El demonio de las armas

Preciosa película (si ya se que no es muy original) hecha con poquísimos medios pero resuelta con una efectividad pasmosa que a veces llega incluso a fascinar. De una amoralidad inusual en el cine americano sorprende por su factura, su temática negra pura y su tratamiento despiadado de los personajes. Una obra maestra.

Esta película sin dudas es revolucionaria, ya que rompe todos los esquemas y se desarrolla bajo su propio ritmo, bajos sus propios parámetros.

Si algo destaca es que durante todo el rodaje te mantienes entretenido, a la expectativa del próximo evento. Las actuaciones son redondas, los personajes convincentes, la trama impecable.

Posee uno de los mejores finales del cine. No tengo suficientes elogios para esta joya.

Se trata de una joya que cada vez que veo me gusta más. Para mí tiene el atraco mejor filmado de la historia del cine, un ejemplo de cómo aprovechar un presupuesto ajustado usando la creatividad. Hay, sí, atracos más espectaculares, más dignos de mérito, si se quiere, pero para mí ninguno iguala el nivel de emoción y suspense que aquí se alcanza.

Por otro lado, la película cuenta una historia bastante parecida a la de "Bonnie and Clyde", o a la de "Malas tierras" de Malik, que es la de una pareja que se adentra en el mundo del crimen -ella, imprevisible y salvaje; él, ingenuo y con una obsesión morbosa por las armas-, ambos seres maltratados por la vida, unidos por el amor, personajes que no encuentran otra salida que la de la violencia y la locura. Una cinta absorbente, imprescindible.

257/04(04/07/21) Buen cine negro dirigido con gran sentido estético-dramático por Joseph H. Lewis, adapta el guión del ‘Black List’ Dalton Trumbo (acreditado como Millard Kaufman) y de MacKinlay Kantor, basándose en un cuento de Kantor publicado en 1940 en The Saturday Evening Post. 'Revisión' road-movie de la mítica pareja de delincuentes de la Gran Depresión USA ‘Bonnie & Clyde’, aquí encarnados por una estelar ‘femme fatale’ (típico del género su misoginia: mujer que arrastra al hombre a la vida delictiva, en este caso por el ‘amor’ a los lujos) Peggie Cummins (Laurie Starr) y un gran John Dall (Bart Tare) en rol de obsesionado patológico con las armas, también se puede ver como especie de adaptación de la “Carmen” de Prosper Merimée, por lo del hombre noble que por el amor de una mujer termina como bandido. Ello con rush final claramente influenciado-copiado de “El último refugio” (1941). Historia aunque previsible en su conclusión, lo bueno es su valioso desarrollo, con recursos excelentes en muchos aspectos.

Historia pasional de clara alegoría sexual en muchos elementos, las armas son más que nunca reminiscencias fálicas, la sádica mujer fatal parece llegar al ‘orgasmo’ cuando dispara a la gente, y la forma en que él protagonista no puede disparar a las personas puede ser vista de modo freudiano como impotencia sexual. Ejemplo de este símil es el primer encuentro en ella y él.

El inicio muestra la personalidad enfermiza con las armas del protagonista, un adolescente (Rusty Tamblin en esta edad) en una noche de lluvia torrencial frente a un escaparate de una armería, parece en éxtasis observando una pistola, entonces revienta el cristal con un adoquín, coge el arma, corre, resbala y cae al suelo, la pistola se desliza por la calle hasta llegar a los pies de un policía y cruzan sus miradas. Tras ello asistimos a un juicio al chaval que sirve para mostrar su personalidad contradictoria de amar las armas (lleva un revolver a la escuela ¿?), pero odiar sus consecuencias al usarlas (ello reflejado cuando mata a un pajarito, cuando no quiere disparar a un puma [esto me resulta desproporcionado, pues si le disparan y no lo matan se les lanzará a los chavales]).

Luego tenemos otro gran momento tras la elipsis en que han pasado varios años, y vemos a Bart adulto con un par de amigos en una feria. Los tres pasan a un espectáculo de tiro, allí aparece Annie en un plano de contrapicado mientras dispara al aire, y cuando baja la mirada parece cruzársela con Bart, vemos en contralan el rostro entusiasmado de él, entonces ella le dispara en primer plano (son balas de fogueo), es la representación del amor a primera vista (las flechas de cupido tornadas en balas)abren el plano y la vemos vestida de vaquero (en una de las muchas representaciones alegóricas de que ella lleva los pantalones). Comienza un número de puntería, tras lo que el maestro de ceremonias lanza el reto de ver si entre el público hay alguien capaz de retarla, cosa que acepta feliz Bart, pues en realidad lo que van a hacer es el amor figurado a través de sus virtudes, ello con el prolegómeno de que lo que ella pone como aval de la apuesta es su anillo (en clara alegoría del compromiso con Bart), compiten con rostros extasiados los dos (retozan sexualmente), al final él devuelve el aval del anillo en claro ‘quid pro quo’. (Aquí hay que darle la licencia de tener que creerte que una mujer se deje disparar rozándole la cabeza por un tipo desconocido que la podría matar.

Sensacional encuentro entre la pareja, que será el inicio de la Odisea criminal de ambos, que nace dela avaricia de ella, que lo manipulan a él. Esto surge en una escena artera de ella en una habitación de hotel, donde el dinero se les ha acabado, allí Annie lo manipulará cual Maestra de Marionetas, ella le empuja aprovechándose del amor que tiene ella por él, le presiona con que si no consiguen rápido plata lo dejará, y se buscará a otro. Esto reflejado en un turbador plano (que creo nada casual) en que vemos a ella tumbada con albornoz en la cama, y a él lo vemos cuasi fuera de plano, donde vemos su parte frontal de la entre pierna, es como si ella lo estuviera manteniendo el desafío a sus genitales, entonces él reacciona y vemos el primer plano del rostro de ella, y él suyo entra para besarla, entonces la imagen se diluye y vemos una bola de chicles de tienda, tras lo que revienta de un disparo, y vemos a la pareja robando el establecimiento, los dos retroceden por un pasillo hacia la puerta (en clara alegoría [que se repetirá] de cómo su mundo se les estrecha), tras ello un carrusel de atracos, ya están en un camino sin retorno criminal, la fatalidad de sus actos les perseguirán.

Tendremos un prodigioso atraco filmado originalmente en una toma ininterrumpida de tres minutos y medio desde la parte trasera de un auto a un banco, brillante como nos hace sentir un tercer atracador con este singular modo de filmarla acción, todo desde fuera, con Annie siempre en plano, como llegan al pueblo, frente al banco, él se baja para robar la entidad, Annie ve a un poli y se baja a charlar con él, sale Bart y Annie le da un golpe en la cabeza al agente, y salen en el auto y escapan en medio de la inquietud por si les persiguen. Se rodó simulando el interior de un sedán con un Cadillac estirado con espacio suficiente para montar la cámara y una silla de montar para el camarógrafo en una tabla engrasada de dos por doce en la parte trasera.

Tenemos otra gran escena en un único plano donde la pareja está sola en una cabaña angosta en medio de la nada de un paraje nevado, alegoría de su aislamiento del mundo. Bart hundido por su mísera vida huyendo de un lado a otro, sin poder echar raíces en lado alguno le cuenta a Annie que pretende dejar su vida delictiva, su rostro está devastado, ella sorpresivamente le dice que está de acuerdo y se acerca a él para abrazarse, los dos son uno, pero ella vuelve a aprovecharse de su poder sensual y lo empuja a un (cásico) último golpe.

Supongo que la mala y tonta idea de cambiar el título original "Gun Crazy" (que se podría traducir mejor por "Loco por las armas") por "El demonio de las armas", fue consecuencia del nacionalcatolicismo imperante en España en el momento de su estreno. En aquella época de noche y niebla, el demonio se encontraba por decreto detrás de todo lo que no gustara al régimen y, aunque éste se basaba, precisamente, en el poder ilimitado del Ejército y de los cuerpos policiales, temía profundamente cualquier uso de las armas que escapara al monopolio de la violencia reservado al Estado.
La película es francamente interesante para los amantes del cine y, aunque perteneciente por derecho a la llamada serie B, está muy por encima de la media, cualitativamente hablando. Si disimulamos ante algunas escenas un tanto cogidas por los pelos (verbigracia, la inexplicada contratación de los protagonistas en la empresa que luego atracan), se puede afirmar que Lewis consiguió una obra, si no maestra, al menos sí de estudiante de magisterio.
La caracterización de los personajes está muy bien definida, quizá demasiado, presentándonos por un lado a un hombre emocionalmente inestable y obsesionado desde pequeño con las armas, y por otro a una mujer fatalmente primaria e irresponsable que basa su existencia en el "carpe diem". Los dos, excelentes tiradores, se enamoran perdidamente y siguen al pie de la letra la hoja de ruta que les ha planificado el Destino, dedicándose a atracar a mano armada, primero a humildes comerciantes y, después, a importantes empresas y sucursales bancarias.
Como sucediera, años después en "Bonnie & Clyde" (inspirada, sin duda, en esta película), la ingenuidad impregna a todo el reparto, incluyendo al despechado director del espectáculo en el que se conocen los protagonistas.
En definitiva, si quieren pasar un rato entretenido sin sobresaltos, véanla.
Mi puntuación: 7