El extraordinario viaje de T.S. Spivet

La filmografía de Jean-Pierre Jeunet parece dividirse entre "Amelie" y todo lo demás, siendo sin duda la mencionada cinta su obra maestra pero teniendo otras (la mayoría, aunque alguna me queda por ver) cuanto menos notables, incluyendo "Micmacs", que es en fecha, la obra anterior a la que nos ocupa. En el saco de las olvidadas está su secuela de Alien y a partir de ahora, puede que un niño llamado T.S.Spivet.

T.S.Spivet es un niño super dotado que vive en una perdida granja de Montana con su padre (un rudo cowboy de pocas palabras), su madre (que vive en su propio planeta catalogando insectos) y su hermana (típica adolescente que quiere ser modelo y a la que todo le aburre, aunque posiblemente en este caso con razón). Los comportamientos antisociales de sus progenitores parecen ser acentuados por el suceso que marca la película: su hermano gemelo, ojito derecho del padre y amante como él de todo lo que tiene aroma a western, fallece en un accidente manipulando un rifle. Una llamada desde un museo de New York, que quiere premiar al protagonista por uno de sus inventos, resulta el detonante hacia la aventura y la marcha de un hogar en el que parece que tampoco le vayan a echar de menos.

A la película le cuesta arrancar e incluso diría que nunca acaba de hacerlo, divagando entre la aventura frustrada y el melodrama con moraleja crítica. Jeunet nos ha acostumbrado a hacernos disfrutar en el cuidado de todos los detalles y aunque en lo visual es muy disfrutable, su poesía narrativa habitual es sustituida por datos, como el que lee de wikipedia y más que dejarte embobado, te resulta por momentos pedante. En "El extraordinario viaje de T.S. Spivet" se ve la silueta del bueno de Jean-Pierre pero no su alma. Ni tampoco su mimo, su magia en todo lo que cuenta, en cómo lo cuenta y en los personajes que usa para ello, que aunque estén correctos, el niño protagonista rinda a gran nivel e incluso tenga unas secuencias finales donde pueda emocionar (posiblemente buscando la lágrima fácil), la sensación es de haber visionado un film que aprueba pero que se olvida fácilmente y que es, seguramente, de lo más flojo del director.

Jean-Pierre Jeunet adapta la novela primeriza de Reif Larsen; y nos narra como T.S. Spivet, un niño de 10 años superdotado que vive en una aislada granja de Montana junto a su familia, gana un reputado concurso de ciencia (que hasta ahora solo han ganado adultos de renombre) así que decide, a escondidas de sus padres, emprender un viaje hasta Washington DC para recoger el galardón. Durante el viaje no faltarán los encuentros fortuitos y las reflexiones sobre su familia.

A caballo entre la road-movie y el cuento costumbrista, Jeunet consigue un metraje "buenrollista" y afable (donde incluso los momentos más melancólicos tienen un tono de encanto y un fondo positivo) distraído en líneas generales y que rara vez hastía o molesta. Pues "El extraordinario viaje de T.S. Spivet" presume de un ritmo consistente, de un libreto apercibido (desde luego los hay que divagan más y que nos enseñan los detalles con torpeza), de una banda sonora con algún tema estupendo, y de algún que otro actor carismático (destaca Helena Bonham-Carter y su personaje de madre científica e intelectual, lo mejor de la película junto a la cinematografía. También cabe mencionar a Judi Davis que se lo pasa en grande como interesada y ambiciosa cazatalentos)... pero sobretodo "El extraordinario viaje de T.S. Spivet" logra atrapar al espectador gracias a su gran baza: el aspecto y el lenguaje visual en el que se apoya descaradamente. Y es que la película presume de ser admirable a nivel plástico, con una cinematografía extraordinaria (en mi opinión, la mejor de 2013), con una fotografía tan natural y sencilla como bucólica y esplendorosa (¡qué soberbios contrastes de sus colores!), con unos parajes asombrosos y con unos planos bien compuestos. Lo cierto es que el diseño plástico es formidable ya desde los títulos de crédito, y consigue que los escenarios se nos carguen de una vida y una calidez entrañables.

Ahora bien, aunque el guión guarde algunas descripciones de personajes peculiares (no todos, pues otros personajes son caricaturas tópicas), aunque el desarrollo argumental no sea demasiado idiota, aunque suelte ingeniosa ironía muy de vez en cuando y aunque sus minutos finales se carguen de diversión y dejen al finalizar el visionado una estupenda sensación sobre la cinta... lo cierto es que esto no es "Pequeña Miss Sunshine" y su respectiva naturalidad en el progreso de la trama. A demasiados ratos, y a pesar de atrapar en lo visual y con su cadencia, el desarrollo se percibe como excesivamente convencional, simple y poco original y decidido (con bastantes detalles inocuos y accesorios que solo vacían más de contenido al film).

Eso no quiere decir que "El extraordinario viaje de T.S. Spivet" no sea un film entretenido. A mí me ha amenizado y resultado agradable... pero para muchos espectadores tal vez su desarrollo argumental no sea suficiente. Desde luego si se busca algo más que una fábula simpática aquí no se encontrará. "El extraordinario viaje de T.S. Spivet" no llega a las cotas de humor, mordacidad, originalidad y definición de personajes que vimos en obras anteriores de Jean-Pierre Jeunet (o mismamente en la mencionada "Pequeña Miss Sunshine", de la que podría decirse que "TS Spivet" calca el argumento. El film protagonizado por Abigail Breslin (también mejor que el niño-actor Kyle Catlett, pues el pobre crío no es capaz de transmitir carisma alguno) es mucho más recomendable si se quiere ver un viaje infantil y familiar más memorable y emocionante), ya que "El extraordinario viaje de T.S. Spivet" no es tan extrema e inédita sino más comedida y formal... por eso es difícil que sorprenda.

En definitiva, "El extraordinario viaje de T.S. Spivet" es una cinta positiva, deliciosa y disfrutable, pero algo básica y plana argumentalmente. Sus precisos alicientes (la asombrosa cinematografía, el tema principal de la banda sonora, el tener un personaje femenino lleno de erudición e interpretado con calidez, y sus irreverentes y divertidos momentos finales) contrarrestan su mediocridad. Se disfruta durante su visionado pero no logra dejar un poso, pues su libreto no tiene un fondo y un calado notable.

Lo mejor: La cinematografía. Los contrastes coloristas de su fotografía. Helena Bonham-Carter y su personaje. El tema de la banda sonora "On the Train".
Lo peor: Poca chicha audaz y sí mucho convencionalismo en el guión. La elección del niño actor protagonista.

Una simpática película, que nos lleva a los majestuosos parajes de Montana y a la mente prodigiosa de un niño de 10 años. Quizás el film sea poco creíble, con aires demasiado soñadores, pero ello no es perjudicial, si lo que uno quiere es disfrutar de una película entrañable y quizás derramar alguna tímida lágrima. Desde luego es original, la trama es algo predecible pero aún así está muy elaborada, mantiene la atención.

La imagen es extraordinaria, se muestran unos paisajes en los que cualquiera querría estar allí en este momento. Todos los actores representan bien su papel: el padre granjero y tozudo, la hermana adolescente creyéndose una víctima de la sociedad y la madre absorbida por sus aficiones; también los programas de televisión siempre queriendo dramatizar, y las diversas sociedades (en este caso la científica) queriendo actuar por su propio interés.

Finalmente, repito que es una película sensible para ver una tarde que nos apetezca que nos conmuevan, ¡la recomiendo!

Una de las más gratas sorpresas que me he llevado últimamente con esto del cine es, sin ninguna duda, El extraordinario viaje de de T.S. Spivet.

Me puse a verla sin prácticamente haber oído, visto o leído nada de ella, y me encantó.

Es, como diría mi novia, una película "rara", al estilo de Moonrise Kingdom u otras similares. Es cierto que aquí entran en juego más que nunca los gustos personales y habrá muchísima gente, quizás la mayoría, a la que no le guste ni esta cinta ni este tipo de películas, pero para mí es una pequeña joya.

Dejando a un lado la historia, el guión, la trama o los personajes es lo que consigue transmitir, la conexión con el espectador, es esa profunda melancolía que te invade con la música (preciosa), el viaje en tren y el monólogo del protagonista, lo que más valoro y lo que más me gusta de esta cinta.

Puede que, como digo, ni guste ni esté creada para gustar a todo el mundo, pero si consigues conectar con la película serás tú el que realice un viaje extraordinario.

En lo científico, la película refleja las dos maneras clásicas de ver y entender el mundo: la empírica-racional (que nos conduce a comprender los mecanismos de la naturaleza); y la intuitiva y centrada en impulsos más primarios (que nos acerca al reino animal del que descendemos). También, la película encierra toda una crítica a los organismos científicos de alto nivel con sus ambiciones y también sus ingenuidades de bulto. E igualmente le da un repaso a los medios de comunicación, sobre todo a la TV.
Verdaderamente Jean-Pierre Jeunet aspira en su cine a que éste sea una maquinaria de relojería perfecta, virtuosa al máximo, con la integridad de las creaciones esféricas y pulcras. Esta película es deslumbrante y sin embargo hay algo que hace ver en ella a la par que fulgor, agotamiento. Quizá su director se empeña siempre en girar sobre sí mismo como exclusivo medio expresivo, sin dejarse arrastrar por la novedad o el riesgo de aventurarse más allá de su maquinaria perfecta de la que hemos hablado.
De otra parte, Jeunet no se ruboriza al declararse un cursi, y doy fe que lo hace con soltura, con convencimiento, y sin empacho. Claro que conforme transcurren los minutos tanto deslumbramiento acaba por cansar. Además, en el film hay un sorprendente entramado de personajes y emociones; y creo que Jeunet peca de un exceso de ternura.
Gran dirección de un Jean-Pierre Jeunet al uso, guión edulcorado pero hermoso, y a la vez con un humor puro y muy efectivo del propio Jeunet junto a Guillaume Laurant, basado en una novela de Reif Larsen. Fotografía de lujo que le valió el Cesar en 2013 a la mejor fotografía, y una música muy bonita ad hoc. Las interpretaciones están presididas por un Kyle Catlett, un genial actor debutante y empático de apenas diez años que borda el papel de T.S. Spivet. Le acompaña un equipo actoral en toda regla como Helena Bonham Carter (que está sensacional), Robert Maillet, Judy Davis (en uno de esos papeles que ella defiende como nadie), Callum Keith Rennie, Julian Richings o el inseparable colaborador de Jeunet y genial Dominique Pinon, por mencionar los principales.
En resolución, hay magia y poesía en esta preciosista y singular fábula. Jeunet vuelve con esta obra a sus orígenes, dotando de corazón el mero envoltorio, tal vez con excesos de glucosa, pero merece la pena. Y aynque es un metraje largo, el final es hermoso.