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Campanadas a medianoche

Drama. Comedia. Bélico Inglaterra, Guerra de los Cien Años (ss. XIV y XV). Enrique IV, primer monarca de la dinastía de los Lancaster, en 1399 le arrebata el trono a su primo Ricardo II. Adaptación de varias obras de Shakespeare: "Enrique IV", "Enrique V", "Las alegres comadres de Windsor" y "Ricardo II". (FILMAFFINITY)
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Críticas 34
Críticas ordenadas por utilidad
19 de enero de 2008
16 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre me ha resultado dificultoso seguir esta película, he de reconocerlo. Posiblemente por culpa de un guión lleno de frases Shakeasperianas, y por la gran cantidad de actores que se presentan.
Algo que me gusta de la película es su simplicidad escénica, es decir, los decorados no podrían ser más austeros. (algo que a medida que avanza la carrera de Welles se pone mas de manifiesto).
No es la mejor película de Welles, para mi no estaría entre las mejores.
misled
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20 de agosto de 2009
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sigo con mi ronda de críticas de mis películas favoritas. Habiendo tantas películas de las que hablar mal, es mejor hablar bien de esas poquitas que de verdad nos llegan, que de verdad son "nuestras", personales, como una canción que cantábamos de pequeños, en los paseos por el campo.
"Campanadas a Medianoche" no es sólo el mejor Welles (junto con "Sed de Mal", "la Dama de Shangai"...), es también el mejor Shakespeare, aquel que, en la comedia, es capaz de ser despiadado, y en la tragedia, cómico.
Esta película (igual que la obra Entique IV, Segunda Parte) tiene uno de los finales más despiadados y crueles en los que puedo pensar. Los ojos de Welles, su rostro entero, enfocado en picado, son la perfecta imagen del abandono, de la soledad, de quien ha sido dejado de lado, de quien nunca lo hubiese merecido ni esperado.
Es una película llena de defectos técnicos, de fallos de dirección y de edición, de interpretaciones chapuceras... ¡pero y qué! Es tan buena, en conjunto, tan imprescindible y única, que es digna de estar en los altares, a pesar de haber sido un poco olvidada.
Es surrealista ver las murallas de Ávila o la Casa de Campo (al lado de mi casa) como escenarios Shakespereanos, pero da igual también.
Esta película pertenece a mis imprescindibles personales, y ojalá se hiciera una edición digna en DVD, se restaurara, se re-editara con los nuevos medios que hay (sin destrozarla, como han hecho con muchas, sino rehabilitándola, como hicieron con "Sed de mal") y se la tuviera de una vez en los altares de las Mejores Películas de la Historia.
Bravo, Mr Welles.
Infante
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18 de enero de 2013
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una obra como "Falstaff" está hecha para disfrutarla de principio a fin, una película así es un verdadero homenaje al buen cine, a un cine de calidad que ya nadie hace y al que debemos dar las gracias, nunca serían suficientes, al gordo y entrañable Orson Welles. Sorprende saber que detrás de esta historia shakesperiana hubo una mano española, en la dirección de producción, vamos, el que movió la pasta, y que siendo realizada en 1965 hubiera una mente española tan avanzada para lo que abundaba entonces. El caso es que, con capital español, suizo o como fuera, Welles nos regala una historia que si no se hubiera explicado a su manera muy posiblemente carecería del mismo interés. O lo que es lo mismo, Orson Welles convirtió en maravilla una historia de lo más normalita, hizo un peliculón con retazos de textos de Shakespeare alrededor de un personaje quijotesco que él mismo encarna de manera brillante.

El Falstaff de Welles es un personaje repelente y ominoso si se es realista, pero lleno de carisma también, aunque pueda parecer contradictorio, es alguien lleno de atractivo, enorme y gordo, también es cierto, cómico por sinvergüenza y hecho a su medida. Que los ingleses en el siglo XV se llevaran a parir me resulta a priori muy poco atractivo, pero explicado así ha hecho elevar mi fascinación de manera exagerada. A la excelente recreación, por vestuario o por emplazamientos, se le suman unos secundarios, los que rodean a Flastaff, llenos de sugestión. Flastaff era un brivón, desde luego, un bebedor y un crápula, queda claro, así como es evidente que el príncipe de Gales, por ser aristócrata, lleva la vileza en su interior.

Orson Welles ha dejado para la Historia del cine una serie de películas inmensas, más allá de su Kane, hay mucho más, era alguien que sabía lo que hacía, un maestro, ojalá esté en la gloria, por lo que nos dio se lo merece. Qué bueno era!!!
Luisito
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30 de agosto de 2012
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
De unir a Shakespeare y Welles no puede surgir nada malo. Campanadas a medianoche (una cinta producida en gran parte en España y rodada también en este país) tiene el muy personalísimo estilo de Welles a la hora de rodar, con encuadres y trávellings imposibles que sólo un genio como él consigue y cuyo virtuosismo técnico está a la altura de las mejores obras de todos los tiempos. El guión está realizado por el propio Welles y es un compendio de cuatro obras de Shakespeare donde se mezclan tramas y personajes de todas ellas dando como resultado una obra única,.en la que se mezclan un drama de ambientación medieval con personajes de la corte británica, con grandes dosis de humor procedentes en su mayoría de Falstaff, el bribón y gordinflón personaje, un vividor de tabernas y burdeles al que da vida el propio Welles en una magistral interpretación.
La obra respeta muchas de las frases originales de las obras de Shakespeare, por lo que en muchos momentos representa un auténtico places escuchar lo que los diferentes personajes tienen que decir, que con locuacidad realizan un excepcional uso del lenguaje, pero este mismo hecho tiene otra cara en la misma moneda. La película en mi opinión parece demasiado teatralizada, poco verosímil en el tratamiento de los personajes y eso también se puede trasladar a algunas interpretaciones, con voces chillonas e histriónicas que sin duda funcionarían en una sesión de teatro clásico pero que resultan poco aptas para el cine.
La escenografía es austera pero precisa (El dinero del productor español Emiliano Piedra no daba para más) pero en general está bastante bien logrado el resultado.
El film deja algunas escenas para el recuerdo, para algunos críticos, la escena de la batalla que aparece en la película es una de las mejor realizadas en cuanto a una lucha medieval de todos los tiempos, y así mismo, la coronación o la parodia que Falstaff hace del rey mofándose de él también resultan muy interesantes, tanto desde el punto de vista técnico por la forma en la que fueron rodadas como desde el punto de vista guionístico, por las metáforas y las segundas intenciones de los discursos que allí se emiten.
Una obra capital de Welles pero que, en mi opinión no supo desligarse del todo del ambiente teatral original de Shakespeare y que se centra demasiado en ello.
Palomitasconchoco
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3 de agosto de 2013
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sir Jack Falstaff, aristócrata amante de la buena mesa y de las bellas mujeres, ocasional saltador de caminos e impenitente mentiroso, pasa su vida en perpetua francachela sentando sus reales en casa de mistress Quickly, mitad bodega, mitad prostíbulo. Su compañero de fatigas es el príncipe Hal, heredero de una corona que su padre, Henry IV, ha usurpado. Preocupado por el futuro de su vástago, el monarca debe enfrentarse a las conspiraciones de un sector de la nobleza, que le reta.

El guión de la película es un “collage” de textos Shakesperianos escrupulosamente respetuosos con la redacción original pero montados al arbitrio de una estructura totalmente innovadora. Es la más compleja y también la más fascinante aproximación cinematográfica que Welles consiguió realizar al mundo de Shakespeare. El autor confronta continuamente dos Inglaterras a través de una doble relación: la que existe entre Falstaff (Orson Welles) y Hal (Keith Baxter) y la que existe entre Henry IV (John Gielgud) y sus señores feudales.

El film de Welles ilustra ese enfrentamiento mara mostrar una doble traición. La primera de ambas traiciones – la traición a la amistad – contiene la parte más hermosa de este film triste y sensible; la segunda – la traición del feudalismo a la realeza – no puede ser entendida en toda su trágica dimensión si no se conocen previamente las obras del dramaturgo: Ricardo III, Henry IV y Henry V. Falstaff es el único personaje que más allá de la Historia, destaca entre los demás, ese hombre cuya gruesa barriga le impide verse sus propias piernas, pero no supone un obstáculo para su ingenio… Ese gordo caballero mitad hidalgo envilecido y mitad sabio plebeyo, es el superviviente de una vieja y sencilla manera de entender la vida, el último ejemplar de una Merry England en trance de extinción.

La película es un sentido y, a la vez imperfecto poema sobre la imperfección humana, recitado en voz baja, compuesto en honor de los viejos cuerpos hinchados de vicios. Es eso y como casi toda la obra de Welles, es también una ficción para desnudar los mecanismos del poder, imperfección, decadencia, tránsito y poder. Todo ello ilustrado con situaciones cómicas, batallas fascinantes que han inspirado infinidad de películas, diálogos insuperables y limitaciones presupuestarias vencidas con derroches imaginativos. Rodada en España gracias al productor Emiliano piedra y un puñado de amigos dispuestos a trabajar por un sueldo inferior a su categoría, pues una obra de arte no está basada en un presupuesto.
Antonio Morales
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