La batalla de los sexos

El matrimonio formado por Jonathan Dayton y Valerie Faris nos vuelve a presentar otra notable película, ya que sus dos anteriores películas, "Pequeña Miss Sunshine ( 2006 )" y "Ruby Sparks ( 2012 )", son magníficas y me parecen superiores a esta propuesta basada en un hecho real, que sucedió en la década de los 70. Sus dos primeras películas son propuestas fáciles y gustaron a un público medio, y sus guiones están muy bien trabajados y en el caso de su ópera prima también tuvo éxito en la carrera de premios norteamericanos.
En esta ocasión aborda el asunto real que se desarrolló en Estados Unidos en la década de los 70, cuando las tenistas se revelaron ante la desigualdad de trato por parte de la asociación de tenis norteamericano, y deciden desligarse formando la WTA fundada en 1973 por Billie Jean King, la protagonista de la película, y que cuenta con un gran reparto encabezado por Emma Stone, la última ganadora del Óscar por su interpretación en "La ciudad de las estrellas ( la La land ) ( 2017 )" como la tenista Billie Jean King y Steve Carell en el papel del jugador de tenis retirado Bobby Riggs. La película aborda diferentes asuntos y, aunque de fondo está ese deporte y el posible duelo entre los dos protagonistas, la historia no se centra en el tenis ni hay interminables escenas de dos personas golpeando una pelota, con lo que los neófitos en la materia o los que se aburren en propuestas sobre ese tema no van a tener ningún problema.

Una mezcla de géneros, ya que es una comedia con algunas escenas desmadradas, pero sin excederse, con detalles de humor muy bien seleccionados, y al mismo tiempo hay esa denuncia sobre la desigualdad de sexo y otros temas dramáticos de los personajes, tanto en su vida personal como profesional. La tenista protagonista y el ya retirado están casados, pero lo que aparenta al principio ser unas relaciones estables tienen sus aristas, y en esta película están muy bien tratadas esos problemas matrimoniales y las infidelidades, así como refleja muy bien el inicio de la lucha por conseguir la igualdad de sexo que a día de hoy todavía está en el candelero, pero que en esa época ya hace más de 40 años estaba peor visto que las mujeres reclamaran sus derechos laborales y la igualdad de trato. Esos temas personales están muy bien tratados y los dos protagonistas están bastante bien, tanto un Steve Carell, a que el gran público conoce por sus inicios como cómico televisivo, pero que lleva varios años interpretando papeles mucho más versátiles, demostrando que se desenvuelve muy bien en personajes con gran carga dramática y en situaciones románticas, sin perder su vis cómica, y poco más que decir de la excelente Emma Stone que casi siempre está bien y en este caso está camaleónica y creíble y podría ser una de las protagonistas de la próxima temporada de géneros.
Andrea Riseborough hace una de las mejores actuaciones de su carrera, y está casi a la altura interpretativa de Emma Stone, que va ganando protagonismo en la segunda mitad, como Marilyn Barnett.

Una película entretenida, en donde sus dos horas pasan en un suspiro, y que tiene como aspectos más destacados la recreación de la época, la textura de las imágenes y los colores de fondo, así como el atrezzo y una banda sonora excelente que nos retrotrae a esos años 70, y que encaja muy bien en el tono de la película. Las principales pegas es que aparecen unos personajes secundarios que podían haber estado mejor desarrollados, tanto Elizabeth Shue en el papel de la mujer de Bobby Riggs, y que lo hace bastante bien en sus pocas apariciones en pantalla, como Bill Pullman y Alan Cumming.
Una película deliciosa que recomiendo para desconectar de la realidad y pasar dos horas de entretenimiento, con una buena ambientación e interpretaciones. No es una de las mejores películas del año, pero sí la demostración del talento de la pareja de directores para sacar adelante propuestas sencillas y de calidad. Aunque tiene el mismo título, tanto en la versión original como en el español, la historia no tiene nada que ver con la cinta británica " La batalla de los sexos ( 1959 ) ", lo que es lógico teniendo en cuenta que es anterior a la década de los 70.

LO MEJOR: La dirección artística y la recreación de la época.
LO PEOR: Algunos personajes secundarios no están bien desarrollados.

Pueden leer esta crítica con imágenes y contenidos adicionales en: http://www.filmdreams.net

"The Battle of the Sexes" es una guerra que no se reduce solamente al partido de tenis entre los dos personajes. Es más bien una batalla en la vida diaria. Una batalla de la sexualidad aparente de ella y su verdadera sexualidad. Es una batalla de ella contra el machismo e individuos dominantes que manejan el negocio del tenis y que menosprecian a ellas en comparación de los jugadores hombres. Es también una batalla doméstica en la vida de él, donde el amor de y hacia su esposa es opacado por aspectos externos.

Se divide en tres partes, y la que más me divierte es la dedicada a la comedia.

El enfrentamiento me aburre, creo que corta el buen rollo del principio. No sé si se hubiera podido tratar de otra manera, pero, cómo se hizo, puedo asegurar que se traduce de una forma equivocada que confunde al espectador.

Una lástima la pérdida de tiempo contando historias paralelas que la alejan del núcleo central, precipitándote al vacío.
Buenas interpretaciones, ajustadas a lo que el relato necesita.

Provoca cierta curiosidad comprobar como, tras un movimiento o una corriente de pensamiento, muchas veces hay un simple acto sin intención de cambiar nada.
Como si partes de la Historia no fueran más que sucesivos pies de página, que mucha gente hizo grandes por los ideales que transmitían.

‘La Batalla de los Sexos’ salta hábilmente la barrera de “relato biográfico” cuando decide hacer de Billie Jean King y Bobby Riggs el centro de su historia, y todo lo demás es sólo ruido de fondo.
La liberación sexual, el empoderamiento femenino y los cambios en el mundo del deporte sobrevuelan las historias personales de la tenista y el tenista, casi rugiendo y a punto de liberarse mientras ellos nunca han considerado ser su estandarte.
Billie Jean sólo quiere respeto para sí misma, y sus compañeras. Bobby también quiere respeto, de su mundillo deportivo y su familia.
La clave está en qué hace cada uno por conseguirlo.

En el caso de la primera, permanecer firme y saltar muchas veces al vacío, aunque pueda no haber red de seguridad.
Y en el caso del segundo, todo pasa por la publicidad, por dar un golpe más grande que el anterior, al amparo de unos movimientos sociales que parecían carecer de sentido.
En la marea social, en la inestabilidad de carácter general, la gente los reconoció como iconos, como ejemplos que merecían ser alzados a lo más alto de la prensa, y como para dos extremos es difícil coexistir… tenían que ser enfrentados.

Es fantástico el rifirrafe cómico y afilado que los dos se lanzaban a través de los medios de comunicación, imposible de creer si no fuera porque las infaltables fotos de los créditos nos recuerdan que aún queda mucha Historia invisible como esta, que merece la pena conocer.
Pero donde verdaderamente tiene puesto el corazón esta historia es en los pocos silencios en que sus dos iconos pueden relajarse, y reconocerse como seres humanos con fallos, que llevaban la mayor de las presiones encima, aceptando renuncias que les perseguirían toda la vida.
Todo porque vivían en una época represiva, que les vistió para montar un circo, y pocas veces se paró a pensar en quiénes de verdad eran: ni la liberadora de las mujeres ni el macho definitivo, sino dos personas que buscando admiración habían perdido de vista su camino.
(Algo que en cierta manera explica, y encierra, todos los cambios de pensamiento que con suerte han logrado imponerse desde aquel momento)

Al final, tras una contenida intensidad, queda otro silencio, uno en el que ambos se dan cuenta de que no luchaban por si mismos, sino por lo que otros querían de ellos.
Y la frase de Ted Tinling suena entonces más esperanzadora que nunca: “algún día, querida, podremos querer lo que queremos y que no nos miren mal por ello”.
Uno casi puede ver en la mirada de Billie Jean que a partir de eso sus luchas serán suyas, en la cancha o fuera de ella, y así es como fueron.

“Battle of the sexes” es una de las películas más arriesgadas que vi este año. Hablar sobre la igualdad de género en épocas donde se lucha tanto por esta puede traer opiniones muy diferidas, dando lugar a las malas críticas como a las buenas. Obviamente el objetivo de la película no es armar un debate interminable. Su misión era retratar la vida de Billie Jean King, una tenista en busca del respeto del hombre hacia la mujer y del mítico Bobby Riggs, quién en su momento fue un gran tenista, en el filme ya es un hombre retirado y avejentado, el cual demuestra con orgullo su machismo.
La película comienza muy lenta y aburrida al mismo tiempo, pero a medida que se va narrando la historia, esto cambia y paso a paso quedás más enganchado a ver que va a pasar luego pero sin duda alguna, la película remonta mucha emoción en el momento que King y Riggs se encuentran por primera vez llegando a la cumbre, la cual es el partido entre estos dos.
Los actores me gustaron, pero no me pareció nada de otro mundo. Steve Carrell siempre demostrando que puede hacer papeles serios y no de comedia y Emma Stone, la cual no me gustó tanto como en otras películas, pero no quiere decir que no haya actuado bien.
En conclusión, Dayton fue demasiado arriesgado al elegir hacer esta película, pero no cabe duda de que le salió bastante bien.