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Viva la libertad

Drama Enrico Oliveri, secretario del principal partido de la oposición, pierde apoyos y entra en crisis. Tras ser duramente criticado en un mitin, abandona sus compromisos y responsabilidades y se refugia en Francia, en casa de una amiga. Su ayudante, intenta salir del apuro sustituyéndolo por su hermano gemelo, un enfermo bipolar recién salido del psiquiátrico. El experimento resulta ser un acierto porque el electorado recupera la confianza ... [+]
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Críticas 28
Críticas ordenadas por utilidad
12 de junio de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante sátira política bellamente presentada, con un gran papel protagonista y un secundario de lujo.
Un baile de alegorías más profundas de lo que aparentan ser y que, para entender bien, hay que descifrar sin asumir literalmente. Tal vez haya que verla más de una vez.
El director nos pide que vayamos más allá y recorramos como si de la creación de una película se tratara, la asunción de un discurso político mientras dura una campaña electoral, y el recorrido que por la mente tiene la aplicación de ese discurso.
Los que conozcan al director, tal vez serán más críticos. Los que no le conozcan, se verán gratamente sorprendidos.
Como única falla, destacaría quizá ligeros desequilibrios en el ritmo narrativo.
El Marco Azul
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7 de agosto de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entretenida película que no dejará indiferente a quien vaya a verla por el reclamo de Tony Servillo. Otra lección de interpretación. Todo un grande al que hemos descubierto demasiado tarde en este país.

Sin embargo, la complicación de la trama termina lastrando la película. "Viva la libertad" es una fábula ligera sobre la clase política y el borreguismo de la ciudadanía en Italia y, por extensión, de toda la civilización occidental. En ese contexto, la película es agradable de ver, incluso a pesar de que quizá la mordacidad se queda en la superficie. La comedia podría haber sido más negra. De todos modos, basta con disfrutar de Servillo y de unos actores que están siempre a la altura. También la película funciona desde el punto de vista de crítica social. La distinción entre loco y cuerdo está totalmente difuminada en nuestros días. Y si esa reflexión se traslada mediante gags verdaderamente divertidos, el conjunto funcionará.

El problema es cuando la historia deriva al melodrama. La parte final va decayendo hasta hacer que salgamos del cine con una sensación un poco agridulce. La fuerza de esta película radica en lo absurdo de un sistema político que más parece un circo que un sistema de organización social, y en la deliciosa biporalidad de un Tony Servillo en estado de gracia. No puede ser que todo se mezcle con situaciones más bien absurdas de conflictos pasados que nunca se terminan de explicar. Una forma fácil y tramposa de captar el interés del espectador en algo que de otra forma no lo tendría.

El desenlace, de todos modos, es brillante. Un final "abierto" que encaja como un guante en esta deslavazada pero, a fin de cuentas, interesante obra.
rober
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26 de enero de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad es que estamos ante una película magníficamente dirigida por Roberto Andò, con guión del propio Andó y Angelo Pasquini que trazan una historia aparentemente surrealista e incluso cómica, pero que no lo es tanto, como ahora explicaré. Es más bien una satira a la actual política italiana y yo diría que europea, y desde mi modo de ver, un aviso para navegantes, sobre acontecimientos que pueden precipitarse y ocurrir en el actual panorama político europeo; pero en peor a lo que sucede en la peli, que al fin es un sarcasmo. La música que acompaña estupendamente algunas escenas es en gran medida “La forza del destino” de Giuseppe Verdi (1813-1901), ópera cuyo libreto, escrito por Francesco María Piave, está inspirada en la obra del conocido dramaturgo español Ángel de Saavedra, más conocido como el Duque de Rivas (1791-1865), “Don Álvaro” o “La fuerza del sino”; y la buena fotografía de Maurizio Calvesi acompaña bien la obra.

Por supuesto el peso de la película recae interpretativamente hablando sobre el estupendo actor Tony Servillo, que hace de Enrico y del hermano Giovanni, gemelo con él. Servillo hace el papel que sabe hacer, sin sobresaltos, con su mirada fija y su facies casi hierática, pero dotando de total expresividad y credibilidad a los dos personajes que interpreta. Servillo en fin, se da el gusto de interpretar a sus anchas y de la mejor manera que sabe, lo cual que es mucho, y además en dos papeles muy diferentes. Acompañan a la perfección actores y actrices como Valerio Mastandrez, Valeria Bruna Tedechi, Michela Cescon, Anna Bobaiuto, Eric Nguyen, Judth Davis y Andrea Renzi.

La película quiere ser, como decía, una gran crítica a la política italiana, y a otras, pero la verdad no acaba de animarse a dar el mordisco final a la farsa que vivimos. Y es que Enrico es uno de tantos políticos ya amortizados, agotados, viciados en el sistema convencional del actual Staff político de farsa y corrupción, de los actuales dirigentes al uso que no saben ofrecer ilusión ni pasión al electorado, como luego dirá su hermano en un mitin. Cuando Enrico es sustituido por Giovanni, éste, más loco que cuerdo y con mucha soltura de cuerpo y verbo, expone sus ideas un tanto alocadas pero frescas, tanto a la prensa como los electores. Intimida a sus adversarios políticos, habla públicamente de la necesaria pasión para vivir, refiere a sus seguidores la necesidad de que se pregunten a sí mismos qué desean de la política y para el país, pasea indiferente por la playa descalzo, baila, tontea con la canciller bailando un tango, es decir, es un mensaje en general insolente, fresco y tentador para el gran público. Giovanni, en fin, se apresura a renovar la aletargada rutina parlamentaria y electoral con sus desplantes y piruetas impredecibles Ha roto, a pesar de su bipolaridad y de su locura, la inercia aburrida de su patético hermano que ha ido a refugiarse en las faldas de una antigua novia (novia o amante que fue por cierto de ambos). Como que el hermano bipolar fuera la solución para una especie de regeneración moral y política, en vista de la crisis que se respira, para hecer saltar los protocolos establecidos a fin de poner en evidencia las fórmulas gastadas.

Quizá las revoluciones hagan falta, aunque la Historia demuestra que siempre fracasan y que al final hay que tener suerte para salvar el cuello (la Revolución francesa, Lenin, Mao, Pol-Pot, la revolución del ´68); y no sólo eso, sino que tras cada revolución los interesados de siempre se vuelven a hacer con el poder y la gloria. Ya dijo Cristo que tuviéramos cuidadito con los “falsos profetas”. Es mi parecer que el carisma aliena, y cuando atisbo o huelo que llega un “salvapatrias”, me echo a temblar. Pues creo que de eso también habla la peli.

El caso es que al final de la película este hermano loco, Giovanni, le ha remontado la intención de voto a Enrico quien finalmente vuelve, supuestamente con la lección aprendida, y con las mismas mañas que su gemelo, retomando el partido, pero en un escalón superior del que lo había dejado.

En resumen, se trata de una película que pretende reflexionar con desenfado y amenidad sobre el desencanto de la sociedad con el mundo de la política, una parodia desenvuelta, a la vez con toques de humor y drama, donde un loco es capaz de transmitir sensibilidad y atractivo como líder de un partido político, doblando al cuerdo pero aburrido hermano.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Kikivall
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15 de junio de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre pensé que las películas francesas e italianas no tienen término medio, son para recomendar (como L'ultimo bacio) o son más soporíferas que una arenga de Binner. Este film trata sobre un político italiano que trascurre la mitad del tiempo en Francia y se encuadra entre las primeras, avanti.

Tiene muchos guiños políticos de ese año electoral italiano y su crisis -como un improvisado baile de tango con Angela Merkel- y algunas referencias filosóficas, como la paradoja de Epiménides. Pero de todas formas es disfrutable hasta para quienes debemos recurrir a Google por una traducción. Si bien juega con la idea anti-política de pensar que un loco no está muy lejos de ganar una elección presidencial (muy cercano al jardinero Chance de Peter Sellers en Being There), también propone la reflexión en algunas citas y cuestiona qué tan en serio debemos tomarnos nuestra vida. Interpela a sus seguidores sobre la necesidad de preguntarse, ¿qué esperan de la política y para su país?.

Sobre la actuación no hay mucho que pensar, Toni Servillo es un grande! (ya lo habíamos visto encarnando a Giulio Andreotti en Il divo), la película es él. Acompañado por Valerio Mastandrea y la hermosa Valeria Bruni-Tedeschi logran una muy buena adaptación de la novela "The Empty Throne", llevados de la mano por el director Roberto Andò, que junto a Angelo Pasquini escribieron el guión de una historia aparentemente surrealista e incluso cómica.

Van a escuchar una melodía que acompaña en varias escenas, se trata de “La forza del destino” una ópera con música de Giuseppe Verdi y libreto en italiano de Francesco Maria Piavede.

En definitiva, estamos hablando de una película que pretende hacernos reflexionar sobre el desencanto de la sociedad con el mundo que se entiende como "la política". Una parodia desenvuelta, a la vez con toques de humor y drama, donde un loco es capaz de transmitir sensibilidad y atractivo como líder de un partido político, doblando al cuerdo pero aburrido hermano.

Se la recomiendo a quien disfrute de la filosofía y la política... pero especialmente, a quien esté dentro de ella. “Es la mía, esa figura de espalda que se aleja en la niebla”, el haiku de hoy. Notable
Nagus
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15 de noviembre de 2014
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Este cuento donde la credibilidad deja paso a las buenas intenciones y a la crítica light sobre el agotamiento del mundo de la política, no acaba de mojarse lo suficiente para que el buen trabajo de Servillo y acompañantes deje de ser la mejor baza del asunto.
El jefe del partido de la oposición decide desaparecer para reencontrarse con su pasado y rendirse ante la evidencia de su fracaso personal y político y su hermano gemelo sale del internado psiquiátrico para demostrar que la regeneración de la sociedad necesita de la locura de la pasión. Suena más bonito escribirlo que el resultado en la pantalla. El cambio en las identidades da poco juego, algunas escenas son de una candidez sonrojante y la dirección se deja ir en una languidez acomodada donde las pequeñas subtramas carecen de fuerza. Al final como en los cuentos: moraleja y esperanza de que las perdices den para todos. Lo dudo.
ELZIETE
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