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Viva la libertad

Drama Enrico Oliveri, secretario del principal partido de la oposición, pierde apoyos y entra en crisis. Tras ser duramente criticado en un mitin, abandona sus compromisos y responsabilidades y se refugia en Francia, en casa de una amiga. Su ayudante, intenta salir del apuro sustituyéndolo por su hermano gemelo, un enfermo bipolar recién salido del psiquiátrico. El experimento resulta ser un acierto porque el electorado recupera la confianza ... [+]
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Críticas 28
Críticas ordenadas por utilidad
5 de junio de 2014
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando aún está reciente la campaña de las elecciones europeas, cuando las dimisiones y abdicaciones están a la orden del día, cuando la clase política está en el ojo del huracán y en boca del ciudadano, la cartelera nos ofrece "Viva la libertà" para reírnos un poco -y preocuparnos algo más- por este circo mediático y esta crisis de valores que estamos presenciando. La comedia la firma el italiano Roberto Andò, pero el alma de la sátira política es Toni Servillo... que allá donde aparece eclipsa al resto del personal. Además, aquí realiza dos papeles para dar vida a hermanos gemelos y en cierta medida antagónicos, quizá para mostrarnos cómo es el político de nuestras democracias y cómo debería ser.

En Italia, el partido de la oposición atraviesa una crisis y el descontento es tan manifiesto que su líder, Enrico Oliveri, decide desaparecer sin dejar rastro. En ese interim, a su asesor no se le ocurre otra cosa que acudir al hermano gemelo del político, Giovanni, un filósofo bipolar recién salido del psiquiátrico. La suplantación tendrá efectos asombrosos, y el cambio generará ilusión en el pueblo y sorpresa en unos correligionarios que ven cómo el partido obtiene unos resultados inimaginables. Pero era algo coyuntural... porque cada uno debe volver a su lugar en el mundo, aunque sea habiendo aprendido una lección o disfrutado de unos días en contacto con unos elefantes políticos que se habían olvidado de vivir y de la misma gente.

Resulta difícil encontrar dos personalidades tan distintas como las de Enrico y Giovanni: la seriedad del político que todo lo supedita a ganar unos votos frente al desparpajo de quien no tiene miedo a perder, la ambigüedad y vaciedad del discurso del primero frente a la claridad y autenticidad del segundo, la distancia que los intereses de partido generan respecto al pueblo frente a esa voluntad de bailar o acercarse a él sin temor a rebajarse o dar un traspiés en su imagen. Mucho aprende Enrico leyendo en el periódico lo que su hermano está haciendo en Italia, y mucho aprende en el set de rodaje en París... porque ese encargado de atrezzo o la chica del rodaje le ayudan a ser más humano y sincero. Quizá por eso, la gratitud que le manifiesta a su hermano no sea tanto por la recuperación de su imagen y por el ascenso del partido, sino por la lección humana que ha recibido... de un loco. Y todo gracias a Toni Servillo.

Desde luego, Giovanni rompe la cintura a la clase política y también pide un nuevo molde para el dirigente del siglo XXI. En la cinta, su discurso es ingenioso y despierta ilusión e incluso esperanza... porque dice verdades y porque no tiene miedo a la imagen que da. Pero, no nos engañemos, son también palabras fáciles y una oratoria hueca -al servicio del mensaje de la sátira, está claro-, propias de alguien alejado de la realidad tanto como su hermano Enrico. Al final, es posible que el director italiano quiera decirnos que el político tiene algo de locura y que vive en otro mundo, que inventa una realidad que le permita convencerse de sus ideas o que le ayude a continuar en la pomada. Y a nosotros nos gustaría haber asistido a la muerte de la impostura política, y que Enrico haya aprendido a reír y a canturrear como su hermano, en un escena final que desconcierta al mismo asesor... que duda si está ante Enrico o ante Giovanni.
La mirada de Ulises
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7 de junio de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un film con una sinopsis irresistible, con un actor homérico como es Toni Servillo y con un tema políticamente incorrecto, se queda en una promesa decepcionante. Lástima que se hayan desperdiciado todos estos ingredientes, ya que el guionista desaprovecha el tirón que tiene el trastorno bipolar para crear situaciones desternillantes sin tener que dejar a un lado la crítica política. Eso sí, estoy deseando volver a ver a Toni Servillo.
sily
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8 de junio de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se acusa a esta película de falta de valentía, de quedarse a medias en su intencionada carga de crítica política. Seguramente es cierto, solo un par de discursos, apenas tres o cuatro frases dignas de reflexión no parecen suficientes para suponer una fuerte sacudida en la conciencia de los espectadores. Y si por este lado la película de Roberto Andò no dejará huella, en su vertiente más cómica le sucede tres cuartos de lo mismo. La premisa argumental desde la que partía no está convenientemente explotada y el juego que en principio prometía se queda en dos o tres detalles que provocan alguna sonrisa a todas luces insuficiente. Tampoco acaba de funcionar cuando la historia se vuelve melodramática, en ese ir y venir narrativo entre Roma y París, el guión cojea notablemente del lado francés, claramente más perjudicado por las necesidades sintetizadoras a la hora de adaptar la novela en la que se basa. No obstante hay que destacar la esforzada interpretación de Toni Servillo, en un vehículo hecho a su medida, desdoblándose de una manera muy sutil, en una interpretación más contenida de lo que en principio se le presumía y soportando con solvencia el peso de la película. Una lástima que Andò se muestre tan poco inspirado a la hora de dotar a su film de más mordacidad, de estar tan pendiente por preservar el equilibrio estructural en una película que pedía a gritos mayor alegría y desenfreno.

Lo mejor: el trabajo de Toni Servillo.

Lo peor: se queda a medias en todos los aspectos.
AMQE
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6 de marzo de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo diré de una vez por todas: amo a Toni Servillo (con un cariño limpio y puro, como decía aquel, ojo). Es un tipo que, desde aquella maravilla titulada Las consecuencias del amor, no ha dejado de asombrarme y conmoverme. Es increíble lo que este individuo puede transmitir con una mirada o un alzamiento de ceja. En Viva la libertad, tenemos a Servillo por partida doble. La historia es un clásico: un líder político desaparece de repente, afecto de pánico escénico y cansancio, y le sustituyen provisionalmente por su hermano, ingresado hasta hacía poco en un psiquiátrico. Como cabía esperar, el hermano se convierte en un fenómeno nacional y las masas le siguen a pies juntillas, debido a su mensaje progresista, humanista y clarividente. Entretanto, el verdadero se ha refugiado en París, en casa de una antigua amante que vive con un famoso director de cine, y entonces redescubre su pasión por el Séptimo Arte y participa en la filmación de una película. Al final... Que cada cual extraiga sus conclusiones. Estamos ante un cuento de hadas, desde luego, pero muy bien escrito por Roberto Andò a partir de su propia novela, y dirigido con gusto y acierto en el ritmo narrativo. La magistral lección interpretativa de Servillo no ha de hacernos olvidar las excelentes prestaciones de Valeria Bruni Tedeschi (¡qué voz tiene esa mujer!) y de Valerio Mastandrea, en su papel de esforzado mano derecha del político, que poco a poco va cayendo en el embrujo del doble. Una película para disfrutar del cine.
Eduardo
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1 de junio de 2014
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es una película redonda. Sorprendido, deslumbrado y boquiabierto con La gran belleza esperaba otra obra maestra y no es así. El director no consigue la empatía necesaria entre el espectador y los protagonistas. Me da igual o me llega a importar poco que el político cansado y quemado siga o no enamorado de su antigua novia, si va a volver o no a la vida pública: da igual. Al hermano supuestamente loco no se le explota del todo en muchas posibilidades que ofrece la trama. La fábula de este film nos hace pensar, pone el acento en que en la vida lo más importante es la pasión que se pone en lo que hacemos a diario y en las pequeñas-grandes cosas que nos hacen sentir bien o las que deberían ser primordiales: bailar, escuchar música, ser honesto, amar y ser amado. La esencia del mensaje de la película es importante y vital en nuestros días pero la forma en abordarlo y resolverlo no es acertado. Toni Servillo un sobresaliente.
odiseo986
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