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Conspiración de silencio

Intriga En 1945, un hombre con un solo brazo llega al desolado pueblo de Black Rock. Es John MacReedy (Spencer Tracy) y busca a Joe Komaco, un granjero japonés cuyo hijo le salvó la vida durante la guerra. El comportamiento de los vecinos es extrañamente hostil y grosero, y las preguntas de MacReedy sobre Komaco no reciben respuesta. Es evidente que ocultan algo, lo que despierta la curiosidad del forastero, que no está dispuesto a irse antes ... [+]
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Críticas 73
Críticas ordenadas por utilidad
25 de febrero de 2010
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Realmente el título hace honor a la película. Me encanta que esto suceda, aunque ocurra en pocas ocasiones.

La historia puede parecer algo sencilla, ya que se lleva acabo en un periodo cercano a 24 horas o un poco más. Pero tal como dijo Einstein, el tiempo es algo relativo. Y tanto que lo es. En ese tiempo John Sturges montará un trabajo sobrio, serio y bien estructurado. Un pueblo casi fantasma, 10 casas a lo sumo. Donde la última vez que paró el Expresso fue hace casi 4 años. Pocos habitantes, algo normal dado el número de viviendas. Pero algo resulta extremadamente llamativo. Cuando John Macreedey se baja del tren, atrae no solo la atención de todos ellos, sino un odio inexplicable hacia su persona. El espectador se comerá el coco durante buen rato, intentará descubrir que motivo lleva a estas personas a provocar al recién llegado, sin causa alguna. Le niegan la instancia en el hotel, se le meten en la cama, no le quieren alquilar un coche, el sheriff no le hace caso, no le envían telegrama alguno, no le dan línea telefónica... un día maravilloso en el pueblo. Robert Ryan y sus secuaces Lee Marvin y Ernest Borgnine están cumplidores en sus respectivos papeles. En cambio se notan las tablas de un grandísimo Spencer Tracy, el cual lleva ya 25 años delante de la cámara. Su saber estar, su compostura para apaciguar todas las situaciones negativas, simplemente está magistral en este trabajo.

El ambiente de odio y peligro será parte de la trama constantemente, temeremos por la vida del protagonista en cualquier esquina, situación o al lado de las personas. Lo curioso, es que no hay un solo personaje, que no sepa cual va a ser el final de este triste huésped, pero ninguno hace nada por cambiar el devenir del pobre infeliz. Solo ha acudido a entregar una medalla, y está a punto de salir con los pies por delante. Me ha traído a la mente la peli 12 HOMBRES SIN PIEDAD, poco a poco se va ganando la confianza de esos personajes ariscos y asustados, que permanecen bajo la tutela de un asesino despiadado. Todos saben el secreto que se esconde en el pueblo, y sobre la familia del japonés, pero nadie quiere soltar prenda. ¿ Averiguará Macreedy el porqué de dicha conspiración, o por el contrario será una víctima más de esta historia ?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
THE CROW
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10 de mayo de 2011
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1945, un forastero manco llamado John MacReedy visita un pueblo aislado del suroeste de los Estados Unidos llamado Black Rock, donde espera encontrarse con un granjero japonés llamado Komaco. Los habitantes del pueblo se comportan de manera hostil, haciéndole la vida imposible para provocar su marcha, pues no quieren que descubra un terrible hecho acaecido en la localidad hace unos años. MacReedy no se marchará hasta que encuentre a Komaco.

Inquietante cinta con mucho suspense, con violencia, tensión, que combina elementos clásicos del western con retazos de thriller. Una película que critica y denuncia la xenofobia y el racismo de parte del pueblo estadounidense. Magistral dirección de John Sturges, magnífico guión de Millard Kaufman y extraordinarias interpretaciones entre las que destaca la actuación de Spencer Tracy.
Angel Lopez
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29 de abril de 2020
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente película de ajustada duración, precisa como un reloj y seca y directa como el golpe en el cuello que el personaje de Spencer Tracy le propina al de Ernest Borgnine en una de las secuencias más memorables (y hay unas cuantas).

1945. El tren se detiene en un pueblo (mejor dicho, ocho o nueve casas) situado en uno de los valles desérticos del este de California, un villorrio polvoriento dejado de la mano de Dios y de la ley, y en el apeadero se baja un señor mayor manco, educado y tranquilo que empieza a hacer incómodas preguntas a los lugareños, ya de por sí recelosos con los forasteros, y que esconden algo terrible...
Un neo-western de categoría con una atmósfera insuperable: la cegadora luz del sol inunda todo, el odio y el racismo se respiran en cada rincón y en cada malencarado rostro y la sensación de que el poblacho, "un lugar en el que para escupir hay que echar un trago", tiene sus propios códigos, es terrible, y no sólo porque el sheriff sea un hombre alcoholizado y de débil carácter.

El reparto es el otro gran activo del film, repleto de nombres que "siempre están bien", aquí formando un conjunto perfecto pese a la disparidad de edades: Tracy 55 años, Borgnine 38, Ryan 46, Brennan 61, Marvin sólo 31... (luego están los más jóvenes Francis y Ericson, de mucho menor carrera). Difícil mejor plantel.

Magníficos encuadres con las montañas nevadas al fondo, fotografía que aprovecha la dureza del páramo, buena banda sonora del poco prodigado André Previn y ciertas escenas de tensión y violencia completan una película inolvidable. Difícil hacerlo mejor en menos de 80 minutos.
Ferdin
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8 de noviembre de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Finalizada la II Guerra Mundial, en 1945, John MacReedy (Spencer Tracy), un hombre mayor con un solo brazo, llega al pueblo de Black Rock en busca Joe Komaco, un japonés granjero que en transcurso de la guerra había salvado la vida de su hijo. El pueblo es un lugar desolado y desértico con unos vecinos que manifiestan un comportamiento chocantemente sorpresivo, hostil e incívico. Cuando MacReedy se interesa por Komaco se produce un silencio en el conjunto de los parroquianos y el asunto queda sin respuesta. Se ve a todas luces que su comportamiento huraño y violento oculta alguna verdad inconfesable sobre el valeroso japonés. Este extremo despierta la curiosidad de MacReedy que a toda costa y antes de marcharse del lugar, quiere averiguar el enigma que se esconde en Black Rock.

La historia dibuja magistralmente un personaje, el del forastero, de una gran lucidez y honestidad, a la par que valiente y aguerrido que es capaz de enfrentarse a la debilidad moral del resto de personajes. Así, hay memorables escenas en las que Tracy lucha con gran fuerza venciéndolo, contra el salvaje matón Coley Trimble (Ernest Borgnine); el implacable hostigamiento del jeep que conduce MacReedy por parte de Coley; y la denuncia de la impotencia de Reno al haber confiado en cómplices en los que anida la traición. La excelente música de André Previn y la gran fotografía de William C. Mellor arropan todo el entramado dándole cuerpo y entidad.

En cuanto al reparto poco hay que decir con un elenco tan selecto donde destaca por encima de todos la maestría de Spencer Tracy que borda el papel de hombre maduro, valiente y honesto, contra los malvados llevados a la pantalla con excelencia; así, Robert Ryan, Lee Marvin, Ernest Boorgnine, Dean Jagger, o John Ericson, así como la pizpireta Anne Francis o el meritorio Walter Brennan. Sturges sigue paso a paso el tremendo descubrimiento de MacReedy y el acoso a que se ve sometido, y lo hace con un ritmo pausado y poco a poco, lo que mantiene la atención del espectador hasta el final y lo absorbe en la trama, un clima opresivo que va in crescendo en un ascenso que no cesa hasta el clímax final.

En resolución, es una película cuyo visionado se agradece por su calidad, por su carga emocional de profundidad, por su sentido trágico y sus notables aspectos técnicos, y por ser una gran obra negra con tintes de Western, de lo que resulta una sustanciosa obra llena de suspense, odio y violencia.
Kikivall
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27 de febrero de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"No tengo tratos con el silencio, ya que no tengo nada que ocultar."

Vista dos veces, la primera tendría unos diecisiete años o así y fue en el cine Trueba de Bilbao, cuando la repusieron tras muchos años desde su estreno.
No me la podía perder. Verla en la gran pantalla, a todo color, en el maravilloso Cinemascope de la época y con, nada menos que Spencer Tracy, Robert Ryan, Lee Marvin, Ernest Borgnine y Walter Brennan en los principales papeles, era de obligada visión.
Así lo hice y fui feliz durante toda la proyección.
Entonces me pareció una muy buena película, enormemente entretenida e interesante.
Un sólido guión y una realización admirable hizo que la degustara como el manjar cinematográfico que es.
Y viéndola ahora, muchísimos años después, por televisión y, eso sí, respetando el Cinemascope, no puedo más que corroborar mis primeras impresiones, aunque me sorprendo cuando veo la maravillosa larga escena en la que un burrote Borgnine le busca la boca a Tracy. Tenía en mi memoria que a cada lado de la barra del bar del pueblucho se situaban Marvin y Borgnine, con Tracy en el centro. Y no, el personaje de Marvin permanece sentado en todo momento. En fin, la memoria y el tiempo transcurrido, ya se sabe...
Lo dicho, una cinta excelente que conviene revisar cada cierto tiempo y así poder maravillarse de la soberbia fotografía del gran William C. Mellor que saca brillo a los agrestes paisajes del desierto de Mojave, Arizona, así como del Parque Nacional Death Valley de California.
La película tuvo tres nominaciones a los Óscars (Tracy, director y guión).

https://filmsencajatonta.blogspot.com
Constancio
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