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España España · Oviedo
Voto de Gould:
9
Drama Este clásico del cine mudo fue el primer film que explotó el movimiento de cámara. Narra cómo el portero de un lujoso hotel, un anciano orgulloso de su trabajo y respetado por todos, es bruscamente degradado a mozo de los lavabos. Privado de su antiguo trabajo y del uniforme que le identifica, intenta ocultar su nueva condición, pero su vida se va desintegrando lentamente. (FILMAFFINITY)
7 de febrero de 2016
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con su original y libérrimo uso de la cámara – lleno de incesantes travellings, colocándola en el interior de la puerta giratoria del hotel como metáfora de la fortuna cambiante, haciéndola subjetiva y oscilante para expresar la borrachera del personaje o simplemente portándola en mano para expresar el extraordinario sueño ebrio entre surreal y circense del protagonista-, Murnau y su operador Karl Freund estaban contribuyendo a avanzar el cine como medio de expresión con un lenguaje propio, alejado del modelo novelesco del que se venía nutriendo el séptimo arte hasta ese momento. Por otro lado, Murnau confirma esa característica sensibilidad y afecto natural hacia sus personajes y sus debilidades y que alcanzaría su cenit en esas milagrosas e irrepetibles obras maestras llamadas “Sunrise” (1927), “City Girl” (1930) y “Tabú” (1931) realizadas al final de la truncada carrera de este director al que le corresponde en justicia y como a muy pocos otros directores la palabra “genio”. En este caso, con tan solo un par de escenarios, un hotel y un patio de vecinos -y temibles cotorras-, Murnau plasma con enorme viveza y desaforado e irónico patetismo la sencilla historia de una degradación, de una caída, la humillación del portero de un elegante hotel de Berlin - gran papel para Emil Jannings- cuando es trasladado de su trabajo, del que tan orgulloso se siente y que constituye, de hecho, el centro de su vida y la admiración de sus vecinos, para ser enviado a trabajar como encargado de los baños. Sin ningún inserto de dialogo, la película abusa de un dramatismo a veces un poco hiperbólico, alejado de la milagrosa naturalidad de sus más grandes películas, pero cuyo resultado final es tan deslumbrante y emotivo que no disminuye su impacto y fascinadora efectividad. En ese sentido resulta terrible, casi insoportablemente hiriente, la escena en la que el protagonista, perdido ya su antiguo trabajo, vuelve a su casa, totalmente avergonzado entre las risas indisimuladas y los comentarios maliciosos de sus vecinos. En suma, sin llegar a las más altas cimas de Murnau antes citadas, muy notable obra.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Gould
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