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Críticas de John Dunbar
Críticas 707
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
10
27 de diciembre de 2022
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Hace ya un buen puñado de años que sigo en el cine lo que tiempo atrás era impensable y solo surgía de la mente de un dibujante en un cómic (confieso que nunca lo seguí entonces); que comprendí que eso de los superhéroes son o pueden ser algo más que la fantasía de rasgos infantiloides de alguna mente inquieta y quizá poco desarrollada; que los archienemigos no eran una pantomima ni estaban a la misma altura sobredimensionada que los protas de turno sin rubor alguno; que eran algo más que simples luces y fuegos artificiales sin sustancia. La cuestión se define en algo más complejo en cuanto a que, hasta las que sufren de carencias evidentes, ejemplifican objetivamente una analogía de poderes, bondadosos o perversos, más terrenales que éstas se encargan de elevar a cotas superlativas porque su contexto se lo permite. La pantalla grande de algún modo, además de agigantar su popularidad, los ha purificado.

No es la única, pero es de las que más y mejor (quizá la que más y mejor por su compendio global) verifican que no son solo hombres de acero, que vuelan, derriban enemigos y restauran la vida por la fuerza bruta mientras podrían estar tomándose un vino o una cerveza. Este es un fin de trayecto y así lo han puesto en práctica, sabe a tal y así lo han hecho sentir. Es verdad, la compañía tiene más recorrido en varios de sus personajes, ilustrando que las extensiones de Marvel tienen un universo cinematográfico con vida propia lejos de 'Vengadores', aunque son estos quienes funcionan como un holding capaz de agrupar a todos los héroes marvelianos (o a gran parte de ellos) y arrastrarlos en torno a una causa común, larga, compleja y altamente protagónica. El camino ha sido desarrollado con amplitud laboriosa, con detenimiento, desde la aparición de Iron Man, Capitán América y Thor y todas sus respectivas secuelas que fueron preparando un viaje que ahora cobra todo el sentido, llegando a intercalarse incluso cuando las hazañas de los Vengadores comenzaron a arrasar con todo, influyendo en el resultado conjunto sus andanzas por separado, lo que casi obliga a un seguimiento individual tanto como el colectivo para poder enterarse de quién es quién, porqué está ahí o porqué hace lo que hace. Sí, efectivamente, parece corresponder a un estudio más relativo a otros ámbitos más serios. Es que esto es parte de lo que significa entender lo que hay detrás de los Vengadores (o en menor medida la paralela 'Liga de la Justicia' que justifica y distribuye DC), la argamasa estructural sin olvidar los coqueteos antropológicos que se han ido fraguando hasta llegar a este juego final.

A continuación hay que verlo desde la perspectiva dramática, la otra principal razón por la que obtienen más peso específico de lo que alude a cuestiones como el merchandising o los números. Esa carga es brillante y tiene que ver con la cuestión identitaria sobre la que ya tengo algo escrito y la proyección emocional que ponemos sobre estos héroes sobrehumanos: el final de 'Infinity war' había vaciado nuestros corazones, dejando una sensación de impotencia nunca antes vista -no a ese nivel- con ese golpe de efecto inesperado que llenó de interrogantes y nos hizo preguntarnos: ¿y ahora qué?. El Titán Thanos había hablado y ejecutado su amenaza. Bien, 'Endgame' da las respuestas a todas las preguntas, palia el dolor y en su clímax, cuando definitivamente parece todo perdido, eriza nuestra piel. Bendita partitura con lustre que respira al famoso lema de los mosqueteros y a que todo es posible de Alan Silvestri, combinada con la dirección de los hermanos Russo cuando el conejo imposible sacado de la chistera mágica consigue funcionar y lo hace en el momento más preciso, revirtiendo las cosas, con un truco de magia quimérica que realiza con sobriedad, no exenta de simpatía en la probatura fallida, de inquietantes contratiempos, para que el escéptico crea y el creyente reafirme. Todo era cuestión de fe y esperanza (terrenal).
Lo negativo, hablando de sentimientos, los sacrificios han de estar a la altura del logro. No hay que desvelar nada, solo entender que seria nació y seria ha de acabar, por lo que ninguna empresa de semejantes proporciones queda inmune a los riesgos. Es solidaria en el campo de batalla y en la preparación de la contienda, trabajando en beneficio de todos, reuniendo esfuerzos, conquistando méritos, equilibrando lo que estaba en desequilibrio.

Si todo respira a proeza de proporciones antológicas también es porque el némesis exigirá que así lo sea. La elaboración en este sentido basándose en las viñetas de Jim Starlin recrea un personaje con tintes casi mitológicos, un enemigo como ningún otro al que se hayan enfrentado, cuyo poder, ya de por sí mayúsculo, será endiosado hasta convertirse en invencible si consigue todas las Gemas del Infinito (6), que controlan los distintos estados y adherirlas a su Guantelete para lograr la omnipotencia. Ese es Thanos, un supervillano autodenominado como 'el inevitable', gigante venido del planeta Titán, de aspecto grotesco y mente nihilista, lo que le confiere junto a su poder una creencia de deidad y un deseo de destrucción salvadora, de redención con la muerte. Detrás del mayor archienemigo posible, al margen del espectáculo o de la lucha, esconde rasgos metafísicos, de doctrina filosófica sobre los que se ampara para creer en un universo en el que todos sus integrantes parten corrompidos, sin posibilidad de solución y su compromiso existencial pasa por la destrucción parcial para reestructurar la inestabilidad, de ahí que crea que su misión es inevitable.

NOTA: el resto de la crítica se incluye en el spoiler por falta de espacio.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
John Dunbar
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8
27 de diciembre de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Krasinski ya no se encuentra en el reparto, pero lo importante es que sigue al frente de la idea con una continuidad que empieza por remontarnos al día en que el mundo se va al carajo de repente y para siempre con una espectacular secuencia inicial. Tal y como había hecho en la primera parte, no se anda con rodeos o especulaciones arrancando con un prólogo al desarrollo posterior que emula al descrito por Wells y su 'guerra de los mundos'. En él se sustituye el cómo se determina la amenaza que ya conocemos por el cuándo, condicionando para siempre el comportamiento con un repentino caos en el que el vértigo no hace más que abrir la ventana de incógnitas. Las soluciones aún estaban lejos, en 2018 empezaron a dar los primeros resultados y en 2021 (fecha final del estreno mundial a causa de la pandemia covid) se terminan por despejar.
Los nuevos peligros comienzan poco después de los hechos acaecidos anteriormente, con una familia Abbott con bazas muy importantes en la mochila aunque sin el abrigo de su hogar. Un campo abierto que promete experiencias multiplicadas que no tardan en llegar, con nuevos personajes y giros que sobrecogen. Los sonidos del silencio vuelven a ser igual de abrumadores, con la diferencia de que los riesgos a asumir esta vez serán mayores. Una vez más, demostrará gran habilidad para que el instinto de supervivencia fluya con coherencia en la conexión entre los aciertos y los errores humanos. Las criaturas manifiestan una interacción aún mayor y con ella, la capacidad de daño.
Por suerte, la apertura de horizontes consigue no cambiar todo cuanto había hecho de bien reproduciendo con fidelidad las emociones, magnificando las situaciones con alternancias a la angustia y soluciones inteligentes. Los bichos espaciales resultan aterradores, siempre alerta ante el mínimo error, pero como todos, acabarán asomando su talón de Aquiles definitivo en ese equilibrio perfecto que Krasinski encuentra entre el deber moral y la autoprotección de sus víctimas.
Un mundo desconocido es un mundo de nuevas posibilidades, de nuevos terrores, de nuevas pruebas. Blunt e hijos tendrán que volver a luchar y demostrar que el amor que se tienen será la fuente de su salvación.
John Dunbar
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9
27 de diciembre de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con Borat quedaron claras dos cosas, una que el británico Sacha Baron Cohen es un crápula del humor, y dos, que la realización del falso documental adquirió a partir de este momento una nueva forma, una nueva implicación tras las incursiones esporádicas que antes y después ha dado el género de terror. Borat es a la sátira lo que una buena bandeja de bollería industrial es a las arterias: puede que sea perjudicial para la salud, pero la disfrutas como si no hubiera un mañana. Este clown del absurdo no deja títere con cabeza de todo cuanto nos rodea: política, sexualidad, religión o mitomanía dan igual, tanto si lo busca como si lo encuentra, para este reportero de mentira de origen kazajo no existe límite mientras haya incentivo, sus dardos envenenados disfrazados de ignorancia palurda son disparados aviesamente hacia todo aquel que tiene la desgracia de cruzarse en su camino o ser parte del malicioso motivo. En su viaje por carretera por los U, S, and A (reproducido más o menos tal cual, espaciado e intentando transcribir lo que con pitorreo él entienda en su asilvestrada cabeza), recoge un muestrario variado del que hacer escándalo, adaptando la vida y costumbres de su teórica procedencia a la teórica vida y costumbres de la nación que considera a tomar como ejemplo. Un tour de force de salvaje a persona imposible de tomar con objetividad en donde combina improvisación e intencionalidad para llegar a su objetivo, tropezando cara a cara con varias piedras de toque durante la travesía que le conducen a aclarar sus extravagantes dudas y sacar conclusiones donde los involucrados de ese particularísimo extranjero ignoran que lo están siendo. Baron Cohen resulta tan auténtico y la filmación falsamente documentalista tan sólida, que no solo los que se ven comprometidos por sus extrañas preguntas o incómodos actos no sospechan nada, sino que yo también dudo que él mismo no sea otra víctima incorporada en la escena.
La idea tras el cachondeo desmantela consabidos convencionalismos de un espejo en el que Borat se quiere mirar para salir repelido como las dos caras de una misma moneda. Su road movie convertida en viaje iniciático es una controversia permanente, un homenaje al mal gusto y a la incorrección sin parangón, poniendo patas arriba cualquier cosa que sea susceptible de este grano en el culo teñido de falsa realidad.

No se me ocurre personaje más surrealista. Es imposible.
John Dunbar
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Resident Evil: Oscuridad infinita (Miniserie de TV)
MiniserieAnimación
Japón2021
5,1
1.241
Animación
7
9 de octubre de 2022
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Desde lo innecesario como premisa, Capcom lanza su enésima y penúltima propuesta respecto a una fuente que, con menos novedad, sigue dando réditos. Para quien guste o interese, 'Oscuridad infinita' abandona las condiciones iniciales de la franquicia, que hay que recordar nació como videojuego, y apuesta por una intriga que recoge intereses políticos y ambición, mucha ambición. Tras esta, la venganza de los peones promete acción multiplicada por el desarrollo indisoluble en el que se encuentra. Cuatro mini episodios de animación excelsa, de una brillantez plausible. Su apabullante realismo reblandece algo que está de más, siempre y cuando se mida como dentro de un todo; en el modo individual, se permite sin problema su visión como un largometraje de terror zombi que se nutre de la realidad comercial y geopolítica actual (China vs. USA) para ambientarlo, con héroes y villanos de carne y hueso, bajo otros patrones más cercanos hacia la superproducción. Su construcción narrativa tejida con saltos temporales, poco a poco perfila la comprensión de los hechos y el enclave de los personajes principales en los mismos.

Le reprocho menos de lo que le destaco. Un pasatiempo disfrazado de formalidad que puede ser una buena opción que amenice un rato de ocio.
John Dunbar
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6
9 de octubre de 2022
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Agita el árbol de la moral ultraconservadora cayendo en manos de la supuesta casquivana Weisz y responsabilizando de la pecaminosa tentación la estampa masculina. Rachel Weisz y Rachel McAdams, sus brillantes protagonistas femeninas, se debaten entre la fe y la pasión, ¿o son en realidad, en una concepción mucho más amplia, los terrenales sentimientos los que están en riña con las estrictas normas de la fe y viceversa? La ortodoxia religiosa, en este caso la judía, se pone a prueba sin que el erotismo que exudan las dos Rachel reste seriedad a aquello que quiere ser una propuesta reflexiva puesta sobre material delicado.
Ya sabemos que los placeres de la carne y la religión, con unas más que con otras, son elementos que se repelen como el agua y el aceite. 'Disobedience' va más lejos y estos elementos son, simple y llanamente, los antagonistas que se encuentran a los extremos de lo que verdaderamente ha de importar, lo que uno sienta dentro de sí y quiera expresar en libertad. Las conciencias ceñidas y puritanas se remueven más aún cuando interfiere otra cuestión tan relevante en el fondo como la que más, cuando el pasado y la irremediable vuelta del hijo pródigo (hija en este caso) descubre un trío de personas y vivencias en apariencia remotas que se dejan ver en secreto. Afloran la vergüenza y el despecho como una temida sombra con apariencia de respeto sacrosanto y a la institución del matrimonio. Un camino tan valiente como tortuoso por todas las partes.
Termina por hacer un ejercicio de introspección profunda como si lo fuera de conversión, colectiva e individual. Un ejemplo de que la moralina no puede ir en contra del sentido común, como nadie puede ponerle puertas al campo. El argumento sugiere circunstancias con sumo cuidado que no por extrañas dejan de ser posibles, ofrecidas desde el respeto y sin linchamientos personales hasta en algún momento en que se permite el sarcasmo, y gracias a la contribución de sus estupendas interpretaciones de pensar que puede que la religión sea el camino hacia la espiritualidad de algunos, pero los afectos son la necesidad de todos.
John Dunbar
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