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España España · MADRID
Críticas de ALVARO
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Críticas 139
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
4
4 de octubre de 2021
5 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para muchos de nosotros James Bond es una especie de Woody Allen bis: te ha dado muchas satisfacciones, no te pierdes ningún estreno suyo, a pesar de que sabes que hace mucho tiempo que dejó de ofrecerte lo que esperas de él; guardas la secreta esperanza que te devuelva aquello que tanto te gustó en su momento aunque internamente sabes que es casi imposible. No es culpa de nadie realmente, como los grandes equipos todo tiene fecha de caducidad y la de 007 se produjo hace mucho tiempo con una gloriosa excepción: Casino Royale.

Existe una cierta unanimidad en alabar la etapa de Daniel Craig como Bond. Es cierto que su inicio fue espectacular con la referida película de 2006 y que en sus películas se ha dado al personaje unos matices que, posiblemente, han permitido su subsistencia. Pero no dejo de pensar que esa trascendencia soterrada, ese aire grandilocuente, ese pasado oscuro y atormentado, el empeño en definitiva de parecer querer psicoanalizarlo entre tanta pelea y mamporro termina por resultar cargante. Porque con esa línea lo que se ha conseguido es que el personaje pierda sus esencias esenciales; Bond ha sido siempre un golfo amoral con mucho encanto y mala leche. Querer entender permanentemente porque es así, y que secretos oculta en el fondo resulta prescindible. Casi se echa de menos ese juerguista que creó Roger Moore en los años 70 y que Pierce Brosman retomó en los 90. Y resulta curioso comprobar como la visión del personaje de Timothy Dalton (el Bond más injustamente subvalorado de todos) fue vapuleada en su día por ser considerada muy "seria" y ahora se alaba permanentemente esa misma idea pero llevada bastante más allá de lo deseable.

"Sin tiempo para morir" es larga, muy larga. Hay mucha explosión, mucha pelea, pero su trama es enrevesada y no está muy bien narrada. No es una historia que dé para casi tres horas. A su protagonista le pesan los años de manera cantosa. La cinta además, comete para mí un sacrilegio muy propio de esta última etapa que es la convertir a los villanos en una figuritas cargantes y ridículas, con un aire afeminado que no viene a cuento y que los hace más irritantes que amenazadores.

Seamos sinceros: desde la excelente e incomprendida "Licencia para matar" (1989) solo dos entregas merecen tenerse en cuenta: "Goldeneye" (1995) y "Casino Royale" (2006), no por accidente los dos primeros trabajos de los actores que heredaron el rol. Porque cada nueva etapa con distinto actor permite abrir vías en función del mismo, pero como en definitiva la vaca no puede ordeñarse mucho más....una vez pasada la innovación primeriza, los argumentos flojean y esos intentos permanentes de actualizar al mito y ajustarlo a los nuevos tiempos terminan por no resultar convincentes.
Craig se despide del personaje con un nota alta en cuanto al desafío de mantener la rentabilidad del mito. Pero a costa de desnaturalizar algo el mismo. Otra cosa es que dé para más.
ALVARO
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9
1 de octubre de 2018
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde hace más de veinte años, mas o menos, la corrupción forma parte de la vida cotidiana de los españoles. Ya no causa pavor encontrase con una noticia en prensa sobre financiación ilegal, cobro de comisiones, uso de los privilegios del poder para enriquecimiento y todo lo que usted puede asimilar a tan funesta práctica. Se suceden las tertulias, los editoriales, las declaraciones de unos y otros. Todo ello resulta mas bien aburrido y farragoso. Ya no cuenta con el don de la novedad. Por reiterativo ha terminado resultando cotidiano y hasta integrado en la tradición esperpéntica hispana.
El cine´español no se ha acercado en demasiadas ocasiones a un fenómeno que puede dar tanto jugo. Ya se sabe, siempre se tendría la tentación del maniqueísmo o del oportunismo. De señalar a unos y dejar de lado a otros. En definitiva los riesgos del "Y tú más" tan realmente asqueroso.
Rodrigo Sorogoyen ha cogido, sin embargo, el toro por los cuernos. El trasfondo se inspira claramente en el caso "Gurthell", pero no señala colores de un lado ni de otro. Hay un partido político innominado compuesto por siniestros personajes en torno a los cuales se empieza a estrechar un cerco de descubrimiento de sus tejemanejes. En especial un Consejero autonómico (Antonio de la Torre) se ve en la picota tras la revelación de unas grabaciones comprometedoras. Es un tipo acostumbrado a la arrogancia del poder, a no tener límite en su ambición, a asumir como rutinario lo que no admite excusa moral. Y empieza la pesadilla. su partido le da la espalda, los que le hacían la pelota le toman como un apestado, el futuro se le oscurece. Y él reacciona amenazando con contar lo que sabe, pasa al ataque con ese mensaje tantas veces visto: lo mío es la punta del iceberg, pecata minuta si se compara con lo que esconde la organización a la ayer rendía pleitesía y hoy me ha dejado arrinconado, sólo ante el peligro. Yo no era más que una pieza más del engranaje y no estoy por la labor de comerme el marrón yo solito.
"El reino" adopta formato de oscurísimo thriller, trepidante, con un montaje dinámico que nos mete casi en la piel de su oscuro protagonista. Es muy interesante lo que pasa, y sobre todo da mucho miedo, por que es demasiado real. No se trata de una insulsa tertulia de la mañana radiofónica, es la imagen en la pantalla, aunque sea a través de la ficción, de unos personajes que , en la vida real, rigen el destino de millones de personas, su hacienda, su futuro laboral, la educación de sus hijos, el cuidado de los ancianos. Da pavor pensar que tanta mezquindad, tal ausencia de referentes éticos y morales rigen la vida pública. Toda Facultad de Ciencias Políticas debería pasarla a sus alumnos cada año.
Los actores están soberbios. De la Torre borda su papel de monarca destronado, de príncipe de las tinieblas que inicia una angustiosa carrera en pos de su salvación y descubre toda la podredumbre que le rodea y de la que antes sacaba partido. El gran José María Pou llena la pantalla en cada aparición y el resto de secundarios no le va a la zaga en sus breves apariciones.
Necesaria, brillante, inquietante. Gran cine, en definitiva
ALVARO
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7
27 de diciembre de 2017
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
De sobra es conocido que el maestro neoyorkino se ha significado a lo largo de su extensa carrera por un uso del humor más negro que se ha visto en la historia del cine. Cómo sus diálogos afilados y sus personajes, en ocasiones reales en otras estrambóticos, nos consiguen arrancar una sonrisa cuando no la carcajada a pesar de tratar situaciones no sólo serias sino en ocasiones hasta trágicas.
Hay, sin embargo, un Allen carente de humor. Ese que se manifiesta en realizaciones como "Interiores", "Otra mujer" o "Blue Jasmine". De vez en cuando quiere plantear pura y simplemente tragedias de personajes desorientados, indefensos, sin rumbo claro en la vida y que no encuentran ni siquiera esbozos de humor con los que olvidar sus penas. Hay veces en las que ha mezclado de forma explícita la comedia el drama con grandes resultados como "Delitos y faltas" o "Melinda y Melinda", a fin de cuentas casi todo cabe en una filmografía con 50 títulos a la espalda, nada menos,
"Wonder Wheel" se sitúa en ese grupo de cintas sin atisbo a la esperanza. Hay mucho en ella de drama americano del siglo XX, en su espíritu pululan autores como Tenesse Williamns, Arthur Miller o Eugene O´Neil; es teatro dramático directo a la yugular. Su protagonista femenina es la siempre espléndida Kate Winslet, que compone una personaje lleno de frustraciones y que se agarra a ilusiones sin mucho fundamento para sobrevivir. La película habla del precio de nuestras decisiones y de como el guion previsto para nuestras vidas en muchas ocasiones nos falla. Todas las interpretaciones rayan a gran altura y sólo cabe reprochar algunas lagunas de su final.
No es aleatorio que las dos realizaciones más sólidas del Allen reciente sean "Blue Jasmine" y esta nueva entrega de su inagotable imaginación. El humor caustico ya dio sus mejores momentos; pero queda en el mismo todo el poso de su inmenso bagaje cultural. Y no conviene olvidar que, en fondo, la comedia siempre fue mucho más complicada que el drama
ALVARO
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8
4 de diciembre de 2017
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
No conozco la narrativa de Javier Cercas y esta película supone mi primer acercamiento a su universo particular. En ella se nos cuenta la inquietante historia de un oscuro perdedor que busca a toda costa su redención personal a través de la escritura, de logar el reconocimiento del artista que tape una vida oscura y sin perspectivas en la que un mañana teñido de gloria literaria consiga dejar atrás no pocos años de frustración.
Se trata de una película bien hecha, muy volcada en el trabajo de su actores, en especial de un Javier Gutiérrez en magnífico estado de forma y con personajes secundarios de gran fuerza, como el maestro caracterizado por Antonio de la Torre. Hay en ella una trama muy acertadamente construida, y juega con solvencia con la mezcla de géneros; no es un policiaco, pero nos mantiene en vilo con su intriga, no es un drama , pero sus personajes se acercan al patetismo, no es una comedia, pero resulta difícil no esbozar en ocasiones un sonrisa con lo que se nos muestra en la pantalla. Es en definitiva una historia que nos engancha y confirma la buena mano de su realizador para los relatos teñidos de un cierto aire escabroso ("La flaqueza del bolchevique", "Canibal")
ALVARO
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6
4 de diciembre de 2017
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La inmortal narradora de misterio ha conseguido sobrevivir a lo largo de los años, mucho más que cualquier otro cultivador del género policiaco gracias sin duda a las adaptaciones del sus novelas a cine y televisión con mayor o menor fortuna; destacando con luz propia la serie británica de finales del siglo XX y comienzos de XXI con David Suchet como Poirot. Denostada por la crítica, nadie le puede discutir, ya con más de 40 años desde su muerte que sigue siendo la reina absoluta del crimen imposible, del truco de magia, parte tramposo, parte cartesiano, que siempre aguarda al final de sus narraciones, y que casi nadie (por mucho que alguno farde de ello) suele adivinar.
Volver a contar el misterio acontecido en el Orient Express suena a algo innecesario. Primero porque casi todos los aficionados al género y devotos de la maestra saben el desenlace, y segundo por el hecho de que ya se había llevado a la pantalla en varias ocasiones y ,además, la 1974 dirigida por Sidney Lumet con Albert Finney como Poirot estaba muy bien.
Pero ya puestos en materia cabe decir de la versión de Branagh permite aportar matices y novedades a una historia muy intrigante. La primera y más importante la nueva versión del detective que en manos del británico se convierte en alguien muy distinto al descrito en las novelas, tanto desde el punto de vista físico como en cuanto a normas de actuación. Es un Poirot más dinámico, hasta con cierto gusto por la acción. La segunda es un aprovechamiento de los exteriores inédito en las anteriores versiones. Los personajes son muy breves como para profundizar en ellos, pero en algunos casos la comparación con la versión del 74 no es muy favorable, salvo quizá en el caso de Johnny Depp y Judi Dench. Con todo la presencia de estrellas en los roles compensa cualquier vacío. Hay algo de apresuramiento en la resolución de la intriga, pero sin lugar al duda es un desenlace tan ingenioso que compensará de sobra a quien se acerque por primera vez a la historia (a los que hay que mirar con envidia).
Reservada a dos públicos: primerizos o fanáticos de la reina del crimen
ALVARO
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