Las señoritas de Rochefort

Un auténtico festín para los sentidos, un torrente “de luz y de co-loo-ooor”, plagado de pegadizas canciones, tan pronto alegres como melancólicas, y exultante de colores pastelosos.
¿Cursi? sí, ¿irreal? también (eso de poner la mesa tocando la flauta…) ¿banal? un rato...
¿Maravillosa? SIN DUDA: todos los personajes quieren dejar la provinciana Rochefort para irse a París… sin embargo qué ganas te entran como espectador de ir a ese provinciano Rochefort… ¡¡que le den a París!!
La protagoniza una maravillosa CATHERINE DENEUVE... anti-terrenal, divina, celestial, angelical, casi irreal, guapísima (si es que eso importa ya), bien secundada por su malograda hermana Françoise Dorléac, Danielle Darrieux (haciendo de su madre como en la reciente y también musical “8 mujeres”), el legendario bailarín Gene Kelly, y un inesperadamente encantador Michel Piccoli.

Escrita y dirigida por Jacques Demy ("Los paraguas de Cherburgo", 1963), se rodó en cinemascope en exteriores de Rochefort (Francia), villa marinera, antigua base naval. Obtuvo una nominación a los Oscar (banda sonora). Producida por Gilbert de Goldschmitdt, se estrenó el 8-III-1967 (Francia).

La acción tiene lugar en Rochefort, sobre todo en la plaza Colbert, la principal de la villa, a lo largo de un fin de semana de 1966. Narra la historia de dos chicas jóvenes, de 17/18 años, hermanas mellizas, hijas de madre soltera, Ivonne Garnier (Danielle Darrieux). Solange (François Dorléac) da clases de piano y otros instrumentos y es compositora. Delphine (Catherine Deneuve) da clases de baile. Ambicionan prosperar profesionalmente y desean encontrar al hombre ideal. Deciden ir a Paris, cuando un grupo de feriantes llega a la villa para montar una feria que animarán con música y baile. Los responsable, Etienne (George Chakiris) y Bill (Groover Dale), contratan a las dos hermanas como bailarinas y cantantes y se enamoran de ellas, pero no son correspondidos.

La película está concebida como un homenaje a los musicales americanos, especialmente los de la MGM, que trinfaron en la década de los 50. Contiene referencias a "Cantando bajo la lluvia" (1952), "Un americano en Paris" (1951), "West Side Story" (1961) y otras, como "Siete novias para siete hermanos" (1954). Se ajusta a las contantes del género: búsqueda del amor ideal, amores contrariados por el azar y conversión de lo cotidiano y sencillo en algo maravilloso. La acción tiene lugar en un país mágico en el que impera la alegría, la felicidad y la diversión. Los habitantes del lugar cantan y brincan en el seno de una realidad idealizada, que es un reino de ilusión y fantasía, sin dolor y sin tristeza, acariciado por un sol franco y luminoso. La estética del film se sirve de los motivos y modelos del "pop art" de la época. El clima de irrealidad viene reforzado por el predominio del color blanco (vestuario y decorados), rosa bombón, azul y pastel (fachadas). La cámara, el movimiento de los actores y la acción se hallan impregnados de un surrealismo acorde con la saturación de fantasía del film. No se impone el amor, ni el gran amor, sino el amor ideal, el que colma las aspiraciones subjetivas, concebidas como óptimas por los protagonistas.

La música, de aire ligero y optimisma, aporta canciones originales de las que sobresalen "Chanson de Maxence", "La chanson des joumelles", "Ma seule chanson d'amour" y "Nou vayageons de vielle en ville". La fotografía ofrece movimientos de cámara amplios, encuadres largos, un vesturaio excelente y colores diluidos en blancos/cremas acertadamente irreales. El guión construye un relato sencillo, propio de un cuento, lleno de encanto y magia. La interpetación de las hermanas es acertada y convincente. La dirección crea una obra entretenida, grata, ensoñadora y envolvente.

Película para recordar, no apta para alérgicos a los sueños y la fantasía.

Si hay alguien tan amable que le puede interesar mi reseña, les diré que aprovechando que este musical francés no me seduce demasiado, que homenajea con la mejor voluntad el musical americano y al cual no le dedicaré mucho espacio, me gustaría dejar clara mi humilde opinión y sin ánimo de ofender, sobre el uso político e ideológico que suelen perpetrar algunos usuarios generalmente adulterando el comentario cinematográfico, utilizando este foro de carácter cinéfilo para otros menesteres.

Estoy cansado de leer soflamas execrables que con el pretexto de hablar sobre una película, aprovechan para soltar su discurso político, generalmente caduco y trasnochado en lugar de ceñirse a las cuestiones artísticas o técnicas sin dedicar apenas unas líneas para argumentar los valores del film – quizá porque carecen de ellos o no les importa –, en todo caso, se dedican a emborronar una pura y rancia pedagogía ideológica, que no dejan de ser demagógicos y sectarios panfletos. De este modo, aprovechan para alabar cualquier película deleznable siempre que se ajuste o que sirva para ensalzar su detestable dogma. Yo les pediría, por favor, que se abstengan de difundir su tediosa verborrea en esta web que se supone, es de CINE. Pero antes de votar negativamente mi comentario, pueden terminar de leer mi crítica sobre este film.

Tras el éxito de “Los paraguas de Cherburgo”, el “tándem” Legrand-Demy, compositor y director volvieron a intentarlo con “Las señoritas de Rochefort”, aunque con menor suerte, en mi opinión. A diferencia de la primera cuyo encanto se apoyaba en un drama sentimental y romántico, la segunda se ciñe a una comedia que alterna amor y humor a partir de una base optimista y llena de luz, su espléndida fotografía luminosa y de tonos de color pastel dan fe de ello, brindando un conjunto animoso gracias a los números coreográficos que desempeñan un papel decisivo. Jugando con marinos, vaqueros y bailarinas, crean una atmósfera cuyas constantes son la alegría y el amor.

La participación de Gene Kelly (Un Americano en París) y George Chakiris (West Side Story) rinden homenaje al musical de Hollywood, Catherine Deneuve y su hermana Françoise Dorléac, fallecida poco después en accidente, como profesoras de danza y piano, aportan la delicadeza y el glamur, sin olvidarnos de la siempre estupenda Danielle Darrieux y el incombustible Michel Piccoli. La maravillosa música de Michel Legrand tiene reminiscencias jazzísticas de sus idolatrados Dizzie Gillespie y Miles Davis. A la película quizá le falta con respecto a la anterior, el ímpetu de lo novedoso y la virginidad de lo primerizo, el cine de Jacques Demy nunca volvió a alcanzar ese nivel.

Les demoiselles es un pastelón. Les demoiselles es alegre y vital, cuando Les parapluies era triste y deprimente. Les demoiselles es un cuento de hadas en que cada pareja encuentra a su media naranja, que en realidad vivía a escasos metros dentro del plató. Les demoiselles pertenece a ese cine ya desaparecido para siempre, siendo en sí misma un homenaje a otro cine desaparecido para siempre: el musical norteamericano, del cual recupera a una de sus principales glorias (Kelly) y un joven valor (Chakiris) que se quedó en el camino de la mediocridad después de su aparatoso estreno en West Side Story. Desde un punto de vista musical, Les demoiselles es muy inferior a Les parapluies, una partitura de escaso empaque y no demasiado inspirada. Juguetona, a lo sumo. El reparto es de lujo. A los norteamericanos ya citados hay que sumar a la Deneuve, su hermana tristemente fallecida, Françoise Dorléac (con lo que prometía esa chica), la inmortal Danielle Darrieux (continúa sumando años), Michel Picccoli y un rubio platino Jacques Perrin, chico mono por antonomasia. Si queréis que os diga la verdad, yo me lo pasé muy bien, pese a que temía lo peor. Además, Demy filma sorprendentemente bien, con unas grúas y unos travellings aprendidos durante horas y horas de visionar musicales made in USA. A ver si alguien se acuerda de resucitar en DVD Une chambre en ville, su tercer musical. La vi de estreno y nunca más logré pillarla de nuevo. Teniendo en cuenta que transcurría en un duro ambiente de huelgas y manifestaciones en Nantes, que está totalmente cantada de principio a fin, y que era excepcionalmente sombría viniendo de una persona como Demy, yo creo que valdría la pena resucitarla, aunque el público de la época le dio la espalda.

Bonita comedia musical francés, del mismos director, Jacques Demy, de la también musical "Los paraguas de Cherburgo", de la que vuelve a ser protagonista Catherine Deneauve y repite el Gran músico Michel Legrand a ser el compositor. La película tiene un guión muy ingenuo, este es su mayor handicap , del que no se despega en todo el metraje, con situaciones de lo mas tontorrón, diálogos de lo mas cándido, por no hablar que se excede en tantísimo dulzor, casi me da un ataque de diabetes. La cinta intenta ser un canto al optimismo, a la alegría de vivir, en claro homenaje a los musicales de la Metro, no en vano participa uno de sus mas grandes exponentes, el maravilloso Gene Kelly. El film posee una fotografía esplendorosa, rebosante de colores chillones. Las coreografías están sobresalientes, haciendo de cualquier acto cotidiano algo alegre. La ciudad de Rochefort es un actor mas, que raya a gran altura, dato diferencial de los musicales de la M.G.M., que eran rodados en exclusiva en los estudios. He recordar, como ya he dicho en otras ocasiones que los musicales no esta entre mis géneros favoritos, son muy pocos musicales los que repetiría en ver, con “Cantando bajo la lluvia” a la cabeza”, “La leyenda de la ciudad sin nombre”, “Evita” y algunos animados, este que estoy comentando no estaría en la lista de los que volvería a ver, su guión es un gran lastre. Recomendable a los amantes del musical. Fuerza y honor!!!