La venganza de Ulzana

Reserva de indios, paisajes desérticos espectaculares, la trompeta del séptimo de caballería, apaches sanguinarios, colonos en granjas remotas.

Todo esto, ingredientes básicos e ineludibles de un western, nos ofrece el gran Aldrich en esta película, no tan conocida como otras del género por antonomasia del cine.

Burt Lancaster produjo esta película nada más leer el guión y borda el personaje de guía o explorador que colabora con el ejército y sirve de enlace con los indios de la reserva. El estudio de personajes es también muy interesante, contraponiendo al indio que colabora con aquellos que le encierran en reservas y el que está deseoso de escapar y vengarse de la manera más cruel del hombre blanco.

Es un western violento, ácido, muy seco en diálogos y muy poderoso en imágenes. La evolución de algunos personajes (singularmente el del joven oficial que encarna Bruce Davison) está perfectamente retratada y algunas de las escenas de los ataques apaches son verdaderamente virulentas, sobre todo vistas desde la perspectiva del año en que se rodó el film.

Sin duda, para los amantes del western puede ser un gran descubrimiento.

Que esta película es un western no cabe duda. Pero su intención va mucho más allá del género y propone una visión enormemente pesimista de la condición humana y la imposibilidad de llegar a un entendimiento entre culturas, en este caso, entre los blancos, de tradición judeo cristiana y los apaches, completamente integrados en la naturaleza primitiva del desierto cuyas creencias estaban ligadas a la más pura supervivencia y totalmente ausentes de eso que hemos dado en llamar moral, tal y como lo entendemos nosotros.
También es una película de guerra. Y bastante polémica además, donde Aldrich tuvo que soportar bastantes críticas que lo acusaban de racista por la visión tan descarnada que ofrece de los indios.
Con algunas escenas tremendas de una crueldad apabullante, los espectadores vamos a tener que retirar la vista en más de una ocasión lo que, imagino, podrá desalentar de verla a más de uno.
Pero a mí no me ha parecido que ofrezca una mirada gratuita o parcial y sesgada de los apaches sino que el director parece invitarnos a asistir a ese encuentro de búsqueda y captura desde nuestros ojos "civilizados" y occidentales a intentar comprender, si eso fuera posible, por qué actúan así. Nos va a colocar en la misma posición en la que se encuentra el teniente asignado al mando, recién venido del Este y totalmente ignorante de "las reglas del juego" y que Lancaster, en su papel de explorador, gran conocedor de esas tierras, y Kenitai, un apache colaborador del ejército en calidad de rastreador, irán tratando de hacernos comprender.

Tampoco se va a tratar únicamente del "enemigo". También habrá lugar para reflexionar acerca de la violencia como instrumento de poder y, por tanto, inherente a cualquier hombre, más allá de la cultura. No importa por qué matamos, ni cómo matamos, el caso es que matamos. Y, de eso, seguro que los blancos sabemos mucho más que los apaches. Empezando por la inmunda humillación de confinar en reservas y tratar como presos y esclavos a otros seres humanos.

El relato está magistralmente contado. Ulzana es un apache escapado de la reserva junto con varios hombres que tratan de llegar a la frontera de México.
Un destacamento del ejército saldrá en su busca y casi toda la película girará en torno a las estrategias que emplearán ambos bandos para intentar alcanzar sus objetivos. Engañar, despistar al enemigo, adelantarse a sus intenciones y no cometer ningún error. La comprensión y el conocimiento de la manera de actuar del rival serán clave en esta guerra y más le vale al teniente dejar de lado sus escrúpulos porque "el que cometa un error tendrá que enterrar a alguien".
Un western muy duro, seco y con algunas escenas brutales, no todo es terror e incomunicación entre los enemigos. Un pequeño atisbo de respeto y comprensión pueden surgir en algún momento, incluso dos seres de distintos planetas pueden llegar a compartir una pequeña célula en común.
Lancaster está tremendo. También el que hace de Kenitai y de Ulzana.
Los diálogos también son extraordinarios y dignos de atención y el relato está excelentemente pormenorizado, limpio y claro, con respecto a lo que nos quieren contar. En muchos aspectos resulta didáctico y nos hacen pensar.
La verdad es que, a pesar de las escenas explícitas de violencia que rara vez suelen ser de mi agrado, este western me ha gustado bastante. Ilustrativo y reflexivo, aunque no para todos.

Buen y crudo western que relata la persecución de un grupo de soldados junto a un indio y un veterano explorador (un magnífico Burt Lancaster) de unos indios que escaparon de su reserva y que están arrasando todo a su paso. En ese camino veremos distintas posturas sobre que hacer con los apaches en donde Lancaster opina combatirlos y el teniente (Bruce Davison que actúa correctamente pero que nunca alcanzó notoriedad en la industria del cine) tiene una posición mas pacificadora cosa que poco a poco ira cambiando a medida que van viendo los horrores cometidos por éstos. El largometraje esta muy bien filmado mostrándonos los agrestes y escarpados paisajes de Arizona donde el agua es un bien preciado. En síntesis un western que tiene los actores, dirección y duración exactas como para no dejar de verlo.

Un explorador (Burt Lancaster) colabora con la caballería de los Estados Unidos para capturar unos indios apaches renegados, cuyo jefe se llama Ulzana. El experimentado explorador intenta enseñar, no siempre con éxito, a un joven teniente que cree que la fuerza de las armas es la única manera de combatir a los apaches, a quienes considera violentos y desalmados.

El significado director Robert Aldrich consigue alumbrar un western de indios muy interesante que es, como dice Morales, una “cita ineludible para los incondicionales del género".

Excelente guion de Alan Sharp que acierta a describir una auténtica persecución contra los indios, cargada de todos cuantos prejuicios y sinrazones se puedan imaginar.

Excelente ña música de Frank De Vol que con sus notas acompaña la odisea y la acción junto a una meritoria fotografía de Joseph F. Biroc. En cuanto al reparto destaca una ya maduro pero siempre eficiente y carismático Burt Lancaster, junto a la réplica del joven Bruce Davison que pasa el corte y poco más; acompañan en línea Joaquin Martinez, Jorge Luke, Lloyd Bochner, Richard Jaeckel, Karl Swenson o Dran Hamilton, entre otros.

Este filme es un western que habla de racismo, violencia e incluso del modelo de sociedad americano, tan opuesto al sentir y pensar propio del indigenismo. Por lo tanto, es una cinta plagada de prejuicios y creencias por demás contaminadas sobre los indios y la manera de proceder ante la misión que la tropa tiene encomendada.

La película tiene un comienzo genial, con una brillante presentación de los personajes; unido ello a un excelente ritmo narrativo. Una película pesimista y antropofóbica, donde a las claras muestra el afán del hombre blanco por ser más que los colonizados, en este caso los apaches; y cómo para ello utilizará el poder de las armas y en general la violencia como expresión de poder.

"Interesante western” (Morales) preciso y bello que se desarrolla en las bellas montañas, arroyos y praderas de Arizona, a modo de reflejo de libertad (perdida), el valor de la experiencia, ritos ancestrales y la hermosura de lo grande.

La película cuenta el viaje iniciático del joven teniente protagonista, un viaje en el que descubre la crueldad de lo ancestral y las pulsiones humanas una vez despojadas de su capa occidental civilizatoria. A su vez, en el tal viaje convive lo nuevo e idealizado, junto a la veteranía del viejo explorador y su experiencia; un explorador experimentado que conoce a fondo lo que está ocurriendo y que se opone a las órdenes militares y a su jerarquía.

En suma, interesante y crepuscular western sobre la huida del jefe apache Ulzana de una reserva federal en Arizona. Merece y mucho la pena verse. Sólo Lancaster ya lo merece, más aún bajo la batuta de su amigo el veterano Aldrich.

Cortante, esquemático y dura película de Aldrich. Está rodada en los setenta se nota y mucho. Y para mal. Quitándole el acertado tono adulto y realista, semidocumental por momentos, la película malogra elementos del cine del oeste, como un paisaje omnipresente al que no saca el partido que sí lograron los directores clásicos del género por falta de una trama más trabajada y un ritmo menos desmayado. Destaca el uso de una violencia exacerbada que es junto a la fotografía de lo poco no olvidable de la película. Una violencia que al final ni denuncia ,ni embellece sino que termina por desconectarte de un diletante y simple armazón argumental en el que sólo Lancaster se luce, probablemente el principal motivo para la realización de esta película así como el intento de adscribirse a la moda del western crepuscular. En cuanto a la estilización de la violencia que esto implicaba queda muy por detrás de la de otros directores como Peckinpah o Leone a los que por momentos imita sin éxito y sin ,lo más preocupante recuperar su propio estilo.
Los apaches salen como lo que son. Una partida de salvajes sanguinarios y proscritos que luchan en un territorio del cual son un reflejo. Su impiedad, sadismo y crueldad son su modo de vida. El estadounidense o mexicano que los conoce, lo sabe. El que no lo comprende es por ignorancia y desconocimiento que lamentara gravemente al encontrárselos.
Polvo del desierto, potentes escenas de tiroteos , buenas caracterizaciones y ambientación, una naturaleza monumental como espectacular escenario son los puntos fuertes de una película aquejada de falta de ritmo, naturaleza reiterativa en su afán desmitificador e irregular en su conjunto. No obstante su visionado es de interés para aficionados al género y a la historia.