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Algunas bestias

Drama. Intriga Alejandro y Ana llevan a su familia de vacaciones a una isla remota en el sur de Chile. La tranquilidad del viaje se ve perturbada cuando Nicolás, el encargado del mantenimiento, que los transportó hasta allí, desaparece dejando a la familia atrapada. (FILMAFFINITY)
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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
19 de noviembre de 2020
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La anécdota no es extremadamente complicada, los méritos del guion van por el lado del apartado estético. El director domina el lenguaje cinematográfico, cada tiro de la cámara y cada plano tiene intención, en definitiva, sabe como contarnos una historia de roles trastocados dispuestas como un estudio de clases sociales. Recuerda la perfección compositiva de «Parásitos», pero este viaje es mucho más sórdido, alcanzando ribetes de pesadilla.

La primera toma cenital nos muestra los contornos de una isla ubicada en el sur de Chile. Este recurso aéreo dará cuenta de una película quirúrgica, donde el director se transforma en un entomólogo y observará de manera glacial el comportamiento de estos personajes que se ven como hormigas dentro de la pantalla. «Algunas bestias», fue el título escogido, profundizando la idea de estar diseccionando insectos, el director los filma de forma despiadada.

Los actores están muy bien en varias facetas. Los abuelos son fotografiados como si fueran parte de un afiche publicitario (enfocados de perfil), fríos, representantes de la clase alta. Alfredo Castro (Antonio) y Paulina García (Dolores), en otra faceta, pierden la compostura. Alfredo para exponer su cara de asco («esta casa mugrienta») y exponer al marido de su hija (Alejandro, de clase popular): «Uno tiene que estar con alguien que te entregue algo en la vida… Es un problema de clase, de pertenencia», en alusión a la modesta ceremonia de matrimonio de su hija (Ana).

El dinero los hace ver todo desde las alturas, frecuentemente vemos una imagen de contrapicado, mostrándolos como unos sujetos insensibles, siempre guardando las apariencias.

Las escenas dramáticas son conformadas en planos fijos, donde la coreografía de los actores es la que otorga profundidad. La primera hora del metraje transcurrió como un estudio de personajes, en un tono inquietante que genera suspenso, el ruido de la naturaleza acentúa la idea de que esta familia oculta secretos inconfesables.

El director da especial relevancia al sonido, la música se va tornando cada vez más espeluznante. Alterna ese sonido con diálogos breves, muy precisos, los enmarca con silencios cuando los personajes observan desde la ventana.

Los diálogos se vuelven protagonistas absolutos en algunas escenas panorámicas, donde estas verdaderas hormigas expresan sus frustraciones, sus diferencias, pero el director nos vuelve a instalar como espectadores lejanos. La cámara deja fijo el encuadre, esas peleas mundanas carecen de importancia para su mirada científica.

Una lluvia torrencial termina con los parajes amplios y luminosos de la primera parte. Las escenas se vuelcan al interior de la casa y se vuelven oscuras. Los personajes siempre estuvieron suspendidos al borde del abismo, pero al quedar encerrados (primero en la isla y luego al interior de la casa) surgen diálogos subterráneos y pasiones que deslindan en lo inmoral.

Al interior del dormitorio de Consuelo se desarrollarán diez minutos inquietantes, donde el juego de roles se enreda. Ha ocurrido algo francamente escabroso y el director enfoca a cada personaje en soledad, observando por la ventana, donde la naturaleza es la única fuente de luz. Al interior de la casa se anidarán las culpas.

Un plano cenital aleja al espectador, vela porque las emociones no lo vayan a derrumbar como a los personajes. La música se vuelve trágica, el quiebre familiar es profundo.

Un bote los rescatará de la isla infernal. Se mecen arriba y abajo con la marea. No hay diálogos, sólo un silencio incómodo que oculta infiernos mucho más demoledores.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Anibal Ricci
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2 de mayo de 2020
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Presente estos días en la programación del D'A Film Festival de Filmin, esta película chilena ofrece algunos valores cinematográficos positivos y de innegable interés, como ciertas imágenes cenitales al puro estilo Haneke, una atractiva localización isleña, cierto estilo en la planificación, las siempre solventes interpretaciones de Alfredo Castro y Paulina García, los dos mejores actores chilenos del momento, o la valiente exposición de una controvertida secuencia de índole sexual...

...pero también...

...le cuesta arrancar y es pesadita a ratos, tiene secuencias con puntos muertos o sobrantes, su trama es anodina y dispersa en numerosos momentos, el "maximhuerta" ese es un intérprete pésimo, es excesiva y exagerada en ciertas situaciones conflictivas, y en conjunto no acaba de convencer plenamente.
Amor Perro
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15 de octubre de 2019
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues no es nada fácil hablar de esta peculiar película chilena, un claustrofóbico ejercicio de narración oscura donde el drama y la intriga familiar arman una historia podrida en sus cimientos que no obstante aceptan sus miembros por mor del poder de la sangre.
A mí, debo confesar, no me ha gustado la película, en mi grupo de amigos del Festival de Donostia 2019, sólo a Manu, gran cinéfilo, le gustó y vaticinó que tendría algún premio o consideración del Jurado del Certamen. Y en efecto, así ha sido: Premio Nuevos Realizadores. Algo sabía él, algo vio que nosotros fuimos incapaces. Y supongo que se porqué fue *.
En fin, que a algunos este film les ha parecido de mal gusto, lenta, aburrida... y a otros un poderoso trabajo con una sutil pero eficaz puesta de escena donde cada personaje tiene vital importancia.
No sé más que más decir, la verdad.

https://filmsencajatonta.blogspot.com
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Constancio
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19 de junio de 2020
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Una reunión como detonante para mostrar la miseria humana

Dios creó a los hombres y a las bestias. En el libro de Job encontramos la frase: «Qué nos enseña más que a las bestias de la tierra, y nos hace más sabios que a las aves del cielo?». El director chileno Jorge Riquelme Serrano y su co-guionista Nicolás Diodovich, parecen tener clara su respuesta. Los hombres no son más sabios que las aves y son más salvajes que el resto de bestias. El director filma a sus personajes, en diversas ocasiones, con un plano cenital que parece querer emular la visión juiciosa de un Dios escéptico.

Algunas bestias sigue la misma estructura que los anteriores trabajos de los guionistas. Jorge Riquelme Serrano debutó con la película Camaleón (2016). En ella, dos amigas se reunían en una apartada casa en la playa, hasta que la irrupción inesperada de un tercer personaje hacía dinamitar su tranquila estancia. Por su parte, Nicolás Diodovich, escribió el libreto de Línea de cuatro (2017). Una historia en la que unos amigos se reencontraban para ver la final de un mundial y donde un inocente juego sacaba a relucir algunas verdades dolorosas. La idea de una reunión como detonante para sacar a relucir las miserias de un grupo de personas, ya la encontramos en la dogmática Celebración (Thomas Vinterberg, 1998). Ese punto de partida, vuelve a repetirse en esta sorprendente película chilena.

Si en sus anteriores trabajos se exploraba el lado conflictivo de las relaciones y los secretos más oscuros de la mente humana, en Algunas bestias la apuesta se eleva hasta niveles de una incomodidad casi insoportable. Nos presentan una reunión familiar vacacional en un entorno idílico que terminará escarbando en lo más enfermizo del género humano como modus operandi habitual de una familia disfuncional.

*Haneke, Lanthimos y muy mala leche

Algunas bestias tiene la misma frialdad escénica del cine de Michael Haneke, ahondando con igual insistencia impúdica en lo más perturbador de la psique humana. Se añaden ráfagas del humor malsano y sarcástico del griego Yorgos Lanthimos, en especial, a la hora de afrontar el sexo y las relaciones humanas. Más allá de sus referentes, el cineasta chileno Jorge Riquelme Serrano, demuestra una personalidad propia a través de una puesta en escena tremendamente madura.

Utiliza largos planos generales, con la cámara habitualmente fija, sabiendo manejar el movimiento escénico de los actores. Huye del puro contexto teatral y propone un montaje de la acción sobre la propia cámara, creando un universo donde la pantalla se convierte en una prisión claustrofóbica para el espectador. Esa puesta en escena, le suele funcionar a la perfección, como sucede en la más polémica de las escenas (si has visto la película sabrás a cuál me refiero), estirada de forma provocadora.

La cámara estática deudora del Haneke más analítico, promueve un distanciamiento emocional hacia los personajes. Esa familia de locos refleja la decadencia humana. En especial, la de una generación pinochestista de nuevos ricos que recupera el arquetipo de la sociedad dictatorial en la que crecieron. Es clave ese enfoque sobre el abuso y el desprecio clasista hacia generaciones castigadas por la fluctuación de una económica frágil que apenas les ofrece oportunidades. Una posición de poder que manifiestan desde la mezquindad más absoluta. Todo eso se expone con una sutileza abrumadora, subrayada por la belleza del paisaje idílico que ofrece la isla.

*Conclusión

Algunas bestias es un inclasificable drama chileno dirigido con mano firme por Jorge Riquelme Serrano. No es una película fácil, ni para todos los públicos. Nos sitúa ante una situación familiar de apariencia inicial inofensiva, donde los conflictos se cuecen a fuego lento. Si el espectador hace el esfuerzo de mirar más allá de las imágenes, desde el inicio ya adivinará un ambiente malsano sobrevolando por encima de las situaciones cotidianas y de las conversaciones banales de esa familia disfuncional. Eso genera un suspense tenso que te atrapa y te acabará explotando en la cara de la manera más salvaje e inhumana imaginable.

Algunas bestias discurre con un ritmo pausado, a través de una cámara contemplativa que nos distancia de los personajes. Su minimalista narrativa se basa en planos generales y estáticos de larga duración, con un coreográfico movimiento escénico de los actores. El estupendo reparto encaja a la perfección en el perverso juego que les propone el director, destacando el trabajo de Alfredo Castro. El estilo de la película contiene ecos del cine de Haneke y Lanthimos.

Por su peculiar estilo narrativo, exige más paciencia de la habitual en el cine actual. Eso, unido a un final terriblemente explícito e incómodo, ocasionan de forma irremediable un choque de sensaciones encontradas. No todos los espectadores serán capaces de asumirlo. Algunas bestias es un film terrorífico sobre la condición humana y sobre el abuso de poder, que coloca sobre el tapiz cinematográfico la figura de un director que habrá que seguir con atención.

Escrito por Daniel Farriol
Cinemagavia
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27 de marzo de 2023
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Un espectacular plano cenital a modo de ojo escrutador divino se posa sobre un paraíso casi virginal en el que sus particulares Adán y Eva ayudados por un ángel bueno intentan restaurar el edén original. No contaban con que las semillas del pecado ya están demasiado enraizadas en sus progenitores y descendientes. Los siete pecados capitales empiezan a florecer sin prisa pero sin pausa en un caldo de cultivo malsano que va fagocitando todo lo que le rodea. Ya no hay vuelta atrás. Y a los dioses les importa un pimiento.

cineziete.
ELZIETE
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