Haz click aquí para copiar la URL

Campanadas a medianoche

Drama. Comedia. Bélico Inglaterra, Guerra de los Cien Años (ss. XIV y XV). Enrique IV, primer monarca de la dinastía de los Lancaster, en 1399 le arrebata el trono a su primo Ricardo II. Adaptación de varias obras de Shakespeare: "Enrique IV", "Enrique V", "Las alegres comadres de Windsor" y "Ricardo II". (FILMAFFINITY)
<< 1 2 3 4 5 7 >>
Críticas 34
Críticas ordenadas por utilidad
25 de octubre de 2015
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Producción española de una película europea con dirección norteamericana. El arte crea curiosos compañeros de viaje.

Le comentaba el otro día a un amigo que Orson Welles, el verdadero doble de Papá Noel según le vemos en «Campanadas a medianoche», es un magnífico director con guiones no siempre acertados. En este caso parte de Shakespeare para una cinta extravagante y naturalista con un Orson Welles también actor que aparece orondo, gigantesco, un tonel de barba blanca y nariz respingona que está graciosísimo tanto en su personaje como en su físico. Falstaff, algo mezquino y muy indecoroso, es pese a todo un hombre simpático que consigue la simpática mutua con el Príncipe de Gales, un muchacho díscolo e inconstante con aspiraciones nobles e ideas claras una vez sea rey. Conociendo a Shakespeare, esto no puede acabar bien.

Hay un par de monólogos a cargo de Percy (Norman Rodway) que son impresionantes, antes y al final de la batalla, y algunos diálogos incisivos y tajantes que demuestran el alto nivel literario de Shakespeare. Por lo demás, la trama aparece deslavazada y el narcisismo de Welles aquí hace estragos contra la historia, que no se presente clara ni contundente y más bribona que seria.
Kaori
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
24 de octubre de 2015
14 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dicen los eruditos que cuando una bruja que va volando en su escoba o sin ella, pues al contrario de lo que todo el mundo cree, tiene otros muchos medios de transporte, oye el sonido de una campana de una iglesia, se cae. Creo que la historia es falsa porque presupone que la susodicha es una servidora del diablo y que como tal, es derrotada por el cristianismo en forma de badajo musical, lo cual es mucho decir, pues a lo sumo tal relación demoniaca sólo se daría en algunos casos. Os preguntaréis qué tiene que ver esto con la película a lo que respondo que nada, simplemente que me he acordado con lo de las "campanadas" del título pero en cualquier caso éste tampoco guarda demasiada relación con el contenido de la obra.

Sea como fuere nos encontramos con la adaptación particular de Orson Welles de un puñado de dramas, también alguna comedia, de William Shakespeare: "Enrique IV", "Enrique V", "Las alegres comadres de Windsor" y "Ricardo II". De este modo la historia es algo dispersa, a veces difícil de entender, máxime por los recargados diálogos de los personajes, que si pueden quedar bien en un escenario, no lo hacen tanto en una pantalla de cine, o al menos no siempre: junto a brillantes parlamentos también hay otros que distraen más que otro casa. Ahora bien, la película tiene una rara fuerza, en especial por la figura de Falstaff, es decir Orson Welles, y sus ricos y atormentados personajes, aunque el póster es notoriamente malo.
Reaccionario
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7 de junio de 2012
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vale la pena ver ésta gran adaptación shakespeariana, una historia de amistad y de poder, una historia que cuenta de principio a fin la carga tan pesada para la persona que supone el poder. El poder, si lo utilizas con vehemencia te puede dar grandeza y sabiduría a ojos de los demás, pero para eso tienes que dejar de ser la persona que eras, tienes que dejar atrás toda la persona que eras para convertirte en otra diferente que pueda soportar esa corona tan pesada. Ese es el precio del poder, es como pactar con el diablo.
Y qué decir de Welles, como director bien, como actor aún mejor. El único pero que le encuentro a la película es el guión, no me atrae esa forma de hablar, aunque sea la propia de la época, aunque sea lo escrito por el propio Shakespeare, ya que es fácil perderse entre tanto verso de los protagonistas. Aun así buena película, con grandes verdades entre eses versos, y entre ellas las de Falstaff en la guerra “el honor me aguijonea, pero y si el honor empujándome hacia delante me manda al otro mundo, ¿puede el honor reponerme una pierna? No, ¿o un brazo? No ¿o suprimirme el dolor de una herida? No ¿el honor es diestro en cirugía? No, ¿Qué es el honor? Es aire, solo aire pero ¿Quién lo obtiene? El que murió el miércoles pasado, ¿lo siente? No, ¿es cosa insensible? Si para los muertos, pero ¿puede vivir entre los vivos? No, las malas lenguas no lo permiten por tanto no quiero saber nada de él. El honor es un escudo funerario, este es mi catecismo”. Pero el verdadero catecismo de Welles es el buen cine
PABLO
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
1 de enero de 2016
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
207/09(16/12/15) El Gran Orson Welles nos regaló hace medio siglo su última Obra Maestra, para muchos la mejor, uno de los más grandes homenajes se haya hecho al Bardo de Avon, el genio OW hace una memorable miscelánea entre cinco obras de Shakespeare, de Henry IV, parte 1 y Henry IV, Parte 2, Ricardo II, Enrique V, asimismo utiliza diálogos de Las alegres comadres de Windsor, no ateniéndose entre ellas a orden cronológico alguno. OW dijo que este fue su mejor película, definiendo a Falstaff como la mejor creación de Shakespeare, diciendo <De los más interesantes personajes que creó, quizás el único carácter puramente bueno que escribió>, Falstaff aparece en las 5 obras referidas. OW entrelaza las historias de modo fluido para hacer una Obra Maestra del Séptimo Arte. Un enfoque perverso y mordaz de la obra del genial bardo, OW definió el relato como <La traición de la amistad>.

La historia pone su foco en la relación triangular entre un príncipe díscolo y sus dos mentores, dos caras de la misma moneda que representan dos modos de vida, por un lado el disfrute de la vida, el hedonismo, la fiesta, el sexo lujurioso, la bebida, los vicios, esto representa el orondo y libertino Sir John Falstaff, y por otro lado está el padre, el Rey, que representa los convencionalismos de las élites, la solemnidad, el sentido del deber, el patriotismo acérrimo, la rectitud ante la vida, y el príncipe debe elegir. La cinta reflexiona sobre temas muy de OW, como el influjo perverso del poder, sobre los “muertos” que dejas para acceder a él, sobre lo que debes renegar para llegar a él, sobre la traición, sobre la amistad, sobre la ambición, la avaricia, el paso del tiempo, sobre la decadencia humana, sobre el honor, sobre las conspiraciones, las relaciones paterno-filiales, o el tránsito a la madurez. Desarrollada con epicúreos diálogos en verso, sobresaliendo el impresionante Falstaff en su prosa oratoria, engarzando grácilmente los textos shakesperianos, un encantador mentiroso compulsivo, amante del xerez, componiendo situaciones que se mueven con agilidad y magno sentido estético, como la atronadora batalla, bebiendo del expresionismo alemán, con una deliciosa mezcla de drama, humor y épica bélica. Todo esto con gran sentido de la profundidad, con gran sentido poético-sensorial, cubriendo el metraje con un epicúreo halo de melancolía nostálgica que nos hace padecer el sino trágico de los personajes, sumado a un poder alegórico circular estremecedor, ejemplo es la farsa coronación en la taberna de Falstaff tratada como jocosa parodia en la que el príncipe Hal es partícipe, esto entronca con la coronación real solemne del propio Hal, en donde el humor se torna en dramatismo con la interpelación de Falstaff al Rey entrante.

OW se sirve del McGuffin del telón de fondo de las intrigas del poder medievales para hacer un tremebundo lienzo sobre la compleja Condición Humana, centrándose por vez primera Welles en un personaje genuinamente bueno, Falstaff, y alrededor de él se mueven las taras inherentes al carácter ambiguo humano, la codicia, la arrogancia, la deslealtad, el odio, la ira, la crueldad, la traición o el sometimiento a un destino precocinado.

Orson Welles encarna con magna presencia A Falstaff, lo dota de humanidad, de personalidad, de empatía, de jovialidad, de frescura, de naturalidad, de una gran vis cómica, es el eje sobre el que se vertebra el film, lo embiste de entrañable patetismo, de vibrante verbalidad, de ingenio, de picardía, de dignidad, con un despliegue gestual y de expresividad apoteósico. Keith Baxter resulta notable en su príncipe, lo interpreta con energía, sabiendo alternar los diferentes tonos de su rol, lo cómico con lo trascendente, aunque pierde por lo majestuoso de sus dos oponentes en este fabuloso tour de forcé, ante Orson Welles y ante John Gielgud, opacado por estas Titánicas personalidades. John Gielgud derrocha carisma, alma, carácter, nobleza, elegancia, soberbia su actuación dejando constancia de lo gran actor que es. Margaret Rutherford inunda la pantalla con su versatilidad, con su simpatía, con viperina labia, excelsa en el epílogo del film. Jeanne Moreau está un poco desdibujada en su rol de prostituta de buen corazón. Norman Rodway lo hace muy bien como el ultrajado Percy. Alan Webb lo hace estupendamente como fiel compañero de Falstaff, con una gran química con OW. Tony Beckley como el fiel amigo de Hal Poins cumple sin más.

Puesta en escena es prodigiosa, lección para aquellos que con escaso presupuesto (800.000 $) deseen aparentar mucho más de lo que es, con portentoso diseño de producción de Mariano Erdoiza (“Las verdes praderas”), decorados de José Antonio de la Guerra (“El verdugo”), OW dijo que “La Taberna de la Cabeza de Jabalí” fue el único conjunto completo construido para la película, los otros conjuntos fueron vestidos o decorados, OW dijo que él diseñó los decorados y los trajes del film (aprovechados del film “El Cid”). Se rodó íntegramente en España, en multitud de lugares, en Colmenar Viejo, las escenas de la corte Real filmadas en la Basílica de Cardona y el Castillo de Montjuic, las escenas del robo a los abades fueron en la casa de Campo de Madrid, donde también se filmó la batalla, en esta provincia también se recreó el decorado de la taberna, escenas en las calles de la bella Pedraza (Segovia), en Soria y País Vasco las escenas nevadas del comienzo, en Lecumberri y Lesaca (Navarra), en la Catedral de San Pedro (Soria), en Guipuzcua, en Móstoles, y en Puerto san Vicente de Toledo. Lares realzados por el grandioso trabajo de fotografía de Edmond Richard jugando con las luces, los contraluces, las sombras, los claroscuros, contrastando con gran sentido alegórico los infinitos y diáfanos techos abovedados palaciegos y la luz que entra cuasi-celestial por sus enormes ventanales con los techos de la taberna, con un entramado laberíntico de maderos, donde apenas entra la luz,... (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
3 de septiembre de 2010
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
En su obsesivo seguimiento de la obra de William Shakespeare llega Orson Welles hasta el personaje de Falstaff, protagonista de un guión del propio director, que aúna algunas obras de teatro del célebre dramaturgo inglés (“Enrique IV”, “Enrique V”, “las alegres comadres de Windsor”).
Es de justicia recordar que este proyecto cinematográfico fue posible gracias al empeño y la paciencia del productor español Emiliano Piedra, que hizo el mayor esfuerzo, no sólo económico, para que el excéntrico genio paseara su oficio direccional e interpretativo por tierras gallegas y la Casa de Campo de Madrid, entre otros exteriores hispanos.

El príncipe de Gales, asqueado de las intrigas cortesanas, ocupa su holganza en burdeles y tabernas, donde se mueve como pez en el agua el ocurrente y divertido Falstaff que arrastra su juventud hasta las mismas puertas de la vejez. El futuro rey ha conquistado la simpatía del lumpen que sueña con el día en que tendrán cabida en los palacios.
¿Son compatibles poder y amistad?. ¿El príncipe de los pobres será el rey de todos?. ¿La soledad del monarca es tan maligna como la soledad del mendigo?........
Si quieres despejar tus dudas no dejes de ver este gran drama medieval en el que la maestría de Orson Welles surge del barro, la sangre y las tinieblas para alumbrar, en blanco y negro, una historia que se repite siglos después y en la que la traición, la avaricia y la ambición irrumpen, antes, como mil caballos desbocados y ahora como una apisonadora sin conductor.
Sinhué
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 2 3 4 5 7 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow