Hace un millón de años

Entraba yo muy de lleno en la pubertad y ya me habían contado de las luchas de dinosaurios animados (Ray Harryhausen ) muy espectaculares y los prehistóricos que se lanzaban con poco éxito a por esos bicharracos; y las peleas entre trogloditas de diferentes tribus, vaya que según decían era una peli espectacular y trepidante.

La cosa pintaba interesante.

Pero al director Don Chaffey (que luego pasó mayormente a hacer series de TV) y la productora Hammers Films, lo mejor que se les ocurrió fue fichar a Raquel Welch, una Welch con un bikini de la prehistoria, en su doble sentido. Hecho con piel de algún animal y que hoy, el tal bikini, resultaría incluso antiguo.

Pero para mí y para mis amigos aquello era la bomba. Había que camelar al portero como fuera para que nos dejara entrar. Le hablamos del cole, que estábamos estudiando el mundo prehistórico y qué sé yo cuántos rollos más. Y de milagro, no sin una sonrisita malévola, nos dejó entrar.

El resto es historia de las buenas. Y vaya tipazo el de Loana, digo Raquel, digo Welch, pero ¡qué mujer tan potente! Ni volcán –que había uno terrible-, ni tortuga gigante, ni ná de ná, todo era Raquel saliendo del agua o caminando por la playa zarandeando caderas. El pobre John Richardson quedaba de figurante poco menos.

Y nosotros más felices que unas Pascuas y con la libido dando brincos.

No fue la primera y tampoco la única en el mismo ámbito que careció de sonrojo y acercamiento a cualquier rigor, culpas compartidas que habría que empezar por depositar en su original americana de 1940; además, la humanidad primitiva tampoco habría estado preparada para el ceñido vestuario de esa mujer genéticamente perfecta apodada como 'el cuerpo', véase Raquel Welch, un escándalo de señora a la que su primaria Loana convertiría en mito erótico para la posteridad. El póster promocional de la cinta, un gancho y un desafío para cualquiera.
Por esto mismo, no se le ocurra a nadie buscar objetividad en ella porque no la hallará, tan solo encontrará un sólido pasatiempo elemental aunque muy efectista en sus limitaciones, el cual formó parte destacada del recorrido de la desaparecida Hammer, la productora inglesa que fue referencia de culto por un estilo más independiente en las producciones de terror y de naturaleza fantástica a bajo costo, especialmente en las décadas de los 60 y los 70, que fue capaz, no obstante, de ser reseña de nombres como Christopher Lee o Peter Cushing y alargar la estela de los monstruos que la 'Universal' había creado décadas atrás. Ofrecía un servicio parecido a lo que podría suceder hoy con la distribuidora 'The Asylum' y sus producciones de exigua calidad, sin recalar de un modo tan descarado en la burda imitación. Por tanto, cualquier vestigio de realismo se centra en posibilitar la aventura en disposición del entretenimiento, algo que no le impide poner de relieve valores antropológicos que muestren al hombre prehistórico en su esencia natural. El palmito de Raquel, hace todo lo demás.
Aparte de falta de precisión histórica y científica, poniéndose un poquito aún más estrictos también habría de faltarle coherencia, cuando pensaron que en aquellas tierras volcánicas sin vegetación alguna iban a ser capaces de sobrevivir las diferentes bestias que coexistían amenazando la supervivencia, agrupando con tal grueso calificativo también a nuestros primitivos ancestros, porque suyas son también las brutalidades. La misma laxitud mostraron cuando sobre aquella árida tierra hicieron aparecer a un grupo de bellezas corpóreas con la Welch a la cabeza juntadas con sus primitivos homólogos masculinos, de una elocuente éstos mayor rudeza. Por contra, y por equilibrar un poquito la balanza, evoca un ilustrativo realismo más desapercibido, que se ve particularmente en la tribu denominada como la 'Tribu de la Roca', cuando se muestra en escena la rivalidad, el reparto de la caza o el desapego.

La historia nos hace seguir a Tumak, guerrero cavernícola cuya expulsión de su tribu le hace descubrir, al borde de su propia desaparición, otras formas de existencia y le da la oportunidad de asentarse como líder, quien siempre saldrá ganador en cuanto en escena entre la insinuación erótica de su socia femenina, la mencionada Loana. Una divinidad hecha mujer por los dioses, antiguos y nuevos, que no tardará en revelar en base a cualquier ancestral instinto, que hay cosas que nunca podrán extinguirse.
La Hammer firmó una de sus mejores y más famosas obras con una reedición que abandona la Historia en beneficio de una historia. Que convenza o no, hoy, esa es otra historia.

Film que discurre en tiempos presuntamente prehistóricos. Lo que la película exhibe es un enorme anacronismo del principio al fin, según el cual en esas épocas pretéritas convivían, en una dudosa armonía, seres humanos (o sus antepasados de aspecto ya nada simiesco) y gigantescos dinosaurios. Esto, a despecho del acuerdo que existe entre los paleontólogos, cuyos esfuerzos científicos los encuadran con claridad en una época muy disímil. Puede observarse entonces la frecuente lucha de estas hordas primitivas con toda clase de alimañas, como tortugas inmensas, arañas, pterodáctilos...y así mismo el combate por la sobrevivencia entre el Tyranosaurius Rex y el Triceratops. Independientemente de este, de por sí, atentado contra las realidades cronológicas, el film muestra también seres que emiten aullidos y gruñidos, en un lenguaje precario como se presume podría haber existido en ese tiempo, con embriones de diálogo -lamentablemente- no traducidos a un lenguaje natural contemporáneo, que le hubiese seguramente conferido más interés al film. Los efectos no están mal, considerando la época de su factura, en particular, la reconstrucción de los enormes saurios. Por todo ésto, el film da menos de lo que promete; algo menos de 7.

Será un film mítico, sí... presentará espectaculares efectos especiales (para la época), también... será eternamente recordado por los posados de la también mítica Raquel Welch... pero sinceramente me parece UN COÑAZO... me aburrí muchísimo de tanto escuchar gruñidos y quejidos y ni un solo diálogo. Que sí, que los hombres de las cavernas no hablaban y emitían solo gruñidos, de acuerdo. Pero tampoco había en aquella época rubias esculturales en bikini como Raquel Welch, ni rubiales depilados con slips debajo del taparrabos y en "Hace un millón de años" los hay. Así que puestos a saltarse las normas, yo habría incluido diálogos inteligibles para haber hecho la película amena sin más. Como ya he dicho en el título, de la Hammer prefiero 100.000 veces más los films de Drácula, Frankenstein, y demás revisiones que hicieron sobre monstruos clásicos...

La vi hace mucho tiempo y una prueba de lo insulsa y lo tontorrona que es, es que no recuerdo ya gran parte de sus detalles. No sé si lo de la lucha de los dinosaurios será para tirar cohetes, eso ni siquiera me dejó huella. Pero el hecho de que haya dinosaurios contemporáneos a los humanos ya me dice mucho de la "seriedad" de esta película. Los dinosaurios se extinguieron hace unos 65 millones de años. Eso de pegarle tales patadas a la cronología puede valer para los Picapiedra, pero no para una película de estas características.
Las impresiones que tengo son las siguientes:
-¿Qué tipo de película es ésta? Porque, según creo recordar, no se trata de una de esas comedias disparatadas en las que sí se pueden aceptar esas incoherencias. ¿Qué mezcolanza es la que hacen en esta película?
-¿Se creerían que los espectadores somos tontos? O, tal vez, el único propósito con el que la rodaron fue para el lucimiento de Raquel Welch, que me da a mí que fue para eso.
-La caracterización de los personajes es una porquería. Para empezar, ¿las mujeres de hace un millón de años eran ya homo sapiens sapiens como las actuales, iban completamente depiladas, con bikini, con peinados y maquillaje de los años sesenta y con tipazos de modelo (se supone que parían como conejas y eso de conservar la figura por entonces no se llevaba)? Y los hombres, tres cuartos de lo mismo, o casi. ¡Si hace un millón de años se supone que todavía éramos homínidos, primates antropomorfos! Si la película estaba destinada a que la vieran niños de pecho, puede valer, pero para gente adulta hecha y derecha que ha leído y estudiado sobre la Prehistoria, esto es risible. Habrá quien diga que el público de los sesenta no era como el de ahora, que en el cine se buscaba resaltar las sex-symbol del momento porque entonces, cuando apenas comenzaba el "destape", lo que llamaba era el morbo de ver a tías despampanantes. Yo qué sé. Lo que sí me parece es un insulto, de un sexismo insoportable y barato y me recuerda a esas pelis inaguantables y estúpidas en las que los indios siempre eran los malos y los vaqueros los buenos. De acuerdo, ya sé que en los sesenta sería rara la película que no fuese sexista (o en cualquier época), pero al menos muchas tenían su gracia y, a menudo, una crítica solapada a ese mismo sexismo. Pero esta película... puaj.
Cine vacío y estúpido, que no sé para qué demonios sirve, como no sea para que yo sienta vergüenza ajena. Será el modo en que está hecha la peli, los clichés tontos que le han metido, que soportan lamentablemente el paso del tiempo.
Y, si es por ver a Raquel, qué quieren que les diga, pero no es mi tipo. Preferería ver a Yul Brynner haciendo de Neandertal o algo así. Ya puestos a ser sexistas...