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Cuando mueren las leyendas

Western. Drama Tras quedarse huérfano, el indio Tom Black Bull abandona la reserva y encuentra trabajo en el espectáculo del rodeo. Cuando Red Dillon, un astuto desbravador alcoholizado, se percata de sus habilidades para la monta, le enseña todos los trucos del oficio y lo convierte en una estrella del rodeo, pero él se queda con todas las ganancias y las derrocha en alcohol y mujeres. (FILMAFFINITY)
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
22 de junio de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando mueren las leyendas, profundo título que predispone a la tristeza porque siempre es triste saber que alguien que destacó en algo, ha pasado a ser leyenda. Y es que estos argumentos son crepusculares, acaban cuando uno cuelga las botas, o tira la silla de montar, o sencillamente, se va.

Esta película es del mundo del rodeo, algo muy típico por aquellas tierras y tiene puntos en común con una coetánea muy similar, la de Junior Bonner. Se caracterizan por ese tono amargo del borrachín, de la lucha diaria por salir adelante, del aire de buddy movie que le dan los trotamundos y la sospecha continua de que la felicidad no se les cruzará por el camino. Tiene sus momentos "country" que no pueden faltar y los romances esporádicos que son los lógicos para esta gente aventurera, y por tanto la película cumple con el ritmo de estos americanos aficionados a los caballos, al espectáculo y a las tradiciones. Y las apuestas que no falten. Una vida muy particular.

Richard Widmark está como uno se imagina porque no falla, y el indio cumple porque no son gente muy expresiva, vienen de la reserva y es lógico que sean escépticos, desconfiados y que no les guste la juerga. Así que no tenía porqué esforzarse en interpretar cambios de humor, decepciones o dolor, como el amigo Richard Widmark. Cuando mueren las leyendas no tiene más que lo que se espera, cumple. Los solitarios la entenderán mejor porque dice mucho, sin hablarlo, de la soledad.
floïd blue
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30 de julio de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde la montaña llega al colegio de la reserva india Thomas Black Bull (Forrest), un ute huérfano que vive acompañado de un osezno. En su lengua comenta al director que ha llegado allí para explicar a sus compañeros las viejas costumbres de su tribu. El director sonríe y acepta la propuesta ... a condición que primero aprenda él las nuevas costumbres sociales.
No lo tendrá fácil. Tom es reservado y apenas se encuentra cómodo manejando y domando caballos. Un astuto hombre del mundo del rodeo que advierte sus cualidades, Red Dillon (Widmark), toma su representación y lo convierte en una figura de este tipo de espectáculos, "Monta siempre para ti, nunca para el público".
Diez segundos eternos cabalgando un volcán para alcanzar la gloria y el dinero. Dinero no siempre ganado con limpieza que Red dilapida en whisky, juego y mujeres.
Es el mismo mundo del rodeo que por esas mismas fechas ofrecía también "Junior Bonner" (Peckinpah, 1972). Un ambiente que respira machismo por todos sus poros: "A todas estas chicas puedes llamarlas como quieras, aparecen en todos los rodeos con distintos nombres". Machismo y racismo: "No eres más que carne, chico, carne roja".
La idea es interesante, la difícil adaptación social de un indio joven, su aculturación, la consideración por muchos de su inferioridad intelectual, "No es esta mala vida para un hombre, y mucho menos para un indio. Si me permites decirlo". Pero también el orgullo de raza que sabe sacar Tom en el momento justo.
Guion desarrollado con orden, dosificando los momentos dramáticos con otros más distendidos. La realización mantiene un ritmo bastante uniforme, a ratos monótono, que concentra su atención en la relación entre Red y Tom, los cambios que experimentan sus personalidades con el tiempo. Cómo se acaba imponiendo la madurez de éste hasta que aquél comprende finalmente que "Los viejos tiempos se han ido".
Correcta ambientación y descripción del espectáculo y del mundillo del rodeo.
Magnífico como siempre Widmark en un papel a su medida, sin que desentone Forrest en su inexpresividad y laconismo.
Cinta interesante que recomendamos sobre todo a los aficionados al espectáculo del rodeo y a analizar los problemas que plantea la integración racial.
Lafuente Estefanía
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19 de octubre de 2012
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Western de tinte crepuscular, aunque la acción se desarrolle en los años setenta, en el que nos cuenta la historia de un niño indio, arrancado por su abuelo de la vida solitaria en la montaña, al morir sus padres en la reserva. El niño que tan solo vivía con un cachorro de oso, es obligado a incorporarse al colegio de la reserva y a la vida en la ciudad y a la vez... al control y encierro. Al pasar los años en la reserva se convierte en un consumado especialista (Frederic Forrest) en la doma de caballos, y topa con un borrachín (Richard Widmark), experto en rodeos, que le ofrece el trato de salir de la reserva a cambio de trabajar para él. A partir de aquí, discurre la película en tono más o menos dramático, con su toque de aventura, pero nunca sin despegarse de ese olor a nostalgia que arrastra todo western de los llamados crepusculares.
Varios toques de atención sobre el racismo con los indios, ribetean el film, en algo bastante común en este tipo de films en la década de los setenta.
Stuart Millar, (El hombre de Alcatraz,1962), dirige con poca pericia el film, ya que nunca logra enganchar al espectador del todo. Richard Widmark, (El gran combate, 1964), una vez más, es lo mejor de una película, que presenta en su debut a Frederic Forrest. Actor con un memorable papel de la mano de Francis Ford Coppola, en “Apocalypse Now”, (1979), y que aquí, en su primera película no desentona, y que a pesar de iniciar una prometedora carrera con algún film destacable, (La conversación, 1974), a partir del año 1982 su carrera cae en picado, tal vez arrastrado por el hundimiento de su mentor Coppola, que le dio el papel protagonista en el sonado fracaso de su película, “Corazonada”, (1982), y que de paso arruinaría tambien a su productora Zoetrope. Hoy en día tan solo se le puede ver en discretos trabajos de televisión. Luana Anders, (Easy Rider, 1969) completa un reparto breve en cuanto a secundarios se refiere, ya que salir salen muchos, pero con muy breves papeles.
Se deja ver, y ese aire crepuscular con la correspondiente banda sonora apropiada para el momento le hacen un film al menos, agradable de ver, en especial a los aficionados al mundo de los rodeos, que es el eje de la historia.
Juggernaut
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3 de septiembre de 2020
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“Cuando las leyendas mueren los sueños terminan; cuando los sueños terminan no hay más grandeza". Reza un viejo adagio y fue de aquí que el escritor, Hal Borland, extrajo el título para su novela, “When the Legends Die”, la cual publicara, en 1963, contada en cuatro partes que podrían resumirse así: 1. La infancia de Tom en las montañas de la reserva india. 2. La escuela. 3. El rodeo y 4. Regreso a las raíces.

En versión libre, Robert Dozier, hizo la adaptación cinematográfica y el veterano productor, Stuart Millar, con brillantes títulos en su haber (“Birdman of Alcatraz”, “The Best Man”, “Little Big Man”…), decidiría asumir la dirección, dando como resultado un filme colmado de lucidez narrativa que, sin duda, nos deja una bella lección.

El personaje principal es un joven indígena, perteneciente a la comunidad de los Ute (“Protectores de las montañas”), muy dedicados a la agricultura, la caza y los caballos. Seres pacifistas y espirituales, pero, como ha ocurrido históricamente, también ellos fueron arrinconados y, desde 1861, su territorio comenzó a ser expropiado aunque algunas de sus tribus opusieron resistencia. Fueron los Ute quienes, en 1863, tendrían que ceder a los Estados Unidos de Norteamérica, todo el Estado de Colorado a cambio de una ayuda anual para aprovisionarse y una reserva en Utah.

Al ser conocido por el experto en caballos, Red Dillon, el chico indio Tomás Toro Negro (Tom Black Bull en inglés), es comprado por éste para que pueda salir de la reserva y, con sus conocimientos, buscará convertirlo en un experto en rodeo.

<<CUANDO MUEREN LAS LEYENDAS>>, confrontará al hombre blanco, arribista, tramposo y alcohólico (Dillon), muy común entre los anglosajones, con el hombre indio formado con principios, honesto y en perfecta interrelación con la naturaleza. Sin embargo, cada uno se sentirá en deuda con el otro… aunque la gran barrera de, “yo quiero dinero a cualquier precio” vs. “yo quiero ser uno con los caballos (naturaleza)”, hará que las dos culturas siempre vivan separadas.

Estamos ante una muy valiosa película que, por el simple argumento anterior, ha chocado con cierta indiferencia, pues, mucha gente jamás admitirá superioridad alguna de los nativos contra la supremacía blanca. Pero, si se viera con los ojos bien abiertos, se vería que no es superioridad sino integración con valores y principios, a lo que aspira cualquier hombre limpio de corazón.

Magníficas actuaciones de, Richard Widmark y Frederic Forrest, quienes logran dar vida a dos personajes hechos para trascender. Es esa unión de los polos opuestos donde, la luz que cada uno contiene, se transmite contra las barreras.

Cine para aprender a vivir.
Luis Guillermo Cardona
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28 de abril de 2023
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Al final será una película más recordada que bien valorada. No es especialmente buena, pero sí tiene algo que gusta, sobre todo el final. La libertad, los caballos, el yo interior. La capacidad de escapar del destino que parece que el futuro te tiene reservado...
Me ha gustado el actor, que no lo tenía catalogado. Frederic Forrest, muy conocido luego en varias cintas de Copola. El que siempre da la talla, aunque a mi particularmente no me gusta verle en este tipo de papeles es Richard Widmark, excelente actor, allí donde los haya...
El director es poco conocido, sólo hizo tres cintas, una de ellas para la televisión, y esta es su primera obra. No parece que pudiera ir mal en pantalla, no sé cómo se ha prodigado más. La competencia, supongo, debe ser durísima en un mundo tan despiadado como el cine...
ÁAD
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