Campanadas a medianoche

Lecciones que ponen en perspectiva los designios del deber. Inflexión pretérita que desgarra. Falso paladín que reposa eterno detrás del corazón. Patetismo singular, valiente sin lugar, héroe... Y humanamente vulgar.

Orson centra la atención en el cobarde gordinflón de su personaje. Un secundario capaz de robar protagonismo a cualquier noble que se cruce en su camino. Falstaff mantiene cierto paralelismo con el propio Welles, preciosa configuración del alter ego, nacida de lo más profundo de la obra de Shakespeare. Madurada y con esencia. Astuta, cómica y reflexiva.

Amargo desenlace, indeleble en la memoria.

Jack Falstaff, personaje entrañable de gran parecido físico y psicológico al moderno Torrente, es el buque insignia de esta interesante película de Orson Welles que mezcla realidad con fábula y que te arranca algunas sonrisas a la par que muestra grandes escenas cinematográficas.
En su debe hay que subrayar que el metraje es bastante excesivo y que algunos momentos (en especial algún monólogo, ya que aunque esté basada en una obra de Shakespeare, esto es cine, no teatro) se hacen demasiado cansinos entre otras cosas por su intrascendencia.
En definitiva, recomendable film que deja un buen sabor de boca, aunque es necesario recalcar que el que la vea tampoco espere ninguna maravilla. Un 7.

Siempre he creído que hubo más Spielbergs del que los jóvenes como yo conocemos, capaz de hacer magia con una cámara de segunda mano y un par de actores con memoria. Bien, pues viendo esta película he descubierto al Spielberg de los años 60: Orson Welles. Este señor, que por cierto está magnífico haciendo de Falstaff, consiguió romper toda lógica posible y se atrevió a pasar a la gran pantalla nada más y nada menos que un texto de Shakespeare. Y por si el reto ya fuese pequeño, lo hizo grabando todos los planos y contraplanos a una distancia tan notable que sorprendería. Es cierto que al fijarse es, en algunos tramos, bastante palpable ese cambio brusco de un plano al otro, pero al caer hipnotizado por la actuación de Welles y la propia de Keith Baxter, la percepción de esos pequeños saltos es totalmente invisible y ahí es donde se produce la magia, donde el ejercicio de cine tan grande que muestra Welles atraviesa nuestras pupilas y acierta en nuestro corazón. Por tanto, esta es una película a tener muy cuenta, una película que merece ser vista sólo por la cátedra que Orson Welles ofrece delante y detrás de la pantalla.

Cuenta la vida de reyes ingleses y de la gente que les rodea. Aparecen muchas escenas sin sentido pero en algunas escenas las interpretaciones son buenas y ambienta bien la época medieval. El final es inesperado. Los actores realizan bien su papel y en ocasiones hay exceso de sangre y violencia hecho que la hace para mayores de 16 años. El vestuario y la escenificación es buena, bastante propia de la época. La música es apropiada para las distintas escenas. La acción aparece cuando tiene que aparecer junto a las intrigas en el castillo que están bien conseguidas. Bastante floja si esperas ver una gran historia.