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Raíces profundas

Western Estado de Wyoming, a finales del siglo XIX. Shane, un hastiado pistolero, llega a la granja de los Starretts, un matrimonio con un hijo que, al igual que los demás campesinos del valle, se encuentra en graves dificultades, pues el poderoso ganadero Rufus Ryker pretende apoderarse de sus tierras. Cuando Ryker se entera de que Shane es un hábil pistolero, le propone que trabaje para él. Ante su negativa, contrata a Jack Wilson, un ... [+]
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Críticas 84
Críticas ordenadas por utilidad
19 de noviembre de 2020
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
! Este western es tan grande...!
Fotografía de ensueño, paisajes imponentes, una composición magnífica junto con esa música inolvidable ya advierten al espectador desde el primer fotograma que no están ante una película del montón.
Un niño de clara mirada advierte de la llegada de un forastero a la granja. Es la misma mirada del espectador que a través de sus ojos asombrados le da la bienvenida.
No pertenece a nuestro mundo. No se sabe de dónde viene ni adónde va. Es un pistolero. El desarraigado, el solitario, el más rápido y peligroso. No sabemos si debemos tenerle miedo. No es así, se revela como nuestro amigo y va a estar de nuestro lado.

Conflictos entre ganaderos y agricultores. Un héroe de oscuro pasado que busca esquivar su destino. Historia de amistad e iniciación. Luchas y enfrentamientos. Valentía, honor y orgullo. La admiración que redime. El defensor del débil. El amigo. La tragedia del desarraigado. La soledad de no pertenecer a nada ni a nadie. La importancia de las raíces en la felicidad de un hombre. La búsqueda de referencias e identidad. La necesidad del mito. El valor de la honradez y el trabajo y el esfuerzo humano. La tragedia del héroe.
No es cierto que sea maniquea como afirman algunos usuarios. No lo es. No es verdad que aquí los malos sean malos porque sí. En la película el ganadero explica su punto de vista. Y los espectadores lo comprendemos. No admitiremos sus métodos pero sí sus razones.
Con, quizá, la mejor interpretación de su carrera, Ladd, excelentemente secundado por Van Heflin y Jean Arthur y, no lo olvidemos, ese inolvidable niño que fue nominado al Oscar por este papel cuando sólo tenía once años. Sin dejar de lado a todos los demás. Ben Johnson excelente, un jovencísimo Jack Palance de lo más inquietante, Edgar Buchanan, Elisha Cook..., completan el reparto de una historia que, la mires por donde la mires, se ha ganado con honores un puesto en los mejores westerns de la Historia. Imprescindible.

Con escenas llenas de fuerza y dramatismo, plagadas de simbología que penetran con fuerza en el inconsciente del espectador, no se puede escoger sólo unas pocas. Siempre es quedarse corto. ( spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Izeta
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13 de agosto de 2009
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay hombres cuya existencia pareciera signada por la soledad... como si su sino no pidiera de ellos más que darse sin recibir nada a cambio. Son seres rectos, generosos, desprendidos... pero enmarcados en una sombra que envuelve sus vidas desde, quién sabe, que épocas remotas.

Shane, es uno de estos hombres. Al rancho de los Starret -donde un viejo tronco de madera se preserva frente a la casa como símbolo de sus fuertes raíces en aquel lugar-, llega un día por casualidad (o por causalidad), pues, va de paso hacia otro pueblo. Allí vive Joe, su guapa esposa Marian y su pequeño hijo, Joey. Desde que lo ve, a lo lejos, Marian permanece distante como si quisiera ocultar sus sentimientos. Pronto, Shane es convidado a quedarse en la casa, y entonces se convierte en empleado y aliado de Joe en su lucha contra, Rufus Ryker, un hombre rudo que ansía apoderarse de su terruño.

Casi todos los hombres se conforman con un pedazo de tierra donde sembrar, cuidar un par de animales y vivir en paz con su familia, pero, para desgracia de la humanidad, hay algunos hombres a quienes nunca les basta con lo que tienen y, aun sabiendo que, al final, no necesitarán más que 2 metros x 50 cms para arrojar sus miserables despojos, desean toda la tierra del mundo por el necio y absurdo afán de sentirse poderosos. Ryker, es uno de estos seres... y cada día va a acosar a Starret para que le venda la tierra, mientras lo hace sentirse amenazado.

Con un guion de A.B. (Alfred Bertram) Guthrie Jr., basado en la novela de Jack Schaefer (Premio Pulitzer, 1950, por "The Way West"), el director George Stevens, crea un western intimista en el que abunda el calor humano; se da cabida a la reivindicación de una vida en comunión con los demás; se permite la idealización del héroe por el niño... y, como una mancha que se extiende lentamente, va trazando el sendero que conduce a la perdición de algunos hombres.

En un estilo intimista, capaz de trascender las palabras, Stevens se sirve de sutiles manifestaciones (una mirada hacia el cuarto… una cálida frase de aprecio… un rostro que baja la vista cuando otro lo besa… una presencia acicalada…) para que logremos intuir lo que sucede entre dos corazones leales y dignos que, quizás, tengan la resignación de amarse en silencio, sin pronunciarlo jamás.

Shane, desea llevar una vida lejos de la violencia y está en busca de una vida en paz... pero, a veces ocurre que, el destino, nos preserva en un camino de una sola dirección.

<<RAÍCES PROFUNDAS>>, es un western encomiable que vemos cada vez con verdadero agrado.

Título para Latinoamérica: <<SHANE, EL DESCONOCIDO>>
Luis Guillermo Cardona
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1 de febrero de 2011
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Shane es un hombre solitario y sombrío, soporta una gran carga sobre su alma desde hace mucho tiempo... Todo eso no lo sabemos hasta el final de la película, pero lo intuimos desde el principio. Cuando llega a la granja de los Starret, en un principio no es bien acogido pues se siempre se teme al desconocido, pero poco a poco se va ganando la confianza y estima de la familia. Shane empieza a sentirse apreciado, y esa es una sensación tan extraña para él... pero igualmente le resulta entrañable; finalmente ha encontrado un hogar en el que establecerse, y su vida parece que ya no deambula. En él ha nacido un sentimiento fraternal, hasta entonces desconocido, hacia esa familia que le obliga a protegerla y defenderla como si fuera propia del cacique del pueblo y sus secuaces, dispuesto, incluso, a ofrecer su vida si llega el caso por la de aquellos que lo han acogido en su seno como a uno más. Shane ya no tiene nada que perder, ya lo ha perdido todo, y ese acto redentor es una expiación de sus errores del pasado, pues por primera vez alguien desinteresada y sin prejuicio alguno lo ha querido realmente, es lo menos que puede hacer, se siente en deuda. No obstante y pese a triunfar en el duelo contra sus antagonistas, y librar a los granjeros de la opresión que estos ejercían por el dominio de la tierra para el ganado, descubre que por más que lo intente su destino está irremediablemente escrito, no puede cambiarlo, lo ha intentado inútilmente... es un pistolero, fue un asesino, y esa losa es tan pesada... que lo perseguirá sempiternamente. A pesar de los gritos de Joey, Shane debe partir, debe aceptar su condena, esa condena imprescriptible, la condena de la soledad, esa soledad de atardeceres crepusculares y llanuras polvorientas.
Hemispheres
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27 de abril de 2013
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Maravillosa película. Entrañabilísimo western. En base a una historia muy simple- la secular lucha por la tierra entre ganaderos y granjeros, el contencioso milenario entre nomadismo y sedentarismo- George Stevens construye una obra maestra.
"Shane" es una bella parábola en torno a la resistencia ante a la adversidad; también una afirmación del valor verdadero mucho más allá de la vacua, estéril, bravata. Y una reflexión nada optimista sobre la posibilidad- o no- de redención. Una cinta, en fin, de una densidad moral digna de figurar en cualquier programa de la injustamente denostada, y ciegamente defenestrada, asignatura de Educación para la Ciudadanía.
El lacónico Alan Ladd, hierático y pulquérrimo, galopa más allá de lo cinematográfico y se adentra, colt humeante en mano, en las feraces praderas de lo icónico. Espalda con espalda junto a un vigoroso Van Heflin, defenderá el derecho de propiedad frente al derecho del más fuerte... o del más rápido. Aunque para ello se vea en la paradójica obligación de volver a desenfundar el revólver. Todo bajo la embelesada mirada azul del niño Brandon de Wilde, hermosísima metáfora que retrata le mirada del espectador de entonces y de siempre: un niño, inocente y extasiado, feliz, a la protectora sombra de los gigantes que columbra ahí enfrente, proyectados sobre un gran lienzo blanco. La admiración en los ojos infantiles se complementa con el amor culpable que trasluce la mirada de Jean Arthur, el mismo con que observa el espectador que escapa de sus frustrantes menesteres cotidianos refugiándose en esa sala oscura rodeado de desconocidos y, sin embargo, tan iguales. Tan niños, igual de enamorados.
No quisiera poner fin a estas cavilaciones sin hacer una breve mención a la magnífica fotografía en Technicolor- más que merecido óscar- a cargo de Loyal Griggs. Éste combina con maestría los abrumadores exteriores naturales con planos subjetivos y primerísimos de una modernidad inusitada- la filmación de la pelea a puñetazos entre el "destripaterrones" Ladd y el vaquero Ben Johnson es, sencillamente, insuperable-.
Carorpar
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25 de noviembre de 2016
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Emotivo, pulcro y voluntarioso ejemplo de ese western que habla de la épica del establecimiento de la segunda generación de colonos en las tierras de promisión del lejano oeste.

G. Stevens dirige un largometraje lleno de sentimiento al que sabe imprimir tensión, viveza narrativa y recursos de gran cineasta.

Es verdad que resulta excesivamente maniqueo y algo carente de sentido crítico pero su tratamiento cinematográfico exquisito, su capacidad para trasmitir la crónica de la lucha por la supervivencia ante todas las adversidades y su valor de leyenda bien contada terminan ahogando el pecado venial de su ingenuidad.
ABSENTA
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