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La puerta abierta

Comedia. Drama Rosa es una prostituta que heredó el oficio de Antonia, su madre, quien ahora se cree Sara Montiel y convierte su vida cotidiana en un infierno. Rosa no sabe ser feliz. O no puede. Pero la llegada inesperada de un nuevo integrante a su particular (y absurda) familia le dará una oportunidad única para lograrlo. (FILMAFFINITY)
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Críticas 31
Críticas ordenadas por utilidad
21 de febrero de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El planteamiento inicial se acerca al espectador con el rigor de una ficción televisiva, incluso sitcom, podríamos decir, pero la algo exagerada teatralidad va cediendo protagonismo a un constante tono sarcástico que divierte y entretiene gracias a las tablas de las actrices profesionales que encabezan el reparto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
El Extranjero
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14 de febrero de 2017
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con la gracia e ironía por montera, esta desestructurada, disfuncional y dolorida familia busca donde menos se lo espera la comprensión y la compasión. A través de una fábula desconcertante, vemos que la justificación se nos acaba cuando los peones de nuestro tablero ya no están. Con esta premisa muchas veces vivimos las desgracias como un 'fatum' inexorable sin intentar cambiarlo. El guion ejemplifica por sus personajes todo el Sino de los más necesitados, intentando explicar que nosotros jugamos con las piezas que nos rodean, y no el demiurgo que nos mueve a su antojo. Todo aderezado con un reparto actoral de lujo, donde Terele Pávez se crece con un personaje hecho a medida, donde su ironía y ácida actuación la encumbra a uno de esos personajes queridos y odiados debido a la empatía y compasión. Mientras, en frente, una Carmen Machi que cocina a fuego lento su personaje, sus sentimientos tardan en aparecer para poder comprender el porqué de su desgracia. Memorable también Asier Etxendía, que se mimetiza en un disparatado y dramático contrapunto. Al final la recolocación de las piezas hace que busquemos nuestro propio destino...
Bolseiro
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25 de mayo de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rosa es una prostituta de edad madura; su anciana madre, Antonia, con quien convive en una corrala de vecinos madrileña, también lo fue, ahora se encuentra impedida en una silla de ruedas y continúa haciendo la vida imposible a su hija (como si la existencia de las dos no fuera ya, de por sí, lo suficientemente insoportable), mientras se da aires, a sí misma y a su hija, pues no tiene más concurrencia, de gran señora artista retirada. En su mismo piso de dicho inmueble habitan otras dos prostitutas, cada una en su casa, una rusa, que al tiempo es drogadicta, y tiene una hija de siete años, Lyuba, y una mulata suramericana quien tiene un niño de la misma edad de Lyuba. Entre la casa de Masha, 'La Rusa', y la de Antonia y Rosa, reside Lupita, un travesti. La infame vida existente en esa planta del edificio se alterará, más que de costumbre, cuando Masha muere de una sobredosis y su hija se esconde asustada.

Así visto el argumento, fríamente, tal como es y lo he expuesto, no hay duda de que estamos ante los ingredientes de un folletín que, en el peor de los casos, podría derivar hacia un inmenso melodrama, pero tal hecho no sucede gracias al buen guion escrito por Marina Seresesky, quien también dirige esta su opera prima. Guion que resulta redondo, aunque con una licencia efectista al final, sin aristas, con buenos y creíbles diálogos, y que crea unos personajes, más o menos desarrollados, con el fondo suficiente para dotar de peso al conjunto de la obra.

La dirección es sobria y digna, si bien la escasez de presupuesto se nota. La rigidez de la cámara, no se mueve nunca, lleva a un intercambio constante de primeros planos, con algunos medios en menor medida, y ello puede llegar a saturar al espectador a quien hace sentirse casi tan enclaustrado como los personajes en ese patio vecinal y el pequeño piso de Rosa y Antonia donde se desarrolla casi toda la acción.

El odio de la hija hacia la madre lo deja la directora de manifiesto sin tenerlo que recalcar, lo expone con toda su crudeza, así como sus razones para que exista. Rosa llega a odiar más a su madre que a su trabajo, pues es a ella a quien culpa de que esté en él metida, si bien al espectador no se le dan pistas de que ella haya tratado de subvertir esa situación. La amargura del personaje interpretado por Carmen Machi es tal que ni la aparición de la irrupción sorpresa en su casa hace que varíen lo más mínimo sus agriados sentimientos. Sólo un golpe inesperado de suerte le haría pensar en una posibilidad de realidad distinta a la que tiene encima.

Mención aparte para el personaje de Lupita, el travesti, magníficamente interpretado por Asier Etxeandia, contrapunto acertado de humanidad entre las dos mujeres enfrentadas.

Como he dicho, o he dejado entrever, las actuaciones de Carmen Machi, Terele Pávez (la película comienza con una dedicatoria a Amparo, por Amparó Baró, quien iba a hacer el papel de Antonia y no pudo debido a su enfermedad terminal), Asier Etxeandia y la niña Lucía Balas son dignas de ser destacadas.
Juan Ignacio
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16 de septiembre de 2017
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Cuando la tragicomedia se hace bien, cosa que en este país solo se consigue a medias, surgen películas como esta. Enormes Machi y Pávez, en papeles revenidos por la vida que contrastan con la frescura desordante. de la pequeña Lucía Balas. La historia de una prostituta perdedora y su madre, también prostituta, y ya senil, no es nada novedoso en la escena cinematográfica de este país. Pero aquí está salpicada de unos dotes de comedia surrealista que otorgan un notable al film.
xandrerl
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14 de agosto de 2021
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Me he enamorado por completo de esta ópera prima de Marina Seresesky. Y eso que le tenía un relativo pavor, no lo ocultaré. Por orden: una casa en la que conviven dos generaciones de prostitutas, una huerfanita que acaba misteriosamente por allí, una apariencia visual a producto televisivo y fuera de su tiempo… No sé, había una serie de elementos que me provocaban sudores fríos. Pero ya veis, al final he claudicado. Hinco la rodilla ante "La puerta abierta".
El film se establece como una especie de agridulce drama social, con un punto naif, sobre el significado de la palabra familia que enorgullecería al mismísimo Dom Toretto. Todo ello con un muy bien llevado barniz de comedia costumbrista. Al frente de este castizo harén de Marina Seresesky se sitúan Carmen Machi, Terele Pávez y Asier Etxeandía, una sagrada trinidad de interpretes que habían nacido para meterse en la piel de sus entrañables personajes.
No pienso ocultar que el guion evita en todo momento meterse en cualquiera de los muchos charcos que se le presentan, ya he dicho antes que todo rebosa aroma a inocencia. Y seguramente se le pueda afear al conjunto. Pero no sé, vería con gusto mil veces más "La puerta abierta".
Isaac Paskual
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