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En cuerpo y alma

Drama. Romance María comienza a trabajar como supervisora en un matadero de Budapest, pero pronto comienzan a surgir cotilleos y rumores sobre ella. Durante el almuerzo opta siempre por sentarse sola, y es consciente de sus deberes y obligaciones, con un estricto apego a las normas. Su mundo se compone de cifras y datos impresos en su memoria desde la primera infancia. Endre, su jefe, es un tipo tranquilo. Ambos empezarán a conocerse lentamente. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 53
Críticas ordenadas por utilidad
21 de marzo de 2018
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas que entrañan tanta verdad que tratar de escribir una crítica sobre ellas es tan difícil como ponerse a escribir una crítica sobre un niño que está dibujando o la crítica de un atardecer madrileño, de esos que inspiran nostálgica añoranza.
¿Y qué es eso de la verdad en el cine?, porque estoy poniendo encima del mantel un criterio muy poco científico. Recuerdo haber leído algo acerca del efecto que producía el cine de los hermanos Lumiere en un público que jamás había visto antes una escena proyectada; al parecer había personas que huían de la pantalla pensando que un tren las iba a arrollar. Por momentos para estas personas, eso que veían era verdad. En el caso de “En cuerpo y alma” esa verdad de la que hablo, no se refiere tanto a lo literal de las imágenes como a algo que distingue ciertas producciones de la especie humana: el arte, y de entre estas, eso que venimos llamando “obras de arte”. Impepinablemente, más allá de todos los análisis técnicos a los que podemos someter a estas producciones humanas, todas ellas tienen un valor en común: verdad. La Capilla Sixtina, Madame Bovary, Ordet, el 4º concierto para piano de Beethoven, por poner algunos ejemplos, todos ellos llevan al espectador/lector/oyente (o como diría Pepa Fernández: “escuchante”) a una exposición incondicional, no hay dudas, no hay distracciones. Ante estas obras uno no puede hacer otra cosa que aquello para lo que fueron creadas. Mirar, escuchar, leer y emocionarse.
Salvando todas las distancias y diferencias de calibre tenemos aquí una película con mucha verdad. Su directora Ildikó Enyedi, una mujer con el corazón roto, emprende sin grandes expectativas su proyecto: la historia de dos personajes también con el corazón roto. Resignadas ya a una vida sin amor pero con ocultas reservas, sólo el empuje de su inconsciente, y alguna dosis de azar, propicia el encuentro. Como quiera que se trata de dos seres profundamente heridos e irremediablemente solitarios, este encuentro no es sencillo, hay muchas defensas, hay mucho miedo, y esta historia se refiere a cómo el amor se va abriendo camino por las dificultades como si de la quilla de un rompehielos se tratara. En un contexto sabiamente elegido (las dos personas son directivas de un matadero de reses), el sufrimiento de los animales, mostrado con valor, sin regodeo y con un sensible respeto, parece por momentos reflejar el discurrir resignado de la vida de los protagonistas.
Y por último están los sueños, la otra cara de sus tristes realidades, ese lugar donde están limpios de taras, y son salvajes, libres y hermosos, ese lugar donde se buscan, ajenos a sus cuerpos, siendo sólo almas.
Las interpretaciones son muy ajustadas a la historia, sin estridencias, de modo que lo que sucede se va instilando al ritmo pausado de la cinta, lo que facilita el paladeo emocional. Destaco la actuación que hace del personaje masculino Géza Morcsányi, un actor amateur que no había hecho cine en su vida, y que en realidad se dedica a dirigir una editorial.
En tiempos de tanta pomposidad, tanto artificio, tanto marketing, tanto ruido y tanto empalagamiento, se agradece mucho una película sencilla y directa, clara y fresca como el agua de un arroyo de montaña donde beben dos ciervos.
Pabpab
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7 de febrero de 2018
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dos años después de triunfar con la destacable 'El hijo de Saúl', la no muy prolífica cinematografía húngara vuelve a aparecer en los Oscars con esta curiosa y muy particular historia de amor entre dos seres raros, con complejos e inseguridades que dificultan su encaje social.

La historia se inicia en un matadero de ganado vacuno, donde llega una supervisora para evaluar la calidad de la carne que allí se produce. El director del centro pronto repara en ella, en su extraño comportamiento, y una onírica coincidencia (bellísimas las imágenes de los ciervos), le llevará a interesarse más, si cabe, por ella y su mundo.

Con un ritmo pausado, que dosifica perfectamente los tiempos y los elementos de que dispone, y con numerosas ideas visuales en planos perfectamente ejecutados, 'En cuerpo y alma' consigue resultar una propuesta diferente y muy atractiva, que merece degustarse tranquilamente para admirar un romance completamente alejado de aquellos a los que suele recurrir el cine comercial, mucho más alla de lo convencional.

Ver historias así refrescan como un inesperado riego de aspersores mientras estás tumbado en el césped.
Amor Perro
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19 de abril de 2018
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
“En cuerpo y alma” es una película sin duda original, con frescura, una nueva opción fílmica alejada de tópicos de todo tipo, desde los hollywoodienses hasta las producciones más conservadoras del actual cine europeo. Es una historia narrada con sencillez que, empero, introduce un factor casi surrealista que va dando forma al film, envolviendo al espectador en un mundo romántico sugerente, a la vez que intrincado y misterioso.

La séptima película de la directora Ildikó Enyedi relata una historia de amor que navega entre dos mundos: el de la realidad, que es ni más ni menos el escenario brutal y descarnado de un matadero donde pezuñas, vísceras y sangre por doquier lo inundan todo (epítome de lugar donde se pone fin a la vida); allí trabajan los personajes. Y un segundo mundo irreal, onírico, en el cual él y ella comparten el mismo sueño silvestre de una pareja de ciervos que vagan en un hermoso bosque nevado. La directora Enyedi acierta a crear una tierna fábula que navega con un estilo ágil y suelto en la frontera de dos universos dudosos. Ella misma declara: “Es una película muy apasionada, pero si no entras en nuestro pequeño laberinto al principio no lo ves, solo ves un frío helador, gente distante en un entorno helado… Todo, esta gran pasión, está escondida detrás”. De manera que Enyedi mantiene su metraje en un tono dramático, pero con algunas escenas divertidas, lo cual no impide que la mayor parte de la cinta esté en un nivel equilibrado de intimidad emocional.

“El corazón, una llama resplandeciente de luz, / el corazón, con poderosas nubes de nieve, / y por dentro, mientras sus copos queman en su vuelo, / como las llamas interminables de un resplandor ardiente de la ciudad”. Estas cuatro líneas de uno de los poemas de la fallecida poeta húngara Ánges Nemes Nagy (1922-1991), fueron la base para el guion que escribe la misma Ildikó Enyedi. En el libreto, como ella misma ha declarado: “Los sueños nos unen y la realidad nos separa”. Asimismo Enyedi afirma que sus historias comienzan por conceptos que quiere representar y que la historia en sí es lo último que aborda. El fragmento del poema que he transcrito inspira el concepto que era su gran deseo de expresar, su punto de vista acerca de la condición humana.

Tiene la cinta una hermosa música de Adam Balazs que realza el romance y el drama, que incluye una bella canción de la cantautora inglesa de folk Laura Beatrice Marling de título “What he wrote”. La fotografía de Máté Herbai es excelente, sabiendo retratar ambientes y escenarios tan dispares como el poético bosque por donde los ciervos buscan la blanda hierba bajo el manto de nieve; o el sórdido mundo de un matadero donde las reses son sacrificadas y descuartizadas de forma automática y despiadada.

El reparto son ante todo y sobre todo un magnífico Morcsányi Géza, un hombre derrotado por su pasado y por su condición de tullido, por su brazo inútil que arrastra como un hándicap en toda regla. La otra gran pieza actoral es Alexandra Borbély, una actriz nunca mejor elegida por su físico y cualidades como personaje impasible cuyos extravagantes comportamientos, su desapego y su dificultad para comunicarse perfectamente expresados, tienen indubitablemente una definición psicopatológica de corte autista.

Estamos ante otra muestra más del pujante cine de la Europa del Este donde no sólo sobresale el cine polaco o rumano, he aquí cómo el cine húngaro también tiene su propio espacio. Película, en fin, que sabe entrelazar cierta extravagancia triste y lírica con severos golpes de brutal realidad, un cuento anómalo y bellísimo sobre los extraños caminos del amor.
Kikivall
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26 de julio de 2019
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífico film e interpretaciones únicas. Alexandra Borbely está al borde de la perfección, tallando su personaje con el cincel de lo imperfecto y lo atípico.

Una magnífica reivindicación de lo visceral, que a través de unos personajes (en principio) carentes de vísceras (como terneros en un matadero), las encuentran; de manera que aún se pueda soñar con que las utopías personales, se vuelvan realidad

Preciosa historia de amor de almas gemelas, que saciadas de un mundo incomprensible, se refugian en sueño ajeno, sincronizándose para poder amar.

Esdre, manco de su brazo izquierdo.
Maria, tullida de sentimientos.

Quizás el matadero no sólo sea de terneros..

Dos seres incompletos que se completan en los sueños, porque en la vida, es ésta, el mayor obstáculo entre ellos...Sueños en los que son animales, que no habitan en mataderos: no están descuartizados en cuerpo y alma: están enteros.

Sueños donde no se habla ni juzga, donde no hay burlas ni prisas, donde no se sexualiza para ser más y mejor y donde, a la vez, se castiga esto mismo..
sólo hay naturalidad y amor pero con mucho hielo a su alrededor...y es que: ¿se puede derretir un invierno de sentimientos? ..¿o hay que sacrificar los sueños, cual matadero sentimental, para poder vivir esta realidad?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ylla
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30 de abril de 2020
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una película hermosa, una película que te hace conectar con tu propia sensibilidad. Todo un lujo, ese de conectar con tu propia sensibilidad en un mundo como este.

En cuanto he acabado de ver la película, me he puesto a rebuscar como una loca entre las críticas y me ha sorprendido mucho no haber encontrado ninguna alusión al que para mí es su aspecto fundamental.

El caso es que yo misma escogí verla porque el tema de la conexión onírica despertaba mi curiosidad. En cierto modo, quería descubrir hasta qué punto la verdad siempre concuerda con aquello que percibimos a través de nuestra consciencia. Me preguntaba si lo consciente coincide siempre con la realidad o, si por el contrario, lo consciente coarta la verdad imponiendo sus propias barreras. En fin, esas eran mis inquietudes con respecto a este largometraje.

Conforme pasaban los minutos me iba dando cuenta de que las características de la protagonista son perfectamente compatibles con las de una persona de espectro autista. Menudo giro de tuerca... no es que esté fuera de lugar, pero no me lo esperaba, sobretodo porque nadie me puso previo aviso . Me alegra que, a pesar de que este aspecto pasé desapercibido, por regla general la gente conecte con la emotividad de la película. Por mi parte, he de reconocer que yo no lo habría conseguido, de no haberme dado cuenta de la condición de la protagonista.

Comprender el autismo de la protagonista me ha ayudado a comprender la belleza implícita en la posibilidad de conectar con alguien a través de los sueños, más allá de la dificultad que supone para ella hacerlo a través del mundo tangible. Comprender el autismo me ha ayudado también a comprender el por qué de esos planos perpetrados para acercar al espectador a todo aquello perceptible a través de los sentidos, sobretodo a través del tacto. Tanto es así, que la directora casi consigue hacerte creer que estás palpando la carne degollada y oliendo a matadero, entre otras cosas. Lo hace a propósito, y lo hace muy bien. A fin de cuentas, se trata de hacer hincapié en la alteración sensitiva que padece la protagonista.
woodytina
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