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España España · Madrid
Voto de J C:
7
Intriga. Thriller Un enigmático hombre de negocios en nombre de una misteriosa organización se pone en contacto con Duval para ofrecerle un trabajo sencillo y bien remunerado: transcribir escuchas telefónicas interceptadas. Duval, económicamente desesperado, acepta sin preguntar sobre la finalidad de la empresa que lo contrata. De pronto, envuelto en un complot político, debe afrontar la brutal mecánica del mundo oculto de los servicios secretos. (FILMAFFINITY) [+]
29 de junio de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Existe en el cine francés una larga tradición de películas de género negro, policiacas o de intriga, que nada tienen que envidiar a las realizadas al otro lado del charco. Autores (y no utilizo el término de forma gratuita) como Jean-Pierre Melville o Henri Verneuil supieron, cada uno a su manera, dotar al género de unas señas de identidad perfectamente reconocibles y apreciables. Algunas de esas obras tenían a veces un poso político, es decir, que ponían sobre el tapete los manejos e intrigas de gobernantes y opositores, de servicios secretos y demás engranajes del sistema.

A esta última categoría pertenece la primera película como director de Thomas Kruithof, Testigo, una suerte de thriller político con espías y turbias piruetas para conseguir fines no demasiado lícitos. Un exalcohólico que ha perdido su trabajo en circunstancias no demasiado claras es contratado por un misterioso hombre de negocios para transcribir escuchas telefónicas interceptadas. Debe hacerlo en una máquina de escribir, solo, en un apartamento, y no hablarle a nadie del trabajo que realiza.

El arranque de la película es brillante, con una primera parte que contiene las suficientes dosis de misterio como para mantenerme interesado. Las conversaciones que el protagonista debe transcribir, el tecleo incesante de su máquina, el piso solitario en el que trabaja... Todo parece inquietante y envuelto en un deliberado clasicismo que emparenta a esta obra con otra época, con un cine que apenas se hace en la actualidad.

Pero a partir de la segunda mitad el asunto deja de sorprenderme, se vuelve más bien rutinario e incluso farragoso en algunas ocasiones, a fuerza de giros de guión y una trama algo enrevesada. No obstante, Kruithof se revela como un narrador solvente, manejando la acción con buen pulso y no dejando que la película decaiga en ningún momento. Sus apenas noventa minutos de metraje contribuyen también a que el mecanismo funcione con precisión y no se agote en su propia ambición.
J C
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