El viento y el león

Magnífica y entretenida historia de amor y aventuras en la que Sean Connery encarna al jefe de los bereberes conocido como El Raisuni, quien secuestrará en Tánger a Eden Pedecaris, la bella y viuda esposa del cónsul de los Estados Unidos para pedir un rescate. Este hecho desencadena un conflicto diplomático en el que se verán involucrados el mismísimo presidente de los EEUU (Roosevelt por aquella época), tropas alemanas y diversas facciones del sultanato de Marruecos.

John Milius se zambulle de lleno y con apasionada convicción en una etapa histórica, unas circunstancias políticas y sociales y un espíritu de épica sin límites, logrando que su historia resulte del todo creíble debido a un asombroso acercamiento al realismo en lo visual, actoral y localización se refiere.

El viento y el león une con fuerza idealismo, amor, aventura, violencia y ternura para situarse muy cerca de los clásicos. Pero este film gana, y mucho, gracias a la maravillosa música del maestro Jerry Goldsmith, inolvidable.

Fuertes, fortísimas rachas de viento del Oeste llegan a la altura de 1904 al norte de África.
Apenas han pasado seis años de la guerra de Cuba donde se empezó a aplicar la famosa doctrina Monroe de "América para los americanos", cuando ya los tenemos en Marruecos compitiendo por dominar el territorio con alemanes y franceses. De España solo se cita el valor de su moneda en oro.
Viene a cuento el título de la cinta del papel que el "León", El Raisuni (Connery) rey y señor de las Montañas, atribuye graciosamente a los americanos de ser el Viento que mueve las cosas en cualquier parte del globo. Lo que les faltaba.
Marruecos era entonces la única monarquía al este de Constantinopla, pero estaba bajo el mando de un sultán joven y bobo controlado por su tío el Señor de Tánger, un ladrón sin escrúpulos hermano del citado Raisuni. Es éste un bereber inteligente que reclama para su pueblo un trato digno por parte de las potencias extranjeras.
Para ello no concibe otra idea que secuestrar a una viuda americana, Eden Pedecaris (Bergen), con sus dos hijos. El resto va del rescate y de las luchas entre unos y otros, mientras los secuestrados desarrollan un perfecto síndrome de Estocolmo.
Una buena película de aventuras con una excelente ambientación y bellas imágenes de cabalgadas por el desierto con abundancia de extras, pero lastrada por un pésimo guion.
No es de recibo que un argumento centrado en el "león" Raisuni, sus secuestrados y las diferentes facciones en lucha, deba compartirlo de igual a igual con el "viento", representado aquí por el presidente Roosevelt (Keith) que no pinta absolutamente. Ni aun por compartir nacionalidad con los retenidos que le importan un bledo fuera del posible uso electoral del desenlace. ¿Qué le importa al espectador su wínchester, su afición a las armas y a la taxidermia o su admiración por el oso Peposo?
Incluso se permiten citar su "heroísmo" en la batalla de las Colinas de San Juan. El único valor que allí se derrochó fue precisamente el de los vencidos, donde 300 soldados españoles se las tuvieron tiesas con 20.000 americanos bien armados.
Otro detalle más de su diplomacia del "palo en alto".
La realización es ágil y muestra buenas escenas de combates a caballo en campo abierto o en recintos amurallados. Muchos extras como hemos dicho y muchos y buenos caballos.
Bien el perfil que se traza de los personajes centrales, niños incluidos, si bien resultan ridículamente aguerridos los secuestrados. Aunque sean americanos ...
Correctas interpretaciones, Connery en un papel a su medida, lo mismo que Bergen que luce además su belleza. Muy bien el "presidente" Keith.
Al fraseado tal vez le sobre cierta rimbombancia, "Es mejor servir al leopardo que al zorro", pero se puede perdonar en las películas de aventuras. En fin, "El viento pasa, el mar se queda" ...
Película interesante que prometía mucho más pero estropeada por el guion.

Esta película me ha resultado ridícula. Poco fiel a la historia, narra un secuestro de parte del Mulay el-Raisuli (Sean Connery), de una viuda norteamericana (Candice Begen) y sus dos hijos pequeños. Pide a cambio un rescate importante al del Sultán de Marruecos. En esta tesitura, el presidente de los EE.UU. Theodor Roosevelt (Brian Keith), apoyado por John Hay SU Secretario de Estado (John Huston), decide intervenir en este conflicto.

Pues bien, en lo que a mí toca la película es mala de solemnidad. Sean Connery interpreta a un árabe graciosete que se permite hacerle gracias y carantoñas a una Candice Bergen ridículamente fuerte en un papel yerático y estereotipado. En el plano de la interpretación el mejor es el magnífico John Huston, quien por aquel entonces se dedicaba a las labores de actor por la caída en picado en el éxito de sus filmes, y tal vez por darse una vueltecita por la tierra andaluza (Granada, Almería, Sevilla).

Cabe destacar también la música de Jerry Goldsmith que hace una extraordinaria banda sonora que muy apetecible a los sentidos y que se escucha con deleite.

Por lo demás, las caballadas en tropel con extras de segunda, los tópicos en la dirección de parte de John Milius unido a su pésimo guión y la sarta de farsas históricas han construido, desde mi modo de ver, una película horribilis.

Pero al que tenga ganas de ver al derechista e imperialista John Milius y sus topicazos cinematográficos, pues adelante. Para gusto, los colores.

Correcta cinta de aventuras en la estela de "Lawrence de Arabia", de la que resulta, sin embargo, un reflejo algo tosco. Y es que, comparados con David Lean y Peter O´Toole, John Milius y Sean Connery adolecen de cierta pobreza en lo que al pantone emocional se refiere.
En cualquier caso, nos encontramos ante una película ciertamente divertida y excelentemente fotografiada, rodada íntegramente en escenarios naturales del sur de España. La adorna, además, un curioso montaje paralelo en el que se muestran, como a guisa de contraste, la irrupción de Estados Unidos como potencia mundial y el demencial funcionamiento del Marruecos colonial, sometido a un absurdo régimen bicéfalo y tutelado totalmente inoperante frente a las tropelías del Raisuli.
Redondea el conjunto el atractivo duelo interpretativo en la distancia entre el carismático Raisuli encarnado por Sean Connery y un Brian Keith soberbio en la piel del exuberante, agresivo, y no menos carismático Teddy Roosevelt. Sin contar con la imponente presencia de John Huston como el Secretario de Estado John Hay. Entre tanta testosterona desentona un poco una Candice Bergen muy mona cuyo peinado no se altera ni secuestrada, ni tiroteada, ni abofeteada. No es la coherencia, de hecho, uno de los puntos fuertes de "El viento y el león". No obstante, se trata de un bonito conjunto, de aliento clásico y brillantes acabados. Un pasatiempo, en fin, muy saludable.

Una cinta muy celebrada, tanto de público como de crítica hecha por un grande de los guiones y de la dirección.
Una trama muy sugestiva, tanto en lo referido al ambiente en que se desarrolla, como en la dinámica del guión. Imágenes brillantes, sencillez en el tratamiento de los encuadres, dejando que los espacios hablen por sí mismos, y un propósito muy claro: humanizar a los bereberes y cuestionar el modo de vida occidental en los países árabes, dominados por la ambición colonial, territorial, el expolio de materias primas y la dominación política.
Muy interesante Sean Connery, le da una gran autenticidad al papel, aunque al principio pudiera parecer lo contrario, dado su origen, marcadamente occidental -tez blanca, grueso y alto, barba muy blanca y tupida-. Candice Bergen está muy guapa y se mueve bien, aunque quizá le falte elegancia en algunos momentos. También intervienen: Brian Keith y John Huston.
Está muy bien rodada, marca claramente los tiempos de la película a medida que avanza el metraje, es muy colorida, no se hace larga -a pesar de los 115 minutos que dura-, y tiene fondo y recorrido.
Al parecer está muy lejanamente inspirada en un hecho real, pero el guionista (y director) ha modificado tantas circunstancias de la historia que la hace irreconocible. Es, en definitiva, un guión original.