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Testigo

Intriga. Thriller Un enigmático hombre de negocios en nombre de una misteriosa organización se pone en contacto con Duval para ofrecerle un trabajo sencillo y bien remunerado: transcribir escuchas telefónicas interceptadas. Duval, económicamente desesperado, acepta sin preguntar sobre la finalidad de la empresa que lo contrata. De pronto, envuelto en un complot político, debe afrontar la brutal mecánica del mundo oculto de los servicios secretos. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 27
Críticas ordenadas por utilidad
28 de febrero de 2018
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Por qué Testigo? ¿Testigo de qué? Mucho mejor el título original, La mécanique de l'ombre. Carece de todo significado, pero es más pomposo. Y más bonito. Vacuo, superficial y estético. Como la misma película.
Veamos: un agente de seguro que lleva dos años en el paro, apuntado a AA desde la debacle, es contratado por un empleador misterioso para llevar a cabo un trabajo misterioso: transcribir a máquina cintas de conversaciones grabadas. Pronto comprenderá que se halla metido en un lío de ramificaciones políticas impredecibles...
Si no fuera por François Cluzet, apaga y vámonos. Quienes me leen saben mi querencia por el cine galo, pero hay que ser objetivo y neutral en cuanto escribes una crítica. Los guionistas se liaron a mitad de película y abandonaron el terreno de La conversación para adentrarse en los caminos trillados del thriller político, hasta desembocar en una media hora final de patochadas en serie. Simplemente, no es creíble lo que sucede en el desenlace. Por fortuna, es lo bastante breve para no molestar. Nada a destacar en el terreno de la banda sonora o la fotografía. Puesta en escena parca y convencional, personajes tópicos, falta de emoción. La atmósfera intrigante del principio se va deshilachando a medida que avanza la trama. Lástima.
Eduardo
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19 de junio de 2017
17 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Puro engaño, ampulosa artificiosidad… no se me ocurre mejor manera de resumir la sensación que me ha provocado el visionado de esta alabada película francesa. Y el pecado original no está tanto en la realización – que es competente y sabe crear y mantener un clima de sospecha y peligro – sino que se debe al calamitoso guion (del que también es corresponsable el propio realizador, Thomas Kruithof), el cual supura quiebros temerarios y enredos calenturientos, como abducido por una obsesión paranoica en conspiraciones y corruptelas varias dentro de la policía francesa (o en los servicios secretos del Estado galo), que parecen fruto de unas fiebres o dengues tropicales, al infestar de cansina y rebuscada arbitrariedad cada escena de la cinta, lo cual produce perplejidad y hastío en el sufrido espectador.

Por lo tanto, si se trata de ver con total indulgencia como una sucesión de escenas ominosas que parecen bien trabadas – con un mínimo de solvente carpintería – podría tener un pase. Pero cuando se pretende seguir las florituras y adornos de la trama para ver si el deslavazado rompecabezas propuesto tiene algún sentido, el castillo de naipes se viene abajo, ya que no hay un mínimo de consistencia, ni de enjundia, ni de verosimilitud en el descabellado tiovivo que se urde con tajante desprecio por el espectador y nulo respeto por la credibilidad o, al menos, por la coherencia narrativa del relato. Ocurren algunas cosas, hay algún asesinato, hay cierta violencia repugnante y algunas escenas de suspense, pero en todo momento permanece la desagradable sensación de que asistimos a un refrito indigesto que combina el cine negro y la conjura política, pero sin saber por cual decantarse.

No basta con crear un buen personaje protagonista (y contar con un excelente actor como François Cluzet para encarnarlo) para conseguir que perdonemos los errores garrafales de una historia carente de interés, ayuna de nervio, menoscabada por sus múltiples ocurrencias arbitrarias de principiante que pretenden pasar por genialidades de maestro. La atmósfera viciada que se retrata produce una total indiferencia, la desesperación de su protagonista resulta risible de tan forzada y melodramática, su desgraciada historia personal y sus torpes escarceos sentimentales parecen un caprichoso pretexto narrativo para estirar el endeble y escaso metraje. Vamos, que estamos ante un monumento a la torpeza o un mausoleo de la fatuidad. Muy francés todo ello, pero – sobre todo – muy pesado y prescindible.

Ni enigma, ni emoción, ni misterio. El secreto a voces es su brutal nulidad presuntuosa.
antonalva
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7 de junio de 2017
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin prisa y con buena letra se desarrolla este thriller de espionaje, sencillo en su puesta en escena aunque complejo en la trama política y de conspiraciones que poco a poco vamos descubriendo a través de los ojos de su protagonista principal impecablemente interpretado por Françóis Cluzet.

La atmósfera de misterio que impregna toda la película nos mantiene en vilo mientras sale a la luz la verdad, no solo de la propia película, sino también de como funcionan desgraciadamente los estamentos que dirigen nuestra sociedad. Todo esto condensado en menos de hora y media con un guión coherente que huye de innecesarios artificios.

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Cine de Patio
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29 de junio de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Existe en el cine francés una larga tradición de películas de género negro, policiacas o de intriga, que nada tienen que envidiar a las realizadas al otro lado del charco. Autores (y no utilizo el término de forma gratuita) como Jean-Pierre Melville o Henri Verneuil supieron, cada uno a su manera, dotar al género de unas señas de identidad perfectamente reconocibles y apreciables. Algunas de esas obras tenían a veces un poso político, es decir, que ponían sobre el tapete los manejos e intrigas de gobernantes y opositores, de servicios secretos y demás engranajes del sistema.

A esta última categoría pertenece la primera película como director de Thomas Kruithof, Testigo, una suerte de thriller político con espías y turbias piruetas para conseguir fines no demasiado lícitos. Un exalcohólico que ha perdido su trabajo en circunstancias no demasiado claras es contratado por un misterioso hombre de negocios para transcribir escuchas telefónicas interceptadas. Debe hacerlo en una máquina de escribir, solo, en un apartamento, y no hablarle a nadie del trabajo que realiza.

El arranque de la película es brillante, con una primera parte que contiene las suficientes dosis de misterio como para mantenerme interesado. Las conversaciones que el protagonista debe transcribir, el tecleo incesante de su máquina, el piso solitario en el que trabaja... Todo parece inquietante y envuelto en un deliberado clasicismo que emparenta a esta obra con otra época, con un cine que apenas se hace en la actualidad.

Pero a partir de la segunda mitad el asunto deja de sorprenderme, se vuelve más bien rutinario e incluso farragoso en algunas ocasiones, a fuerza de giros de guión y una trama algo enrevesada. No obstante, Kruithof se revela como un narrador solvente, manejando la acción con buen pulso y no dejando que la película decaiga en ningún momento. Sus apenas noventa minutos de metraje contribuyen también a que el mecanismo funcione con precisión y no se agote en su propia ambición.
J C
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4 de julio de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con un toque de cine clásico de espías, casi cine negro, actores más que creíbles (siempre en su sitio François Cluzet, siempre), una atmósfera opresiva que arrastra al espectador, nos vemos ante una película eficaz, que no acaba de dar el salto para ser algo más, que parece conformarse con que el espectador juegue durante menos de hora y media (metraje más que suficiente, a ver si aprenden otros directores) con las reglas que el director y la historia nos van marcando pero, y ahí está el quid de la cuestión,que el espectador salga de la sala sin pensar más en la película, en la trama, en los personajes. Se ve con gusto, con interés indudable, sí, pero se olvida rápido. En fin, cine de consumo francés con cierta clase, como no podía ser menos, y buena realización. Bastante para interesarnos.
melchorin
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