Deseos humanos

Jeff Warren regresa de la guerra y se reincorpora a su puesto de maquinista. Pronto conoce a la esposa de un compañero de trabajo, de la que se enamora.

Un año después de "Los sobornados" Fritz Lang regaló otra obra maestra del cine negro, donde se suceden las intrigas, el engaño y el crimen. En medio de un ambiente ferroviario late la sordidez del alma humana, bajo el manto de las apariencias se esconde la turbiedad, los deseos prohibidos, la amarga verdad. Glenn Ford es un hombre honrado, un tipo duro pero decente, que busca abrirse camino y que tropieza con Gloria Grahame, una criatura fascinante, atrapada en un chantaje planeado por su marido. Se respira tensión en cada fotograma, imprevisibilidad, negrura. Los personajes se alejan de los arquetipos, convertidos en seres peligrosos al tiempo que vulnerables, frágiles y extraños, infelices, dominados por las pasiones, atrapados en una espiral de mentiras, artífices de su perdición. Todo rezuma fatalismo en una película absorbente, que juega con la ambigüedad de los sentimientos y retrata como ninguna el pesimismo de unas vidas rotas.

Otra soberbia cinta de uno de los grandes entre los grandes, Fritz Lang que aquí adapta muy libremente una novela de Zola " La bestia humana" llevada anteriormente al cine por Renoir pero que Lang " americaniza" convirtiéndola en una magnífica película de cine negro.
Porque esta es una peli de cine negro sí. Y no entiendo que se dude de ello. Olvidándonos de su procedencia y la ausencia de fidelidad a ella, a Lang le interesan básicamente el dibujo y la relación que mantienen los tres protagonistas principales y donde vuelca sus temas favoritos, el lado oscuro del ser humano, las bajas pasiones y debilidades que lo dominan, los deseos que le empujan y las circunstancias que lo modelan.
Fritz Lang siempre nos asusta y nos angustia. Porque nos hace ver que somos débiles que no controlamos nuestros impulsos que son los causantes de llevarnos al borde del abismo.
Un triángulo amoroso inolvidable, Broderick Crawford, Gloria Grahame y Glenn Ford, a mí me fascina especialmente la singular pareja que componen Crawford y Grahame. Un matrimonio bastante desigual ( ella, joven y sensual destilando atractivo sexual a chorros y él, maduro, entrado en carnes y ambicioso).
Sin embargo, enseguida vemos que las cosas no son como parecen ( por lo menos no al principio) y que, en realidad, es la cobardía, la inseguridad, el falso orgullo y el dominio que el hombre ejerce sobre la mujer, la espita que abra la válvula del comportamiento de ella, en una especie de acción, reacción, que le mueve a utilizar su poder ( sexual), precisamente para defenderse y contrarrestrar el poder del hombre al que está sometida.
El tercero en la discordia ( Glenn Ford), pasaba por allí y aunque Lang lo dibuja mucho más luminosa y esperanzadoramente, no es totalmente inocente en este juego de manipulación y chantaje. También él miente y utiliza para satisfacer su deseo y su pasión. Porque en este triángulo amoroso hay de todo menos amor.
Hay lujuria, hay frustración, hay mentiras y hay engaños, hay dependencia, malos tratos, desprecio y deseo de posesión, es decir, a todo lo que nos lleva el descontrol de nuestros deseos humanos.
No he hablado en absoluto del cómo nos cuenta Lang todo esto ni de la excelente recreación que hace del mundo de los trenes, la perfecta utilización del espacio, de la elipsis, de las miradas, de los gestos, las frases, los detalles...Es que era UN GENIO.

Auténtico cine, con esto se resume esta excelente película de suspense, de amor, de celos, de fracasos y de honestidad.
Con pocos recursos, un tren, un par o tres salas de estar y unos magníficos intérpretes dirigidos de manera magistral por Fritz Lang y un guión que no decae en ningún momento y narra la turbia historia de un celoso y gris hombre casado con una bella mujer más joven y que a su vez es una condenada y perversa manipuladora con todos, con su marido y con un inocente maquinista de tren que se cruza en su camino.
CINE en mayúsculas!!!

Recojo la idea de otro usuario que creo que acierta de pleno con su definición de "Deseos humanos", que más que una película de cine negro la califica de cine pasional. En lo que no puedo estar tan de acuerdo es con la valoración de la película, daré mis razones por supuesto. Si considero que es un cine de pasiones es porque los protagonistas se mueven por unos instintos que no pueden controlar y que para bien o para mal acaban definiendo su existencia. El primero de todos Broderick Crawford, celoso hasta las cejas, entregado en alma a otro de los vértices del triángulo fatal, Gloria Grahame, cuya relación con Glenn Ford señala el peligroso veneno en que se puede convertir el amor. "Deseos humanos" funciona (o no) porque esas pasiones desatadas entre los protagonistas son creíbles (o no), más allá de sus actos lo que hay que considerar como mérito de Fritz Lang es que esas emociones, esos deseos humanos, sean o no verosímiles. Yo me los creo en parte, tengo dudas y de ahí mi alejamiento de la nota media.

No hace mucho vi la primera versión del texto de Zola firmada por Renoir y me pareció igualmente digna, irreprochable en muchas cosas y la expectativa de esta versión de Lang era muy elevada. Ciertamente me quedo a medias, porque Glenn Ford puede enamorarse de quien quiera, un tío curtido que viene de la Guerra de Corea va a fijarse en la primera que le hace caso, cosas del guión que hay que asumir por el bien de la película. Pero la indefinición total de nuestra femme fatale hace que todo chirríe bastante, no sus intenciones de mujer perversa, eso me encanta, pero de los tres personajes principales es la que más dudas me provoca (¿qué hace casada con ese hombre?: eso sólo para empezar...).

A Lang no se le puede protestar la técnica, en 1954 era ya un veterano y la imagen pasa por delante del espectador de manera natural. Es un maestro, eso es indiscutible. Sin embargo se me ocurre también que la investigación policial es penosa, y eso es imperdonable en un género tan negro como la carbonilla. Las pasiones me las creo en parte, pero hay otras cosas que se me han resbalado. Pese a todo es un título imprescindible para todo seguidor del género y muy recomendable.

Una hora y media de película. De 1952. Más intensa y verosímil que la mayoría de lo que se ha hecho después.
Es Fritz Lang. Esta vez toma un buen guión, unos personajes bien dibujados y hace una obra maestra. No sobra nada, y la continuidad la da el tren, desde el principio al final. Las vías sostienen toda la película. Diálogos inteligentes, actuaciones soberbias del trío: Ford, Grahame y Crawford. Todo está ajustado al milímetro. Cuando la cámara se fija en los engranajes del tren es como si Lang quisiera decirnos que lo mismo de inexorable será el drama.
Imagino que en esta película Lang se sintió mucho más a gusto que en otras rodadas en América. Le dio pie para volver a esos amores imposibles que eran el tema de muchas de sus películas mudas, el destino trágico.