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Orden: Caza sin cuartel

Cine negro. Thriller Un ladrón que asesina a sangre fría a un policía es perseguido por las calles de Los Ángeles. Los policías siguen su rastro hasta las mismas alcantarillas de la ciudad. (FILMAFFINITY)
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Críticas 12
Críticas ordenadas por utilidad
29 de marzo de 2018
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
He walked by night (Orden: Caza sin cuartel, 1948) se trata de una película de cine negro de cuya autoría se discute aún hoy actualmente. Al parecer, la película fue dirigida oficialmente por Alfred L.Werker, pero se sabe y es reconocido que Anthony Mann rodó numeroso metraje para la película1. Un crítico clásico atribuiría las mejores partes a Mann y dejaría lo peor para Werker, teniendo en cuenta que uno es uno de los grandes directores de la historia del cine y del otro poco se estima hoy en día. Lo cierto es que Orden: Caza sin cuartel tiene cosas muy positivas, pero también otras tremendamente lastrantes. Sin duda, lo mejor es quedarse con algunas partes de su estética, que se pueden incluir perfectamente dentro de lo mejor del género, y obviar lo rutinario y propagandístico que presenta.

El guión nos presenta una persecución policial, que llevan los agentes de policía de los Ángeles contra un huidizo criminal que además de traficar con material robado es un asesino. La película se detendrá especialmente en las diferentes fases de investigación que realizarán los agentes. En realidad el guión no sorprende por su originalidad. Si algo resulta poco usual en la película es la manera en como se cuenta, utilizando una voz en off que copa gran protagonismo así como

El problema principal es que la película no emociona en casi ningún momento. El tono semidocumental que tiene la película se convierte en una losa fría que no consigue involucrar emocionalmente al espectador. Por una parte es un recurso que no tiene ningún efecto positivo en la narración, sólo consigue convertirse en un tedio que además parece ya pasado de moda en el momento de realizarse, con esa voz en Off que se abre desde el principio. Pero más allá de estética, este tono documental tiene un serio problema de fondo, y es que parece que la película trata de vendernos de manera descaradamente la policía de los Ángeles. Como si la película fuera una de aquellas obras cortas realizadas para la propaganda de los cuerpos de seguridad, pero en esta ocasión con recursos económicos de más calibre. La película pasa por todos los procesos de glorificación del cuerpo de policías que estamos acostumbrados a ver por pura influencia de la cultura norteamericana: La valentía de los agentes, que dan su vida por la sociedad, la eficiencia de los métodos que tiene la policía para conseguir sus objetivos (el resumen podría ser perfectamente: por muy listo que sea nuestro enemigo, nosotros lo somos más y tenemos mejores recursos) , en definitiva, una película demasiado blanda en este sentido, que incluso visto hoy en día puede incluso provocar sensaciones contrarias.

Además esta glorificación choca porque precisamente lo que resulta más positivo de la película es precisamente su villano principal (que además podríamos decir que debido a la ausencia de policías con carisma en el reparto, es básicamente el personaje principal) que tiene un gran gancho. Sin duda, la expectación de la película gira en torno a sus peripecias, y sino fuera por la crueldad desmedida de sus acciones, incluso podría empatizarse fácilmente con este personaje. Ayuda, la gran interpretación que realiza Richard Baseheart del papel.

Quedan del filme varias secuencias para el recuerdo, que sobresalen con mucha fuerza entre la mediocridad. Podemos destacar la llegada del criminal a las oficinas donde la policía planea plantarle una trampa: La secuencia está dirigida con un notable pulso, que mantiene la tensión, quizá utilizando una virtud que hoy en día está cuestionada, como es el uso de la lentitud. Por supuesto, la escena que siempre a colación cuando se habla de este filme en la que el criminal realiza una autooperación quirúrgica para extraerse una bala, secuencia que sería fusilada en numerosas películas del género posteriores. Y finalmente, tenemos la persecución final, que transcurre en unas alcantarillas y que sirve de escaparate plástico en el que el cineasta (quien quiera que fuera de los dos) se explaya con majestuosidad.

1BASINGER, Jeanine, Anthony Mann,Ed. Wesleyan University Press, Connecticut 2007, p.48
Kyrios
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21 de enero de 2022
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Peli de finales de los 40, rodada con un tono semidocumental, con un buen ritmo que va creciendo en intensidad y un muy buen Richard Basehart en el papel de astuto criminal. Es cierto que el resto del elenco no anda sobrado de carisma y que, como se ha comentado, la película tiende excesivamente a canonizar a la policia, pero bueno. Es un buen ejemplo del cine poiciaco de aquellos años. Final excelentemente rodado, por cierto, que os recordará en buena parte a "El tercer hombre". Poco presupuesto, pero buen cine.
Troglo
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7 de septiembre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece increíble que aún se puedan seguir descubriendo films espléndidos ¡de hace más de setenta años! (al menos yo). Lo descubrí al revisar sobre el papel la filmografía de Richard Basehart, un actor que siempre me ha gustado. Esta es una de las películas puramente policíacas realmente buenas de la historia. Pertenece a esa raza de films como "La ciudad desnuda" de Jules Dassin, precisamente del mismo año 1948, o más tarde, las de Kurosawa "Los bajos fondos" o "El infierno del odio", en que son minuciosamente seguidas, de forma casi documental, las técnicas y el trabajo de unos policías especialmente motivados para detener a alguien muy peligroso. En todos estos films no sobra ni falta una sola escena. Son trabajos de orfebrería en cuanto a todos los elementos que componen una película madura y siempre actual, no importa el año en que fueron hechas.

Son películas, además, desnudas de todo artificio que yo llamo "peliculero" a lo que nos fue acostumbrando el cine, sobre todo de Hollywood, buscando el recurso fácil a costa de cargarse la credibilidad e inflando la duración hasta cansar, y cada vez más hasta la fecha, en su afán por impactar al espectador fácil buscando inútiles y cargantes rizados de rizos o tres pies al gato. Nada de eso hay en esta película parca, directa, precisa.
Daniel
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27 de marzo de 2023
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Film noir de toda la vida. Muy bien narrado, con ese trepidante ritmo cochinero de las películas de acción, no es que vaya deprisa, ni mucho menos, pero no va lenta, no va despacio.
Forma parte de este tipo de cintas, que las hay a decenas, a quintales métricos, en las que el director se explaya en ensayar fórmulas cinematográficas nuevas. Los planos, la luces, los diálogos. De esta cinta me llama la atención el último plano, la persecución por las alcantarillas de la ciudad, muy similar a El Tercer Hombre, de Carol Read.
El Codirector para mi es desconocido. Pero lo cierto es que aunque cualquier página de internet considera que el director es Mann en la cinta, en al menos esta, solo figura el otro.
ÁAD
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19 de noviembre de 2023
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En la línea de las estupendas películas, “The House on 92th Street” (1945) y “13 Rue Madeleine” (1946), ambas dirigidas por, Henry Hathaway, el calificado director, Alfred Werker, también tuvo en aquella década del 40’, la oportunidad de hacer su película de propaganda, para demostrar lo efectivas que eran las instituciones policiales de los Estados Unidos de Norteamérica, al momento de perseguir a los más calificados y escurridizos delincuentes. Eran tiempos de posguerra; junto a los Aliados (la URSS, Inglaterra y Francia), también EE.UU. había jugado un significativo papel que llevó a ganar la II Guerra Mundial encausada contra el nazi-fascismo… y había que seguir demostrando que la seguridad del imperio del norte estaba garantizada.

<<ORDEN: CAZA SIN CUARTEL>>, se propone recrear otro caso de la vida real –“para que nadie piense que nuestras instituciones sólo ganan en la ficción”- y ésta vez se tratará de un delincuente que, de manera muy independiente, se ha dedicado a robar aparatos eléctricos –en los cuales es experto-, los cuales lleva luego al taller de electrónica de un amigo donde los ponen en venta. Pero resulta que éste no es un ratero del montón, tratándose de un individuo apuesto y bastante hábil, que parece conocer los métodos policiales y sabe cómo evadirlos con la mayor sagacidad… así que va a tener a las autoridades de Los Ángeles, California, bastante confundidas.

El guion firmado por, John C. Higgins y Crane Wilbur –libremente basado en el caso de, Erwin Walker, un criminal apodado, “Machine Gun”, que, en 1946, asesinó a varias personas-, contiene valiosos apuntes de trabajo en equipo y sentida responsabilidad con la profesión, al tiempo que demuestra que, cuando se tiene un alto compromiso con la comunidad y la justicia, y se usan como es debido los avances logrados en la investigación criminal, la posibilidad de parar una carrera delictiva es casi segura, porque, al creer en la dignidad de las autoridades, la ciudadanía colaborará sin reserva alguna.

Si lo que aquí vemos, se hacía con los avances alcanzados en investigación judicial de hace más de 70 años, lo que podría lograrse, hoy día, sería enorme en resultados si no fuera porque, en la época actual, ya es difícil saber quién es realmente honesto en las instituciones del Estado. Capacidad de descubrir a un delincuente abundan, ¡solamente faltan autoridades con principios y ética profesional! ¿Cómo puede ser, por ejemplo, que en Colombia, sobre 57.000 denuncias, tengamos el 94% de impunidad en las investigaciones de la Fiscalía General de la Nación? (1) ¡Un hecho impresentable!

El reparto de la película lo encabezan, Richard Basehart (Roy Martin), Scott Brady (Sargento Marty Brennan), Roy Roberts (el capitán Breen) y, Whit Bissell, como Paul Reeves. Todos ellos contribuyen a que tengamos una historia que nos engancha del primero hasta el últimos minuto.

(1) https://cambiocolombia.com/poder/94-de-impunidad-las-escandalosas-cifras-de-corrupcion-en-colombia

Título para Latinoamérica: EL DEMONIO DE LA NOCHE
Luis Guillermo Cardona
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