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El demonio de las armas

Cine negro. Drama Bart Tare es un hombre obsesionado desde niño con las armas. Cuando conoce a Annie, una mujer fatal, se deja arrastrar al mundo del crimen. Unidos por su afición a las armas, la relación de la pareja desemboca, entre atraco y atraco, en un torbellino de pasiones y situaciones peligrosas. (FILMAFFINITY)
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Críticas 43
Críticas ordenadas por utilidad
26 de julio de 2008
72 de 77 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra maestra de Joseph H. Lewis, especialista en films de serie B. Escrita por Mackinlay Kantor y Dalton Trumbo, adapta el relato breve "Gun Crazy" (1940), de Kantor, inspirado libremente en la vida de Bonnie Parker y Clyde Barrow. Se rueda en exteriores durante 30 días, con un presupuesto de 450 mil dólares. Producida por Frank y Maurice King, se estrena el 20-I-1950 (EEUU).

La acción principal tiene lugar en diversas localidades de EEUU en 1949. Los protagonistas son Bart Tare (Dall) y Annie Laurie Starr (Cummins), dos personajes que se enamoran a primera vista y emprenden una desesperada carrera de atracos y asaltos a lo largo del país. Lauire es una mujer cautivadora y seductora, con obsesión por las pistolas. Insegura y dominante, padece crisis de angustia y pánico. Bart, que ha sentido afición por las pistolas desde muy joven, es una persona desarraigada, débil y manipulable.

El film es una obra de cine negro con elementos de drama y romance. Como "film noir" es una obra singular: no sitúa la acción en el submundo urbano de la noche, sino en espacios abiertos a la luz del día; no trata de la delincuencia organizada, sino de dos personajes aislados, solitarios y abandonados a su suerte; incorpora una historia de amor "fou" que se mueve en el marco de un torbellino de pasiones. La acción tiene lugar en forma de viaje itinerante, como en una "road movie". Incorpora rasgos del western, que van más allá de la indumentaria ocasional de los protagonistas.

La narración se despliega a un ritmo intenso y prodigioso, que se mantiene a lo largo del film, salvo breves pausas dedicadas a la reflexión del Bart o al romance. El guión exhibe un notable empeño de estilización, que le lleva a prescindir de todo lo superfluo. Los caracteres se presentan bien desarrollados y construidos con precisión y coherencia. Es interesante el análisis de la interacción que preside la relación entre los protagonistas, dominada por tensiones de dependencia/sumisión, arrastre/engaño, seducción/resistencia, turbación/pasión. Se explora la afición al riesgo, la erótica del peligro, la seducción atávica de la violencia y el fatalismo que rodea la acción humana.

La música, de Victor Young ("El hombre tranquilo"), genera sentimientos de peligro, alarma y riesgo. Refleja magníficas resonancias deudoras de Stravinsky y Schomberg. Añade, con reiteración, la emotiva canción "Mad About You" (Young y Ned Washington). La fotografía, de Russell Harlan ("Río Bravo"), traslada al mundo exterior la estética oscura, opresiva y expresionista del cine negro clásico. Ofrece algunos virtuosismos visuales de gran belleza (plano picado final), gran fuerza expresiva (planos secuencia de los atracos) y contundencia emocional (atraco visto desde el coche en un plano secuencia de 4 minutos). Película de culto, intensa, absorbente y fascinante.
Miquel
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13 de mayo de 2006
47 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin duda alguna, esta película fue una de las precursoras del género conocido hoy en día como road-movie. Pero no es una simpe película de carretera, tiene también algo que la hace única: una historia de bandidos, una grandísima historia de amor, y una pasión desenfrenada, enfermiza, por las armas y todo ese mundo que la rodea. Seguramente, Charlton Heston sería un gran fan de esta película cuando chaval. Tiene todos los ingredientes para ser una película icónica dentro de uno de los géneros supremos como es el cine negro, aunque también tiene puntos que forman parte de otros géneros grandiosos, como el ya comentado de road movie, o la iconografía y temática del western, representada casi paródicamente en la vestimenta de la pareja en algunas secuencias, y una forma de rodar, acompañada de algunos planos, que anticipaban la llegada del ahora decrépito movimiento de la nouvelle vague, particularmente de esa película negro-pretenciosa que es Al final de la escapada.

Analizando los personajes, nos damos cuenta de que ambos son unos inseguros, pero realmente más Laurie que Bart. Ella quiere dar la impresión de ser la que manda, y en cierto modo es así, pero luego nos damos cuenta de que es una mujer asustada, que mata por miedo a ser cazada, y es una absoluta paranoica. Ella lo hace todo por impulsos, como una clásica protagonista de cine negro, sin pensar en las consecuencias, y no duda en arrastrar a su amado marido, con la falsa promesa de que será la última vez, pero llega un punto en el que Bart se da cuenta que han sobrepasado un límite: matar a sangre fría. Es ahí cuando realmente se da cuenta de los delitos que está cometiendo, y quiere pararlos, pero ya es demasiado tarde, y la espiral que han iniciado es ya una gigantesca e imparable bola de nieve. Una auténtica reflexión acerca de quién tiene el poder para apretar el gatillo y quien no.

Esta película aúna clasicismo y modernismo de una forma brillante. Unos primeros planos totalmente nouvellevaguianos, acompañados de unos sutiles movimientos de cámara, a otros mucho más bruscos, una angulación de planos bastante " wellesiana ", con un montaje trepidante, creando situaciones de tensión para que el espectador pueda sentirse implicado emocionalmente en la historia. La película queda dividida en segmentos claramente diferenciables, como la infancia del joven Bart, con una maravillosa escena donde, muy joven, mata a un pequeño pollo como si de un juego se tratase, una escena macabramente chapliniana. Cuando todo va tornandose en una historia de amor, aparecen los primeros crímenes, y es entonces cuando ya aparece la trama en sí, llevada muy bien por Lewis, con algunas escenas memorables, y una forma de rodar que se adelantaba a su tiempo, hacen de esta soberbia película una joya que nadie debe perderse, y que influyó a clásicos posteriores como Bonnie & Clyde o la ya nombrada Al final de la escapada, y con un final tan romántico y sensacional como el de Duelo al sol... imprescindible
Tony Montana
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30 de marzo de 2008
34 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
La mejor película de Joseph H. Lewis, director semidesconocido en España pero que en los Estados Unidos goza de muy buena reputación y que en Francia, los jóvenes directores de entonces la consideraron uno de sus emblemas como arquetipo de lo que sería la Nouvelle Vague. La carrera de este director fue bastante amplia y estuvo a mitad caballo entre la televisión y el cine, sobre todo de serie B, teniendo títulos muy conocidos como “El fantasma invisible”, protagonizada por Bela Lugosi.

“El demonio de las armas” supone un aire fresco dentro del cine negro que se hacía por los años cuarenta de forma frenética. Para empezar rompe con muchos parámetros casi sagrados que debe cumplir una película de este género. Prefiere casi siempre lo rural a lo urbano, utilizada más los exteriores que los interiores, y se decanta por mucha luz en vez de escenas nocturnas. Sin ser plenamente transgresora, sí que vemos un atrevimiento a la hora de poner la cámara donde no se hacía antes. Obras muy posteriores como “Bonnie and Clyde” beben claramente de esta y toman prestados más de un plano.

Narrativamente la historia no es demasiado peculiar, es cierto, que tiene algunos momentos de gran calidad como es toda la historia de amor y la tortuosa relación entre los protagonistas, donde destaco su maravilloso encuentro en el circo, pero también peca de falta de verosimilitud en algunas escenas de atraco, y todo el guión es bastante previsible, incluso su final, más bonito formalmente que argumentalmente.

Un pequeño clásico, algo sobrestimado por encima de su valor real por lo que veo por aquí, pero que brindará una buena tarde de cine a los amantes de las películas clásicas sencillas pero intensas.
vircenguetorix
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7 de junio de 2008
25 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se puede observar en los protagonistas de "Gun Crazy" un parecido razonable con los bandidos de los años 30 Bonnie Parker y Clyde Barrow. Bart Tare (John Dall) y Annie Laurie Starr (Peggy Cummins) son una pareja de enamorados de las armas que deciden vivir atracando bancos.

Él es un hombre honesto que jamás podría asesinar a nadie, pero al conocer a su compañera de viaje, ella ejerce una influencia negativa y sus atracos se vuelven más peligrosos y la necesidad de utilizar el arma se convierte en normal. Ella ya mató antes de conocerle a él, y así, esta hermosa rubia se convierte en un influjo hacia la perdición.

Se dice que "Gun Crazy" pertenece a la Serie B por su bajo presupuesto. Esto no fue inconveniente para realizar una gran película bien contada, bien dirigida y mejor interpretada. Si alguien quiere clasificar a "Gun Crazy" como Serie B debería especificar antes y decir "Obra maestra de la Serie B".
Sersolo
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5 de marzo de 2010
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando el programa "Qué grande es el cine" la emitió, yo no había oído hablar jamás de ella, ni de su director, ni de casi ningún intérprete. Y me pareció muy buena. Rodada en poco tiempo, sin estrellas por ningún lado y con poco dinero, pero usando muy bien el coco.

Las peripecias de la pareja de delincuentes me parecen tan interesantes como las de "Bonnie and Clyde", y mejor contadas. Sobre todo me gustó ese atraco que te tienes que imaginar, porque sólo ves a la mujer en el coche, esperando.
IzaNezzie
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