Haz click aquí para copiar la URL

El último

Drama Este clásico del cine mudo fue el primer film que explotó el movimiento de cámara. Narra cómo el portero de un lujoso hotel, un anciano orgulloso de su trabajo y respetado por todos, es bruscamente degradado a mozo de los lavabos. Privado de su antiguo trabajo y del uniforme que le identifica, intenta ocultar su nueva condición, pero su vida se va desintegrando lentamente. (FILMAFFINITY)
<< 1 4 5 6 10 13 >>
Críticas 64
Críticas ordenadas por utilidad
15 de octubre de 2009
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La única razón para que esta película no esté calificada con un 10 estriba en su final. Un final que le fue impuesto a Murnau por una productora, UFA, temerosa de que la sensibilidad de los espectadores quedase herida en extremo. Vamos, que a sus cuentas bancarias les venía mejor maquillar el crudo y duro retrato de una vida desprovista de esos soportes externos que la hacen soportable, aunque eso supusiese cierta perdida de coherencia e integridad en la obra del realizador alemán.

Desconozco si los espectadores de la época saldrían de los cines con ánimo optimista y diciendo parabienes de la película. Es posible. Pero el arte cinematográfico salió perdiendo. Y si no perdió aún más fue gracias a Murnau y a su realizador de fotografía Karl Freund. Ambos nos han dejado una obra absolutamente genial e innovadora, tanto por su carencia de textos como por lo que respecta a una cámara que rompe su inmovilismo histórico y lo mismo se mece en el vaivén de las puertas giratorias del Hotel Atlantic que se desplaza etílicamente sobre las paredes de una sórdida habitación.

Y haciendo de la cámara un lujo, Emil Jannings, actor cuya fuerza interpretativa es tal que si tenemos algo de sensibilidad, ésta queda absolutamente perpleja ante su actuación. Y no es nada, pero que nada fácil interpretar a un hombre al que en un instante se le derrumba un mundo que, por mucho que se trate de un mundo de apariencias y oropeles, no deja de conferir cierto "status". Ese paso marcial, ese saludo militar, ese aire de bon-vivant, ese paternalismo pillín con las señoritas bajo el paraguas. Todo al garete, Todo al carajo. Y si hay un actor que no solo interpreta sino que sufre con mayúsculas y no contento con ello, hace sufrir a los espectadores ese es Jannings.

Sé que los espectadores más jóvenes fruncen el ceño cuando se les habla de cine en blanco y negro y encima mudo. Es normal. A mí también me pasaba. Pero un día descubrí una joya como Sunrise del propio Murnau. Luego otra como Avaricia de Von Stroheim y desde entonces ha cambiado bastante mi forma de entender el cine. Claro que habrá quien dirá, y con razón, que yo también me he hecho mayor...
FATHER CAPRIO
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7 de febrero de 2016
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con su original y libérrimo uso de la cámara – lleno de incesantes travellings, colocándola en el interior de la puerta giratoria del hotel como metáfora de la fortuna cambiante, haciéndola subjetiva y oscilante para expresar la borrachera del personaje o simplemente portándola en mano para expresar el extraordinario sueño ebrio entre surreal y circense del protagonista-, Murnau y su operador Karl Freund estaban contribuyendo a avanzar el cine como medio de expresión con un lenguaje propio, alejado del modelo novelesco del que se venía nutriendo el séptimo arte hasta ese momento. Por otro lado, Murnau confirma esa característica sensibilidad y afecto natural hacia sus personajes y sus debilidades y que alcanzaría su cenit en esas milagrosas e irrepetibles obras maestras llamadas “Sunrise” (1927), “City Girl” (1930) y “Tabú” (1931) realizadas al final de la truncada carrera de este director al que le corresponde en justicia y como a muy pocos otros directores la palabra “genio”. En este caso, con tan solo un par de escenarios, un hotel y un patio de vecinos -y temibles cotorras-, Murnau plasma con enorme viveza y desaforado e irónico patetismo la sencilla historia de una degradación, de una caída, la humillación del portero de un elegante hotel de Berlin - gran papel para Emil Jannings- cuando es trasladado de su trabajo, del que tan orgulloso se siente y que constituye, de hecho, el centro de su vida y la admiración de sus vecinos, para ser enviado a trabajar como encargado de los baños. Sin ningún inserto de dialogo, la película abusa de un dramatismo a veces un poco hiperbólico, alejado de la milagrosa naturalidad de sus más grandes películas, pero cuyo resultado final es tan deslumbrante y emotivo que no disminuye su impacto y fascinadora efectividad. En ese sentido resulta terrible, casi insoportablemente hiriente, la escena en la que el protagonista, perdido ya su antiguo trabajo, vuelve a su casa, totalmente avergonzado entre las risas indisimuladas y los comentarios maliciosos de sus vecinos. En suma, sin llegar a las más altas cimas de Murnau antes citadas, muy notable obra.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Gould
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
11 de septiembre de 2008
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director alemán F.W.Murnau, uno de los máximos exponentes del expresionismo alemán de los años 20, cuyo nombre está presente en algunos de los títulos más emblemáticos del cine mudo, nos ofrecía una verdadera perla del cine, demostrando además que el expresionismo no tenía porqué estar ligado a historias tétricas o antiguas leyendas alemanas. Lejos de paisajes oscuros, asesinos, monstros o leyendas, el film vuelve a su época contemporánea para seguir los pasos de un viejo portero de un hotel berlinés, cuya escala de valores es bastante simple.

Basta con verle pasearse desde su casa al trabajo con su uniforme impoluto, saludando a cuantos se encuentran a su paso. Todo parece irle bien a este buen hombre (interpretado por Emil Jennings en aquellos tiempos una estrella del cine alemán). Sin embargo, los responsables del hotel deciden rebajarle y destinarle a limpiar los retretes del hotel lo que significa prácticamente el fin de la vida del viejo trabajador tal y como la entiende. Murnau, aplicó magistralmente las técnicas del expresionismo, sobretodo en el contraste entre la vida del portero antes (escenarios abiertos y luminosos) y después (espacios cerrados oscuros y muy sombríos). Aunque también se observa en la economía de subtítulos, está todo tan bien planificado e interpretado que apenas fueron necesarios rótulos explicativos.

Si bien el final de la historia iba a ser otro, los productores obligaron a cambiarlo (las imposiciones de productores y estudios no es algo nuevo desde luego), Murnau realizó tal giro a la historia que por increible, nadie se tragó. Un muestra más que antes de la llegada del cine sonoro ya se sabía realizar obras maestras.
manulynk
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
13 de octubre de 2008
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un viejo, orgulloso y coqueto portero de un hotel (Jannings) es relevado de su puesto y mandado como limpiador de los aseos... Una de las grandes películas de todos los tiempos, en la que Murnau construye a partir de un hecho insignificante, cotidiano, común y atemporal -no de esta misma forma, pero sí el hecho del retiro o jubilación- una tragedia dolorosa e inconsolable. Para Jannings es una afrenta y humillación mortal y vejatoria ser relegado de esta forma, ser desprovisto de su indispensable uniforme. Esto le provoca primeramente incredulidad, luego inconsciencia y finalmente pánico. Y es que ahora el pánico y la angustia no viene determinado por un contexto fantaterrorífico sino por un drama íntimo de enorme hondura por el que Jannings pasa de ser uno más o alguien importante, a ser el último. Sin diálogos y con grandes movimientos de cámara, de un vanguardismo sorprendente, Murnau nos sumerge en una pesadilla depresiva sobre la pérdida de la dignidad, de la identidad, del alma de un ser humano al que hunde todavía más la reacia y sarcástica reacción de su entorno (mujer, vecindario, amigos) que el hecho mismo. Por ello "El último" es una denuncia de la hipocresía colectiva sobre un indefenso ser individual. Y entonces sí que, con su infinita tristeza a cuestas y sin su uniforme, sin su recodo, Jannings se siente definitivamente el último, quedándole dos opciones igual de penosas: la locura ensimismada e inofensiva que lo conducirá a una muerte lenta; la locura furiosa, rebelde y asesina, que apenas le servirá de nada y le llevará al mismo destino (spoiler).
Obra maestra total y absoluta, película genial e imprescindible, acaba con un epílogo que debe ser tenido en cuenta aparte y que es un arriesgadísimo y pudiera admitirse que hasta equivocado pues en él, Murnau, al introducir un fingido y feliz final rompe la irrompible unidad temática y estilística del film (malditas imposiciones de los productores). Aún así, tendría sentido pues lo que busca Murnau más que con el humor aligerar tan negra pesadilla, sería reafirmar/homenajear el personaje de Jannings, el cual no habría hecho lo mismo para con un semejante, sino que al menos lo habría tratado con un mínimo de respeto y nada de hipocresía.
Plagada de inolvidables momentos (Jannings, aturdido, es desvestido de su uniforme; el fatal encuentro lejano con su mujer, el sueño), se trata de un film imprescindible a todos los niveles, que permite ver la evolución necesaria del expresionismo alemán y que cuenta con un trabajo inmarchitable del soberbio Emil Jannings.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
kafka
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
22 de octubre de 2008
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al ver la puntuación de algunas películas me pregunto cuál es mi problema. Es decir, viendo absolutas obras maestras como son El último o Nosferatu; auténticas obras de autor, personales y demoledoras, no estén tan puntuadas -aunque reconozco que por muy poco- como la obra que significó la prostitución del cine de Murnau como es Amanecer. No os confundáis, no digo que Amanecer sea mala, es una película genial en todos los sentidos pero que considero de inferior calidad. Pero dejándome de tonterías, vayamos al grano, El último.

Nueve años atrás, el mundo del cine había sufrido una auténtica revolución gracias a Griffith y su Nacimiento. Y casi en el zénit del cine mudo, llega Murnau y crea la peli muda más muda de la historia. Una película sin carteles explicativos (salvo la carta, el periódico y un cartel antes del final alternativo) y con auténticas barbaridades en el uso de la cámara para la época -recordemos que hablamos de 1924- como ese estupendo sueño en el que Murnau coge la cámara al hombro moviéndola por la escena.

El último es una película que debería ser estudiada meticulosamente en cada escuela. Es el gran testimonio del cine mudo, de como con ingenio se pueden salvar todos los obstáculos, tanto la carencia de sonido (que en el 28 hará que el cine de un pasito hacia atrás) como la necesidad de crear nuevas formas de narrar.

Hablaría largo y tendido sobre las propuestas de El último, pero quiero centrarme en el título de esta crítica. Asi que continúo en Spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
nudrick
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 4 5 6 10 13 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow