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Bailando la vida

Comedia. Drama. Romance A punto de retirarse, una mujer de la clase media descubre que su marido ha estado teniendo una aventura con su mejor amiga, y por ello decide irse con su hermana bohemia, que vive en una zona empobrecida. (FILMAFFINITY)
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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
20 de abril de 2018
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
El veterano Richard Loncraine dirige esta gran película, demostrando que el cine británico es probablemente el que ofrece en la actualidad unas propuestas más interesantes y variadas, y como ejemplo podemos citar que en lo que llevamos de año las 3 mejores comedias estrenadas en España son de esa nacionalidad, " La muerte de Stalin ", " The party " y " Bailando la vida ", aunque la dos últimas son comedias dramáticas. El director conocido sobre todo por sus trabajos en el mundo de la televisión, y que hasta la fecha no había dirigido ninguna película destacada, pese a que cuenta entre su filmografía con títulos como " Wimbledon ( El amor está en juego ) " y la más reciente " Ático en el ascensor ".

El punto de partida es sencillo, ya que en el prólogo vemos una escena en donde Sandra se entera de la infidelidad de su marido, que está manteniendo una relación en secreto con una de las mejores amigas de la protagonista. Todo ello provoca que la mujer decida abandonar a Mike, y por lo tanto esa vida llena de lujos y comodidades, para irse a vivir con su hermana Bif, que vive en un barrio de clase obrera de Londres y de la que hace años ha perdido el contacto. A partir de aquí se produce la difícil adaptación a una situación social, y tener que entablar amistad con los más cercanos de su hermana.

La película funciona bastante bien por el gran reparto, por la naturalidad con la que se comportan los personajes en las diferentes situaciones planteadas, y porque el guion va ofreciendo soluciones a los posibles enigmas planteados, aunque en la parte final termina siendo predecible, pero incluso en esas largas escenas finales el cine británico te sabe vender mejor esa trampa para que el espectador más exigente caiga en ella y admita algunos excesos en el desenlace.

Entre las actuaciones destacan el trío protagonista formado por dos de los intérpretes por excelencia del gran Mike Leigh, los veteranos Imelda Staunton en el papel de Sandra y Timothy Spall en el de Charlie, uno de los mejores amigos de Bif, la hermana de la protagonista interpretado de manera brillante por Celia Imrie. Los tres están soberbios, y vuelven a demostrar que la escuela de interpretación británica es la mejor, tanto del cine actual como del más clásico, y son los principales responsables de que una película de casi dos horas de duración se pase en un suspiro, y que consigan hacernos reír con su ironía y poco después hacernos sufrir con alguna situación más dramática.


La cinta desprende alegría, vitalidad ilusión por disfrutar de los momentos positivos dejando de lado los más negativas o las posibles rencillas o desencuentros familiares, y es un soplo de aire fresco para la cartelera actual. Mucha gente la tachará de edulcorada y poco creíble, pero los aficionados a las comedias o melodramas románticos lo pasarán muy bien y a ese público es al que la recomiendo.
Completan el reparto Joanna Lumley, David Hayman, John Sessions y Phoebe Nicholls.
El guion escrito por Meg Leonard y Nick Moorcroft funciona bastante bien, colocando los giros en los momentos más adecuados, y utilizando el baile y la música como elementos complementarios al relato, lo que me parece un acierto para desengrasar de otros momentos más duros. A nivel artístico la película es correcta, y la fotografía retrata bastante bien los barrios marginales de la capital británica en contraste con las escenas en el West End londinense. La música de Michael J. McEvoy es agradable y acompaña a los personajes sin distorsionar la historia ni enfatizar las situaciones más dramáticas.
Una película sencilla pese tratar asuntos complejos y que recomiendo al público medio, en especial a los mayores de 50 años, y a los que disfrutan con ese cine británico de calidad que nos llega cada semana a los cines españoles.

LO MEJOR: Las actuaciones de Imelda Staunton, Celia Imrie y Timothy Spall. El guion que funciona bastante bien en diferentes géneros.
LO PEOR: El final es demasiado convencional.

Pueden leer esta crítica con imágenes y contenidos adicionales en: http://www.filmdreams.net y http://habladecine.com
WILLY74
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16 de abril de 2018
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Calificación: 6,5

Bailando la vida nos acerca a la vida de Sandra una mujer refinada y algo altiva. Su marido Mike, un agente recién retirado, acaba de recibir el título de Lord por sus años de servicio en la Policía y por fin ambos van a poder disfrutar de la jubilación en su chalet. Pero su vida se desmorona cuando descubre que Mike la está engañando con su mejor amiga. Así, Sandra se ve obligada a vivir con su alocada hermana Bif en un barrio de los suburbios. A pesar de que ambas son completamente opuestas, Sandra pronto encontrará en el baile, un nexo de unión con su hermana y una nueva forma de ver la vida.

La comedia dramática creada por Richard Loncraine hace hincapié en las relaciones dentro de la madurez. En ese momento en el que parece que todo llega a su fin, Bailando la vida invita al espectador a seguir buscando el ritmo, sin importar la edad ni los reveses que se presenten y que pueden hacernos perder los pasos.

El gran acierto de Bailando la vida es sin duda su reparto coral, encabezado por Imelda Staunton y Celia Imrie. Las dos actrices componen el alma del film y son capaces desde sus diferentes registros de hacer que esta historia sencilla llegue al espectador. Perfectamente acompañadas por Timothy Spall, este trío de ases es el motor principal de una película que por momentos puede resultar excesivamente predecible en su planteamiento y poco arriesgada

El otro punto fuerte de Bailando la vida, que hará las delicias de quienes vayan a verla, es su humor. Chistes muy sutiles que recuerdan a otras comedias inglesas de éxito y que amenizan y suavizan los momentos de tensión del film.

La fotografía, firmada por John Pardue apuesta por dos colores fundamentales: gris y dorado. Veremos tonalidades grises y más apagadas en los momentos más dramáticos frente a los tonos dorados que aparecen en los momentos más cómicos. En conjunto, una fotografía con reminiscencias otoñales que recuerda al ocaso y simboliza las dos caras de la madurez.

La otra cara de la moneda la firma un guion que se torna en algunos momentos lento y predecible. Este ritmo descompasado lo salvan las grandes interpretaciones del dúo Staunton-Imrie. No obstante, la película está correctamente salpicada por escenas cargadas de emoción y risas, invitándonos a no abandonar la historia pese a aventurar cuál es el final.

Como si fuera una coreografía de un mashup, Bailando la vida combina momentos de absoluta genialidad con un mensaje cargado de esperanza. Richard Loncraine nos presenta un viaje hacia la senectud en el que el baile ayuda a los protagonistas a que no pierdan el ritmo. A pesar de que su mensaje solo conecte con un público más adulto y de no ser especialmente ambiciosa en sus pretensiones, conquistará a los amantes de la comedia inglesa.

Escrito por Diana González Prieto

https://cinemagavia.es/bailando-la-vida-critica-pelicula/
Cinemagavia
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31 de marzo de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Suave y bienintencionado drama pero muy previsible y manido, acerca de las segundas oportunidades y el autoconocimiento.
Con intérpretes de altura, francamente desaprovechados, la película nos ofrece una suave mezcla de comedia y drama en el que los diálogos, cuidados y elaborados, salvan al film de su argumento tópico y lleno de clichés.
Con la gran Imelda Staunton ( me encanta esta actriz), encarnando a una señorona pija que abandona a su marido, después de pillarle dándose el lote con su amante, para trasladarse a los suburbios a casa de su hermana.
Creo que todo lo demás se lo pueden imaginar.
No es un film del que se pueda decir nada bueno, pero tampoco nada malo.
Previsible pero agradable, tópica pero amable, película de sobremesa para disfrutar sin sobresaltos. Sin más.
Izeta
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24 de noviembre de 2018
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Insiste Loncraine ( Inglaterra / 72 años) en las segundas oportunidades en la tercera edad o como lo quieran llamar. Quizás fruto de su propia edad o de que no le salió del todo mal su anterior film sobre los mismos presupuestos (“Ático sin ascensor” / 2014). En ambos, eso sí, juega con la ventaja de que el estupendo elenco de actores siempre podrá estar por encima del previsible y manido guión.

Aquí los tópicos sobrepasan los límites y uno podría contar el desarrollo de la película nada más ver los minutos iniciales. Tampoco añade nada especial Loncraine en la dirección ni en la puesta en escena. Se deja ver como un amable y adormecedor telefilm de sobremesa, en el que el mensaje positivo y el final feliz hacen que la digestión se haga más soportable.

cineziete.wordpress.com
ELZIETE
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18 de noviembre de 2018
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Albricias! ¡Ya está aquí la nueva (tragi)comedia geriátrica de la temporada! Con un nítido mensaje: ¡hay vida después de los 60! ¡E incluso sexo, si te lo curras!
Sandra es una burguesa tontorrona que, el día de su cumpleaños, se entera de que su marido le está poniendo los cuernos con su mejor amiga. Despechada, va a refugiarse en casa de su hermana, a la que hace años no ve. Bif es todo lo contrario que ella: alegre, vivaz, se rodea de amigos, nunca sabe cómo o con quién terminarán sus noches. Sandra se irá integrando poco a poco en el universo de su hermana, entre sonrisas, lágrimas y un renacer de sus sentimientos. Como veis, esto está más visto que el tebeo, y los británicos son unos expertos en este tipo de películas. Loncraine logra contener el arrebato de sacarina (por los pelos) y poner coto a la sensiblería (justito justito), y lo hace con una puesta en escena convencional, unos diálogos brillantes y un cuadro estelar de lujo. Tanto Imelda como Celia compiten en demostrar lo buenas actrices que son, secundadas por un Timothy Spall al que cada día queremos más. No olvidemos a Joanna Lumley, una hermosa mujer a sus 72 años, con la cual no nos importaría en absoluto bailar algo "agarrado". Es cierto que este nuevo subgénero triunfa debido a que siguen siendo eso que se llama "personas mayores"·las que más visitan las salas cinematográficas, mientras que los jóvenes se dedican al pirateo y a tonterías como ver series en las pantallas de sus móviles. También es cierto que en lugar de tratar a las "personas mayores" como patéticos deshechos humanos, se los muestra tanto en el dolor como en el placer, y se apuesta por vivir a tope, dentro de sus límites, como receta eficaz contra la decadencia y la muerte. De ahí la ejemplarizante última escena.
Para jóvenes de mente de cualquier edad.
Eduardo
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