Al límite

Martin Campbell (Casino Royale) dirige a Mel Gibson en un thriller sobre conflicto de intereses que nos recuerda a “La Formula” de John G. Avildsen. El actor de “Payback” y “Señales” interpreta a Thomas Craven, un inspector de policía que presencia horrorizado el asesinato de su hija Emma (Bojana Novakovic) en la puerta de su casa. Sus compañeros de cuerpo emprenden una línea de investigación creyendo que iban a por él. Aunque Thomas sabe bien que su hija estaba metida en un asunto muy turbio relacionado pero decidido a abrir una línea de investigación, sin la placa, ni teóricamente, la pistola a su favor, emprende una lucha como padre coraje para desvelar el terrible secreto que guardaba ella sobre los secretos bien guardados de una central nuclear. Los trapicheos de un senador podrían estar detrás de la tapadera de la que sería la mejor fábrica de armas de destrucción masiva del mundo.

“Al Límite” no es una cinta de acción, aunque se aprecia como tal si vemos a un decidido Gibson apuntando con un arma como así nos muestra el cartel del film. Nos encontramos frente a frente con un thriller de suspense, complejo, bien dirigido (se nota la mano en la baraja de Martin Campbell) y con unas más que notables interpretaciones dramáticas. Algún giro en el guión en el desarrollo de la trama obliga al espectador a dejarse llevar por un producto que parecería haber sido destinado al puro entretenimiento. Atención a la presencia secundaria (y siniestra) de Ray Winstone en su rol de misterioso agente ejecutor. Un Gibson que lleva tiempo envejecido trabaja a la perfección sin desperdiciar en nada la mala leche de rol de justiciero en busca de una verdad casi imposible de que salga a la luz.

Y con muy mala leche por cierto, y esto en los tiempos que corren que a cualquier cosa con un poco de intriga pero cutre que apesta lo llaman thriler, es muy gratificante, pues se marca escenas que realmente cortan la respiración de la sorpresa.

Si amigos, muchas cosas se pueden decir de Mel Gibson, puede que como persona no sea plato de gusto para muchos de nosotros por sus actitudes carcas y demás, pero hay que reconocer, que aún pareciendo ya bastante cascado sigue siendo un más que competente actor, como Martin Campbell, su director, cuya última película (Casino Royale) me pareció la del más cojonudo Bond de los últimos tiempos, no se queda corto como realizador.

Tremenda la acción, creíble la historia, justas las dosis de fantasmadas para hacerla espectacular, historia con gancho que mantiene en todo momento la acción del espectador esperando más y un satisfactorio final hacen de ésta una película redonda y altamente recomendable

Solvente y sin demasiadas florituras, thriller crepuscular de venganzas sazonadas con elementos conspirativos, intrigas políticas y mafias corporativas que nos colocan más cerca de la estética de filmes setenteros al servicio de figuras maduras como Mitchum o Newman que de los filmes de vengador justiciero de Bronson.
Mel Gibson es consciente de que ya no está para dar carreras y participar en escenas de acción desbordada, pero encuentra una película hecha a su medida, con ritmo de sexagenario cuya pausa, curiosamente, ayuda a que la narración sea firme y más atractiva que muchas películas con acción de vídeo juego.
Sin embargo, un edulcorado epílogo, en mi opinión resta fuerza a la resolución del filme, que hasta entonces había tenido muchas más virtudes que defectos.
A la postre, película entretenida que se deja ver, un poco engañosa, pero recomendable.

Más interesante de lo que pueda aparentar y con más fondo que una cinta comercial al uso, el film es un solvente y convincente thriller dramático en el que prevalecen los personajes y la historia por encima de la acción. Sólida y acertada dirección por parte de Martin Campbell, y efectiva como siempre la presencia de los actores Mel Gibson o Ray Winstone. Me gusta, además, que la cinta se tome su tiempo y con un ritmo tan sosegado, con un planteamiento adulto y serio al margen de modas o efectismos modernos.

Cuando una película sale con su cartel de promoción correspondiente, ofrece lo que promete y técnicamente va de la mano junto a cualquier expectativa, no importa el mensaje moral, la ética que la obra pueda conllevar o toda su periferia conceptual: quiere ir al grano, lo hace y es un logro en sí mismo. Luego vendrán los juicios siguientes.

Al límite es una peli bruta, quiere aparejar emoción y segmentos conmovedores con el más puro y duro morbo. Policial/thriller desde donde se lo vea, Gibson se pone su traje de sí mismo y a aguantarlo o morir en el intento. Tiros, muertes y mucho sensacionalismo para una obra que no repara en sutilezas, salvo quizás para algunos diálogos.

Porque ese ocho que le doy viene aparejado con una estructura dialogal que se nos transmite con la fuerza de un puñetazo, pero que sin embargo guarda para sus adentros una extraña virtud hipnótica. Los diálogos se van dando con una rigurosidad discursiva que atenta contra la, ya de por sí débil, verosimilitud del argumento. Cabría preguntarse el porqué de esa decisión formal, a cuento de que vendría, pero entonces surgen en mi mente las palabras de uno del reparto, él cual alega: "enmarañarlo todo hasta confundir cual es la verdad, y que cada uno pueda armar su propia teoría".

Al límite juega con eso, a ser un policial pantanoso y vueltero en donde de una forma u otra terminamos viendo a Gibson haciendo lo que hace siempre y sin vuelta alguna. Será que de eso se trata: envolverlo todo con ese aura distinguida para luego decir que, en realidad, nada ha pasado.