Campanadas a medianoche

Parece más una obra de teatro que una película. Los protagonistas llevan a cabo largos monólogos, hablan con un lenguaje culto y lleno de adjetivos y reflexiones filosóficas, hablan a gritos como si se dirigieran al público, cuando la persona a la que hablan está a su espalda... En fin, queda todo muy artificioso y poco natural.

Es, en mi opinión, la obra más personal de Orson Welles, más incluso que “Ciudadano kane”, y sin duda es la más conmovedora. Se nota por su radiante faz que se divirtió como un jovenzuelo recién llegado a la farándula o como un niño con un juguete nuevo, interpretando al pícaro Falstaff... Jamás nadie ha llevado a Shakespeare al cine de modo tan majestuoso, tan proverbial, de un modo tan... personal. Cogiendo retazos de aquí, retazos de allá, nos imbuye en la shakesperiana historia medieval inglesa y por medio de varias de sus dramas y entremeses, de sus versos, se despliega una obra que a pesar de su profundo corte teatral es soberbiamente cinematográfica, rodada con esa fotografía en blanco y negro que también define la obra del cineasta más completo (fue guionista, director, actor, productor y hasta locutor y libretista de radio) en la historia del séptimo arte y natural de Wisconsin, donde se recalcan las escenas con esos planos que se aferran a los rostros, a las muecas, de los actores, redirigidos desde el suelo hacia arriba, cenitales hacia abajo, transversales, frontales, laterales, traseros y hasta infinitos…

Y no voy a dejar escapar la ocasión para considerar que fue un honor que esta película fuese producida en España y que Welles no pasase por nuestro país sólo para ver corridas de toros…

Espléndida adaptación del maestro de la obra de Shakespeare.
Demencial el ritmo tanto de diálogos como de montaje al que Welles somete al espectador desde el primer segundo. Memorables las escenas que transcurren en el interior del castillo y la secuencia de la batalla, puro Welles. Y tanto más memorable el papel del propio Welles dando vida al entrañable borrachín Falstaff, que apabulla con la presencia de una ballena y el desparpajo y el exceso interpretativo que le caracterizaban antes las cámaras. A pesar de todo, seguramente es la película que menos he disfrutado de su filmografía hasta el momento.

Una de las últimas películas de Orson Welles fue "Campanadas a Medianoche" de 1965, y que se trató de una producción que podemos sentir como muy nuestra, ya que fue coproducida entre España y Suiza, y filmada por numerosos rincones españoles. Aparecen espacios de la Casa de Campo, la Muralla de Ávila, las calles de Pedraza, Soria o entornos de Cardona, entre muchos de los escenarios que escogió el propio Welles para llevar a la pantalla su adaptación de varios relatos shakesperianos. Welles buscaba, más que trasladar la acción de la película a la Inglaterra Medieval, en la que basa,reflejar su propia visión de lo que consideraba la vida y situaciones de un marcado carácter medieval. Y para ello, él consideraba oportunos muchos de los rincones que conocía de España.
Es de todos conocido que fue una producción y un rodaje complicadisimos, algo que ya venía siendo habitual por una parte en la obra del director desde que Hollywood renegase de él. Contó con mil y uno impedimentos. En primer lugar, el rodaje que estaba pensado previamente durase unos tres-cuatro meses, se excedió a ocho, y con varias pausas en la filmación, traslados por la geografía española y numerosas imposibilidades que el equipo iban acometiendo sobre la marcha. Welles y sus colaboradores contaban con un presupuesto mínimo, que llegaron a agotar a mitad del proceso de filmación. Contaron con un solo decorado completo en el que rodar, los demas eran solo arreglos, utilería o escenarios naturales improvisados por la imaginación de Welles para filmar.

En el apartado actoral que aparece en la obra, Welles y su equipo solo podían contar con ellos unas horas a la semana, y otros se ausentaban durante días por cuestiones de agenda. Entre ellos se encontraban actores de renombre como Keith Baxter o la musa de la nouvelle vague, la francesa Jeanne Moreau
Aún contando con todos esos impedimentos, Orson Welles quería a está película mas que a ninguna de sus criaturas, y la consideraba su obra más redonda, con la cual había tenido la sensación de tener más el control durante el montaje, y la impresión de cometer menos errores con el acabado final de la misma.

"Chimes at Midnight" toma todos los recursos e ingredientes de géneros tan dispares como; las novelas de caballería, los dramas épicos del propio Shakespeare, la comedia absurda y costimbrista o la picaresca española, con unos resultados claramente satisfactorios y llenos de cuotas de brillantez, consigue con maestría combinar todos estos elementos para desembocar en una historia fatalista enternecedora, y que habla sobre las líneas rojas de la amistad.

Repleta de momentos y dialogos únicos, cuenta con unos personajes entrañables y granujas a partes iguales, con un dominio visual excelso de uno de los mayores creadores de la historia del cine, y unos recursos narrativos de un ingenio y gracia dignos de los mejores pasajes del Quijote de Don Miguel de Cervantes.

Irónicamente, Don Quijote sería uno de las mas conocidas películas inacabadas de Orson Welles, con el que lucharía durante años para llevar a la gran pantalla y que por desgracia, nunca acabaría de completar, pese a haber rodado miles de metros de película en cortos periodos de tiempo durante años y que finalmente, no pudo dar a luz. Convirtiéndose así, quizás, en el mayor proyecto inacabado de la historia del Cine.
A juicio con el acabado final, portentoso de Campanadas a Medianoche, toda una lastima...

Una vez más Orson Welles, el rey sin reino, el principe de los fracasados y los desterrados, el artista indomable, gigante tanto en su aspecto como por su talento y su no menor egocentrismo, firmaría con Campanadas a Medianoche y su memorable personaje de Falstaff, a mi parecer, la mayor de sus obras maestras.

Como de esta película ya se ha dicho de todo y no puedo aportar gran cosa voy a comentar un detalle negativo.

Cuando ves un film de tal nivel técnico tanto en guión, actuaciones, vestuario, fotografía, luces, dirección, banda sonora,... en el que prácticamente todo es perfecto; entras en la dinámica de que todo está milimétricamente medido para que encaje a la perfección. Nada de lo que veas es un error. Pues bien... una vez en este punto, si ves que un personaje importante ha muerto y al rato ves al actor moverse mínimamente, piensas "es imposible que se les haya pasado por alto. Seguro que esta hecho adrede y está vivo". Pues no. El personaje está muerto, el actor se ha movido y ,o no se han dado cuenta o no les salía rentable grabar la escena de nuevo. Mucho ojo con las grandes películas... también tienen fallos. Esto ya me ha pasado un par de veces con pelis de esta época.

Por lo demás, es una gran película, a pesar de que Keith Baxter en este film se parezca a Messi.