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Una jornada particular

Drama El 6 de mayo de 1938, Hitler visita Roma. Es un día de fiesta para la Italia fascista, que se vuelca en el recibimiento. En una casa de vecinos sólo quedan la portera, un ama de casa, Antonietta y Gabriele, que teme a la policía por algún motivo desconocido. Al margen de la celebración política, Antonietta y Gabriele establecen una relación afectiva muy especial que les permite evadirse durante unas horas de la tristeza y monotonía de ... [+]
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Críticas 53
Críticas ordenadas por utilidad
16 de enero de 2011
30 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las historias que llegan así, con la mayor sorpresa, sin aviso alguno, sin esperarlo ni imaginarlo, son las que hacen que piense que el cine es una forma de expresión especial. "Una jornada particular" se ha convertido de repente en un título de diez, diré por qué.

Una película se convierte en única cuando los actores combinan perfectamente con la historia, cuando no hay nada que se le pueda echar en cara, nada sobra y nada falta, todo fluye inevitablemente, lo diré claro, una película es especial cuando te toca el alma, cuando sientes y padeces como si aquello fuera real, cuando el interior se altera necesariamente, aunque te encuentres ante una pantalla de TV, aunque eso sea ficción. "Una jornada particular" me ha sorprendido porque me ha dolido, puede que porque se trata de una de las historias con el derroche de sentimientos (por parte de la pareja protagonista) más intenso en tan breve espacio de tiempo que haya visto nunca. Se conocen y se despiden en... el tiempo que dura un mitin fascista!! Con mayor acierto no se pueden hacer las cosas, pocas veces he visto a dos actores interpretando a tan elevada altura a la vez.

Y duele, duele mucho. La conjunción tan arriesgada de la esencia de ambos, se puede leer en las sinopsis, un homosexual y una ama de casa adicta al régimen fascista, me ha hecho dudar de que el resultado pudiera ser destacable.

Entonces he visto la soledad de él, he visto la soledad de ella; he sentido la soledad de ambos, el querer y no querer de ella, la lucha interior de él; las razones, las de él, las de ella, sus almas, puede que la mía también, gritando; un encuentro casual que se convierte en trascendental para su vida, la de ella; la amargura, la desdicha, la de los dos; mirar por la ventana para buscarlo, eso ella; buscarlo y no encontrarlo, eso ya no será posible, a partir de entonces lo llevará siempre dentro suyo.

Y tantas, tantas cosas más; puede que sea verdad aquello de que el amor cuando duele, es porque es amor de verdad.
Luisito
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2 de agosto de 2011
18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas películas consiguen captar tanto un ambiente como esta excelente película de Scola. El comienzo ya nos sitúa casi físicamente en en una casa romana dominada por la sombra del fascismo. Es un hogar patriarcal en el que el hombre y los hijos lo son todo. Un universo viril y discriminatorio con la mujer.

En el piso de alado un personaje extraño, aislado, casi marginal que tiene un delito inadmisible para la época: es homosexual. Entre la sumisa esposa y el periodista solitario surge una complicidad, un deseo de comprensión mutua en la inmensa soledad de su existencia. Son dos seres trágicos que terminan necesitándose cuandodo todo lo que les rodea en el exterior es muy lúgubre y trágico, aunque revestido de pompa institucional y euforia exterior.

Scola recrea la angustia de estos dos desclasados de forma concisa, sin tapujos de ningún tipo, dando lugar a uno de los más increibles romances que ha conocido la historia del cine. Y la pareja Mastroianni-Loren consigue algunos de los mejores momentos interpretativos jamás vistos.
ALVARO
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10 de junio de 2009
19 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Debo bajarle la nota porque la primera vez la encontré de notable, pero la segunda se me ha hecho algo lenta. No obstante, no deja de ser una buena película. Sustentada sobre los que quizá sean los más grandes actores que ha dado el cine italiano (Sophia Loren y Marcello Mastroianni), "Una jornada particular" es desde luego el título más apropiado. Jornada, porque efectivamente el metraje abarca desde que una familia se levanta hasta que se acuesta; y particular, porque ambos protagonistas creen que van a vivirla de un modo individual y distinto, hasta que se encuentran fortuitamente (quizá la escena que propone Scola para que lo hagan es algo forzada, pero después el guión es perfecto al dejar que fluya esa amistad).
Mientras Roma entera celebra la llegada del que su dictador asegura les ayudará a construir un mundo nuevo al haber sido elegidos para ello, dos personas que no cuentan para ese régimen totalitario (una resignada esposa nacida para "cargar" con las tareas de la casa y un locutor de radio no aceptado políticamente) encontrarán por un día la libertad que se les ha negado.
Creo que es un acierto apostar por la fotografía grisácea y sucia como el barrio donde viven Antonietta y Gabriele. Es cierto que la película tiene altibajos y a ratos se hace un poco monótona al transcurrir en un único escenario (el inmueble de pisos), pero sólo por la escena que describo en spoiler merece la pena subirle la nota.
Sophia Loren sigue siendo una bella mujer pese a que traten de demacrarla y no la maquillen. Por su parte Marcello Mastroianni borda su papel, ya que se comporta como un caballero educado, culto y discreto. Curiosamente lo contrario a la portera que tanto critica.
Nota: 6,8
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Luis Miguel
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12 de octubre de 2014
17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
135/10(13/09/14) Ettore Scola realiza una valiente oda en contra de los fanatismos y sus injusticias, y al entendimiento entre diferentes, en una cuasi-obra teatral con apenas dos personajes, se vale para exponer con sutilezas las frustraciones de dos personajes arrastrados en una vorágine de amrgura existencial, arrollados por un tiempo de extremistas que marcaban a fuego su territorio y donde cabían los que pensaran o actuaran fuera de las reglas fascistas. Todo esto atomizados por dos intérpretes en su cumbre de madurez, estableciéndose entre los dos una química ardiente y sofocante, una Loren y Mastroiani Gloriosos. Sinopsis omitida por falta de espacio.

El guión escrito por el propio realizador junto a Ruggero Maccari (“La Escapada” o “Perfume De Mujer”), de la historia rezuma ternura, hondura emocional, sutilidad, tocando temas como el hastío matrimonial, la homosexualidad, la libertad sexual, la alienación hacia el diferente, el borreguismo fascista, los prejuicios sociales, la hipocresía moral, en lo que es un notable homenaje al espíritu de Libertad personal, quedando un crudo drama, en el que se radiografía un tiempo en Italia donde todos se suponían que debían ser “buenos fascistas” y adoradores de Benito Mussolini, esto se expone en el film como si las ideas fascistas fuesen un tsunami que arrasan con todo, todos los italianos buenos fachas, y el que no era buen italiano, se hace un fresco desalentador de los ciudadanos, soñadores de hacer renacer el milenario Imperio romano de los Cesares, ilusos que firmaban con sus egos cheques que su nación no podría cubrir. Scola se detiene en un solo día de una típica mujer musolininiana, Antonieta, una ama de casa con 6 hijos, que se dedica a sus labores, con un esposo metido en los grupos fascistas, una abnegada madre que cree fielmente en el Duce, pero en realidad tras su coraza de fortaleza se esconde una mujer frustrada, vacía, desilusionada, infeliz, en realidad sola, y en estas se encuentra con Gabrielle, un alma arrinconada por su condición sexual, un apestado del fascismo, un verso suelto para el Estado Imperial, dos seres solitarios que parece nada tienen que ver uno con otro pero que encuentran lo mucho que les une, sus amargas existencias tienen por un día alguien que les acepte, que les comprenda, que les de cariño, esto en alegórica contraposición con lo que se oye de fondo, a los 2 Monstruos de la Intolerancia, Hitler y Mussolini,

Sophia Loren a sus radiantes 43 años está sublime, el glamur y encanto erótico de antaño ha sido enmascarado con mérito para dar paso a una ama de casa desaliñada, con el pelo alborotado, sin maquillaje, clásico retrato de la Mamma fascista, una procreadora acérrima, sin quejas, sin cultura, servicial y mujer florero, que su gran afición es coleccionar botones perdidos que no tienen pareja, quizás como ella se siente, sin su media naranja, y esto lo transmite con hondura, con una profunda mirada tristona, con una gestualidad cansina, esto se invierte al ilusionarse por ese ser enigmático que es Gabrielle, Loren es un torbellino de emociones, que magnetiza por la fuerza de la pasión que pone en lo que hace. Curiosamente el relato tiene un hecho autobiográfico, la historia de cómo se desmayó Antonieta al ver una tarde pasar al Duce a caballo en Villa Borghese, y entonces supo que estaba embarazada de otro de sus hijos, Littorio, metáfora del poder cuasi-divino en la procreación de Mussolini, pues a la madre de Sophia Loren, Romilda Villani, le sucedió esto tras ver al dictador, y estaba en cinta de su hermana Maria. Marcello Mastroiani es otro que da una vuelta su registro de galán mujeriego, haciendo aquí de sensible, melancólico homosexual, sabe expresar que tras la careta de simpatía jovial hay un sufridor, es la cara opuesta a Antonieta, es el hombre culto, elegante, atento, el compresible, el que escucha, el que sabe ver el dolor ajeno, excelso, es un exponente de las víctimas del “Paraíso Fascista”, Marcello sabe emitir toda una gama de sentimientos sin tener que recurrir a la sobre actuación, su labor es contenida, pero sentida, sabe hacer que veamos la tormenta que vive en su interior. Y entre los dos mana una chispeante compenetración, se complementan de forma formidable, con juegos de miradas portentosas, fascinantes sus trabajos. También destaca la villana presencia de Françoise Berd que en pocos segundos en pantalla consigue crear un ser repelente que huele a auténtico.

La cinta te atrapa desde su inicio, primero con las llamativas imágenes de archivo sobre la llegada de Hitler a Italia, y después con el impresionante travelling, una brillante plano-secuencia de más de 45 minutos, la cámara flota por las ventanas de un gran bloque de pisos, vemos que amanece y la gente empieza a levantarse, de pronto se detiene en uno que una mujer de mediana edad en bata se prepara un café, la cámara lentamente se introduce cual voyeur en el interior de la vivienda, la mujer con la taza en la mano se mueve por el hogar despertando a su numerosa prole, Umberto, Fabio, Arnaldo, Romana, Maria Lui, la cámara la acaricia suavemente en su paseo desperezador por la casa, ella dirige como deben entrar al baño, mientras se toma el café sin parar de moverse, acabando de avivar a su esposo Emanuele, al que le da su café, este se queja de que es poco a lo que ella vivazmente le responde que es concentrado, Emmanuele se queja del poco tiempo que tiene para ir a la concentración, Antonieta le dice que se hubiera acostado antes, él dice que si es que no puede divertirse con los amigos, ella repite sus palabras socarronamente, dando a entender que no le cree y que hay algún affaire extramarital de él, esto mientras saca al pequeño Littorio de entre las sábanas de su cama, exultante presentación de la protagonista, y dejando Scola estela de su prodigiosa maestría filmando, pero además Scola realiza un relato circular, termina con otro plano-secuencia, soberbio,… (continua spoiler por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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12 de abril de 2015
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Qué gran director es Ettore Scola. Italia siempre ha puesto el listón muy alto en el cine Europeo (y a veces, mundial), y, aparte de Tornatore, Benigni, Fellini, De Sica y Visconti, se ha colado ya Scola definitivamente en mi ránking de realizadores italianos preferidos.
El dúo Loren-Mastroianni desprende una química tan aplastante que verlos juntos en pantalla es sinónimo de deleite. En cuanto me percaté de que tenía “Una jornada particular” en mi larga lista de películas pendientes y que en ella intervienen ellos dos, no me lo pensé y la hice pasar por delante de otras.
Suscita emociones y reflexiones muy profundas para lo poco que dura. Es de las que me llenan corazón y espíritu. Quisiera pasarme horas comentándola, pero hay que restringirse al corto espacio de que se dispone y casi todo lo que quisiera expresar se quedará, como siempre, guardado en el vasto cajón de las cosas no dichas.
Scola tomó un acontecimiento crucial, un día muy marcado en el calendario romano: el 6 de mayo de 1938, día en que Roma entera se echó a la calle para presenciar el desfile militar en honor de Hitler, que estaba de visita. La película se inaugura con imágenes de archivo y la voz del locutor que retransmitió por la radio el acontecimiento.
En la casa de los Tiberi, ese día comienza tan temprano como de costumbre para Antonietta, un ama de casa entre las miles que se despiertan demasiado pronto, antes que los demás, con un perpetuo cansancio en los huesos, con la sensación de no haber dormido bastante. Nunca se duerme bastante cuando se tienen seis hijos y puede haber alguno más en camino, un apartamento donde a duras penas se termina de recoger, ordenar, limpiar, fregar, cocinar, reparar algo estropeado, coser y zurcir la ropa que hay que reaprovechar y estar en mil cosas a la vez. La familia numerosa tradicional, el macho latino que preña a su mujer año tras año y hace cosas de machos y la mujer latina hacendosa, esposa y madre devota, un mueble más que se mueve y habla, una fregona andante. Nadie, ni marido ni hijos, se detiene a considerarla más allá de su rol estrictamente impuesto y delimitado por la decentísima moral nacional. Nadie se para a interesarse por sus necesidades, no le preguntan si es feliz, si echa de menos otro tipo de vida que no puede tener, inconcebible para ella. Todos dan por hecho que la donna italiana de clase trabajadora ha de ser una matrona abnegada, sin identidad propia, supeditada a quienes la rodean, siempre dispuesta a atender, satisfacer, comprender y perdonar.
Antonietta está tan ocupada que no tiene tiempo para sí misma, muy raras veces dispone de un ratito pero es casi un pecado emplearlo en distraerse o simplemente darse un pequeño respiro. Ella es admiradora, como tantos, del Duce y respira la ideología fascista como si fuese el mismo aire. Tal y como hacen millones de italianos que se saludan con el brazo en alto. El desfile que tiene a Roma en vilo tal vez le habría hecho ilusión si no estuviese tan cansada y, sí, secretamente desilusionada. Prepara a toda su familia para asistir al evento, pero ella se quedará en casa con su viejo vestido, sus raídas zapatillas y su cabello a medio peinar, pues nadie hará las tareas en su lugar si se va al desfile, que promete prolongarse durante buena parte de la jornada.
No está segura de que tener la casa entera para sí la anime mucho, con todo lo que hay por hacer, pero al menos la tímida sensación de libertad, sin los niños de por medio, y la insólita tranquilidad del edificio hoy prácticamente vacío, le conceden una tregua casi agradable, dulce.
Un intervalo a solas, que toda ama de casa, por diligente que sea, agradece. Entonces interviene la casualidad, el destino o esa oportunidad que tan pocas veces se presenta en la vida. Y, no estando rodeada por una vez de toda la gente que la anula (exceptuando a la chismosa, cotilla y suspicaz portera, abanderada de la ultradecencia fascista), mirará por primera vez por la ventana y descubrirá otra ventana con otra vida, que aunque distinta podría ser un espejo de la suya...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
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