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Perder la razón

Drama Un generoso médico lleva a Bélgica a un joven marroquí, a quien educa como si fuera su hijo. Cuando el joven se enamora y decide fundar una familia, su esposa se encuentra encerrada en un clima afectivo irrespirable que tendrá un desarrollo insidioso. Con la llegada de los hijos, la pareja se hace cada vez más dependiente del médico. El altruismo sin límites del doctor se convierte en poder. (FILMAFFINITY)
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Críticas 26
Críticas ordenadas por utilidad
13 de enero de 2015
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es un relato de dos horas de la cotidianidad de una familia casi en tiempo real,tan lento, repetitivo y carente de guión que se cae en el tedio irremisiblemente.Un final que por si fuera poco previsible,ya se apunta en las primeras escenas de la película.Muchos flecos sueltos y unas interpretaciones que tampoco son nada del otro jueves.
figaro
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29 de agosto de 2016
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
1. Chica conoce chico de procedencia marroquí.

2. Chico se parece un huevo a Rafa Nadal

3. Chico tiene un padrino fantástico que le paga todo: boda, viaje de novios, crianza de niños, gastos médicos, casa con jardín... vidorra tutiplén.

4. Chica no está contenta con su vida pero viaja a Marruecos y se queda prendada de la cultura marroquí.

5. Chica se planta chilaba regalada por suegra marroquí, no se la quita ni pa cagar y empieza a empastillarse todo el día.

6. Chica se siente cada vez más desgraciada, llora mogollón, va a una psicóloga a ver si se cura y... hasta aquí puedo contar.

Esta es básicamente la historia de una ida de olla. Una tía que no tiene grandes preocupaciones en la vida, con una suerte que ya la quisieran para sí el 90% de los mortales, que ha dado con un paganini gracias al cual puede permitirse lo que quiera: tener cuantos hijos le dé la gana, trabajar o no trabajar según le apetezca, viajar, vivir donde le pete... peeeero vaya por dios, la muchacha no se halla a sí misma, no le ve la gracia a su vida, qué le vamos a hacer.

Bueno, vale, cualquiera puede tener una depresión y perder la pinza, de eso no está libre nadie por muy guay que sea su vida. Y lo que le pasa a esta mujer y lo que hace, toco madera, pero creo que le puede pasar a cualquier persona. La mente tiene recovecos muy traicioneros que la razón no entiende, no seré yo quien la juzgue ni tampoco estoy capacitada para ello.

Lo que no termino de entender es a qué juega Joachim Lafosse, el director. Tengo la vaga sensación de que está intentando culpar a alguien de lo que le pasa a esta mujer, que para mí es la simple historia de una locura. Sin embargo el tipo carga las tintas a veces contra el marido (Rafita Nadal en marroquí), a veces contra el padrino que todo lo paga y todo lo consiente (se llega incluso a insinuar una especie de enamoramiento del marido).... y hasta creo entrever cierta crítica hacia la sociedad occidental, tan poco humana, tan frenética... frente al relax y el ambiente idílico de la vida de una mujer en Marruecos. En fin, corramos un tupido velo.

Tanto es así que me he puesto a leer críticas, por simple curiosidad, a ver hasta dónde había calado el mensaje culpabilizador del director, y efectivamente, mucha gente interpreta la película en clave de culpa. Especialmente contra el benefactor de la familia, un personaje sinceramente para mí impecable, el abuelito perfecto: adora a los niños, juega con ellos, los cuida, vive por y para la familia. Es verdad que Lafosse pone trampillas, miradas ambiguas, momentos de tensión... pero lo cierto es que objetivamente hablando el tipo es el altruísmo personificado, como un ángel caído del cielo que ya lo querría yo pa mí. El partidazo que yo le sacaría a un padrino como ese en mi vida, lavirrrrrgen.

En definitiva, una historia que podía haber resultado interesante, porque todo lo que sea indagar en los mecanismos de la mente humana lo es, termina convirtiéndose en algo un tanto chusco. No cuajan los personajes, no se entienden sus motivaciones, se hacen insinuaciones morbosas que no se desarrollan y en cambio no se profundiza nada en el hundimiento psicológico de la protagonista.

No se puede negar que Emilié Dequenne hace un papelón y refleja perfectamente la evolución del personaje hacia la locura, pero su mera interpretación no puede evitar esa indefinición de lo que ahí está pasando. Ni esa absurda culpabilización colectiva, como si todo hubiera conspirado para que esa muchacha terminara perdiendo la razón. Es lo malo de intentar buscar explicaciones racionales en la locura, donde probablemente nunca las hay.
Talía666
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31 de agosto de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Reconozco que aún estoy decidiendo si recomendar o no esta película! Presentación de la felicidad absoluta, del enamoramiento feliz y dichoso de una pareja y su posterior evolución durante sus años de matrimonio; un camino lleno de rutina y ofuscamiento que llega a desenvolverse en el peor de los acontecimientos posibles. Reconozco que es atractiva la propuesta, ver la llama brillante y eterna, de gran esperanza de los inicios que, en el día a día, se va transformando en el peor de los tormentos, cárcel inesperada sin posibilidad de salida. El paso de la historia es lento y oportuno, siendo capaz de acariciar y sentir el devenir de esa vida que se apaga y te va matando; también se aprecia una interpretaciones sutiles y naturales, cercanas de gran afinidad. Pero, no estoy segura de la huella que deja en el espectador, si su rodada es oportuna o pierde al público asistente. Sus inicios los recibes con esperanza, sabes que van a contarte una historia personal e íntima, que tienen mucho que expresar los personajes de la pantalla; sólo, que conforme va rodando el relato, te cansas de mirar, de seguir sus vidas y ver que no ocurre, que el discurrir de una vida como la de cualquiera no es suficiente para mantener tu atención al 100%; y, sin embargo, sigues observándolos porque sabes que va a ocurrir, que los personajes van a contarte algo y sólo tienes que estar atento. Para narrar este relato, que en principio parece que no cuenta mucho pero que acaba -en el último minuto- contándolo todo, hay que tener paciencia y serenidad; ser sobrio en su escasa acción y movimiento que, sin duda alguna, es la clave de su resultado final.

http://lulupalomitasrojas.blogspot.com.es/
lourdes lulu lou
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16 de marzo de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El goteo sutil, la presión milimétrica a la que va siendo sometida el personaje femenino protagonista, sustentado por una magnifica interpretación de Émile Dequenne, hacen junto con su desenlace que esta aburrida puesta en escena de Lafosse merezca la pena. La cámara esta obsesivamente situada escondida detrás de algo o de alguien y las elipses temporales se suceden sin apenas reposo, dejando que los hechos hablan sobre las personas que permanecen ocultas tras ellos. Supongo que esto es lo que marca esta obra como de autor.
A mi juicio lo verdaderamente escalofriante del asunto basado en una noticia de prensa, es la banalidad del mal, las actitudes egoístas asumidas como normales por educación, cultura o necesidad material. Lo razonable que parece todo hasta que deja de serlo.
ELZIETE
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29 de agosto de 2013
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuento de terror en el que un ogro viejo, muy malo, muy malo (malísimo) y su colaborador necesario (el hijo adoptivo del ogro) torturan con fruición a una princesa muy buena, muy buena (buenísima).
Película esquinada, retorcida y manipuladora en la que nos cuentan cómo una mujer al casarse se ve atrapada en una tela de araña ominosa, opresiva y desquiciante. Es el retrato de una asfixia, del enterramiento en vida de una mujer perpetrado por dos hombres necios y egoístas.
Lo que es perverso y malintencionado de la historia es cómo se dosifica la información (se escatima y manipula), cómo se dirige la mirada del espectador (le obligan sádicamente a asistir a la tragedia, a presenciar escasos diálogos mediante los que se intenta justificar groseramente el final impactante y epatante), cómo se transforma un comienzo feliz en algo terrible (desde la cotidianidad apacible hasta el tremendismo desatado), cómo se insinúa malévolamente y no se explica (las ambiguas relaciones padre-hijo y suegro-nuera), cómo se huye de lo obvio, tópico y subrayado y, a cambio, se cae en la solemnidad, el sensacionalismo y la histeria.
La película es tramposa; tira la piedra y esconde la mano, quiere dar a entender (utilizando elipsis y situaciones amañadas) sin decir claramente; y conduce la trama hacia lo trágico de forma brusca y forzada.
Por lo demás, hay que reconocer que la forma es coherente con las intenciones; se utiliza la cámara en mano creando sensación de angustia y desasosiego; un clima de constante amenaza en el que destaca la interpretación de Émilie Dequenne.
Ferdydurke
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