hace. El artista siempre deberá luchar en nombre de sus opiniones, pero, la única cosa cierta es que, el futuro está de parte de los valores humanos y de su concreta aplicación en nuestra sociedad, y lo que nosotros debemos hacer, es creer firmemente en estos valores”.

Como Anderson, el también director, Tony Richardson, creía en los valores humanos y bien claro tenía que, entre estos, el carácter es uno de los más esenciales porque, sin él, no podemos Ser y quedamos a merced de un mundo en el que abundan los que siempre están dispuestos a aprovecharse de las debilidades, la inocencia y la ignorancia de los demás.

Para su guion de, <<LA SOLEDAD DEL CORREDOR DE FONDO>>, Alan Sillitoe (1928-2010), otro de los escritores que hiciera parte de los llamados, Angry Young Men (hijo de familia obrera con un padre maltratador), tomó como protagonista a un muchacho llamado Colin Smith, el cual vive con tres hermanos menores y una madre licenciosa que, sin importarle la grave enfermedad que padece su esposo (un obrero sindicalista, enemigo de los médicos y de los fármacos), lleva a otro hombre a la casa. Colin, aprecia mucho a su padre, pero, ahora se siente solo, y para ayudarse a vivir, con su mejor amigo comienza a cometer pequeñas fechorías… hasta que, el Hado –con su eterna gracia- interviene para que no siga por ese camino… y Colin termina en un reformatorio, donde la suerte quizás se ponga de su lado cuando el director descubra que tiene grandes aptitudes para el atletismo.

Es ésta, una historia muy bien contada en la que, Richardson, atina plenamente con los precisos detalles que van dando cuenta del carácter claro e insumiso que, herencia de su padre, ha adquirido el joven Colin en lo que lleva de vida. De paso, aquella sociedad inglesa de “todo muy bien ¡perfecto!” –como les enseñaban a repetir a los niños-, como nos la mostraban en el cine de antes –¡de ensueño!-, y como la pregonaban los dirigentes políticos: “donde TODOS tenemos más lujos que antes” –la escena del político que habla en la televisión visto por Colin y su amigo, es un total acierto-, luce muy claramente definida con sus tonos muy grises y con acciones muy claras donde podremos apreciar la desigualdad, la represión, las carencias de muchos… y hasta el oportunismo de ciertos dirigentes que pretenden sacar partido de donde pueden.

Por todo esto, el final del filme es rotundo y la manera como, Colin Smith, reafirma su carácter durante la competencia de atletismo, es ejemplar y da cuenta precisa de que, hay otra cosa que vale muchísimo más que el éxito y los reconocimientos: LA DIGNIDAD.

Con gran sobriedad y sin dejar caer ni un solo momento el ritmo de la historia, Richardson alterna la permanencia de Smith en el reformatorio, con flashbacks que nos remiten a los momentos previos en sus relaciones familiares y a la causa de su detención. Algunos planos resultan de gran belleza visual, y el aire de carencia económica y afectiva, se respira desde la intencionada austeridad de la puesta en escena.

Muy buenas actuaciones de, Tom Courtenay (Colin) y Michael Redgrave (el director del reformatorio)… y la hija de éste, la gran actriz Vanessa Redgrave, terminaría tan encantada con el director cuando visitaba el set que, poco después de terminado el rodaje, contraerían matrimonio y serían ellos los padres de Natasha y Joely Richardson, ambas reconocidas actrices.

<<LA SOLEDAD DEL CORREDOR DE FONDO>>, es otro de los títulos imprescindibles para todo el que desee seguir las valientes 'aventuras' dramáticas de los Angry Young Men.

Título para Latinoamérica: EL MUNDO FRENTE A MÍ
Luis Guillermo Cardona
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2 de mayo de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El libreto de esta película fue escrita por Alan Sillitoe (1928-2010), adaptación de un relato (“The loneliness of the Long Distance Runner”, por cierto escrito en Alicante!!), con el que ganó en 1959 el premio Hawthornden. Sillitoe pertenece a los Angry Young Men (“jóvenes iracundos o jóvenes airados”), un grupo de escritores británicos que vienen a reflejar en sus obras de mediados del pasado siglo la amargura de las clases bajas respecto al sistema político de ese tiempo y la mediocridad e hipocresía de las clases medias y altas. Creo pertinente comenzar los comentarios de esta película por el guión; al fin son éstas, las mimbres que vertebran la cinta que tendrá un final de pasmo.

Esta obra de Tony Richardson se sitúa en el Free Cinema inglés, un poco al modo de la Nouvelle Vague francesa, construyendo un retrato acerado y veraz de la juventud de los cincuenta-sesenta, que ponía el acento en los aspectos más conflictivos y duros de esta generación de adolescentes. Sobre todo en la relación difícil que estos chicos mantenían con una sociedad que abominaban, lo que incluía los métodos educativos punitivos y obsoletos que la sociedad empleaba en su inútil afán de reeducarlos. Quiero recordar aquí que sólo tres años más tarde, en 1959, François Truffaut estrenaría “Los 400 golpes”, una severa crítica social y educativa en la Francia demolida de finales de los cincuenta y un niño que busca su libertad; y en 1968, Lindsay Anderson estrenó If…, película en la que el pionero del Free Cinema inglés arremetió sin piedad contra la enseñanza superior e hizo una violenta sátira hacia establishment británico del momento.

En esta película el tema central es ese joven interno que no encuentra mejor forma de descargar su naufragio, su soledad y su rabia que corriendo por medio de los árboles o la campiña. El resentimiento y la acritud clasista es mostrada de manera vibrante e íntima, afligida, naturalista y poética, en la incesante carrera pedestre a ninguna parte de ese atleta que ha perdido toda esperanza de ser algo, enloquecido como está.

Tiene el film una gran interpretación del joven Tom Courtenay (en 1962 fue premiado como “mejor actor principal debutante” en los premios BAFTA y “mejor actor” en el Festival de Mar del Plata). Su director hace un sugerente y agudo intercalado de flash-backs que narran la vida anterior del muchacho que corre sin parar, que logra que el relato en su conjunto encaje plenamente. En realidad, Richardson lleva a cabo una decisiva dirección que hace de esta cinta una de las obras clásicas del cine europeo que sin duda resulta imprescindible para cualquier cinéfilo. Contada con brío, sin sermones y con mucha causticidad. Es de esas películas que no se olvidan, bien sea porque se queda en la retina o porque marca a fuego nuestra mente.

Ver este film es ver un claro manifiesto de lucha con el sistema establecido, una actitud de confrontación con un presente y futuro determinado, con el inconformismo omnipresente ante una amazacotada comunidad que valora al individuo en cuanto hace, en su aislamiento, una contribución para conseguir el deleite del poder instituido. Contado todo ello en un crudo blanco y negro y con un clímax palpitante.

Tiene la película una meritoria banda musical de John Addison de corte jazzístico. Una gran fotografía en blanco y negro de Walter Lassally que sabe explorar con lucidez el interior del reformatorio o los rasgos psicológicos de los educadores.

Mientras España aguantaba el tirón con estoicismo y paciencia gris, en Europa el cine ponía en solfa ese tipo de coordenadas sociales y pedagógicas; también en EE.UU. en 1967 llegó “El graduado”, agridulce comedia generacional. En España no fue hasta 2004 cuando Pedro Almodóvar filmó una película auténticamente crítica sobre esta temática: “La mala educación”, Almodóvar, quien por cierto padeció esa educación perversa y severa en un internado.

Al final del film los chicos del colegio cantan a todo pulmón el poema “Jerusalem” de William Blake, el importante poeta y pintor británico del siglo XVIII, el mismo poema que no por azar suena también al final de la película, todo un icono británico, el himno oficioso de Inglaterra, que no sin ironía Richardson intercala entre los fotogramas de su obra y cuyos versos dicen así:

"¿Y caminaron esos pies en tiempos remotos
sobre el verde de las montañas de Inglaterra?
¿Y fue entonces el Sagrado Cordero de Dios
visto en los agradables pastos de Inglaterra?

¿Y brilló pues el Divino Semblante
sobre nuestras nubladas colinas?
¿Y fue Jerusalén construida aquí
entre esos oscuros Molinos Satánicos?

¡Traedme mi arco de oro ardiente!
¡Traedme mis flechas de deseo!
¡Traedme mi lanza! ¡Oh nubes, abríos!
¡Traedme mi carroza de fuego!

No cesaré en mi lucha mental,
Ni dormirá mi espada en mi mano
Mientras una nueva Jerusalén hayamos construido
En verde y apacible Inglaterra".

Jerusalem (William Blake, 1757-1827)
Kikivall
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12 de octubre de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los que alguna vez hemos practicado el atletismo de fondo, sabemos lo que sugiere el título de esta película. Esa soledad que se siente en las largas distancias, se combina, muchas veces, con la lucha interna que se produce en nuestro cerebro cuando el cansancio nos pide que paremos o que disminuyamos la velocidad. Y en esa lucha entre pararse y continuar, el atleta decide completamente solo.

Algo similar plantea "La soledad del corredor de fondo", una de las películas emblemáticas del "Free Cinema", movimiento cinematográfico que buscaba un mayor realismo y denuncia social en contraposición con el cine que se hacía en Estados Unidos y, por extensión, en el Reino Unido. Pero en el filme de Tony Richardson esa soledad citada anteriormente se relaciona con el ser un inadaptado o dejar de serlo, decisión que el protagonista deberá tomar también en soledad.

Colin, el protagonista, es un joven marcado por la muerte de su padre y por la falta de afecto de su madre, como se puede apreciar en los "flash-backs" que abarcan buena parte del metraje. Y es que una vez más es en la familia donde se cuecen parte de los problemas que un chico pueda tener de adulto. En Colin va creciendo la rebeldía hacia una familia y una sociedad que no se ocupan de él y que cuando lo hacen es por egoísmo o vanidad, como en el caso del director del reformatorio. Pero lo más novedoso es que en el momento en el que le surge la oportunidad de adaptarse a la sociedad, su rebeldía se acentúa y se convierte en una especie de ajuste de cuentas contra todo aquello que desprecia.

Por último, es de agradecer el pulso narrativo del director y su sutileza, ya que gracias a centrarse en el drama individual del personaje evita de alguna forma el subrayado de la carga ideológica que la película podría tener en manos de otro director.

Sigo en el spoiler
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Boo Radley
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19 de febrero de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un argumento y una historia estremecedora con abundantes matices, capaz de destapar el conflicto interno, psicológico y social de Colin Smith, interpretado por Tom Courtenay. La Soledad del Corredor de Fondo ofrece una reflexión aguda, árida, marcada por la evolución personal y la necesidad de libertad de su protagonista. Jamás se ha tratado una lucha interna con tanto estilo, personalidad y precisión.
danillobet
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1 de diciembre de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una obra maestra del "free cinema" y la mejor película de Tony Richardson.
Drama carcelario que recrea perfectamente la falta de oportunidades y alienación de los jóvenes británicos en la década incipiente de los 60.
Correr para escapar de la opresión del sistema, de la pobreza y de la disciplina correctora; juventud rebelde.
Genial y memorable final, de obligado visionado.
Búhofilm
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