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Las golondrinas de Kabul

Animación. Drama Verano de 1998. Kabul es una ciudad en ruinas ocupada por los Talibanes. Mohsen y Zunaira son dos jóvenes que se han enamorado pese a vivir en un entorno repleto de violencia y miseria. Aunque van sobreviviendo día a día, un acto irresponsable de Mohsen cambiará sus vidas para siempre. (FILMAFFINITY)
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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
6 de febrero de 2020
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un film de animación francés realizado con acuarelas, todo un drama sorprendentemente descrito en la película con mucha crudeza y a la vez mucha dulzura. Las dos directoras Zabou Breitman y Eléa Gobbé-Mevéllec  tenían en principio la idea de rodarla en imagen real, pero la complicación de contar el peliagudo tema de la radicalización musulmana y el de los talibanes en Afganistán complicaba mucho la filmación. Por lo que optaron por la animación, algo que les dio mayor libertad.

1998 Kabul está en ruinas bajo el régimen talibán. Dos parejas, una de dos jóvenes muy enamorados que quieren creer en el futuro a pesar de la dictadura bárbara de los talibanes. Ella es dibujante y se llama Zunaira y él es el profesor Mohsen que no ejerce. La otra pareja, mucho mayor, está dañada por la guerra, la de los rusos primero que traumatizaron a Atiq, y que se convirtió en un carcelero de mujeres que van a ejecutar, esta muy poco convencido con lo que hace y aparte tiene a su mujer  Mussarat muy enferma que necesita de sus cuidados. La vida para ellos es solo supervivencia y expectativa de la locura que hay desatada en la ciudad, los destinos de las dos parejas se cruzarán...

El guion es de Zabou Breitman, Patricia Mortagne y Sébastien Tavel, basándose en el best seller del mismo titulo publicada en 2002 de Yasmina Khadra, En la versión original las voces las componen unos buenísimos actores árabes como Simon Abkarian como Atiq, Hiam Abbas como Mussarat,  Zita Hanrot como Zunaira y Swan Arland es Mohsen.

Unos personajes que consiguen tocarnos profundamente porque sus ideales han sido rotos y viven un drama injusto, en el que el empoderamiento de un grupo armado consigue tener a la población en estado de pánico permanente, ya que el asesinato está justificado y es totalmente impune ante cualquier estupidez que se les haya ocurrido para demostrar su poder.

Un buen diseño en los dibujos realizados pon pincel y colores pastel, nos sumergen completamente en esta historia bella y dramática, que tuvo bastante éxito tras su proyección en Festivales como Cannes, Annecy o Anguleme y que se estrena en España el día 21 de febrero de 2020.
Destino Arrakis.com
videorecord
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1 de abril de 2020
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
*La dura realidad a través de la abstracción del dibujo

Nos encontramos en Afganistan, un país desolado y en ruinas que malvive sometido al integrismo islámico radical. No hay música ni risas en las calles. En el cielo, Las golondrinas de Kabul han desaparecido, ahora tan solo sobrevuelan cuervos buscando carroña.

La película está realizada con una animación sencilla en 2D. Tiene una imagen abstracta de colores nítidos y suaves, casi parece pintada con acuarela. Está rodada a 18 fotogramas por segundo para darle una sensación de irrealidad que contrasta con la veracidad de lo que plantea. Su tono está en la línea de otras películas de animación para adultos como Vals con Bashir (Ari Folman, 2008) o El pan de la guerra (Nora Twomey, 2017).

Las golondrinas de Kabul es una película terrible y dolorosa que plantea de forma abierta la falta de libertad de la sociedad afgana, denunciando el sometimiento inhumano que sufren allí las mujeres. Aisladas del mundo y obligadas a deambular por las calles bajo un burka, son humilladas de forma constante por la irracionalidad del integrismo islámico que profesa el régimen talibán.

*Dos generaciones bajo el mismo régimen opresivo

Si Las golondrinas de Kabul se hubiera rodado en imagen real, posiblemente sería un film insoportable. La abstracción consciente que le otorga el dibujo animado, envuelve la historia como si fuera una fábula. Lamentablemente, todo lo que cuenta sucede realmente. Se le puede achacar al film cierta previsibilidad en su desarrollo, pero eso no quita un ápice del impacto que produce su visionado.

La historia se nos cuenta desde el punto de vista de dos matrimonios de distintas generaciones. Una pareja adulta que ya ha perdido la fe y vive en el desánimo. Ella está enferma de un cáncer terminal y él es celador de una cárcel de mujeres. La otra pareja es más joven y moderna, aún sueñan con cambiar las cosas. Ella ha renunciado a salir de casa y se entretiene dibujando en las paredes, él vive apesadumbrado y siente que el entorno le está cambiando.

Ambos recuerdan con melancolía las cosas que hasta hace poco tiempo podían hacer. Eran otros tiempos, cuando aún sobrevolaban Las golondrinas de Kabul. Cosas a las que nosotros en occidente no damos importancia como escuchar música, ir al cine, pasear por la calle cogidos de la mano, reír en público o utilizar la indumentaria que cada uno crea oportuno.

*Inmunes ante la barbarie

Pero Kabul ya no es una ciudad libre. Y lo peor es que después de años de represión, muchos se han acostumbrado a vivir sin libertad. Por miedo, por necesidad, por fanatismo. Hay una imagen de Las golondrinas de Kabul donde se ve a unos niños que permanecen inmunes antes la barbarie. Crecerán con ese odio a las mujeres, serán educados así. Por suerte, el film es elegante y apuesta por la sutileza.

Aún así hay momentos estremecedores en la película. Asistiremos a la lapidación de una mujer. O a los asesinatos de varias personas en un estadio de fútbol, ejecuciones a civiles como preludio del espectáculo. En ese sentido, Las golondrinas de Kabul encuentra la manera para expresar, con un estilo naïf y sencillo, todo el horror que supone esa represión social ejercida por unos psicópatas fanáticos que se escudan en la religión para ejercer sus actos criminales con total impunidad.

Conclusión

Las golondrinas de Kabul es un film de animación para adultos dirigido por Zabou Breitman y Eléa Gobbé-Mévellec. El guion está basado en la novela de Yasmina Khadra, seudónimo femenino del escritor argelino Mohammed Moulessehoul. Es una historia que nos muestra el horror de un país sin futuro, sometido al integrismo islámico de los talibanes.

La falta de libertad de las mujeres y la humillación constante a la que son sometidas, es uno de los temas centrales de una película sencilla, pero con un mensaje poderoso, necesario y, por momentos, estremecedor. La recomiendo para los que buscan un cine de animación enfocado a público adulto o a los que buscan profundizar en la temática de la represión que sufre la mujer en algunos países islámicos que también retrata la serie Kalifat de Netflix.

Escrito por Daniel Farriol
Cinemagavia
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5 de julio de 2020
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las directoras francesas Zabou Breitman y Eléa Gobbé-Mévellec adaptaron y animaron la novela Les hirondelles de Kaboul para construir una película, que cuenta la opresión vivida bajo el gobierno talibán en Afganistán, con cierto vuelo artístico provisto por los dibujos que la componen. El film fue estrenado en 2019.

Por Nicolás Bianchi

Un soldado talibán de guardia, aburrido, derriba de un tiro una golondrina que cae súbitamente a la calle. En Kabul, a fines de los 90 cuando los extremistas islámicos tomaron el gobierno, ni los pájaros tienen derecho a volar con libertad. De todas maneras, la opresión se ejerce, y se sufre, con distintas intensidades. El blanco preferido de los fundamentalistas está compuesto por las mujeres, que deben estar siempre encerradas, ya sea en sus casas o en el burka.

Zunaira (Zita Hanrot) es una joven y bella profesora de Artes que solo goza de cierta libertad cuando está en su casa. Allí dibuja y escucha música aunque debe moderar el volumen o usar auriculares, porque no se tienen que sentir los compases desde la calle. De la intimidad de Zunaira la película pasa a mostrar a su marido Atiq (Simon Abkarian), que se encuentra en la calle, a punto de participar de una ejecución.

Las acuarelas con que se compone Les hirondelles de Kaboul no buscan suavizar la escena en la que un grupo de hombres del común está por proceder con la lapidación de una mujer. A pesar de los colores tenues, los espacios en blanco y los rostros que de lejos parecen inexpresivos, la secuencia comunica toda la violencia real y simbólica que comprende el acto de matar a una mujer a piedrazos. Uno de los fundamentalistas lee un descargo en el que se dice que la mujer en cuestión “prefirió vivir en el vicio a los jardines eternos”, por eso “Dios hoy le da la espalda”.

Luego da la señal y los hombres comienzan a apedrear a ese cuerpo femenino envuelto en una burka, de rodillas frente a sus verdugos. Atiq, que se había aproximado por curiosidad a la multitud, siente una especie de llamado, un impulso. Toma una piedra y la lanza contra la mujer agonizante. Participa de la ejecución como todos los hombres. Luego la culpa lo perseguirá. Atiq no es un talibán, sino un profesor de Historia que busca un futuro más libre para él y para Zunaira.

La otra pareja protagónica de la película de animación, basada en una novela de Yasmina Khadra, está compuesta por Mussarat (Hiam Abbass), una enfermera que está en los últimos estadíos de una enfermedad terminal, y Mohsen (Swann Arlaud), un ex soldado que tras la guerra quedó rengo por lo que ahora trabaja como carcelero en una prisión de mujeres.

Ninguno de los dos hombres protagonistas simpatiza con el régimen talibán pero sin embargo participan, voluntariamente o no, de la opresión de las mujeres. Ya sea llevados por un impulso catárquico o porque es su trabajo. En contrapartida las únicas capaces de cierta bondad, gracia, inteligencia e incluso cierto vuelo poético en sus palabras son las mujeres.

Desde la primera secuencia queda planteada la amenaza para Zunaira. Su mínima libertad se puede dar entre las cuatro paredes de su casa. Cuando salga a la calle se expone a la represión, a las vejaciones, en última instancia a la muerte. Les hirondelles de Kaboul tiene un desenlace un tanto previsible, aunque las líneas finales de los personajes durante ese trance adquieren cierta belleza narrativa.
El Golo Cine
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21 de noviembre de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aún con todos los peros que queramos poner y sin ánimo de ser conformistas con los tiempos que nos ha tocado vivir, ser europeo, español y haber nacido avanzada la segunda mitad del siglo XX nos convierte sin lugar a dudas en unos privilegiados dadas las escasisimas ventanas espacio temporales que nos ofrece el mundo que hemos construido a lo largo de nuestra historia para poder vivir sin miedo y en paz. La fragilidad de ello es innegable y más de una vez  nos asalta ese dicho popular: "virgencita que me quede como estoy".

Las gentes de Afganistán y más concretamente de su capital de más de 3.000 años, Kabul, no han tenido tanta suerte a lo largo de su historia. En 1996 Kabul cayó en manos de los talibanes hasta el 2001, imponiendo un régimen de terror integrista islámico. Yasmina Khadra seudónimo femenino del escritor argelino en lengua francesa Mohammed Moulessehoul (1955) lo cuenta en su novela homónima publicada en 2002 (2009 en España por Alianza). El tandem de directora e ilustradora que firman su personal adaptación han puesto mucho mimo y trabajo (entrevista Pressbook-MadAvenue) con un excelente resultado artístico donde las escenas fueron primero trabajadas al detalle con personajes reales.

Una historia de amor y libertad con un triángulo muy especial. Un drama desgarrador en tiempos desgarradores donde el horror queda de alguna forma atemperado por el trazo del pincel de la animación. Adolece quizás de un guión demasiado sintético pero más que suficiente para mostrar los conflictos psicológicos de unos personajes atrapados entre su fé y sus sentimientos. La crítica social enmarca todo el conjunto que llega a emocionarnos y conmovernos. Un ejemplo más de que la animación para adultos merece toda nuestra atención.

cineziete.wordpress.com
ELZIETE
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2 de mayo de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
114/34(30/04/20) Muy apreciable film de animación para adultos, loable denuncia de carácter universal del fanatismo religioso en simbiosis con la misoginia más vomitiva. Dirigen las realizadoras francesas Zabou Breitman (cineasta de acción en vivo) y Éléa Gobbe-Mévellec, adaptando el best-seller argelino “Les Hirondelles de Kaboul” de Yasmina Khadra (seudónimo femenino del escritor argelino Mohammed Moulessehou) publicado en 2002, parte de una trilogía que también incluye “The Attack” y “The Sirens of Baghdad”, los tres hablan de los conflictos entre Oriente y Occidente. Con el original escaparate de unos hermosos dibujos en 2D en formato cuasi-acuarelas (rodada a 18 fotogramas por segundo para darle una sensación de irrealidad que contrasta con la veracidad de lo que plantea), que no ocupan por completo el espacio y resaltan los blancos, los vacíos, esto maximizado por el fenomenal manejo de la luz en el dibujo, estilo propio de codirectora Mévellec, responsable del personaje general y del diseño gráfico, se ganó su fama como animadora en las populares características francesas como "Ernest y Celestine" y "El gato del rabino", aquí con enorme sencillez en sus trazos y cromatismos pastel, donde las co-directoras filmaron primero vez con su elenco de actores, utilizando esas escenas filmadas como base para la animación final. Pero esta opción es un arma de doble filo, pues al principio encandila y magnetiza su beldad poética, pero este factor estético puede desviar la atención de lo primordial. Relato sobre el Afganistán controlado por los talibanes que, entre otras atrocidades, pone su énfasis en varias ejecuciones públicas. Nos sumerge en este Avernal escenario del Kabul yihadista, un reinado del terror sin música, sin risas, sin rostros de mujeres por los burkas, con lapidaciones en sus calles, donde las ejecuciones son espectáculos teloneros de partidos de futbol, donde la mujer ha pasado a ser un ‘objeto’ del que disponer a su placer por el hombre, un elemento cuasi-fantasmal monoforme con el burka. Exponiendo temas como el amor como válvula de escape a la intolerancia integrista, el radicalismo islamista, las dudas, el sacrificio, la hipocresía política, ello enmarcado en medio de la desolación, del dolor, la angustia, el miedo, sobre cómo se inocula en los niños la violencia atávica, sobre como la cultura puede ser el camino para escapar al avasallamiento, donde la libertad es un ente inexistente, y las vejaciones una constante, provocando en el espectador desazón y conmoción, estremeciéndote en un argumento que recuerda a los films “Osama” (2003) y “El pan de la guerra” (2017), ambas con el escenario afgano y reflejando las humillaciones a la mujer. Una tiranía que somete y esclaviza a la mujer, sustentándose en retorcidos exégesis del Corán.

Verano de 1998 en Kabul, la capital de Afganistán, bajo el gobierno talibán de la Sharia. En una calle, una mujer está a punto de ser dilapidada. Un joven (voz de Swann Arlaud) mira la escena y, después de dudar unos momentos, lanza una piedra junto con el resto de hombres coléricos. De regreso a casa, Mohsen, el joven de la piedra, se muestra taciturno con Zunaira (Zita Hanrot), su pareja, una alegre artista que debe escuchar forzadamente música con auriculares y que ansía un futuro mejor para su país. Mohsen y Zunaira son profesionistas en busca de una vía de resistencia al régimen talibán; y la posibilidad de dar clases en una escuela clandestina parece serlo. Ambos representan la esperanza entre la tiranía; Contrastan con otra pareja conformada por Atiq (Simon Abkarian), veterano de guerra contra los soviéticos, trabaja como guardián en una prisión de mujeres, y su esposa Musarat (Hiam Abbass), padece una enfermedad terminal. Los destinos de las parejas se cruzan a causa de un terrible accidente. También tiene su importancia Quassim, el jefe despiadado escuadrón; Arash, un profesor que ha abierto una escuela clandestina; y un ex mulá que sueña con escapar.

Tiene un comienzo turbador cuando en medio de las calles los hombres son congregados alrededor de una mujer con burka que oímos jadea con dificultad, que los talibanes han condenado a morir por lapidación por adúltera. Los hombres allí presentes le lanzan piedras de una pila, unos niños también ‘juegan’ con los mayores lanzárselas, uno de ellos apenas puede tirar uno y se rien. Vemos que la mujer con burka cae vaída al suelo y la tela comienza a sangrar y de ella cae sangre al suelo. Marcando la película su tono duro y de denuncia de la opresión yihadista. Luego nos enteramos que uno de los que lanzó una piedra es en realidad un buen hombre casado, Mohsen, con una hermosa y de carácter rebelde mujer, Zunaira, el hombre se siente aturdido por haber participado de algo que detesta, quizás empujado por la vorágine, tanto que cuando su mujer le lava los pies en una palangana esta a ojos de él se convierte en sangre.

Relato sobre los sentimientos de culpa, sobre el adoctrinamiento (lavado de cerebro), sobre la expiación de los pecados, sobre la fuerza de la belleza redentora, sobre el amor desinteresado, sobre la búsqueda de la libertad, sobre las prisiones en diferentes versiones (vemos una física, la que guarda un protagonista, también Afganistán es una enorme cárcel por privaciones de libertad, lo es el burka donde son encerradas las mujeres, y que observan el mundo a través de rejillas cual barrotes de su presidio); La otra pareja nos es presentada desde el lado del carcelero de la mujer lapidada, Musarat y Atiq. Hombre cansado y triste que lo vemos en su hogar con su mujer, un matrimonio ajado, donde ella sufre por cáncer, pero parece sufrir aún más por no hacer feliz a su marido sexualmente. Esto convierte este hogar en otro presidio, donde la tristeza malsana se respira agobiante. Es precisamente Atiq el que tiene el arco de desarrollo más pronunciado, vemos su transformación, desde un tipo hastiado, a sentir una epifanía cuando ve el rostro de Zunaira... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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