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Tamaño natural

Drama Michel es un hombre maduro que tiene todo lo que puede desear: un buen trabajo, una esposa brillante y una amante joven y apasionada. Pero un día adquiere por capricho una muñeca hinchable que casi parece una mujer real. Así empieza a disfrutar de la sumisión y la docilidad que no puede encontrar en su esposa, llegando incluso a tener celos y a desconfiar de aquellos que puedan desearla o “mancillarla”. (FILMAFFINITY)
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Críticas 16
Críticas ordenadas por utilidad
10 de noviembre de 2014
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La otra aproximación española al tema de la muñeca grande que convive con un hombre que fue "No es bueno que el hombre esté solo" también tenia indudablemente bastante gracia. Pero en la película del muy interesante autor Pedro Olea José Luis López Vázquez resulta mucho menos grotesco que Michel Piccoli en la de Berlanga, el cual después de haber filmado la muy atractiva e infravalorada "Vivan los novios" continuaba aquí su fructífera colaboración profesional con el talentoso Rafael Azcona. Entre los dos construyeron un guión brillante con momentos memorables como aquel en que un genial Piccoli habla como si fuese un sacerdote para que la muñeca confiese sus pecados de rodillas. Berlanga analiza la situación desde un punto de vista mucho más hermético que el de Olea. El film del gran cineasta valenciano resulta ser divertido y amargo al mismo tiempo y está lleno de matices y de complejas reflexiones sobre lo que la mujer representa para el hombre. Berlanga pensaba que "La boutique" era más misógina que "Tamaño natural". Y es que realmente el film de Berlanga es mucho más que una manifestación de misoginia porque el trasfondo de la obra es bastante amargo aunque haya momentos en que lo grotesco e incluso lo chabacano le den al film un cierto tono caricaturesco. En resumen se puede decir que "Tamaño natural" es uno de los films que reflejan mejor el talento de este autor, que por desgracia conocería a partir de "La escopeta nacional" un período nefasto en el que las comedias chabacanas y penosas desintegrarian las virtudes que habia demostrado anteriormente.
Cromatico
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14 de noviembre de 2010
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las mejores películas de L. G. Berlanga, alejado de las negras y ácidas crónicas de la España franquista, y más próximo al surrealismo buñueliano, salpicado con laberínticos toques eróticos, que al (falso) costumbrismo que destilaban obras maestras como "Plácido" ó "El verdugo". Extraordinario elenco actoral (soberbio trabajo de Michel Piccoli), con A. Soler Leal, Manuel Alexandre, Julieta Serrano, Agustín González... en un formidable trabajo que firma el cineasta valenciano con guión de su inseparable Rafael Azcona (el mejor tándem del cine español). De una amargura hiriente, "Tamaño natural" fue la única película del director español rodada fuera de nuestras fronteras.
wertheriano
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20 de enero de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
19/19(18/01/21) Fallida dramedia de producción francesa, aunque recomendable obra dirigida por Luis García Berlanga, film que quizás el formato de cortometraje le hubiera venido mejor que el de un largo que se le acaba por hacer excesivo en minutaje, llegando sin fuelle a su tramo final, ello en una idea sugestiva que el propio cineasta valenciano describió así: “Se trata de una película ambigua y, por tanto, susceptible de múltiples interpretaciones a veces contrapuestas. Es esencialmente una charla sobre la soledad. Pero no sobre la soledad en el sentido tradicional. La soledad como meta, como un estado ideal que podemos pensar que es feliz y creativo, o incluso la soledad para escapar de las agresiones de la vida contemporánea. Pero no se puede llegar a esta etapa [...] por nostalgia de la vida comunitaria de la sociedad burguesa. Somos asaltados por sus fantasmas [...] y no logramos liberarnos de ellos."

El guión es de Berlanga junto a su habitual Rafael Azcona (“Plácido” o “El verdugo”), en conjunción con Jean Claude Carriere, este habitual de Luis Buñuel (con guiones como “Diario de una camarera”, “Belle de jour”, “La vía láctea” y “El discreto encanto de la burguesía”), cinta esta con la que tiene más que ver con el de Calanda por lo sórdido y malsano de la historia, que con el estilo sardónico-festivo de Berlanga, incluso tiene influencias al Bertolucci de “El último tango en París” (empezando por el mismo escenario), por del retrato del aislamiento, la lujuria, la incomunicación y la soledad, por la represión sexual, por su alto grado de perversión, por su visión pesimista de la naturaleza humana.

La historia que tiene un sugestivo inicio va perdiendo punch conforme avanza, y es que al ir adentrándose en la esperpento más absurdo flojea con mucho la solidez hacia el esbozo fácil, donde la sutileza es inexistente, todo queda remasticado, perdiéndose conexión en lo que llega a parecer un in crescendo de viñetas a cual más morbosa, donde el ritmo resulta atrompicado, en su empeño por rizar el rizo se le va la idea de las manos, notándose todo demasiado artificioso en su empeño de criticar sus mantras habituales como la burguesía, el catolicismo, el puritanismo sexual, o el matrimonio.

A Berlanga hay que loarle la valentía de hacer una película transgresora y nada fácil, para transmitiendo amargura existencial (en lo que tiene gran parecido con el otro gran director español, Buñuel), donde remanece una honda misoginia e incluso más allá, misantropía, pero el director como buen erotómano y fetichista anhela entrar en la psique de alguien al borde del abismo emocional y cómo reacciona ante el hastío que le provoca la sociedad, de clase media alta, con una bella esposa, de buena familia, con buen trabajo, pero se siente solo y encuentra salida a su alienamiento social en algo tan artificioso como una muñeca, a la que idealiza hasta límites grotescos.

Todo ello capitaneado en el protagonismo de un desinhibido Michel Piccoli (el actor francés volvería a repetir protagonismo a las órdenes de Berlanga 25 años con un personaje parecido en “París-Tombuctú”), que sabe meterse en el rol de modo sensacional, haciendo creíble a este ser patético, delirante, y que desprende taras afectivas notorias. Acompañado por (unos desaprovechados) intérpretes fetiches hispanos de Berlanga, como como Agustín González, Manuel Alexandre, Julieta Serrano, Amparo Soler Leal, Queta Claver y Luis Ciges.

Un relato patológico donde caben las disfunciones sexuales, el onanismo, el sadomasoquismo, el egoísmo, la incomprensión, la desafección. Estando en el centro un tipo que parece vivir una realidad paralela, pero con el que nos falta conexión emocional, pues vemos su extravagancia de amor a una muñeca sin saber el origen, donde el espectador debe escudriñar en las migajas que nos dan, se intuyen problemas de amor con su esposa Isabelle (Rada Rassimov), frialdad por parte de él al cuerpo de ella, cansancio vital quizás impotencia sexual (en esto hay conexión con el rol encarnado por Piccoli en la mencionada berlanguiana también “Paris-Timbuctú”).

Su relación con su hermosa esposa resulta por su parte de una comprensión hacia su nuevo ‘capricho sexual’ bastante flemática, esto nos puede dar idea de que tiene problemas psicológicos sabidos por su mujer. Ella incluso pretende, en una turbadora escena, jugar con Michel a ser una muñeca (desnuda, con una peluca que emula a la muñeca, solo con unas braguitas, medias y liguero, en una silla de ruedas y con un cigarrillo en la boca) con ello conectar con él, pero Michel ansía lo inerte y desprovisto de vida, y se jacta de ello.

El mundo creado por la cinta resulta cuasi-paralelo a la realidad por el modo de comportarse con la muñeca, lo cual resta mordacidad, pues nos hace ver todo es una fábula. La madre (Valentine Tessier) acepta la muñeca de modo ordinario, la viste y sienta junto a ella tejiendo lana y habla con ella; Una diseñadora de moda (excelente Amparo Soler Leal) toma medidas a la muñeca para hacerle ropa como si nada, incluso Michel cree ver atracción sexual de la modista con su ‘amada de plástico’, y se la lleva, y diciéndole de modo despectivo "Esa fue tu primera lección para reconocer a una lesbiana" (siendo la raíz de los celos); Como la cocinera (Queta Claver) pone junto a la muñeca desnuda en la cama su bebe, que termina por mamar de los pezones de polietileno en una secuencia grimante; O como el ‘chapuzas’ (Manuel Alexandre) ‘viola’ a la muñeca cuando se supone está apañando el horno, secuencia que graba en secreto Michel, y que posteriormente ve con la muñeca; O en el tramo final con una orgía (gang bang) liderada por un guitarrista (Agustín González) con la muñeca en el centro de unos ‘salidos’ tipos; Es decir, un micro universo de seres todos extraños en la forma que la mayoría (es mucho suponer) veríamos esta tóxica relación.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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29 de junio de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Michel Piccoli interpreta a un señor dentista de profesión cuyas deficiencias y fallas afectivas y sexuales las compensa apegado a una muñeca tamaño natural de poliuretano. Un hombre que no conforme con una esposa ideal y una amante joven, encuentra en su sumisa muñeca un auténtico calmante para su espíritu y su anhelo de una vida feliz tras sus largas jornadas de endodoncias y otros.

Esta extraña y extravagante apetencia del tal señor la hace saber a todo el mundo: su esposa, su madre, amigos, etc. Incluso siente celos de que su muñeca pueda ser deseada por otro hombre.

Cuando la vi por vez primera en su estreno en 1978 me asombró en cierto modo, pues no estaba acostumbrado a que en salas comerciales de la todavía pacata sociedad hispana, se proyectaran tales “perversidades” y extravagancias (no en vano tardó cuatro años en estrenarse en España desde su estreno en Francia). Además del tema, la cinta tiene cargas de profundidad y sarcasmo a raudales al modo berlanguiano que no dejan títere con cabeza.

No es en absoluto chabacana, pues tiene suficiente mordiente y mala leche; mala baba que no olvida a instituciones como el matrimonio o la mismísima Iglesia, unido a una atroz semblanza de una España añeja y vetusta encarnada por actores magníficos de aquel cine español como Manuel Alexandre (sensacional), Queta Claver, Agustín González o María Luisa Ponte. Claro que la palma se la lleva Piccoli, pero no hay que olvidar el reparto de lujo que sirve a modo de coro de la trama.

Un gran guion de Rafael Azcona y Berlanga donde no hay que olvidar la música de Maurice Jarre y la eficiente fotografía de Alain Derobe.
Kikivall
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25 de mayo de 2019
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Inmediata, urgente y visceral, la propuesta de L.G. Berlanga está gestionada con gran habilidad porque sabe combinar el dramatismo con el perfil erótico de una trama de apariencia cómica para componer una miscelánea de fuerte impacto visual, de notable enjundia social y de innegable eficacia cinematográfica.
Gracia su pericia discursiva y a su impecable técnica narrativa hace que el espectador participe de la obra completa y reconozca que en el film importa lo que se dice pero también lo que se omite, lo que se sugiere y lo que significa.
Y todo en un contexto desinhibido, rico en apuntes surrealistas, generoso en socarronería mordaz y presidido por un envidiable talante sarcástico y provocador.
ABSENTA
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