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Barton Fink

Drama En 1941, Barton Fink viaja a Hollywood para escribir un guión sobre el luchador Wallace Berry. Una vez instalado en el Hotel Earle, el guionista sufre un agudo bloqueo mental. Su vecino de habitación, un jovial vendedor de seguros, trata de ayudarlo, pero una serie de circunstancias adversas hacen que se sienta cada vez más incapaz de afrontar su trabajo. (FILMAFFINITY)
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Críticas 113
Críticas ordenadas por utilidad
28 de mayo de 2014
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Barton Fink es un hombre que se queda bloqueado, su Underwood ya no habla y el tiempo va pasando de forma opresiva, hasta el papel de su habitación se despega y no encuentra soluciones. Hollywood espera lo mejor de él y no hay manera de desencallarse. Tal vez es lo mismo que le sucedió a los Coen, ese síndrome del folio en blanco que es tan difícil superar. Ellos lo superaron, lo mismo que el personaje de su película, y de qué maneras, los hermanos arrasando en el festival de Cannes y Fink yéndose de juerga a bailar por ahí tras desbloquearse y escribir lo que él considera su mejor obra.

La película no es tan críptica como se dice, al menos es mi opinión, sencillamente hay que tomárselo todo como si fuera real como una opción aceptable y si no fuera posible eso, se asume que la mayoría de sucesos, sobre todo en la acelerada segunda parte, son de carácter onírico. A mí no me molesta esa dualidad y sobre todo no considero que sea una película tramposa. Principalmente me parece una película muy sugestiva.

"Barton Fink" arranca de forma un tanto lenta, esperando algún giro que no llega, como los ríos cuando se entretienen en las planicies. En una segunda parte bien diferenciada los hechos se precipitan y hay quien no entiende nada y acaba por indignarse. También hay cierto sector de espectadores con cierta incapacidad de aceptar lo que los Coen nos enseñan como algo natural y plausible (hay quien da por sentado peores cosas de la ciencia-ficción): Goodman, el director de la compañía de cine, los policías, la chica del cuadro... ¿Qué más dará si son parte de la mente de Fink o son realidades? La cosa funciona muy bien, que cada uno escoja.

Por ejemplo, lo de Lerner es sencillamente espectacular, pasa de besarle los pies a su guionista por no hacer nada a poco menos que denigrarle e insultarle tras leer su gran obra. No importa que esté vestido de coronel, no importa que sea real o no. Y si aparece Fink en un cuadro o si es la playa de verdad, poco importa que sea de una manera u otra, es brillante porque está todo muy bien puesto. Los Coen me han ganado con este "Barton Fink" que hace ya más de veinte años que parieron. No quiero acabar sin mencionar el talento de Goodman, superior a cualquier otra cosa que haya visto de él, inmenso, una interpretación de un personaje desbocado en su parte final que han hecho que mi valoración de "Barton Fink" se dispare.

De verdad, no hay acertijos, no hay simbología intelectual, no es metacine. Es un largometraje cuyas dos horas valen la pena muchísimo. No hay que ser un admirador de Lynch para que te acabe gustando.
Luisito
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7 de marzo de 2009
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace bastante tiempo que no escribía alguna crítica: la falta de tiempo libre termina por consumir el ocio. Al ver a Barton frente a su máquina de escribir, surgió en mí el escritor que llevo dentro y comencé...

La tarde de hoy, a 18 años del estreno de esta película, recién puedo verla (gracias DVD). Ya con varias películas de los Cohen en la mente, debo señalar que es la mejor pero más incomprensible de todas. Está llena de mensajes subliminales, sin saber si en realidad tienen o no mucho que ver con el desarrollo de la película. Y ese es el juego.

Me explico resumidamente: muchas veces la explicación más simple es la correcta. A veces el director simplemente trata de confundirnos... si tratáramos de darle explicación razonable a cada una de las escenas y actos de esta película (lo que realmente tiene la caja, el por qué del desprendimiento del tapiz, etc...) tal vez hasta dejaría de encantarnos. Tampoco quiero decir que es imposible de comprender, sólo recalco que, en comparación con otros filmes de los hermanos Cohen, es de otra factura.


Genial fotografía y ambientación, con una gran dirección y un aire que me recuerda en cierto modo a David Lynch. Muy buena actuación de Turturro, que años más tarde también lo veríamos como el genial Jesús Quintana en "The big lebowski", de los Cohen también.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
el_bastardo_con_gloria
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21 de octubre de 2011
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los Coen en su forma más original. Estos señores tan inteligentes y que han visto tanto cine, condensan en esta obra un talento descomunal. Con unas ocultas referencias hacia tantas cosas; escritores-fraude, gangsteres fascistas, el retrato sencillo del teatro o el cruel y hostil de Hollywood, entre otros. Cuenta con los ya acostumbrados actores del reparto habituales en los trabajos de esta pareja de hermanos, realizando Goodman, Turturro y Lerner unas actuaciones supremas.
El guión de la historia es ambiguo, y proclive a numerosas interpretaciones. Mezcla comicidad y drama de la única forma que solo los Coen saben llevar a la pantalla. A lo que hay que añadir la numerosidad de géneros que recorre la obra: el drama intimista, cine negro, comedia alucinada, surrealismo o la intriga paranoica.
Las aristas que presenta un personaje como el de Fink, son infinitas, un hombre pusilánime, absorto y alejado de la rutina cotidiana del día a día. Y además un intelectual y un consumado conocedor de la literatura. Lo que podría ser perfectamente una radiografía de muchos escritores con una forma de trabajar independiente, o como no, una entrada a la propia mente del aclamado tándem de cineastas.
Desde el punto de vista artístico, la película es una maravilla, una delicia. Con escenarios geniales (hotel donde se instala Barton, restaurantes, baños...)
Su punto más fuerte reside en los cínicos y corrosivos diálogos que bombardean a la apacible mente de Barton desde todos los ángulos posibles. La película tiene frases que recordaré para la posterioridad. De ello se encargaron gente como Lerner o Mahoney.
En su debe, Barton Fink peca de ser algo grandilocuente, con algunos planos que no aportan demasiado, centrándose en tics y simbolismos.

En definitiva, para mí, Barton Fink es la obra de unos genios, una película que alcanza unas cotas artísticas e intelectuales elevadísimas y con la justa dosis de cinismo, el plato fuerte de la casa. Con unos primeros planos, travellings y decorados para enmarcar.

P.D. espero un pronto y buen envejecer de Turturro, para que estos genios lleven cuanto antes la continuación, con "Old Fink" en la gran pantalla.
ASIER
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5 de julio de 2015
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
93/01(01/06/15) Inclasificable y notable film de los Coen, un extraño y sugestivo film, perturbadora obra que explora los complejos procesos de creación artística, un juguetón film que se adentra en la convulsa mente de un dramaturgo-guionista, lo hace con un estilo punzante, rebosante de simbolismos visuales, un relato enfermizo, retorcido, con sugerentes dosis de surrealismo, cine que bebe claramente de David Lynch, juega con la realidad y la fantasía en una perversa miscelánea. Todo con un marcado sentido ambiental, siendo uno de los protagonistas el Hotel Earle y la patética habitación, que sumergen al relato en un clima de inquietud latente. Nominado a 3 Oscar, ganó en Cannes 3 premios (Palma de oro, director y actor).

En el críptico guión de los Coen se tocan temas como la crisis del artista en el complejo camino de la creación, la integridad personal, la soledad existencial, la amistad, el fascismo, el miedo al fracaso, el antisemitismo, el sometimiento, contraponiendo para ello como integridad artística el teatro de Broadway, el supuesto Edén idealista, y en el otro lado del ring Hollywood, el Infierno donde se vende el alma al diablo por dinero, teniendo que doblar tus ideales. En parte una parodia bufa del mundo de Hollywood de la época dorada de los 30 y 40, con jefes de estudio tiránicos, con poder cuasi-omnímodo, poblado de personajes pintorescos, un contenedor inmenso de creadores mal-aprovechados, donde el alcoholismo parece ser la única respuesta a las frustraciones creativas, donde te vendes para alcanzar la quimera del éxito, aunque para ello deberás alejarte de tus principios y rebozarte en los lugares comunes y manidos que les gustan a la masa de gente. Se hace con una hábil delineación de personajes, que se desenvuelven con diálogos ágiles, rápidos, con dobles sentidos, con toques de humor negro bizarro, es una historia donde lo que prima a medida que su desarrollo avanza es el sentido alegórico de lo que vemos y escuchamos, no es un film de fácil degustación, de los que te puede provocar devoción o repulsión, con un claro substrato de lecturas paralelas, que pueden crear una barrera con el espectador común. A mí me queda una obra fascinante, con momentos cuasi-hipnóticos de las que te hace pensar mucho después de finalizar. Yo la entiendo como que estamos viviendo en el interior de la atormentada mente de este creador de ideas, y a medida que discurre el metraje Barton se desmorona interiormente más y más, no aguanta la presión y su mente colapsa, está claro cuál es ese momento, pero anteriormente nos han dado pistas ingeniosas, geniales, esos pasillos e interminables, esos inquietantes sonidos que oye por las tuberías, o la habitación en la que vive Fink se convierte en su propio cerebro, con ese papel que se despega de modo viscoso dejando emerger la cola cual bilis, la foto playera que cuelga intrigantemente en la habitación, esa impactante alegoría de la fornicación con el desagüe, los mosquitos como presagio de muerte, o esa misteriosa caja, todo en pos de una deliciosa sensación onírica que nos provoca zozobra.

La puesta en escena es apabullante, entendida como un medio para transmitir emociones, con magnético diseño de producción de Dennis Gassner (“Big Fish”), imbuyéndonos con brillantez en la época, con creación de escenarios que provocan, siendo estrella el Hotel Earle, deconstrucción subliminal de la mente de Fink, lugar enorme con un gran lobby y largos pasillos sin gente, una habitación frugal, con poca luz, símil del cerebro de Barton, gran ausencia de ideas, lugar en decadencia, parece haber vivido momentos mejores, espectacular el clímax final con el fuego por el pasillo del hotel siguiendo en un tiroteo, usaron llamas reales, construyeron el escenario en un hangar abandonado de Long Beach, instalando una serie de chorros de gas en el pasillo, para dar luego la sensación avernal del fuego, la escena de la playa pertenece a la de Zuma en malibú (California), así como la alegórica de la ola rompiendo contra una roca (metáfora del guionista llegando a Hollywood, rompiéndose), todo esto potenciado por la fascinante fotografía de Roger Deakins (“Fargo”), jugando con imágenes simbólicas constantemente, tomas opresivas, zooms inquietantes, movimientos de cámara siniestros, con picados y travellings expresivos, tomas cenitales zozobrantes, oblicuas, contraluces, todo en un patinado apagado de marrones, amarillos ajados, grises y blancos mortecinos, emitiendo calor, sudor, humedad, todo en pos de que nos llegue un lugar en descomposición (como la mente de Barton), donde además tiene mucha importancia los sonidos, el sonido de los aplausos, la campanilla del hotel, la ola rompiendo contra las rocas, los lúgubres de las habitaciones vecinas a Barton en el hotel, el zumbido del mosquito. La música es de Carter Burwell (el de toda su filmografía), menos participativa de lo que estaba habituado, predominan canciones populares alegóricas simbólicamente a la historia.

John Turturro crea de modo maravilloso a este dramaturgo inseguro, atormentado, angustiado, apocado, pusilánime, introspectivo, bloqueado, ofrece un lenguaje físico apocado, taciturno, introspectivo, triste, magnífico para este complejo rol. John Goodman resulta arrollador, carismático, apabullante, un portento de empatía y saber emitir emociones, con una radiante vis cómica, fabuloso. John Mahoney da un gran rendimiento como el escritor alcohólico, muy bueno. Judy Davis resulta una enternecedora presencia, transmitiendo una gran dulzura y comprensión. Michael Lerner es un huracán en su rol de histriónico jefe productor, desborda la pantalla con su feroz labia llena de arrogancia y falsa reverencia, jamás ha estado mejor, tanto que fue nominado a Oscar secundario. Jon Polito esta impresionante en sus poca presencia, un actor muy poco aprovechado en el cine. (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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5 de mayo de 2006
15 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
La factoría Cohen maquina esta brillante cinta sobre la inspiración interrumpida.

Cuando las musas de la mente se ven perturbadas por el demonio de la perversidad, surge la intemperancia.

En un mundo onírico Joel Cohen como siempre a los mandos y Ethan el poder en la sombra surten los caminos de la imaginación a base de ensoñaciones y parábolas de extraña factura.

Los Cohen se deciden por dar las riendas a un GENIAL Turturro, como brillante dramaturgo en Broadway, reconvertido a guionista de cintas de serie B en Hollywood.

Para buscar la nueva inspiración, los Cohen encierran a nuestro protagonista en las cuatro abrasadoras paredes de un extravagante y solitario hotel, con la única compañía aparente de un recepcionista con tintes freak (Buscemi, otro fetiche menos glamouroso para los Cohen), y un locuaz, extraño y paranoico vecino de habitación John Goodman (fetiche de los Cohen, talento sobrecogedor el de este pedazo actor con carnes sobredimensionadas).

Parece como si las paredes del hotel se desconcharan por acción y efecto del desenchufe inspirativo del literato.

Goodman da la contrapartida perfecta, sirviendo de inspiración en la construcción del personaje de nuestro literato, la del hombre común.

Si bien Los Cohen pergeñan un mundo de posibilidades y puertas giratorias a este rompecabezas por momentos dantesco, por momentos freudiano.

Rareza de los Cohen que merece ser visto sin demasiadas prisas pero sin un ápice de desinterés.
burton
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