You must be a loged user to know your affinity with Miquel
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
Movie added to list
Movie removed from list
An error occurred
7
23 de septiembre de 2012
23 de septiembre de 2012
24 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comedia dramática realizada por Luis Buñuel (1900-1983) a partir de un guión escrito por Manuel Altolaguirre, Juan de la Cabada y Luis Buñuel, que desarrolla un argumento de Manuel Altolaguirre y Manuel Reachi, con diálogos de Juan de la Cabada y Lilia Solano Galeana. Se rueda en escenarios reales de la costa del Pacífico del estado de Guerrero (Méjico) y en los platós de los Estudios Cinematográficos Tepeyac (Méjico), con un bajo presupuesto y un programa acelerado de rodaje. El film es nominado a la Palma de oro (mejor película) del Festival de Cannes (Francia). Producido por manuel Altolaguirre y María Luisa Gómez Mena para Producciones Cinematográficas Isla, se estrena el 26-VI-1952 (Méjico).
La acción dramática tiene lugar en la localidad costeña de Sanjeronimito, en la población de Petatlán (capital del municipio del mismo nombre) y en el trayecto por carretera entre ambas, a lo largo de tres o cuatro días. Oliverio Grajales (Márquez), tras casarse según las costumbres del lugar con Albina (González), se va a Petatlán (Guerrero) en autobús para requerir los servicios profesionales del notario que reclama su madre, doña Esther. El relato se desarrolla con la ayuda de la voz en “off” de un narrador y aborda, entre otros, el tema de las tentaciones que Eva plantea a Adán en el Paraíso, el viaje en busca de la salvación (versión del viaje a la Tierra Prometida) y el del mito de Eros y Tánatos o, lo que es lo mismo, entre el amor y la muerte. El relato se asienta sobre una estructura itinerante que permite encadenar con naturalidad lances diversos, situaciones diferentes e imprevistos.
Es una de las películas propias por las que Buñuel siente especial cariño, posiblemente por el peso que en ella tienen los aspectos populares. Los personajes son seres reales, sencillos y corrientes, extraídos de una región profunda y aislada de Méjico, se comportan con espontaneidad e ingenuidad, hacen uso de un lenguaje rico en expresiones coloquiales y localismos, se muestran tal como son sin pretensiones y sin artificios. Buñuel se lo pasa muy bien dirigiendo la obra e improvisando sobre la marcha la supresión de algunas escenas del guión por falta de presupuesto y sustituyéndolas por otras mucho más sencillas y más próximas a su mundo interior, como la de la niña que viaja en el autocar.
La obra contiene las escenas oníricas de rigor, propias de un Buñuel en un momento de espléndida madurez y plenitud de facultades creativas. En una de ellas pone en relación la manzana de Eva, la madre, la esposa y la amante, en el marco de una visión de gran interés y de notable penetración psicológica. Por lo demás, no falta la presencia de un número elevado de animales, exponentes de la irracionalidad que puebla el universo de los seres humanos. Se ven ovejas, cabras, bueyes, gallinas, etc.
La acción dramática tiene lugar en la localidad costeña de Sanjeronimito, en la población de Petatlán (capital del municipio del mismo nombre) y en el trayecto por carretera entre ambas, a lo largo de tres o cuatro días. Oliverio Grajales (Márquez), tras casarse según las costumbres del lugar con Albina (González), se va a Petatlán (Guerrero) en autobús para requerir los servicios profesionales del notario que reclama su madre, doña Esther. El relato se desarrolla con la ayuda de la voz en “off” de un narrador y aborda, entre otros, el tema de las tentaciones que Eva plantea a Adán en el Paraíso, el viaje en busca de la salvación (versión del viaje a la Tierra Prometida) y el del mito de Eros y Tánatos o, lo que es lo mismo, entre el amor y la muerte. El relato se asienta sobre una estructura itinerante que permite encadenar con naturalidad lances diversos, situaciones diferentes e imprevistos.
Es una de las películas propias por las que Buñuel siente especial cariño, posiblemente por el peso que en ella tienen los aspectos populares. Los personajes son seres reales, sencillos y corrientes, extraídos de una región profunda y aislada de Méjico, se comportan con espontaneidad e ingenuidad, hacen uso de un lenguaje rico en expresiones coloquiales y localismos, se muestran tal como son sin pretensiones y sin artificios. Buñuel se lo pasa muy bien dirigiendo la obra e improvisando sobre la marcha la supresión de algunas escenas del guión por falta de presupuesto y sustituyéndolas por otras mucho más sencillas y más próximas a su mundo interior, como la de la niña que viaja en el autocar.
La obra contiene las escenas oníricas de rigor, propias de un Buñuel en un momento de espléndida madurez y plenitud de facultades creativas. En una de ellas pone en relación la manzana de Eva, la madre, la esposa y la amante, en el marco de una visión de gran interés y de notable penetración psicológica. Por lo demás, no falta la presencia de un número elevado de animales, exponentes de la irracionalidad que puebla el universo de los seres humanos. Se ven ovejas, cabras, bueyes, gallinas, etc.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
(Sigue sin espoileres/aguafiestas)
No faltan situaciones tan propias del imaginario de Buñuel como la novia vestida de blanco, los niños, el beso, el banquete, el cementerio, el ataúd, la muerte, el nacimiento de un niño, la tempestad, etc. Junto con “La ilusión viaja en tranvía” y “El río y la muerte”, el film que comentamos forma parte de lo que algunos llaman la trilogía costumbrista de Buñuel.
La banda sonora, de Gonzalo Pittaluga (“Los olvidados”, 1950), aporta un conjunto de composiciones variadas, adaptadas a los diversos escenarios. Se oyen pasajes fúnebres, festivos, patéticos, líricos, populares, etc. Como música añadida incorpora una canción tradicional (“La mañanitas”) y una composición reciente, que canta la guapa Raquel (“La sanmarqueña”). La fotografía, de Alex Phillips, en B/N, comienza con un soberbio movimiento descendente de cámara que pone en relación el cielo y la localidad de la acción. Añade un discurso versátil, que suma travellings, barridos, imágenes del mar, perspectivas paisajísticas, etc. Reproduce con ternura y simpatía contagiosa imágenes del rostro de los personajes que pueblan el film.
La obra constituye un ejemplo emblemático del cine popular que cultiva Buñuel en Méjico. En este caso le añade un componente erótico que le aporta un toque especial de vibración y brillantez. A ello añade un acertado componente genérico de tensión y amenaza.
No faltan situaciones tan propias del imaginario de Buñuel como la novia vestida de blanco, los niños, el beso, el banquete, el cementerio, el ataúd, la muerte, el nacimiento de un niño, la tempestad, etc. Junto con “La ilusión viaja en tranvía” y “El río y la muerte”, el film que comentamos forma parte de lo que algunos llaman la trilogía costumbrista de Buñuel.
La banda sonora, de Gonzalo Pittaluga (“Los olvidados”, 1950), aporta un conjunto de composiciones variadas, adaptadas a los diversos escenarios. Se oyen pasajes fúnebres, festivos, patéticos, líricos, populares, etc. Como música añadida incorpora una canción tradicional (“La mañanitas”) y una composición reciente, que canta la guapa Raquel (“La sanmarqueña”). La fotografía, de Alex Phillips, en B/N, comienza con un soberbio movimiento descendente de cámara que pone en relación el cielo y la localidad de la acción. Añade un discurso versátil, que suma travellings, barridos, imágenes del mar, perspectivas paisajísticas, etc. Reproduce con ternura y simpatía contagiosa imágenes del rostro de los personajes que pueblan el film.
La obra constituye un ejemplo emblemático del cine popular que cultiva Buñuel en Méjico. En este caso le añade un componente erótico que le aporta un toque especial de vibración y brillantez. A ello añade un acertado componente genérico de tensión y amenaza.
9
16 de septiembre de 2012
16 de septiembre de 2012
18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Largometraje documental sobre los Juegos Olímpicos de Verano de 1936 realizado por la alemana Leni (Helena) Riefenstahl (1902-2003) (“El triunfo de la voluntad”, 1935). Se rueda en la Acrópolis (Atenas, Grecia), el Estadio Olímpico de Berlín, Berlín y en los platós de los estudios de Olympia Film, por encargo del Comité Olímpico Internacional. Se produjeron casi 250 horas de filmación, con la ayuda de más de 30 cámaras, la construcción de numerosas torres de acero, el montaje de plataformas y raíles y el concurso de más de un centenar de colaboradores. El montaje final deja el metraje en 118 minutos (1ª parte) y 107 minutos (2ª parte). Obtiene el premio al mejor film del Festival de Venecia (1938) y la medalla de Oro del Comité Olímpico Internacional (COI). Producido por Leni Riefenstahl para Olympia Film, Tobis Filmkunst y el Comité Olímpico Internacional (no acreditado), se proyecta por primera vez en público el 20-III-1938 (Berlín), tras 2 años de montaje.
Es el primer documental que trata de unos Juegos Olímpicos. Exalta el deporte, el esfuerzo físico, la competitividad, el espíritu olímpico, el deporte en grupo, la superación personal, el valor del triunfo y del premio, etc. Se complace en mostrar la plasticidad del cuerpo humano en movimiento, la complementariedad que se da entre el deporte y la naturaleza, la fascinación que Riefenstahl siente por la gimnasia y los grandes cuadros gimnásticos geométricos. No oculta la admiración que suscitan en ella los atletas que considera los más completos (ganadores de la decatlón).
Se detiene con especial delectación en la contemplación de lo que más le gusta: las evoluciones de los números de gimnasia individual y los saltos del trampolín. Les dedica encuadres a cámara lenta, compone tomas desde ángulos y alturas diferentes, recorta las siluetas sobre la inmensidad del cielo y presenta los atletas enfrentados a ellos mismos, aislados del público, las banderas, los escudos y el sonido ambiente. A través de series de imágenes (arquitecturas, esculturas…) confiesa su admiración por el mundo clásico de la antigua Grecia que impulsó y prestigió la práctica del deporte con la creación de los antiguos juegos olímpicos, de los que los actuales son continuación. Viejos y nuevos juegos olímpicos comparten un mismo espíritu, objetivos similares y modalidades deportivas comunes como el lanzamiento de disco, peso, martillo, etc.
Por lo que respecta a la creación de imágenes, la realizadora en esta ocasión va algo más allá de lo que había conseguido en “El triunfo de la voluntad”. Incrementa la longitud y variedad de los travellings, hace uso de la cámara lenta (gimnasia) y de la cámara acelerada (caballos), incorpora composiciones esteticistas (reflejos en el agua), construye la continuidad del movimiento mediante tomas filmadas siempre desde el mismo lado y con ángulos similares. (...)
Es el primer documental que trata de unos Juegos Olímpicos. Exalta el deporte, el esfuerzo físico, la competitividad, el espíritu olímpico, el deporte en grupo, la superación personal, el valor del triunfo y del premio, etc. Se complace en mostrar la plasticidad del cuerpo humano en movimiento, la complementariedad que se da entre el deporte y la naturaleza, la fascinación que Riefenstahl siente por la gimnasia y los grandes cuadros gimnásticos geométricos. No oculta la admiración que suscitan en ella los atletas que considera los más completos (ganadores de la decatlón).
Se detiene con especial delectación en la contemplación de lo que más le gusta: las evoluciones de los números de gimnasia individual y los saltos del trampolín. Les dedica encuadres a cámara lenta, compone tomas desde ángulos y alturas diferentes, recorta las siluetas sobre la inmensidad del cielo y presenta los atletas enfrentados a ellos mismos, aislados del público, las banderas, los escudos y el sonido ambiente. A través de series de imágenes (arquitecturas, esculturas…) confiesa su admiración por el mundo clásico de la antigua Grecia que impulsó y prestigió la práctica del deporte con la creación de los antiguos juegos olímpicos, de los que los actuales son continuación. Viejos y nuevos juegos olímpicos comparten un mismo espíritu, objetivos similares y modalidades deportivas comunes como el lanzamiento de disco, peso, martillo, etc.
Por lo que respecta a la creación de imágenes, la realizadora en esta ocasión va algo más allá de lo que había conseguido en “El triunfo de la voluntad”. Incrementa la longitud y variedad de los travellings, hace uso de la cámara lenta (gimnasia) y de la cámara acelerada (caballos), incorpora composiciones esteticistas (reflejos en el agua), construye la continuidad del movimiento mediante tomas filmadas siempre desde el mismo lado y con ángulos similares. (...)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
(Sigue sin espoileres/aguafiestas)
(...) Incluye planos extremos (primerísimos planos). Añade a la cinta tomas de estudio en plató o exteriores destinadas a ampliar la emotividad y vibración del relato, como planos subjetivos rodados en apariencia desde el interior de esquifes en competición. Por sus valores plásticos, innovaciones, equilibrio de la composición (reiteración de la diagonal), fuerza de las imágenes, interacción entre música e imagen, excelente ritmo narrativo y otras razones, el film constituye una obra culminante del género documental.
La banda sonora, de Herbert Weidt (“El triunfo de la voluntad”), aporta una partitura rítmica que se adapta al movimiento de los atletas. Aporta aires épicos, como corresponde a una obra destinada a la exaltación y recuerdo de un acontecimiento singular, plagado de héroes deportivos y de triunfos que establecen marcas de récord. Añade varios cortes de Richard Wagner (“La cabalgata de las Valkirias” al paso del pelotón ciclista, “El ocaso de los dioses” hacia el final…), himnos nacionales y algunas melodías populares germanas.
Durante los años de la guerra (1939-1945) en Alemania no vuelven a contar con la realizadora, pese a la abundancia de la producción de reportajes documentales y de propaganda. Tras la guerra es condenada a 4 años de prisión y se le hace prácticamente imposible el ejercicio de su profesión. Hasta 1948 no pudo recoger la medalla de oro que el Comité Olímpico Internacional le había concedido por “Olimpia”.
(...) Incluye planos extremos (primerísimos planos). Añade a la cinta tomas de estudio en plató o exteriores destinadas a ampliar la emotividad y vibración del relato, como planos subjetivos rodados en apariencia desde el interior de esquifes en competición. Por sus valores plásticos, innovaciones, equilibrio de la composición (reiteración de la diagonal), fuerza de las imágenes, interacción entre música e imagen, excelente ritmo narrativo y otras razones, el film constituye una obra culminante del género documental.
La banda sonora, de Herbert Weidt (“El triunfo de la voluntad”), aporta una partitura rítmica que se adapta al movimiento de los atletas. Aporta aires épicos, como corresponde a una obra destinada a la exaltación y recuerdo de un acontecimiento singular, plagado de héroes deportivos y de triunfos que establecen marcas de récord. Añade varios cortes de Richard Wagner (“La cabalgata de las Valkirias” al paso del pelotón ciclista, “El ocaso de los dioses” hacia el final…), himnos nacionales y algunas melodías populares germanas.
Durante los años de la guerra (1939-1945) en Alemania no vuelven a contar con la realizadora, pese a la abundancia de la producción de reportajes documentales y de propaganda. Tras la guerra es condenada a 4 años de prisión y se le hace prácticamente imposible el ejercicio de su profesión. Hasta 1948 no pudo recoger la medalla de oro que el Comité Olímpico Internacional le había concedido por “Olimpia”.
8
14 de septiembre de 2012
14 de septiembre de 2012
29 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Largometraje de propaganda política realizado por la directora alemana Leni Riefenstahl (1902-2003) (“Olympia”, 1938) por encargo de Hitler. El guión, de L. Riefenstahl y Walter Ruthmann, resume los actos, desfiles, parlamentos y demostraciones que rodearon la celebración en Nuremberg (Bavaria, Alemania) del VI Congreso del Partido Nacionalsocialista en septiembre de 1935. Producido por Leni Riefensatahl para Leni Riefenstahl-Produktion, se estrena el 28-III-1935 (Alemania).
La acción tiene lugar en Nuremberg del 5 al 10 de septiembre de 1934. El protagonista principal es Adolf Hitler. Otros protagonistas son los altos jerarcas nazis: Martin Bormann, Josef Gobbels, Herman Goering, Rudolf Hess, Heinrich Himmler, etc. También son protagonistas los 52.000 militantes del partido nazi que participan en las manifestaciones con uniformes paramilitares y la población civil de Nuremberg, que asiste en las calles o desde las ventanas a los desfiles, paradas militares y demás actos públicos que tienen lugar en las calles de la ciudad.
El film constituye un discurso de exaltación de Hitler, la ideología nazi, el militarismo y los gobiernos totalitarios. Lo hace con la ayuda de los artificios de sonido, iluminación, composición, perspectiva, filmación y montaje que la realizadora tiene a su disposición. Cuenta con un equipo profesional de 120 técnicos, 30 cámaras, numerosas grúas, raíles y juegos de cables elevados que permiten tomas a 40 m de altura. Con estos medios y gracias a su trabajo, preparación y talento, la realizadora compone una narración visual que avanza a un ritmo intenso, similar al de los himnos patrióticos que se cantan, con una combinación muy imaginativa y fresca de travellings de avance, retroceso y laterales, lentos y rápidos, barridos, contraluces, planos generales, tomas cenitales, filmaciones circulares en torno al personaje central, fundidos, imágenes subjetivas, planos inferiores, superposición de imágenes, etc. No solo hay riqueza de medios y soluciones técnicas, la obra desborda imaginación, inventiva y talento. Sobre esta base la cinta constituye un recital variado y muy dinámico de imágenes seductoras que solo decae hacia el final a causa de la fatiga que producen las reiteraciones del desfile ante un Hitler que es canciller desde enero de 1933 y presidente de Alemania con el título de Führer desde el reciente fallecimiento (2-VIII-1934) del presidente alemán, Paul von Hindenburg (1847-1934).
Los desfiles y paradas de los miembros del partido nazi no son militares, sino paramilitares. Los que desfilan no llevan armas, sino solo mochilas, picos, palas, etc. La manera de sostener los picos y las palas recuerda, y a la vez evoca, los fusiles ausentes. No es casual la inclusión de un cañón de salvas. Las imágenes del águila corresponden al símbolo imperial de Alemania, no son un símbolo nazi. Los actuales euros alemanes reproducen en su anverso el águila imperial.
La acción tiene lugar en Nuremberg del 5 al 10 de septiembre de 1934. El protagonista principal es Adolf Hitler. Otros protagonistas son los altos jerarcas nazis: Martin Bormann, Josef Gobbels, Herman Goering, Rudolf Hess, Heinrich Himmler, etc. También son protagonistas los 52.000 militantes del partido nazi que participan en las manifestaciones con uniformes paramilitares y la población civil de Nuremberg, que asiste en las calles o desde las ventanas a los desfiles, paradas militares y demás actos públicos que tienen lugar en las calles de la ciudad.
El film constituye un discurso de exaltación de Hitler, la ideología nazi, el militarismo y los gobiernos totalitarios. Lo hace con la ayuda de los artificios de sonido, iluminación, composición, perspectiva, filmación y montaje que la realizadora tiene a su disposición. Cuenta con un equipo profesional de 120 técnicos, 30 cámaras, numerosas grúas, raíles y juegos de cables elevados que permiten tomas a 40 m de altura. Con estos medios y gracias a su trabajo, preparación y talento, la realizadora compone una narración visual que avanza a un ritmo intenso, similar al de los himnos patrióticos que se cantan, con una combinación muy imaginativa y fresca de travellings de avance, retroceso y laterales, lentos y rápidos, barridos, contraluces, planos generales, tomas cenitales, filmaciones circulares en torno al personaje central, fundidos, imágenes subjetivas, planos inferiores, superposición de imágenes, etc. No solo hay riqueza de medios y soluciones técnicas, la obra desborda imaginación, inventiva y talento. Sobre esta base la cinta constituye un recital variado y muy dinámico de imágenes seductoras que solo decae hacia el final a causa de la fatiga que producen las reiteraciones del desfile ante un Hitler que es canciller desde enero de 1933 y presidente de Alemania con el título de Führer desde el reciente fallecimiento (2-VIII-1934) del presidente alemán, Paul von Hindenburg (1847-1934).
Los desfiles y paradas de los miembros del partido nazi no son militares, sino paramilitares. Los que desfilan no llevan armas, sino solo mochilas, picos, palas, etc. La manera de sostener los picos y las palas recuerda, y a la vez evoca, los fusiles ausentes. No es casual la inclusión de un cañón de salvas. Las imágenes del águila corresponden al símbolo imperial de Alemania, no son un símbolo nazi. Los actuales euros alemanes reproducen en su anverso el águila imperial.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
(Sigue sin espoileres/aguafiestas)
El film desborda los límites del género documental. Su propósito no consiste tanto en recordar unos hechos del pasado filmados en directo, como en exaltar a un líder, una ideología y un partido. Cumple su cometido con singular eficacia. La llegada de Hitler desde los cielos en avión, en compañía de Bormann y Hess, crea indicaciones sobre su condición de personaje superior, investido de poderes altísimos. Los reiterados movimientos de cámara que relacionan la imagen del líder con los aplausos fervorosos de la gente hablan de su popularidad, aceptación general y credibilidad. Los desfiles y la gran parada en formación constituyen una demostración de fuerza que, en su momento, no estaba exenta de indicaciones desafiantes y amenazadoras, que se veían potenciadas e immortalizadas mediante su traslación al cine.
Resultan estremecedoras las referencias verbales a la paz por parte de una maquinaria que se levantaba y movilizaba para dar paso a la IIGM, la guerra más sanguinaria, mortífera y atroz de la historia. Causan vértigo las referencias disimuladas, pero suficientemente claras desde la perspectiva actual, a los judíos destinados al exterminio. Causan escalofrío las propuestas que se formulan sobre la supresión de las ideologías diferentes a la nazi. Duele la constatación de los niveles de hipocresía y cinismo que usaban en 1934 los dirigentes nazis.
La banda sonora, de Herbert Windt, aporta composiciones de aires marciales, que transforman las imágenes de tal manera que muchos espectadores ven en ellas desfiles militares de soldados armados, dispuestos a imponer las consignas de sus jerarcas. Añade himnos nazis, algunas canciones tradicionales y cortes de Richard Wagner, el músico más admirado por Hitler.
El film constituye una obra de gran cine, que merece ser vista y analizada con calma. Constituye un exponente emblemático de como el arte puede ser manipulado y puesto al servicio de la mentira, el engaño y el fraude.
El film desborda los límites del género documental. Su propósito no consiste tanto en recordar unos hechos del pasado filmados en directo, como en exaltar a un líder, una ideología y un partido. Cumple su cometido con singular eficacia. La llegada de Hitler desde los cielos en avión, en compañía de Bormann y Hess, crea indicaciones sobre su condición de personaje superior, investido de poderes altísimos. Los reiterados movimientos de cámara que relacionan la imagen del líder con los aplausos fervorosos de la gente hablan de su popularidad, aceptación general y credibilidad. Los desfiles y la gran parada en formación constituyen una demostración de fuerza que, en su momento, no estaba exenta de indicaciones desafiantes y amenazadoras, que se veían potenciadas e immortalizadas mediante su traslación al cine.
Resultan estremecedoras las referencias verbales a la paz por parte de una maquinaria que se levantaba y movilizaba para dar paso a la IIGM, la guerra más sanguinaria, mortífera y atroz de la historia. Causan vértigo las referencias disimuladas, pero suficientemente claras desde la perspectiva actual, a los judíos destinados al exterminio. Causan escalofrío las propuestas que se formulan sobre la supresión de las ideologías diferentes a la nazi. Duele la constatación de los niveles de hipocresía y cinismo que usaban en 1934 los dirigentes nazis.
La banda sonora, de Herbert Windt, aporta composiciones de aires marciales, que transforman las imágenes de tal manera que muchos espectadores ven en ellas desfiles militares de soldados armados, dispuestos a imponer las consignas de sus jerarcas. Añade himnos nazis, algunas canciones tradicionales y cortes de Richard Wagner, el músico más admirado por Hitler.
El film constituye una obra de gran cine, que merece ser vista y analizada con calma. Constituye un exponente emblemático de como el arte puede ser manipulado y puesto al servicio de la mentira, el engaño y el fraude.

7,2
885
8
13 de septiembre de 2012
13 de septiembre de 2012
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Largometraje mudo realizado por el director americano de origen austriaco Josef von Sternberg (1894-1969) (“El ángel azul”, 1930). El guión, de Ben Hecht y Charles Furthman, se basa en hechos reales y en la figura del gángster Jim Colosimo (1878-1920). Se rueda en los platós de Paramount Studios (Hollywood, L.A., CA) y obtiene el Oscar al mejor guión original (Ben Hecht). Producido por Ben Schulberg y Héctor Turnbull para Paramount Pictures, se estrena el 20-VIII-1927 (EEUU).
La acción dramática tiene lugar en NYC (NY) en 1926/27. “Bull” Weed (Bancrof) es un gángster especializado en asaltar bancos y joyerías. “Rolls Royce” Wensel (Brooks) es un abogado alcoholizado con el que Bull se asocia para ayudarle a superar su adicción. “Feather” McCoy (Brent) es la novia de Bull, pero se siente atraída por el refinamiento y la inteligencia de Rolls Royce. “Buck” Mulligan (Kohler), provocador e impertinente, es el gángster rival de Bull. Este, que se distingue por su coraje, es vulgar e irascible. Rolls Royce es elegante, irónico, tiene sentido del humor y sabe callar. Su apodo responde al hecho de ser tan silencioso como un Rolls Royce. Feather es lista, siente una extraña e incomprensible pasión por las plumas y es seductoramente hermosa.
El film se caracteriza por su ritmo intenso y sostenido, la acción constante, los toques de fino erotismo y el cuidadoso estudio de los caracteres protagonistas. Incluye imágenes y situaciones que anticipan elementos de “Scarface” (Hawks, 1932), con la que comparte como guionista al escritor y periodista Ben Hecht. Como otros trabajos de Sternberg, el presente despliega una excelente puesta en escena y una exquisita dirección de actores. Por lo demás, exalta la amistad masculina, la lealtad y la rebeldía del individuo contra la sociedad que le oprime. Muchos son los que consideran que inicia el subgénero del cine de gángsters, que tuvo un gran desarrollo en los años 30 y se vio engrandecido en los años 70 por el éxito de “El padrino” (Coppola, 1972).
Es interesante observar cómo el realizador desgrana la narración y define los medios que emplea al respecto. Como buen naturalista enemigo del realismo, se sirve del recurso al artificio para dar a los elementos que integran el film el sentido que desea. La ciudad en la que tiene lugar la acción (NYC), la describe como un espacio frío y distante, en el que predominan los edificios de dimensiones sobrehumanas, los suelos áridos de asfalto, los gélidos muros de cemento, los subterráneos opresivos, los clubs ilegales, etc. Las imágenes muestran la ciudad como un universo de sombras fantasmales, desorden y caos.
La acción dramática tiene lugar en NYC (NY) en 1926/27. “Bull” Weed (Bancrof) es un gángster especializado en asaltar bancos y joyerías. “Rolls Royce” Wensel (Brooks) es un abogado alcoholizado con el que Bull se asocia para ayudarle a superar su adicción. “Feather” McCoy (Brent) es la novia de Bull, pero se siente atraída por el refinamiento y la inteligencia de Rolls Royce. “Buck” Mulligan (Kohler), provocador e impertinente, es el gángster rival de Bull. Este, que se distingue por su coraje, es vulgar e irascible. Rolls Royce es elegante, irónico, tiene sentido del humor y sabe callar. Su apodo responde al hecho de ser tan silencioso como un Rolls Royce. Feather es lista, siente una extraña e incomprensible pasión por las plumas y es seductoramente hermosa.
El film se caracteriza por su ritmo intenso y sostenido, la acción constante, los toques de fino erotismo y el cuidadoso estudio de los caracteres protagonistas. Incluye imágenes y situaciones que anticipan elementos de “Scarface” (Hawks, 1932), con la que comparte como guionista al escritor y periodista Ben Hecht. Como otros trabajos de Sternberg, el presente despliega una excelente puesta en escena y una exquisita dirección de actores. Por lo demás, exalta la amistad masculina, la lealtad y la rebeldía del individuo contra la sociedad que le oprime. Muchos son los que consideran que inicia el subgénero del cine de gángsters, que tuvo un gran desarrollo en los años 30 y se vio engrandecido en los años 70 por el éxito de “El padrino” (Coppola, 1972).
Es interesante observar cómo el realizador desgrana la narración y define los medios que emplea al respecto. Como buen naturalista enemigo del realismo, se sirve del recurso al artificio para dar a los elementos que integran el film el sentido que desea. La ciudad en la que tiene lugar la acción (NYC), la describe como un espacio frío y distante, en el que predominan los edificios de dimensiones sobrehumanas, los suelos áridos de asfalto, los gélidos muros de cemento, los subterráneos opresivos, los clubs ilegales, etc. Las imágenes muestran la ciudad como un universo de sombras fantasmales, desorden y caos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
(Sigue sin espoileres/aguafiestas)
Describe las características del mundo del hampa mediante rostros desencajados, luces difuminadas que se confunden con las sombras, ambientes irrespirables de humo, sonidos estrepitosos (sugeridos con sutileza) y cantidades inverosímiles de serpentinas de colores. Añade referencias a comportamientos paranoicos y esquizofrénicos, delirios etílicos y descontroles de conducta que estremecen. El cuadro resultante muestra el mundo del hampa como un amasijo de violencia, maldad y perversión. El retrato global de los bajos fondos, sin palabras, desborda vigor y contundencia.
Por lo demás, la narración se apoya en una potente capacidad de abstracción, que se pone de manifiesto a través del uso de la elipsis, la marcada estilización de personajes y situaciones y la abundancia de sobreentendidos. No falta el juego de contrarios, que sirve para reforzar los trazos gruesos del dibujo, como ocurre en la escena del gángster y el gato recién nacido, que prepara y anticipa escenas posteriores de mayor calado dramático. Junto a la abstracción narrativa, el film se recrea en una visualidad animada por un barroquismo convencido y vitalista, que a través de los detalles refuerza la estilización narrativa.
La fotografía, de Bert Glennon (“La diligencia”, Ford, 1939), en B/N, además de los travellings tan gratos al realizador, ofrece barridos, tomas subjetivas, contraluces, primeros planos y un interesantísimo montaje que usa distintas maneras de construirlos y diferentes velocidades.
Describe las características del mundo del hampa mediante rostros desencajados, luces difuminadas que se confunden con las sombras, ambientes irrespirables de humo, sonidos estrepitosos (sugeridos con sutileza) y cantidades inverosímiles de serpentinas de colores. Añade referencias a comportamientos paranoicos y esquizofrénicos, delirios etílicos y descontroles de conducta que estremecen. El cuadro resultante muestra el mundo del hampa como un amasijo de violencia, maldad y perversión. El retrato global de los bajos fondos, sin palabras, desborda vigor y contundencia.
Por lo demás, la narración se apoya en una potente capacidad de abstracción, que se pone de manifiesto a través del uso de la elipsis, la marcada estilización de personajes y situaciones y la abundancia de sobreentendidos. No falta el juego de contrarios, que sirve para reforzar los trazos gruesos del dibujo, como ocurre en la escena del gángster y el gato recién nacido, que prepara y anticipa escenas posteriores de mayor calado dramático. Junto a la abstracción narrativa, el film se recrea en una visualidad animada por un barroquismo convencido y vitalista, que a través de los detalles refuerza la estilización narrativa.
La fotografía, de Bert Glennon (“La diligencia”, Ford, 1939), en B/N, además de los travellings tan gratos al realizador, ofrece barridos, tomas subjetivas, contraluces, primeros planos y un interesantísimo montaje que usa distintas maneras de construirlos y diferentes velocidades.

6,2
1.637
6
11 de septiembre de 2012
11 de septiembre de 2012
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primer largometraje que incorpora el sonoro, si bien lo hace de modo parcial ya que solo incluye el sonido en la interpretación de las canciones y en unas pocas palabras que pone en boca del protagonista. El realizador es Alan Crosland (1894-1936) (“Don Juan”, 1928). El guión, de Alfred A. Cohn, con títulos de Jack Jamunth, adapta el relato breve “The Day of Atonement” (1922), basado en la vida de Al Jolson, y la obra de teatro “The Jazz Singer” (1925), de Samson Raphaelson. Se rueda en escenarios naturales de NY, San Francisco, Chastswort (L.A.) e Iverson Ranch (Hollywood) y en los platós de KTLA Studios (Hollywood) y Warner Bros. Studios (Hollywood, L.A., CA), con un presupuesto de 422.000 USD. Obtiene un Oscar honorífico en reconocimiento de la aportación del film al cine y una nominación al Oscar al mejor guión adaptado. En 1996 es distinguido con el premio de preservación por el Nacional Film Registry. Producido por Warner Bros. y The Vitaphone Corporation para Warner Pictures, se proyecta por primera vez en público el 6-X-1927 en sesión de preestreno (NYC, NY).
La acción dramática tiene lugar en NYC (NY), Londres y Chicago entre 1907/08 y 1927. El cantante de jazz Jack Robin/Jackie Rabinowitz (Jolson) es hijo único del cantor Rabinowitz (Oland) de himnos y plegarias de la sinagoga del barrio judío de NYC. Heredó la ocupación de su padre y este del suyo hasta cinco generaciones. Sara Rabinowitz (Besserer) es la madre sacrificada y afectuosa, que mantiene con el hijo una intensa relación de amor materno-filial. Moisha Yudelson (Lederer) es el mejor amigo del padre. Mary Dale (McAvoy) es una joven bailarina clásica que actúa en el mundo del espectáculo y que consigue triunfar en Broadway. Una de las chicas del coro es Myrna Loy. Jack/Jackie, nacido en 1897/98, sensible y frágil, tiene grandes aptitudes para el canto y desde los 10/11 años siente gran afición al jazz y al ragtime. En el momento actual (1927) tiene 30 años.
La obra desarrolla la historia de una familia judía muy apegada a sus tradiciones ancestrales en tiempos de grandes cambios impuestos por el paso del tiempo, la emergencia de nuevas costumbres, el avance en el ejercicio de las libertades individuales y la mejora de los niveles de instrucción e información de la población. Las viejas costumbres endogámicas y cerradas no se sostienen en un mundo abierto, plural, libre y metropolitano como el de Nueva York. Los antiguos planteamientos se han de modificar y se han de adaptar a nuevas formas y nuevos estilos despojados de rigorismos e inmovilismos inconvenientes e innecesarios. En este orden de cosas, el film aporta elementos de juicio que invitan a una reflexión válida para muchos.
La acción dramática tiene lugar en NYC (NY), Londres y Chicago entre 1907/08 y 1927. El cantante de jazz Jack Robin/Jackie Rabinowitz (Jolson) es hijo único del cantor Rabinowitz (Oland) de himnos y plegarias de la sinagoga del barrio judío de NYC. Heredó la ocupación de su padre y este del suyo hasta cinco generaciones. Sara Rabinowitz (Besserer) es la madre sacrificada y afectuosa, que mantiene con el hijo una intensa relación de amor materno-filial. Moisha Yudelson (Lederer) es el mejor amigo del padre. Mary Dale (McAvoy) es una joven bailarina clásica que actúa en el mundo del espectáculo y que consigue triunfar en Broadway. Una de las chicas del coro es Myrna Loy. Jack/Jackie, nacido en 1897/98, sensible y frágil, tiene grandes aptitudes para el canto y desde los 10/11 años siente gran afición al jazz y al ragtime. En el momento actual (1927) tiene 30 años.
La obra desarrolla la historia de una familia judía muy apegada a sus tradiciones ancestrales en tiempos de grandes cambios impuestos por el paso del tiempo, la emergencia de nuevas costumbres, el avance en el ejercicio de las libertades individuales y la mejora de los niveles de instrucción e información de la población. Las viejas costumbres endogámicas y cerradas no se sostienen en un mundo abierto, plural, libre y metropolitano como el de Nueva York. Los antiguos planteamientos se han de modificar y se han de adaptar a nuevas formas y nuevos estilos despojados de rigorismos e inmovilismos inconvenientes e innecesarios. En este orden de cosas, el film aporta elementos de juicio que invitan a una reflexión válida para muchos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
(Sigue sin espoileres/aguafiestas)
El film apuesta por los valores jóvenes, basados en la sinceridad, la autenticidad, la afirmación de los gustos y aficiones personales, la libertad de elección y la concepción de que cada ser humano es responsable ante sí mismo y ante los demás de su realización personal y de la construcción de su propio destino. Muestra la fragilidad y las disfuncionalidades en el mundo actual (el de 1927) de los viejos valores, como la disciplina, la obediencia, el sometimiento, el autoritarismo, el dogmatismo y otros, que demandan modificaciones en su definición y modo de aplicación. Sin grandes palabras y sin gestos grandilocuentes el film glosa la opción del capital judío de América a favor del cine de Hollywood como medio de información, creación de opinión pública, cultura y entretenimiento.
La historia que se explica es simple, sencilla, creíble y previsible. Incluye interpretaciones de aires teatrales y hace uso de un lenguaje narrativo directo, asequible y fácil, libre de artificios y complejidades. Acusa una cierta pobreza léxica y sintáctica y en algunos pasajes abusa del recurso al sentimentalismo y la sensiblería.
La banda sonora, de Louis Silvers (“Corazones indomables”, Ford, 1939), aporta varias canciones del repertorio de Al Jolson como “My Mammy”, “Toot, Toot, Tootsie”, “Dirty Hands, Dirty Face”, etc., que se insertan en el metraje sin influir en la progresión del argumento. Se oyen algunos cortes de Tchaikovsky (“Romeo y Julieta”) y Sibelius (“Peleas y Melisanda”). La música y las melodías de algunas canciones, del género de variedades, son superficiales y anodinas, extremo que pone de manifiesto su contraste con el himno judío “Kol Nidre”, que se canta en la festividad del Yon Kippur, y con otras composiciones añadidas como “Blue Skies”, de Irving Berlin. La fotografía, de Hal Mohr (“El sueño de una noche de verano”, Dieterle y Reinhardt, 1935), en B/N, compone una visualidad correcta, directa y sencilla, que aporta algunos detalles de interés de las ceremonias, costumbres e idiosincrasia judías.
El film apuesta por los valores jóvenes, basados en la sinceridad, la autenticidad, la afirmación de los gustos y aficiones personales, la libertad de elección y la concepción de que cada ser humano es responsable ante sí mismo y ante los demás de su realización personal y de la construcción de su propio destino. Muestra la fragilidad y las disfuncionalidades en el mundo actual (el de 1927) de los viejos valores, como la disciplina, la obediencia, el sometimiento, el autoritarismo, el dogmatismo y otros, que demandan modificaciones en su definición y modo de aplicación. Sin grandes palabras y sin gestos grandilocuentes el film glosa la opción del capital judío de América a favor del cine de Hollywood como medio de información, creación de opinión pública, cultura y entretenimiento.
La historia que se explica es simple, sencilla, creíble y previsible. Incluye interpretaciones de aires teatrales y hace uso de un lenguaje narrativo directo, asequible y fácil, libre de artificios y complejidades. Acusa una cierta pobreza léxica y sintáctica y en algunos pasajes abusa del recurso al sentimentalismo y la sensiblería.
La banda sonora, de Louis Silvers (“Corazones indomables”, Ford, 1939), aporta varias canciones del repertorio de Al Jolson como “My Mammy”, “Toot, Toot, Tootsie”, “Dirty Hands, Dirty Face”, etc., que se insertan en el metraje sin influir en la progresión del argumento. Se oyen algunos cortes de Tchaikovsky (“Romeo y Julieta”) y Sibelius (“Peleas y Melisanda”). La música y las melodías de algunas canciones, del género de variedades, son superficiales y anodinas, extremo que pone de manifiesto su contraste con el himno judío “Kol Nidre”, que se canta en la festividad del Yon Kippur, y con otras composiciones añadidas como “Blue Skies”, de Irving Berlin. La fotografía, de Hal Mohr (“El sueño de una noche de verano”, Dieterle y Reinhardt, 1935), en B/N, compone una visualidad correcta, directa y sencilla, que aporta algunos detalles de interés de las ceremonias, costumbres e idiosincrasia judías.
Más sobre Miquel
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here